Los
combates y la violencia sectaria
Mientras
que la atención mundial se centra en los conflictos de Ucrania y Gaza, desde
diciembre de 2024, Siria se ha convertido en el epicentro de intensos
enfrentamientos armados entre las nuevas autoridades lideradas por Ahmed
Al-Sharaa y las fuerzas leales al derrocado Bashar al-Assad. La costa siria y
las regiones de Latakia y Tartús han sido particularmente afectadas por una ola
de represión contra la minoría alauita, resultando en la ejecución de más de 745
civiles de la minoría alauita a manos de las fuerzas de seguridad y
combatientes progubernamentales.
En
un país de 185.000 kilómetros cuadrados, sus veinticuatro millones de
habitantes están distribuidos en varias comunidades -los suníesson la mayoría,
pero también están presentes los kurdos, cristinos, drusos, etc.-. Los
alauitas, componen el 9% de la población, pero estuvieron fuertemente
representados en el aparato militar y de seguridad del clan Al-Assad, que
durante más de medio siglo, primero con Hafez y luego con Bashar, gobernó el
país en forma dictatorial bajo un régimen policial.
Los
ataques de venganza han dejado un saldo de más de 1.018 muertos, incluyendo 273
combatientes leales al exdictador Bashar Al-Assad y miembros de las fuerzas de
seguridad del nuevo gobierno. El Observatorio Sirio de Derechos Humanos ha
calificado estos eventos como “masacres sectarias” y ha denunciado la
existencia de ejecuciones sumarias, saqueos y torturas a civiles alauitas.
En
paralelo, el Ejército sirio ha llevado a cabo operativos militares para sofocar
los levantamientos insurgentes en la costa, cerrando rutas y arrestando a
presuntos responsables de los enfrentamientos. Sin embargo, la seguridad en
estas regiones sigue siendo precaria.
Grupos
en lucha: Una guerra fragmentada
Siria
sigue dividida entre múltiples facciones armadas, cada una con diferentes
alianzas e intereses:
- Gobierno de Ahmed
Al-Sharaa: Instalado en diciembre de 2024 tras
derrocar a Bashar al-Assad, su administración está respaldada por grupos
islamistas como Hayat Tahrir al-Sham (HTS). Sin embargo, enfrenta
resistencia de los sectores alauitas y otras minorías.
- Fuerzas leales a Bashar Al-Assad:
Aunque el exdictador fue depuesto, grupos armados leales a su régimen
continúan operando en la costa siria y en algunas regiones montañosas,
llevando a cabo ataques contra las nuevas autoridades.
- Milicias kurdas:
las fuerzas de la minoría kurda en Siria controlan el noreste del país y
mantienen una relación tensa con el gobierno de Damasco y las fuerzas
turcas.
- ISIS y otros grupos
extremistas: A pesar de su
debilitamiento, las milicias yihadistas del Estado Islámico (ISIS o Daesh)
siguen activas en ciertas regiones, operando como una insurgencia
clandestina.
Siria
al borde del colapso
El
conflicto desatado con la Primavera Árabe de 2011 ha dejado un impacto
devastador en la población, 618.000 personas murieron y otras 113.000 figuran
como desaparecidas. Un informe del Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo (PNUD) señala que Siria ha retrocedido cuatro décadas en términos de
progreso económico y social. A este ritmo, la recuperación total podría demandar
hasta 55 años. Es decir, que solo alcanzará el nivel de PBI previo al estallido
del conflicto en 2080.
- Pobreza extrema:
desde el comienzo de la violencia la pobreza pasó del 33% al 90% de los y la
pobreza extrema de 11 al 66% en pobreza extrema.
- Desplazamiento masivo:
Un total de 4,8 millones de ciudadanos sirios han huido del país, especialmente
a países limítrofes, mientras que otros viven en condiciones precarias
dentro de Siria. Una cuarta parte de la población se encuentra desempleada,
es decir, que la desocupación se triplicó a causa del conflicto. Tres de
cada cuatro personas dependen de ayuda humanitaria y necesitan de
asistencia para satisfacer sus necesidades básicas en materia de salud,
alimentación, acceso al agua potable, energía y vivienda.
- Infraestructura
destruida: Según algunas estimaciones, los
daños ocasionados por el conflicto ascienden a 800.000 millones de dólares.
La guerra ha dañado gravemente la red de salud, educación y energía. La
producción eléctrica ha caído un 80% y la mitad de la población no tiene
acceso a agua potable. Casi un tercio de las viviendas fueron destruidas o
gravemente dañadas. Las carencias de vivienda afectan a 5,7 millones de
sirios.
- Educación en crisis:
Entre el 40% y 50% de los niños no asisten a la escuela.
Respuesta
internacional y desafíos futuros
Las
violaciones a los derechos humanos se han convertido en algo frecuente en Siria
desde el comienzo de la Primavera Árabe, en 2011, pero se han incrementado desde
la toma del poder por las fuerzas islamistas de Ahmed Al-Sharaa, que en pocos
meses han acumulado 9.000 presos políticos, muchos de ellos con paradero
desconocido.
La
comunidad internacional ha condenado las violaciones de derechos humanos en
Siria, pero las acciones concretas siguen siendo limitadas. Naciones Unidas ha
instado a todas las partes a respetar el derecho internacional y a permitir el
acceso humanitario, mientras que la Comisión de Investigación de la ONU para
Siria ha pedido investigaciones sobre las recientes masacres.
A
nivel diplomático, Rusia sigue apoyando al régimen de Damasco, mientras que
Turquía respalda a los insurgentes en el norte. Irán ha desplegado milicias
para ayudar a estabilizar el gobierno de Al-Sharaa, mientras que Estados Unidos
mantiene una presencia limitada en apoyo a las fuerzas kurdas.
El
conflicto sirio sigue sin una solución clara. Con un país fragmentado, una
población empobrecida y la presencia de múltiples actores armados, la
estabilidad parece lejana. Mientras tanto, los sirios continúan sufriendo las
consecuencias de una guerra que parece no tener fin, ante la indiferencia de la
comunidad internacional.