sábado, 19 de diciembre de 2015

EL FIN DEL ESTADO FALLIDO EN LIBIA


 
Con la firma del llamado “Acuerdo Político de Libia”, en la ciudad marroquí de Skhirat, situada a unos treinta kilómetros de Rabat, entre las principales facciones libias para la constitución de un gobierno provisorio se ha logrado un sustancial avance en el proceso de paz y estabilización de este conflictivo país del Magreb.

LA CRISIS EN LIBIA

Desde febrero de 2011 se desarrolla en Libia una sangrienta guerra civil. En esa fecha el país fue alcanzado por la onda expansiva de la “Primavera Árabe” que se iniciara poco antes en Túnez. La muerte de Muamar el Gadafi, en octubre de 2011, lejos de pacíficar al país generó un enorme vacío de poder seguido de encendidas luchas tribales y religiosas. Libia se convirtió, desde entonces, en un “Estado Fallido”, sin ley y sin gobierno, que amenaza la estabilidad de todo el Norte de África.

Tras la caída de Gadafi, los jóvenes combatientes que habían luchado contra su régimen no entregaron las armas y pronto se adueñaron del gobierno asaltando el Parlamento y secuestrando al primer ministro. Luego de lo cual se repartieron los cargos públicos, se apropiaron del dinero y saquearon los bien provistos arsenales del dictador libio.

La existencia de numerosas milicias bien armadas hizo que al poco tiempo la guerra civil recrudeciera con inusual virulencia. El 14 de febrero de 2014, el general Jalifa Haffar, quien había logrado movilizar a parte del antiguo ejército que había desertado de las filas de Gadafi en 2011, y que más tarde se había sentido marginado y amenazado por los islamistas, difundió un comunicado en el que ordenaba la suspensión del Congreso General Nacional –CGN-, dominado por los islamistas, tras el rumbo a la deriva que había tomado el país y proponía la formación de una comisión presidencial hasta que se celebraran nuevas elecciones. Después de cruentos combates entre islamistas y moderados el país quedó dividido en dos bandos.

Por un lado. los islamistas, que controlan la capital, Tripolí. Su coalición, “Amanecer de Libia”, incluye a las Brigadas de Misrata, de las ciudades del Oeste del país y de la minoría bereber, así como a otros grupos de tendencia islamista. Han resucitado al Congreso General Nacional –el antiguo Parlamento- y han elegido un “gobierno de salvación nacional” encabezado por Jalifa al Gauil. Sin embargo, ni un solo país extranjero ha reconocido a su gabinete.

El otro bando, que contó con reconocido internacionalmente hasta el pasado mes de octubre, es el gobierno con sede en las ciudades de Tobruk y Al Baida, al este del país, y presidido por Abdulá al Thini. Cuenta con la Cámara de Representantes, el Parlamento elegido en las elecciones de junio de 2014. Recientemente, este bando se ha fusionado formalmente con “Operación Dignidad”, el grupo que responde a la conducción del general Jalifa Haffar. También forman parte de esta coalición moderada las milicias de la ciudad de Zintán, situada al Oeste, las cuales, antes controlaban Trípoli y su aeropuerto internacional junto con los guardias “federalistas” de las instalaciones petrolíferas conducidas por Ibrahim Jadran.

Los dos bandos tienen posiciones diametralmente opuestas. Los que tienen su sede en Tobruk proclaman que están luchando contra los terroristas islamistas, mientras que los instalados en Trípoli afirman que lo hacen contra los residuos del régimen de Gadafi.

Ante la falta de una autoridad central, el país ha sufrido cada vez más la actividad terrorista de grupos como el Estado Islámico o milicianos vinculados a Al Qaeda y se ha convertido en un baluarte para los traficantes de personas y otros grupos criminales.

ENTRA EN ESCENA EL ESTADO ISLÁMICO

En el último año, el brazo libio del Estado Islámico izó por primera vez la bandera negra del grupo sobre la ciudad portuaria de Sirte, ubicada en el noreste de la costa mediterránea. Situada a unos trescientos kilómetros de la isla italiana de Sicilia, esta ciudad fue el último refugio de Gaddafi y constituye el corazón de una región rica en petróleo. Para evaluar la importancia de esta ciudad debe considerarse que entre Sirte y la frontera con Egipto se sitúa el 66% de las reservas petroleras de Libia.

