El domingo 28 de septiembre de 2025
Moldavia celebró unas elecciones parlamentarias observadas con atención por
Bruselas, Moscú y las capitales vecinas.
Contenido:
El
resultado de los comicios del pasado domingo —una victoria clara del Partido de
la Acción y la Solidaridad (PAS), la formación pro-europea vinculada a la
presidenta Maia Sandu— reafirma el giro occidental de la política moldava y
abre una nueva fase en la relación con Rusia y en el intento de Chişinău por
aproximarse a la Unión Europea. Según conteos y recuentos oficiales, PAS obtuvo
algo más del 50% de los votos y una mayoría de escaños que le permite gobernar
con relativa comodidad y en solitario. La votación estuvo marcada por
incidentes de desinformación, amenazas y acusaciones de intentos de injerencia
desde Moscú.
¿Por
qué importa Moldavia en el escenario europeo?
Moldavia
es, en términos geoestratégicos, un país pequeño, con apenas 2,6 millones de
habitantes y un PIB per capita de los más bajos de Europa, pero situado en un
lugar crítico: limita con Ucrania y está a dos horas de avión de la capital de
Rumanía, miembro de la OTAN y la UE. Además de su posición en la orilla
occidental del Dniéster, Moldavia contiene dos factores que multiplican su
importancia: la existencia de la región separatista de Transnistria y una
extensa diáspora que influye en la política interior. El avance de un gobierno
pro-europeo en Chişinău no es sólo una decisión doméstica: constituye un
movimiento que, si se consolida, cambia el equilibrio en la periferia oriental
de la UE y plantea desafíos directos a la capacidad de Rusia para proyectar
influencia en la región. Esa trascendencia es hoy la razón por la que la UE,
Estados Unidos y la OTAN siguen con máximo interés los pasos de Moldavia.
Moldavia
y Rusia: memoria histórica
La
relación entre Moldavia y Rusia tiene raíces profundas en la historia
soviética. La república moldava formó parte de la Unión Soviética como la República
Socialista Soviética de Moldavia; allí se implementaron políticas de ingeniería
cultural y demográfica que acabaron por consolidar identidades y líneas
divisorias (entre la Moldova de lengua románica y las poblaciones
rusófonas/ukrainófonas, especialmente en la franja del Dniéster). Tras la
disolución de la URSS, la independencia de 1991 dejó múltiples legados:
economía dependiente de mercados orientales, infraestructuras energéticas
conectadas a Rusia y la huella de ejércitos y aparatos administrativos rusos
que favorecieron, a comienzos de los 90, la creación de la entidad de facto de
Transnistria, un seudo Estado que carece de reconocimiento internacional y
donde Rusia mantiene 1.500 efectivos de su Ejército. Esa historia explica por
qué Moscú conserva palancas (idioma, redes empresariales, militares y
mediáticas) que van más allá de la mera vecindad.
Qué
puede cambiar si Moldavia avanza hacia la UE o la OTAN
Un
avance real hacia la adhesión a la Unión Europea o la OTAN implicaría
transformaciones de largo alcance —económicas, institucionales y de seguridad—
y a la vez provocaría reacciones de Moscú porque reduciría las zonas grises
donde ejerce influencia.
- Si Moldavia se acerca a
la UE: la integración económica y la
convergencia regulatoria harían que las empresas y las élites moldavas se
anclaran progresivamente al mercado europeo. Habría incentivos masivos
para reformas anticorrupción y judiciales. Sin embargo, la UE no ofrece de
inmediato garantías de seguridad; por tanto, aunque el acercamiento
debilitaría la influencia rusa en lo económico y mediático, no eliminaría
el riesgo de coerción a través de energía, desinformación o apoyos a
movimientos locales prorrusos.
- Si Moldavia intentara
acercarse a la OTAN: la opción es la más
explosiva geopolíticamente. La OTAN es una alianza de seguridad; la
adhesión de un país con un conflicto congelado (Transnistria) y presencia
militar rusa en su territorio virtualmente garantiza una nueva línea de
fricción con Moscú. En la práctica, la entrada en la OTAN es políticamente
más difícil y más remota que la adhesión a la UE, pero su mera discusión
aumentaría la tensión regional y la probabilidad de medidas de presión de
Rusia.
Los
instrumentos de presión de Rusia sobre Moldavia hoy
Rusia
dispone de varios resortes para influir en Chişinău: presencia militar (las
fuerzas vinculadas a Transnistria), control (parcial) de suministros
energéticos, la influencia sobre sectores rusófonos y la capacidad de
desinformación y operaciones cibernéticas (prácticas documentadas en los
últimos procesos electorales). Tras las elecciones, Moscú ya señaló críticas
sobre el proceso. Por ejemplo, denuncias por la limitación de mesas de votación
en Rusia para la diáspora. El Kremlin ha denunciado que mientras que en España
se abrieron 15 centros de votación, en Rusia solo funcionaron 2 centros. También
criticó que no se permitieran observadores rusos de la Duma Estatal en la
misión de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) y
advirtió sobre supuestas irregularidades, en una narrativa que sirve tanto para
justificar medidas como para erosionar la legitimidad del gobierno vencedor.
