El
Movimiento Saharaui para la Paz ha organizado la Tercera Conferencia Internacional
para el Diálogo y la Paz en el Sáhara Occidental, en la ciudad Las Palmas de Gran
Canaria, España, el 27 de febrero de 2023 con el objetivo de consolidar su
impulso diplomático y político del movimiento tras su ingreso en la
Internacional Socialista. L encuentro reunió a un amplio panel de
personalidades influyentes provenientes del mundo político, diplomático y asociativo,
que ilustra el creciente impacto del MSP en la escena diplomática
internacional, y el interés cada vez mayor que genera su enfoque pragmático y
pacifista como una alternativa creíble al Polisario.
Señores
invitados especiales, honorables notables del pueblo saharaui, miembros del
Movimiento Saharaui por la Paz, señoras y señores: debo comenzar por agradecer
a mi estimado amigo el Primer Secretario Hach Ahmed Bericalla por haberme invitado,
una vez más, a participar en estas conferencias en que se busca la paz y una
solución justa y honorable para el Conflicto en el Sáhara.
Como Director
del Instituto Argentino de Estudios Geoestratégicos y analista internacional debo
comenzar por pedir disculpas al atreverme a opinar sobre el Conflicto del
Sáhara sin ser saharaui ni marroquí.
La
única excusa posible, es el hecho de haber dedicado los últimos quince años de
mi vida a estudiar todo lo que rodea a este conflicto un tanto artificial y en
el que se han visto involucrados los saharauis sin desearlo, por encontrarse en
la encrucijada de los intereses geopolíticos de Marruecos y Argelia.
El
Conflicto del Sáhara nace de la apropiación imperialista que realizaron a
comienzos del siglo XX, los países europeos en el Norte de África y, más tarde,
de un proceso de descolonización imperfecto afectado por los intereses de las
grandes superpotencias, y sus representantes locales, en el marco de la Guerra
Fría.
En
este proceso, tanto Marruecos como los saharauis han sido víctimas de las
aspiraciones geopolíticas de otros países y han pagado con la sangre de sus
mártires el quedar en el medio de los intereses de otros.
Si
bien no debemos olvidar las causas, los padecimientos sufridos por los
involucrados y los mártires que han quedado en el camino, de nada sirve buscar respuestas
en el pasado porque allí solo se hallarán motivos para el desencuentro.
Lo
cierto, es que el Conflicto en el Sáhara lleva cincuenta años de parálisis y
las viejas fórmulas, a las que insistentemente se aferra la dirigencia del
Frente Polisario, han demostrado que son estériles, utópicas y nunca se
aplicarán.
Mientras
el Polisario, pierde día a día presencia internacional y aliados, su dirigencia
ha entrado en un estado de irrealidad donde, insólitamente, llama a una guerra absurda,
dada la disparidad de medios y poderío militar entre ambos contendientes, e insistentemente
demanda la realización de un referéndum impracticable, que hasta las Naciones
Unidas han descartado.
El
Movimiento Saharaui para la Paz, en tan solo cinco años de creado se ha
instalado internacionalmente como una nueva alternativa de representación de
los deseos de autogobierno de la minoría saharaui de Tinduf. He incluso ha logrado integrase a la
Internacional Socialista.
El
Reino de Marruecos, por su parte, construyó una poderosa red de apoyos
internacionales que reconocen su soberanía sobre el Sáhara y que ahora se ve
reforzada por el retorno del presidente Donald Trump a la Casa Blanca. El mismo
presidente que en 2020, convirtió a los Estados Unidos en el primer país en
reconocer la plena soberanía marroquí sobre el territorio en disputa.
Desde
2020, ha corrido mucha agua bajo el puente y toda la corriente, es imposible no
reconocerlo, ha sido en favor de Marruecos.
Frente
a la amenaza de que el Diferendo del Sáhara salga de la agenda internacional, y
de que la presencia de los saharauis en los campamentos de Tinduf se eternice,
no hay muchas alternativas.
