El
gobierno argelino de Abdelaziz Bouteflika insiste en apoyar a un cuestionado
dirigente separatista que enfrenta varias serias causas penales como nuevo
secretario del Frente Polisario.
LA FARSA DE UNA ELECCIÓN
La
muerte del dirigente histórico del Frente Polisario, Mohamed Abdelaziz, el
pasado 31 de mayo, no ha puesto fin a la férrea dictadura, ni a cuarenta años
de prácticas stalinistas, en la jefatura de la organización separatista.
El
proceso de designación de un nuevo secretario general del grupo separatista se
encamina a ser un ejemplo más de que el Frente Polisario es tan sólo un
instrumento al servicio de Argelia. Una organización títere que solo existe
porque es útil a la política exterior de Argel.
Si
bien formalmente, el nuevo líder polisario debe surgir de un “Congreso Extraordinario” de la
organización que se llevará a cabo los días 8 y 9 de julio próximos, el
gobierno de Bouteflika ya ha decidido quién será el sucesor de Abdelaziz. La
designación ha recaído en un dirigente perteneciente al “ala histórica” y más radical, Brahin al Ghali, tal como
anticipáramos en nuestra columna.
Este
antiguo cabo de las tropas nómadas al servicio de España en el Sáhara, más que
un curriculum vitae posee un verdadero prontuario criminal.
Brahim
al Ghali es natural de Smara y pertenece a la tribu Erguibatt. En los años setenta, fue uno de los fundadores del
Frente Polisario y entre 1976 y 1987 se desempeñó como “ministro de Defensa” de la organización separatista.
TERRORISMO Y VIOLACIONES A LOS DERECHOS HUMANOS
Desde
ese cargo fue responsable por ordenar a las milicias polisarias ejecutar
ataques terroristas. En especial, por los ataques marítimos que comandos
terroristas del Polisario efectuaron contra 34 pesqueros españoles en alta mar.
Esos ataques incluyeron el ametrallamiento de las naves y el secuestro y
asesinato a mansalva de sus tripulantes.
En
esos años el terrorismo polisario terminó con la vida de trescientas personas,
otros cientos resultaron heridos, además produjeron cuantiosas pérdidas
materiales. Todos estos ataques constituyen crímenes de lesa humanidad y se
cometieron siguiendo las directivas expresamente impartidas por Brahim al Ghali.
Lamentablemente,
este no es el único cargo que se formula contra al Ghali. Su nombre figura en
un lugar destacado entre los veintiocho miembros del Frente Polisario citados a
comparecer ante la Audiencia Nacional de España acusados de “genocidio, asesinato, lesiones, detención
ilegal, terrorismo, tortura y desapariciones forzadas” de ciudadanos
españoles de origen saharaui ocurridas, durante décadas, en las cárceles de los
campos argelinos en Tindouf.
En esa
misma causa el Juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz acusó al Frente
Polisario de “retener contra su voluntad
a miles de saharauis en los campos de Tindouf, en Argelia, con la complicidad
de Argel.”
UN CRIMINAL POR CANDIDATO
Pero,
los crímenes que se imputan a Brahim al Ghali exceden el ámbito de los
políticos. El dirigente separatista también tiene abierta una causa penal ante
la Audiencia Nacional por la violación de una joven saharaui.
La víctima
fue la adolescente Jediyetu Mahmud Mohamed Zubair. En su infancia, Jediyetu fue
uno de los tantos niños que viajó a España para participar del programa “Vacaciones en Paz” que les permite
pasar el verano con una familia de acogida española. Así pudo aprender el
idioma castellano y cuando retornó a los campamentos, puesto que a partir de la
pubertad a las jóvenes ya no se les permite viajar y en la mayoría de los casos
se las fuerza a contraer matrimonio contra su voluntad, comenzó a trabajar como
traductora en Raboni, atendiendo a los visitantes extranjeros, en lo que
constituye el “aparato de protocolo” del Polisario.
En
2010, como resultado de sus contactos con visitantes extranjeros fue invitada
por una ONG italiana a viajar a Roma. Para ello, Jediyetu necesitaba de un
visado que sólo otorgaba el “embajador” del Frente Polisario en Argel, en ese
entonces Brahim al Ghali.
La
joven llamó a al Ghali y este la citó en un horario fuera del habitual. Durante
el encuentro Brahim le dijo directamente que si quería el visado debería
mantener relaciones sexuales con él. Ante la firme negativa de Jediyetu terminó
violándola con la ayuda de otros funcionarios del Polisario, Abderkader Luely
Talomar, hijo de un alto dirigente encargado de administrar la ayuda alimentaria
internacional y otro empleado de la legación polisaria.
La
joven contó lo sucedido a sus padres, pero estos conociendo la influencia de
Brahim al Ghali en los campamentos y la humillación que caería sobre la
familia, ordenaron a su hija guardar silencio y olvidar el aberrante suceso.
Pero
Jediyetu no estaba dispuesta a olvidar nada y solo quería justicia. Con la
ayuda de una ONG y del abogado Agustín de la Cruz Fernández denunció a sus
violadores ante la Audiencia Nacional de España y también en la Comisión de los
Derechos Humanos de ONU.
Por
este delito, Ghali y sus cómplices tienen una causa penal abierta en la
Audiencia Nacional que impiden que visiten los países europeos por temor a ser
detenidos y remitidos a España para ser juzgados.
Además,
de estas causas penales pendientes, Brahim al Ghali enfrenta otros problemas en
su camino a la Secretaría General del Frente Polisario. Su figura enfrenta
fuertes cuestionamientos en los campamentos de Tindouf. Es por ello, que la
inteligencia argelina mueve sus influencias y desarrolla una intensa campaña
propagandística en su favor entre la población saharaui retenida en Argelia.
Pero
no consigue acallar todas las expresiones de resistencia. Incluso el vocero del
Frente Polisario en Argentina, Salem Bachir, consultado durante un reportaje
sobre la candidatura del ex embajador en Argel contestó tajantemente: “- No, porque él no es militar. Está
estipulado que el líder del Frente debe ser un jefe militar. Para no cejar ni
un instante en la lucha tanto diplomática como militar. Debe haber participado
militarmente en el combate y haber militado como mínimo diez años, que no es el
caso del actual embajador en Argelia porque no reúne esas condiciones.”
CUANDO LA DEBILIDAD ES UNA VIRTUD
El
gobierno de Bouteflika conoce todos estos hechos y sin embargo apoya
decididamente la candidatura de Brahim al Ghali a secretario general.
Posiblemente el motivo de ese apoyo sea precisamente los cuestionamientos de
todo tipo que sufre al Ghali, que lo convierten en un dirigente débil, una
suerte de títere, que Argel podrá moldear de acuerdo a sus necesidades y que no
tendrá posibilidad alguna de objetar ni resistir sus imposiciones.
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