Tres
escenarios probables para Moldavia y sus relaciones con Rusia
A
continuación se plantean los tres escenarios que reúnen mayor probabilidad en
el horizonte de mediano plazo. Los escenarios no son mutuamente excluyentes;
contienen variables que pueden superponerse.
1)
Consolidación pro-europea (escenario optimista pero exigente) — Probabilidad:
media
Descripción:
Con mayoría parlamentaria estable, el gobierno de PAS impulsa reformas
administrativas, avances hacia la armonización legislativa con la UE y una
campaña diplomática efectiva. La UE responde con asistencia técnica, acuerdos
sectoriales y un calendario de acercamiento que concrete la candidatura
otorgada en 2022. La economía mejora gradualmente y la migración y diáspora
siguen estrechando los vínculos con Europa.
Riesgos
y límites: la adhesión plena es larga; las reformas internas son costosas
políticamente y pueden generar resistencias. Rusia recurre a presiones
energéticas, campañas mediáticas y apoyo encubierto a actores prorrusos
(principalmente en Transnistria y Gagauzia), pero sin escalada militar directa.
Resultado: Moldavia se desplaza hacia la órbita europea, reduce la dependencia
rusa y las tensiones se gestionan a través de la diplomacia y la asistencia
occidental.
2)
Estancamiento y conflicto híbrido (escenario más probable) — Probabilidad: alta
Descripción:
PAS gobierna, pero la combinación de tensiones domésticas (economía, corrupción
persistente) y las tácticas de Rusia (desinformación, limitación de mercado
energético, movilización de la diáspora prorrusa) generan un estancamiento.
Transnistria continúa como zona de inestabilidad latente; incidentes
fronterizos, cortes de gas o bloqueos comerciales se vuelven instrumentos
recurrentes.
Riesgo
real: episodios de violencia local o campañas masivas de protesta organizadas
desde el exterior que buscan desgastar al gobierno pro-UE. La integración
europea avanza a ritmo lento; la OTAN permanece fuera del horizonte inmediato.
Resultado: consolidación incompleta del rumbo europeo, continuas crisis de baja
intensidad y alta vulnerabilidad estratégica. Este escenario es el más
consistente con la historia reciente y el patrón de “presión sin guerra”
que ha caracterizado la política rusa en la periferia.
3)
Retroceso hacia la neutralidad forzada o compromiso (escenario pesimista) —
Probabilidad: baja-media
Descripción:
Si los factores económicos y sociales se combinan con una campaña política
prorrusa eficaz (y con fallos de la coalición gobernante), Moldavia puede ver
un retroceso: acuerdos de “neutralidad reforzada”, compromisos sobre el
estatus de Transnistria o gobiernos que busquen un equilibrio entre Occidente y
Moscú.
Condicionantes:
tal retroceso requeriría una derrota política clara del bloque pro-europeo en
alguna votación clave o una crisis económica que movilice a las clases
populares contra las reformas. Resultado: un periodo de mayor ambigüedad
estratégica donde ni la UE ni Rusia obtienen una victoria decisiva; la región
se estabiliza en un limbo que en el largo plazo puede perpetuar la fragilidad
democrática y económica de Moldavia
Riesgos
inmediatos y recomendaciones estratégicas
Riesgos
principales: escalada de operaciones de desinformación, uso del suministro
energético como palanca coercitiva, instrumentalización de la diáspora y, sobre
todo, el factor Transnistria, donde la presencia de efectivos y armamento
ligados a Rusia constituye la amenaza más directa a la integridad territorial.
Recomendaciones
generales (para actores occidentales y para Chişinău):
- Aumentar la asistencia técnica para
reformas judiciales y anticorrupción; la legitimidad interna es la mejor
defensa contra campañas externas.
- Diversificar el aprovisionamiento
energético y blindar la infraestructura crítica.
- Intensificar el apoyo a la sociedad
civil y medios independientes para contrarrestar la desinformación.
- Mantener canales diplomáticos con
Rusia para reducir el riesgo de escalada, a la vez que se refuerzan las
garantías políticas y económicas desde la UE.
Conclusión
Las
elecciones del 28 de septiembre confirman un momento clave: el electorado
moldavo, al menos en esta vuelta, se ha pronunciado mayoritariamente a favor de
un proyecto pro-europeo. Pero la realidad estratégica de Moldavia —fronteras
con Ucrania, la anomalía de Transnistria y la historia de vínculos soviéticos—
convierte a ese mandato en el primer eslabón de una carrera incómoda. La
evolución dependerá tanto de la capacidad del gobierno para traducir votos en
reformas y prosperidad, como de la habilidad de la Unión Europea y sus aliados
para ofrecer incentivos creíbles y protección frente a la amplia gama de
tácticas que Rusia ya ha utilizado en la región. En el mejor de los casos,
Moldavia puede desplazar su anclaje hacia Europa sin rupturas; en el peor, la
disputa por su órbita seguirá siendo fuente de inestabilidad —pero ahora queda
claro que el mapa político interno ha dado un paso en la dirección de Bruselas.
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