Solo
resta un acto de audaz realismo. Reconocer la situación y apelar al diálogo y
la negociación. Marruecos ha tendido generosamente la mano con su propuesta, de
2007, para la Negociación de un Régimen de Autonomía en la Región del Sáhara
que constituye una alternativa justa, realista y posible para solucionar el
Conflicto. Es una oportunidad para encontrar una solución negociada y
honorables que, creo, los saharauis no deberían dejar pasar.
En
este proceso nadie representa mejor los deseos e intereses de los saharauis que
el Movimiento Saharaui para la Paz.
Es
necesario de que la dirigencia del Frente Polisario reconozca –o los saharauis
se lo hagan reconocer- que los tiempos han cambiado. Qué el Muro de Berlín ha
caído y que el modelo soviético de repúblicas populares, como la que
utópicamente han pretendido instalar en el Sáhara, es algo perimido, un rezago
del pasado del que es necesario desprenderse.
El
Frente Polisario es el símbolo de un pasado que para algunos puede ser heroico
pero que solo ha conducido a sacrificios y frustraciones. El Movimiento
Saharaui para la Paz, en cambio, constituye la esperanza de un futuro mejor,
con autonomía y en paz.
La
situación imperante requiere de ideas innovadoras, de otras alianzas
internacionales y de actores nuevos. Es un momento propicio para que los
saharauis demuestren todo su potencial creativo, su paciencia, realismo y
vocación negociadora para forjarse su destino en paz corriendo la actual página
de la historia.
La
creación del Movimiento Saharaui para la Paz ha roto definitivamente con el
monopolio de la representación de los saharauis que pretendía ejercer el Frente
Polisario y ha aportado precisamente una visión más realista sobre el
conflicto.
Es por
ello que Naciones Unidas debe incluir en cualquier negociación a los
representantes del Movimiento Saharaui por la Paz si desea avanzar hacia una
solución realista y posible.
Por
eso, desde el Comité Internacional para el Diálogo y la Paz apoyamos sin
dudarlo a las iniciativas del Movimiento Saharaui para la Paz y la incansable
labor de su primer secretario Hach Ahmed en búsqueda de una solución honorable.
El
Movimiento Saharaui para la Paz está llamado a ser un actor central en el
proceso de construcción de una autonomía en el Sáhara y para ello deberá captar
la mayor cantidad de voluntades entre los saharauis que quieren la paz y
aspiran a futuro de progreso y al retorno a su hogar ancestral.
No
podemos engañarnos, la tarea es monumental, deberán conciliarse los intereses
de aquellos saharauis que han permanecido en el territorio y los de aquellos
que retornan. Habrá incluso aquellos que se resistan a deponer las armas, como
en cualquier proceso de paz. Será necesario conformar un nuevo gobierno local y
otra normatividad que respete los intereses y las tradiciones saharauis y al
mismo tiempo concilie con los derechos del Estado marroquí.
En
este arduo proceso, incluso deberá evitarse que algunos descontentos encuentren
una excusa para radicalizarse y apelar a la violencia.
Pero,
el paso más difícil será lograr que Argelia deje de aprovechar las necesidades,
y el infortunio de los saharauis para satisfacer sus deseos de antagonizar con
Marruecos e impulsar sus intereses geopolíticos en el Norte de África.
Sin
duda, inevitablemente en esta negociación surgirán desacuerdos y conflictos que
desafiarán la vocación de las partes por el diálogo y la paz. Pero, no existe más
alternativa que el diálogo y la tolerancia de las diversidades si buscamos la
paz.
Estas
son tan solo algunas breves reflexiones de un observador que busca la paz y lo
mejor para sus amigos saharauis.
Nuevamente,
agradezco su paciencia y tolerancia a la impertinencia de un extranjero de
opinar sobre el destino de un país y un pueblo que no es el suyo.
Muchas
gracias.
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