En las últimas dos décadas, Turquía
ha intensificado significativamente su presencia en África, consolidándose como
un actor clave en la esfera geopolítica del continente. Esta estrategia abarca
no solo el comercio y la inversión, sino también la cooperación militar,
cultural y humanitaria, lo que evidencia el interés de Ankara por diversificar
sus relaciones internacionales y ampliar su influencia global.
Un auge económico sin precedentes
Desde
2003, el comercio bilateral entre Turquía y los países africanos ha
experimentado un crecimiento vertiginoso. Según datos del Ministerio de
Relaciones Exteriores de Turquía, el volumen comercial pasó de 5.400 millones
de dólares, en 2003, a cerca de 45.000 millones en 2023. Este incremento
refleja una estrategia económica que no solo busca nuevos mercados para las
exportaciones turcas, sino también asegurar el acceso a recursos energéticos y
materias primas clave para su industria.
Entre
los principales socios comerciales de Turquía en África destacan Argelia,
Egipto, Sudáfrica, Nigeria y Etiopía. La participación de empresas turcas en
proyectos de infraestructura también es significativa, con inversiones en
aeropuertos, carreteras y desarrollos urbanos. Además, Turkish Airlines ha
ampliado sus rutas en África, conectando más de sesenta ciudades africanas con
el resto del mundo, lo que no solo impulsa el turismo y el comercio, sino
también fortalece los lazos culturales.
La
Dimensión Militar: Un Pilar Estratégico
La
política africana de Turquía también incluye una creciente cooperación en
defensa y seguridad. La base militar turca en Mogadiscio, Somalia, es la mayor
de Turquía fuera de su territorio, “Camp Turkon”, de cuadro kilómetros
cuadrados. Simboliza la creciente importancia de Turquía y su compromiso con la
estabilidad en el Cuerno de África. Precisamente, en 2024, el presidente Recep
Tayyip Erdogan tuvo una decisiva intervención para evitar el estallido de un
conflicto armado entre Etiopía y Somalia.
La
base de turca en Mogadiscio permite a Ankara proyectar su poder naval sobre zonas
claves del mar Rojo y el océano Índico. En esa base, Turquía adiestra a
soldados somalíes y brinda apoyo logístico en la lucha contra grupos
extremistas. Somalia es el principal socio estratégico de Ankara en el
continente africano.
Además,
Ankara ha firmado acuerdos militares con más de veinticinco países africanos,
incluidos Marruecos, Nigeria, Mali y Senegal. Estos pactos incluyen la venta de
drones Bayraktar TB2, reconocidos por su efectividad en conflictos como los de
Libia, Siria, Nagorno-Karabaj y Ucrania, y el adiestramiento de fuerzas armadas
locales. Los drones turcos son más económicos y fáciles de operar que los
similares estadounidenses e israelíes. Entre los países africanos que cuentan
con este equipamiento en sus arsenales se cuentan Somalia, Togo, Níger, Nigeria
y Etiopía.
Entre
2020 y 2021, las exportaciones de armas turcas a África aumentaron de 83
millones de dólares a 460 millones, consolidando a Turquía como un nuevo proveedor
militar del continente, aunque, por el momento, la cuota turca en el mercado de
armas africanos es tan solo del 0,5%.
Turquía
ofrece ayuda y cooperación sin poner condiciones relacionadas con la legalidad
de los gobiernos o su respeto por los derechos humanos, una estrategia que
encuentra terreno fértil entre los gobiernos de facto africanos usualmente bajo
sanciones económicas o en aislamiento diplomático.
Turquía
ha adoptado cada vez más discursos anticolonialistas (y, en particular, antifranceses),
presentándose como un socio diferente que comparte tanto intereses como
vínculos religiosos, culturales e históricos con los países de mayoría musulmana
de África.
En
Libia, Erdogan mantiene mercenarios kurdos y sirios apoyando al Gobierno del
Acuerdo Nacional de Trípoli en su lucha contra el general Jalifa Haftar apoyado
por Egipto y Emiratos Árabes Unidos.
Ankara
ha puesto el foco en los países del Sahel, especialmente en Mali, Níger y
Burkina Faso, incrementando notablemente los flujos comerciales, logrando
además crear la imagen de socio comercial fiable y sin condicionantes políticos
a través de generosas donaciones de ayuda humanitaria, proyectos sanitarios y
otorgamiento de becas.
