LAS PURGAS PERMANENTES
Una sórdida lucha palaciega sacude a Argelia, el
segundo país más extenso de África y uno de los mayores proveedores de gas y
petróleo a los países de la Unión Europea.
Argelia es también una de las últimas “repúblicas populares” que solían
replicar, con algunas variantes, el modelo soviético de sociedad y gobierno. Un
dudoso privilegio que comparte con países como Corea del Norte, Vietnam o Cuba.
En estos regímenes de partido único o de partido
hegemónico unido al Estado, la actividad política suele desarrollarse en un
contexto de ocultamientos y juegos de intrigas. Las elecciones asumen un rol
secundario. Se convierten en meros actos protocolares donde los candidatos
oficiales resultan siempre triunfadores por márgenes abrumadores que nunca
obtienen quienes son candidatos en las auténticas democracias de corte
occidental.
En la seudo democracia argelina, el presidente
Abdelaziz Buteflika se aferra al poder que ejerce dictatorialmente desde 1999.
En 1992 un golpe de Estado implementado por una Junta Militar le impidió formar
gobierno al Frente Islámico de Salvación, el partido fundamentalista islámico
que se impuso en la única elección multipartidaria en la historia del país.
Después de la cancelación de su victoria, los islamistas emprendieron una
sangrienta rebelión armada –que se prolongó por una década- que originó la
pérdida de doscientas mil vidas. En ese contexto, los militares llevaron a la
presidencia a Buteflika.
Abdelaziz Buteflika, hoy de 78 años, se ha convertido
en el último exponente del liderazgo histórico que llevó a cabo la lucha contra
el colonialismo francés a mediados del siglo pasado. En 2013, el presidente
argelino sufrió un severo infarto cerebral que lo obligó a una prolongada
internación en un hospital parisino. Desde entonces, Buteflika ha aparecido en
público en contadas ocasiones sembrando dudas sobre su capacidad para gobernar
eficazmente al país.
Los expertos occidentales consideran que el verdadero
poder detrás de Buteflika, es su hermano menor Said, una figura sobre la que
pesan serias acusaciones personales y de corrupción. También atribuyen gran
influencia al Jefe de Estado Mayor y viceministro de Defensa Gaid Ahmed-Salah.
Estos mismos expertos consideran que el único
indicador real de la vida política argelina son las frecuentes purgas políticas
que asolan a los elencos gobernates.
LOS SERVICIOS DE INTELIGENCIA EN LA
MIRA
En este sentido, los últimos dieciocho meses han registrado
una serie de cambios en la estructura y la conducción de los servicios de
inteligencia argelino que indican la existencia de una sórdida puja de poder en
la medida en que el liderazgo de Buteflika parece entrar en su ocaso y el país
se sumerge en una profunda crisis económica como producto del brusco descenso
del precio internacional del petróleo y el gas.
En 2014, el coronel Abdelkader Ait Ouradi, conocido
como Hassan, quien durante más de una década fue el Jefe de la Unidad
Antiterrorista de la Departamento de Inteligencia y Seguridad –DRS-, fue
detenido sin que se conocieran los cargos formulados contra él, como suele
ocurrir en este tipo de régimen. Ouradi permanece detenido en la prisión
militar de Blida y desde entonces la Unidad Antiterroristas permanece acéfala.
Recientemente fue desarticulado el Grupo de
Intervención Especial (GIS, según sus siglas en francés) el principal brazo
operativo del DRS. Los comandos del GIS adquirieron notoriedad fuera de Argelia
durante el asalto a la planta gasífera de In Amenas en la que un grupo armado
yihadista secuestró, en enero de 2014, a decenas de obreros y técnicos
argelinos y extranjeros. La recuperación de las instalaciones la efectuó el GIS
al costo de 66 vidas, entre ellas las de 37 rehenes.
El GIS fue disuelto y sus comandos de élite fueron
reasignados en diferentes unidades del Ejército de Tierra, la Marina, la Fuerza
Aérea y la Gendarmería Nacional.
Luego, Buteflika también desplazó al general Ahmed
Boustila, Jefe de la Guardia Republicana y lo reemplazó por el general Nuba
Menad, militar a quien se considera cercano a la familia y el entorno del
presidente. Además de Boustila perdió su cargo el Director de Seguridad
Interior, general Ali Bendaoud, quien se vio relegado a un cargo administrativo
dentro del DRS.
Finalmente, la semana pasada le llego el turno al
hasta entonces todo poderoso jefe del DRS, el general Mohamad Mediene, más
conocido como “Tawfik” que ocupaba
esta posición desde hacia veinticinco años. Fue reemplazado por el general
Athmane Tartag, alias “Bachir”, hasta entonces su segundo en el cargo y con
quien Tawfik mantenía serias
diferencias.
El general Tawfik
ha sido una de las figuras más misteriosas y controvertidas del hermético
régimen argelino. Era el último sobreviviente en el poder de los miembros de la
Junta Militar que en 1992 puso fin a las actividades del FIS. Su influencia era
tal que solían llamarlo “El hacedor de
reyes”.
FINAL ABIERTO
Ahora, los observadores occidentales se preguntan
sobre que otras cabezas rodarán en Argelia y si los militares desplazados
aceptaran resignadamente su alejamiento u organizaran algún tipo de
resistencia. También se interrogan sobre la sucesión del debilitado Buteflika
en un contexto de alta complejidad donde se combinan la crisis económica con
las acechanzas de los grupos fundamentalistas sobre las fronteras argelinas con
Libia, Túnez y en el sur con el empobrecido Malí donde los grupos
fundamentalistas son liderados por terroristas argelinos.
Es por ello que muchos de ellos temen que sea Argelia
el próximo país del Norte de África en incendiarse.
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