sábado, 3 de mayo de 2014

MARRUECOS SE IMPONE EN LA PULSEADA POR EL SÁHARA

LA MINURSO EN EL OJO DE LA TORMENTA
Marruecos se ha adjudicado una nueva e importante baza en la rivalidad que mantiene con Argelia por la primacía regional en el Magreb. La firme actitud del rey Mohammed VI, ha logrado que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas atienda los reclamos marroquíes y renueve por un año más la Misión de Naciones Unidas para el Referéndum en el Sáhara Occidental –MINURSO- en el sur de su territorio. Misión que en esencia consiste en supervisar el alto el fuego entre las fuerzas armadas marroquíes y las milicias del Frente Polisario que operan desde Argelia.
Marruecos enfrenta desde 1975, fecha del retiro de España de su  territorio, un intento de secesión de sus provincias del sur llevado a cabo por un grupo de marroquíes de origen saharaui al servicio de los intereses argelinos.
Los saharauis son un conjunto de tribus  que practican una agricultura de trashumancia por el desierto de los actuales estados de Marruecos, Argelia y Mauritania. Como todo pueblo nómada los saharauis no reconocen fronteras, pero, desde tiempos remotos, reconocen  la soberanía del rey de Marruecos en el marco de sus tradiciones, usos y costumbres como culturas tribales.
Al momento del cese de la dominación colonial española en el Sáhara, un grupo de estudiantes de la universidad de Rabat, muy influenciados por algunos de sus profesores e intelectuales franceses de ideas socialistas sucumbieron al discurso de “liberación nacional” y “panarabismo” que por entonces difundía la Libia del coronel Muammar Gaddafi y, desde Argelia, el Frente de Liberación Nacional y su presidente Houari Boumedienne. Así fue como los petrodólares de Gaddafi y las armas del FLN auspiciaron las actividades insurgentes del Frente Polisario.
Hoy, casi cuarenta años después de la Marcha Verde, que culminó con la recuperación de gran parte del territorio marroquí usurpado por potencias coloniales europeas, el conflicto separatista en la región sigue estancado.
Mientras que Marruecos lleva a cabo un enorme desarrollo económico, social y político en el conjunto de su territorio nacional y aun mas en sus provincias del sur, Argelia utiliza el conflicto del Sáhara para mantener a Marruecos fuera de la Unión Africana y contrarrestar su natural influencia sobre los países del Magreb y el Sahel.
La ONU, como en muchos otros conflictos poscoloniales de soberanía –tal como ocurre en Malvinas-, se ha demostrado incapaz de encontrar una solución negociada para el diferendo. A falta de soluciones sólo aporta el mantenimiento de un statu quo que perjudica especialmente a Marruecos y que impacta negativamente sobre la integración,  la prosperidad y seguridad del Norte de África.
El mantenimiento del conflicto permite al Frente Polisario, seguir contando con el apoyo político, económico y militar de Argelia, manteniendo como rehén a la población marroquí confinada en los míseros campamentos argelinos de Tinduf.
Pero, los grandes beneficiarios de esta situación son los dirigentes del Polisario, que se han erigido ante el mundo como representantes de una población que nunca los ha votado y a la que mantienen forzadamente fuera de sus hogares en el sur de Marruecos. Mientras tanto, ellos residen cómodamente en Árgel, actuando en ocasiones como líderes revolucionarios de un “movimiento de liberación nacional” o si las circunstancias los permiten como autoridades de un estado fantasma que denominan República Árabe Saharaui Democrática. Una entelequia que no tiene territorio –porque la superficie que reclama- es territorio marroquí.   
Lo único cierto con respecto a la pseudo RASD es que desde hace cuarenta años tiene el mismo presidente –quien nadie eligió- y un solo partido político que es el Frente Polisario, movimiento que se auto designó único representante de la población de los campamentos,  y  cuyo Secretario General es precisamente el  “presidente” Mohammed Abdelaziz.
Este autoproclamado presidente vitalicio no duda en designar ministros y embajadores entre sus parientes y seguidores más cercanos. Una ficción que permite a los dirigentes saharauis acceder a millones de euros en ayuda internacional generosamente suministrada por todo tipo de organizaciones humanitarias europeas.
Es lógico pensar, que los dirigentes del Polisario, no están interesados en arribar a algún tipo de solución para este conflicto porque ello significaría el fin de sus privilegios y de sus abultados ingresos. 

MARRUECOS COMO FACTOR DE ESTABILIDAD Y DESARROLLO
Es importante recordar que, desde el estallido de la Primavera Árabe, en 2010, Marruecos es el único país del Norte de África que goza de verdadera gobernabilidad. Es el único Estado de la región que ha contenido con éxito al terrorismo yihadista y frenado la expansión del islamismo salafista.
Al mismo tiempo, Marruecos como actor regional suministra estabilidad y previsibilidad a los débiles gobiernos del Sáhel azotados por grupos criminales, islamistas radicales y milicias separatistas.
El principal factor que hace la estabilidad de Marruecos es la combinación de firmeza y tolerancia con que la monarquía Alauí ha sabido conducir a la sociedad marroquí en una transición gradual hacia mayores niveles de libertad y crecimiento económico.
Marruecos no es un país occidental y tampoco aspira a serlo. Marruecos es un país modelo del Norte de África que sin olvidar su tradición cultural y religiosa aspira a hacer una simbiosis de sus valores con las libertades individuales e instituciones occidentales.

El éxito de esta síntesis y de la estabilidad en todo el Norte de África dependerá en gran medida de la forma en que la comunidad internacional ayude a encontrar una solución negociada al conflicto del Sahara y reconsiderar el proyecto de autonomía propuesto por Marruecos como una solución seria y viable a este diferendo.

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