Las fuerzas del Estado Islámico han comenzado a aplicar sus medidas rigoristas en Sirte: obligando el velo para las mujeres, prohibiendo la música y los cigarrillos, cerrando las tiendas durante las oraciones y aplicando la Sharia o ley islámica. Incluso asesinaron a un popular imán conservador, Khalid bin Rajab Ferjani, por rehusarse a jurarles lealtad. Cuando sus seguidores intentaron levantarse, los extremistas mataron a tres docenas de ellos, crucificando a cuatro en una concurrida rotonda vehicular.

El Estado Islámico ha nombrado un “emir en Trípoli”, un tunecino conocido como Abu Talha, que comanda a unos dos mil combatientes la mayoría de ellos voluntarios extranjeros y que ha establecido una Policía Islámica, una Corte Islámica, una oficina de impuestos y un registro de los negocios para poder recolectar dinero.
EL DRAMA HUMANITARIO

Este choque de intereses y rivalidades tribales y políticas ha provocado la muerte de unas tres mil personas tan sólo en 2014, a los que se suman otros seiscientos mil libios desplazados (de una población total de seis millones de habitantes) y a un incierto número de desaparecidos, a menudos víctimas de la violencia política.
Existe aproximadamente 1.700 grupos de milicianos en Libia que controlan unos 120 millones de hectáreas. En ocasiones cada barrio de una ciudad o cada pequeña población es el dominio de una milicia local independiente.
Además, unos 177.000 inmigrantes africanos aprovecharon la falta de un gobierno en Libia para atravesar su territorio rumbo a Europa. Unos 140.000 refugiados procedentes de Libia lograron alcanzar las costas europeas.

EL PROCESO DE PAZ
A comienzos de año, después de muchos desacuerdos las principales facciones libias aceptaron participar de un complejo proceso de paz, el “diálogo interlibio” que se desarrolló en la ciudad de Skhirat, con la activa participación de la diplomacia local.

En julio de 2015, representantes de los dos parlamentos rivales suscribieron el llamado Acuerdo de Shkirat que puso fin a las hostilidades entre ambos sectores, aunque no logro la integración del país.
Ahora, se alcanza la culminación de un largo proceso de paz que insumió catorce meses de tensas negociaciones que pusieron a prueba la capacidad de la diplomacia marroquí y la habilidad de los integrantes de la Misión de Apoyo de la Naciones Unidas en Libia (MANUL) Para alcanzar la formación de un gobierno de unidad nacional.

Los representantes del Congreso de los Diputados de Tobruk, Mohamed Chuaib, y del Congreso Nacional General, con sede en Tripoli, Salah Majzum, suscribieron el Acuerdo Político de Libia en presencia de representantes de la sociedad civil.
La firma de Acuerdo se realizó en presencia de las más altas autoridades del país anfitrión, el ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación de Marruecos, Salaheddine Mezouar, y los presidentes de las dos Cámaras de Parlamento marroquí, respectivamente Rachid Rachid Talbi Alami y Mohamed Cheikh Biadillah, el Representante Especial del Secretario General de la ONU, Martín Kobler, los ministros de Relaciones Exteriores de España, Italia, Turquía, Túnez y Qatar y varios embajadores extranjeros como observadores.

EL ACUERDO POLÍTICO DE LIBIA
Es nuevo acuerdo contempla la apertura de una etapa de transición política en la que se constituirá un embrión de gobierno de unidad nacional que va a supervisar en el plazo de un año la redacción de una nueva Constitución que será aprobada mediante un referéndum, al que seguirá la realización de elecciones libres para escoger a los nuevos miembros de un Parlamento y Gobierno constitucionales.

En esta etapa de transición el gobierno estará en manos de un Poder Ejecutivo integrado por un presidente, designación que caerá en la persona de Fawzi Sarraj, dos vicepresidentes y tres ministros de Estado que conformarán el “Consejo Presidencial” en representación de la sociedad civil, los consejos especiales y el poder legislativo. El Consejo Presidencial, en el lapso de un mes, deberá designar a los titulares de los distintos ministerios de un futuro gobierno de unidad que tendrá su sede en Trípolí.
Junto al Gobierno de Unidad Nacional, el poder legislativo estará representado por el Congreso de Diputados (actualmente instalado provisionalmente en Tobruk) que pasará a ser en esta etapa de transición el único órgano legislativo del país.

