El anciano presidente del Brasil, que
enfrenta los problemas del deterioro de su liderazgo político y una salud
deteriorada por los años de dura militancia
política, debe decidir si está en condiciones de competir por un cuarto
periodo presidencial que culminaría a los 84 años.
Contenido:
A medida que Brasil se acerca a las elecciones presidenciales de 2026,
la figura de Luiz Inácio Lula da Silva vuelve a estar en el centro del debate
político. Con una trayectoria marcada por la resiliencia y el liderazgo, Lula
se posiciona nuevamente como el principal candidato de la izquierda. Sin
embargo, su avanzada edad y su precario estado de salud plantea dudas sobre su
capacidad para enfrentar una nueva campaña y, eventualmente, un cuarto mandato
presidencial.
Un liderazgo consolidado, pero con desafíos
Desde que asumió su tercer mandato en 2023, Lula ha buscado reposicionar
a Brasil en el escenario internacional, reforzar el Mercosur y recuperar la
confianza de sectores estratégicos de la economía. Su agenda ha estado marcada
por la diplomacia climática, la lucha contra la pobreza y la reactivación de
proyectos de infraestructura. A pesar de las dificultades económicas y la
fragmentación política en el Congreso, Lula mantiene un respaldo significativo
entre los votantes de izquierda y sectores moderados.
No obstante, el avance de figuras de derecha como Tarcisio de Freitas y
Eduardo Bolsonaro ha cambiado el panorama electoral. Aunque las encuestas
indican que Lula sigue siendo el favorito, su margen de ventaja se ha reducido
en los últimos meses, y su índice de aprobación ha caído por debajo del 50%.
La salud de Lula: una variable clave en la contienda
Uno de los factores que más incertidumbre genera en torno a la
candidatura de Lula es su estado de salud. A sus 79 años, el mandatario arrastra
un largo historial de problemas de salud. En 2011 fue diagnosticado con un
cáncer de laringe que superó con un tratamiento de radiación y quimioterapia.
En septiembre de 2022 padeció una cirugía invasiva para colocarle una prótesis
de cadera. El 19 de octubre sufrió una caída en la bañera mientras tomaba una
ducha que obligo a que se le practicaran varias intervenciones para eliminar una
hemorragia intracraneal. El accidente reavivó el debate sobre su capacidad para
afrontar los próximos años de gobierno y, en particular, una exigente campaña
electoral. Además, Lula padeció 580 días de cárcel antes de poder retornar a la
actividad pública.
Si bien los médicos han asegurado que Lula no sufrió secuelas
neurológicas, el episodio, en ese momento alimentó comparaciones con líderes de
edad avanzada, como Joe Biden, cuyo estado físico era un tema recurrente en la
política estadounidense. En Brasil, sectores de la oposición han comenzado a
cuestionar si el mandatario podrá completar su mandato con plenitud y si será
el mejor candidato del Partido de los Trabajadores (PT) para 2026.
La incertidumbre en el PT
A pesar de la determinación del oficialismo en mantener a Lula como su
candidato principal, dentro del PT han surgido debates sobre una posible
alternativa en caso de que su salud no le permita competir. Entre los nombres
que han cobrado fuerza están el ministro de Hacienda, Fernando Haddad, y el
gobernador de Bahía, Jerônimo Rodríguez, aunque ninguno cuenta con el carisma
ni la popularidad de Lula.
Haddad, antiguo alcalde e São Paulo, reciclado como ministro de Hacienda
de Brasil, es el funcionario con mayor índice de deseaprobación, debido al mal
desempeño de la economía brasileña (pese a que Lula hizo campaña prometiendo
picaña para todos, el real perdió un 25% de valor frente al dólar en 2024).
El pobre desempeño del Partido de los Trabajadores en las elecciones
municipales de 2024 agrega otro factor de preocupación para la izquierda, que
sin Lula carece de un sucesor natural.
El propio presidente ha insinuado que consideraría hacerse a un lado si
fuera necesario, pero hasta el momento su discurso sigue enfocado en la
continuidad de su proyecto. “Si mi candidatura es la única opción para evitar
el retorno de la extrema derecha, estaré listo para la batalla”, ha afirmado en
recientes declaraciones.
Un electorado polarizado y un escenario abierto
Las encuestas más recientes muestran que, a pesar de su desgaste, Lula
sigue siendo el candidato con mayor intención de voto. En un eventual
enfrentamiento con cualquier candidato de la derecha, el líder del PT obtendría
entre un 43% y 45% de apoyo, frente a un rango del 26% al 35% de sus posibles
rivales.
Sin embargo, la caída en su popularidad y la incertidumbre sobre su
estado físico podrían influir en los próximos meses. La oposición, por su
parte, aún no ha logrado consolidar un candidato fuerte que pueda unificar al
espectro conservador. Jair Bolsonaro, es el único político que podría tener
posibilidades frente a Lula, aunque actualmente está inhabilitado para
competir, recordemos que también Lula estuvo inhabilitado hasta poco antes de
convertirse en candidato nuevamente.
Conclusión
La candidatura de Lula da Silva en 2026 es, hasta el momento, el
escenario más probable para el Partido de los Trabajadores. Sin embargo, su
salud será un factor determinante en su viabilidad política. Con un electorado
dividido y una derecha en proceso de reorganización, las elecciones de 2026 se
perfilan como una de las más inciertas de la historia reciente de Brasil.
El futuro político del país dependerá no solo de la capacidad de Lula
para mantenerse en la contienda, sino también de la habilidad de la oposición
para presentar una alternativa convincente. Mientras tanto, la salud del
mandatario sigue siendo un tema de debate que podría redefinir el panorama
electoral en los próximos meses. Si por su avanzada edad o por problemas de
salud Lula da Silva no se postulase, la derecha tendría una buena oportunidad
de volver al poder.
También la posibilidad de que se levante la inhabilitación de Jair
Bolsonaro es otro tema de especulaciones en este complejo panorama electoral.
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