En ocasiones la
profesión de informar se puede convertir voluntaria o involuntariamente en una
actividad de desinformación.
La desinformación pude realizarse a través de la
mentira directa o de la mentira indirecta. Hablamos de mentira indirecta cuando
un hecho se interpreta claramente con la intención de perjudicar a una persona,
una empresa o un movimiento social o político.
Este último es el caso que se aprecia claramente en
las interpretaciones que algunos analistas políticos hacen de los guarismos
electorales del domingo 19 de julio en la ciudad de Buenos Aires.
Presentar una votación de segunda vuelta electoral
donde un candidato se impone a su rival contundentemente por casi cuatro puntos
porcentuales como una derrota es sin lugar a dudas una total falacia. Es una
falacia por diversas razones, veamos algunas de ellas.
En primera instancia, como muy bien ha aclarado el
dirigente del Frente Renovador, Alberto Fernández, las segundas vueltas
electorales, debido a la polarización obligatoria de los votantes, suelen
resolverse por márgenes electorales muy estrechos, donde el vencedor rara vez
obtiene sobre su rival una ventaja superior a los cinco puntos.
En segundo término, cuando el candidato socialista
Miguel Lifschitz, hace un mes, se impuso en los comicios de Santa Fe al candidato
del PRO, Miguel del Sel, por tan solo dos mil votos, los analistas no salieron
a decir que los socialistas habían perdido la elección. Muy por el contrario,
todos los comentarios cargaron las tintas sobre la derrota del PRO y su impacto
sobre las posibilidades presidenciales de Mauricio Macri.
Por otra parte, el PRO concurrió en esta ocasión a las
urnas en solitario, enfrentando a la totalidad de las fuerzas políticas porteñas,
incluidos a sus aliados en la coalición Cambiemos.
En tanto, que la candidatura del economista Martín Lousteau
fue apoyada por la Coalición Cívica-ARI, de Lilita Carrió, la Unión Cívica
Radical, el Partido Socialista, Partido Socialista Auténtico y Confianza
Pública integradas en el espacio ECO –Energía Ciudadana Organizada-, además recogió
para la segunda vuelta el apoyo del GEN de Margarita Stolbizer, de los votantes
del peronismo kirchnerista agrupado en el Frente para la Victoria y de todos
los grupos y grupúsculos de la izquierda independiente, incluidos el MST y el
Partido Obrero.
En esa contienda, en un feroz mano a mano del PRO
contra el resto del espectro político porteño, Rodríguez Larreta cosechó casi
el 52% de los votos, agregando casi siete puntos porcentuales a lo obtenido en
la primera vuelta. Esto es una victoria clara y contundente, de ninguna manera
puede ser interpretada como un fracaso.
Presentar este triunfo como una derrota, y más aún
como un serio revés electoral que hace peligrar las posibilidades presidenciales
de Mauricio Macri, implica evidentemente realizar una interpretación errónea o
interesada de los datos.
¿Usted qué piensa? ¿Cómo ve el vaso medio vacío o
medio lleno?
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