En cuanto a los miembros del parlamento rival (el Consejo Nacional General que tenía su sede en Trípoli), pasarán a formar un Consejo Superior de Estado, una especie de órgano consultivo al que el gobierno de unidad nacional someterá los proyectos de ley antes de presentarlas ante el Congreso de Diputados.

El acuerdo también contempla la implementación de “medidas de confianza” destinadas a la aplicación de las leyes relacionadas con los desaparecidos, los desplazados y los inmigrantes. La tarea prioritaria será mejorar la seguridad poniendo en plena vigencia las leyes, para lo cual se deberá desarmar a las milicias incorporando a sus combatientes en las futuras fuerzas de seguridad y armadas, las cuales deberán ser profesionales y apolíticas. Al mismo tiempo, el nuevo gobierno deberá restaurar la plena soberanía libia sobre todo su territorio expulsando a las milicias del Estado Islámico de su baluarte en Sirte.

Por su parte, al subrayar que los resultados del actual proceso de paz son producto de la intensa y armónica colaboración entre Marruecos y la ONU, el ministro Salaheddine Mezouar aseguró que: “El Reino de Marruecos, que acompañó a los hermanos libios desde el principio de este proceso, se compromete, conforme a las instrucciones de Su Majestad el Rey Mohamed VI, a no escatimar ningún esfuerzo para aportar un apoyo político, técnico y pragmático según las necesidades expresadas por los hermanos libios.” “Lo más importante para Marruecos -resaltó el Ministro- es la estabilidad de Libia, su integridad territorial, su soberanía nacional y la dignidad de su pueblo, y hacer frente a las tentativas de todos los que procuran transformar Libia en un polvorín preparado a estallar y abrasar su entorno regional.”

REPERCUSIONES INTERNACIONALES

La firma del Acuerdo Político de Libia concitó destacados apoyos internacionales. La Alta Representante de la Unión Europea para la Política Exterior, Federica Mogherini, celebró la firma del Acuerdo advirtiendo que la Unión “ya no mantendrá más contactos oficiales con individuos que dicen ser parte de las instituciones no validadas por el acuerdo político libio” y anunció la entrega de un paquete de ayuda por cien millones de euros.

En el mismo sentido se expresó el Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg, diciendo “acojo con satisfacción la firma hoy en Skhirat del acuerdo político libio. Esta firma es un paso importante por la senda de la paz y la estabilidad del pueblo libio”.

Los países europeos esperan que el nuevo gobierno de unidad nacional en Libia sea capaz de pacificar el país, combatir eficazmente al Estado Islámico, contenga la inmigración ilegal y poner en pleno funcionamiento la industria petrolera local.

CRECE EL ROL INTERNACIONAL DE MARRUECOS

La participación de Marruecos en el proceso de pacificación de Libia ha significado para este país importantes reconocimientos internacionales a su liderazgo regional. Así lo expresaron entre otros los ministros de Relaciones Exteriores de Italia, Paolo Gentiloni, de Turquía, Mevlut Cavosoglu, de Qatar, Khaled ben Mohamed Alattiyah, de Túnez, Taib Baccouche y de España, José Manuel García-Margallo.

Cabe destacar entre estos reconocimientos el formulado por el representante del Secretario General de la ONU, Martín Kobler quién agradeció a Marruecos por “sus esfuerzos al albergar y facilitar estas discusiones y a S.M. el Rey Mohamed VI que acompañó el proceso de diálogo interlibio con determinación.

También el vocero del Departamento de Estado, John Kirby durante el briefing diario de la diplomacia estadounidense señaló: “Los Estados Unidos expresan su gratitud al Reino de Marruecos por sus esfuerzos para hacer avanzar el proceso de la ONU” a fin de encontrar una solución para la crisis en Libia.

Con el éxito logrado en la creación de un gobierno estable en Libia, una vez más se hace evidente el liderazgo que el Reino de Marruecos ejerce no sólo en la región del Magreb sino también en todo el continente africano.

Al contribuir a pacificar Libia, Marruecos ha contribuido sustancialmente a estabilizar tanto la región del Magreb como al resto de África, a atenuar el drama humanitario de los refugiados que diariamente arriesgan su vida partiendo desde las costas libias hacia Europa y a reducir el flujo de armas y combatientes que alimentan otros conflictos africanos.

Es evidente, que Marruecos constituye el único interlocutor confiable para las potencias occidentales en África.

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