Por
un acuerdo con Niamey, Ankara apoya a las fuerzas nigerianas en su lucha contra
Boko Haram y otros grupos terroristas, además de asegurar las fronteras del
país con los vecinos Mali y Burkina Faso.
Uno
de los acuerdos mas controvertidos es al tratado secreto firmado con el
gobierno de facto de Níger, en 2020, que contiene cláusulas para la adquisición
de armamentos turcos como para el adiestramiento de unidades militares. La agencia
de inteligencia turca (MIT) ha instalado en Níger su centro regional de
operaciones. En julio de 2024 visitó Níger una delegación de la MIT encabezada por
el jefe del organismo Ibrahim Kalin, en dicha oportunidad se firmaron acuerdos
de cooperación en ese campo.
Además
de contrarrestar las actividades de las organizaciones yihadistas que operan en
el Sahel, la inteligencia turca se ocupa de apoyar a las empresas de su país para
obtener acuerdos beneficiosos que permitan adquirir recursos naturales como
madera, oro, uranio y petróleo y fomentar la venta de productos de defensa.
En
Burkina Faso, las exportaciones de material bélico han pasado en los últimos
tres años de doscientos mil dólares a siete millones.
El
Poder Blando como herramienta diplomática
El
“poder blando” también juega un papel crucial en la estrategia de
Turquía en África. A través de la Agencia Turca de Cooperación y Coordinación
(TIKA), con 22 oficinas en el continente, el gobierno turco ha financiado
proyectos de salud, educación y abastecimiento de agua en varios países
africanos. Además, la Fundación Maarif administra más de 140 instituciones
educativas en el continente, con el objetivo de formar nuevas generaciones que
vean a Turquía como un aliado estratégico. Miles de graduados africanos
estudiaron en el país del Bósforo en el marco del programa de becas Türkiye.
Por
otra parte, el gobierno de Recep Tayyip Erdogan ha aprovechado los lazos
religiosos y culturales compartidos con los países de mayoría musulmana en
África. Este enfoque ha permitido a Turquía construir relaciones cercanas con
gobiernos y comunidades locales, consolidando su imagen de socio confiable y
respetuoso de las particularidades africanas.
Rivalidades
Globales
La
creciente influencia de Turquía en África no ha pasado desapercibida para otras
potencias globales como China, Rusia, Francia y Estados Unidos. La activa
presencia de Ankara ha encontrado receptividad en un continente donde muchos
gobiernos buscan diversificar sus alianzas para reducir la dependencia de las
potencias tradicionales.
No
obstante, este ascenso también plantea desafíos. La participación de Turquía en
conflictos como el de Sudán y su apoyo a gobiernos cuestionados por la
comunidad internacional han generado críticas. Además, la venta de drones a
países involucrados en conflictos internos, como Etiopía, ha suscitado
preocupaciones sobre el impacto de estas armas en la población civil.
Una
asociación estratégica
A
pesar de las controversias, la relación entre Turquía y África parece
encaminada a fortalecerse. Con 44 embajadas turcas en un continente que alberga
a 54 países, y más de 36 embajadas africanas en Ankara. Turquía, además, ha
enviado agregados militares a 19 países africanos, incluidos Marruecos,
Nigeria, Etiopía, Ghana, Mali, Argelia, Yibuti, Senegal, Kenia y Sudáfrica.
Como puede apreciarse la diplomacia bilateral turca está en su punto más alto.
Además, las frecuentes visitas de Estado de Erdogan a África, quien ha estado
en 31 países del continente, subrayan la importancia estratégica que Turquía
otorga a estas relaciones.
En
un mundo cada vez más multipolar, Turquía se posiciona como un nuevo actor
clave en África, ofreciendo un modelo alternativo de cooperación basado en el
respeto mutuo y los beneficios compartidos. Si bien enfrenta retos
significativos, su éxito en el continente podría redefinir su papel en la arena
internacional, consolidándose como un puente entre Europa, Asia y África.
Con
esta estrategia, el presidente Erdogan aspira a crear una esfera de influencia
turca en África para cumplir con su aspiración de convertir al siglo XXI en “El
siglo de Turquía”, colocando a su país en la lista de las diez naciones con
mayor desarrollo económico y presencia global.
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