martes, 24 de noviembre de 2015

LA CONCIENCIA GEOGRÁFICA DE MARRUECOS

CONCIENCIA GEOGRÁFICA
En 1928, el principal teórico de la Escuela Geopolítica de Münich, el general y doctor Karl Haushofer, al definir esta disciplina consignaba: “La geopolítica debe ser y será la conciencia geográfica del Estado”.
Cabe preguntarse entonces: ¿Tiene Marruecos una conciencia geográfica? Si la respuesta es afirmativa, el siguiente interrogante es: ¿En qué consiste esa conciencia geográfica?
Creo poder responder a esas preguntas sin temor a equivocarme.
Marruecos es el país africano que evidencia la mayor conciencia geográfica. África es un continente donde en la mayoría de los estados las fronteras nacionales responden más a cuestiones del imperialismo y la descolonización que a realidades étnicas, culturales o religiosas. Este hecho ha atentado siempre contra la formación de la conciencia geográfica por parte de los estados africanos.
Marruecos, por el contrario, tiene una existencia que se remonta en el pasado por doce siglos. Es decir, Marruecos es preexistente como Estado a la dominación colonial europea –muy breve, por cierto- y esto le proporciona una clara conciencia de cuál es su herencia territorial y como preservarla.
La conciencia geográfica de Marrucosd, por tanto, se ha forjado en la lucha contra el colonialismo por la recuperación de su integridad territorial.
Esa conciencia geográfica hoy se expresa en los esfuerzos sostenidos a través del tiempo por el pueblo y la monarquía marroquí en la defensa de su soberanía en la región del Sáhara.
Desde los tiempos de la dominación colonial franco – española la monarquía alauí hizo de la recuperación de la independencia y la liberación de la totalidad del territorio marroquí la base moderna de su legitimidad política.
Este programa de gobierno concebido e iniciado por Mohamed V, al poner fin al Protectorado francés y restablecer la independencia y fue completado por su hijo Hassan II por medio de una hábil diplomacia y por la movilización nacional en tiempos de la Marcha Verde. Actualmente los mismos ideales alientan el accionar de su nieto Mohamed VI, quien ha hecho de la defensa de la integridad territorial marroquí en el Sur el eje central de su reinado.
Al llevar a cabo este programa la monarquía no ha hecho más que expresar el sentir del pueblo marroquí, más allá de cualquier diferencia ideológica o política. Todo marroquí, todo partido político marroquí (más allá de que se inspire en ideales nacionalistas, demoliberales, socialistas o confesionales) e incluso toda asociación marroquí cierra filas con su Rey en la defensa de la marroquidad del Sáhara.
Es por eso que Mohamed VI, ha manifestado en forma terminante, al conmemorar el aniversario de la Marcha Verde –tanto en 2014 y lo reiteró en 2015-, que la Iniciativa para la Autonomía en la Región del Sáhara “constituye lo máximo que Marruecos puede ofrecer” está expresando esa conciencia geopolítica.
Podría interpretarse que con estas palabras Su Majestad ha trazado una suerte de línea sobre la arena, diciendo claramente que todo es conversable, que todo se puede negociar y acordar menos la soberanía. El año pasado, Mohamed VI había sido igual de terminante al señalar que: “Marruecos va a permanecer en el Sáhara y el Sáhara en Marruecos hasta el de la existencia”.
Precisamente, en esta determinación a cualquier costo es que reside la conciencia geopolítica de un Estado.
Porque para Marruecos resignar sus justos derechos sobre el Sáhara implicaría cometer una suerte de suicidio geopolítico.
EL SÁHARA UNA CAUSA NACIONAL
Es por ello que cuando, en 1975, Argelia, buscando una revancha de su derrota en la Guerra de las Arenas, de 1963, creó artificialmente el llamado “Conflicto del Sáhara” cometió un grave error estratégico. Al potenciar aún más los sentimientos de defensa territorial del pueblo marroquí, Argelia, involuntariamente, creó para Marruecos una “causa nacional” que unificó y orientó las energías sociales hacia un único objetivo.
Es indudable que la defensa de su soberanía en el Sáhara ha implicado para Marruecos grandes costos: la vida de sus hijos, recursos económicos que deberían haberse destinado al desarrollo y que debieron ser aplicados a mantener el equilibrio militar y a librar en forma continuada intensas batallas diplomáticas en los foros internacionales.
Sin embargo, los más de cuarenta años de lucha en defensa del Sáhara han unido al pueblo marroquí más allá de las disputas tribales y las diferencias culturales, ideológicas y políticas.
Esta causa nacional es dogmáticamente aceptada, es decir, más allá de cualquier interpretación o cuestionamiento, y se verbaliza inmediatamente a través de la consigna de: “Marruecos está en el Sáhara y el Sáhara esta en su Marruecos.”
Ahora bien, un balance de la situación geopolítica de Marruecos en modo alguno puede agotarse en el tema del Sáhara por mucha importancia que este tenga.
LA MAYOR POTENCIA DEL MAGREB
A priori puede apreciarse que las contradicciones y los contrastes son el rasgo dominante de Marruecos, un reino único y antiquísimo que se asoma a las orillas del Mediterráneo y del Atlántico en la parte norte del continente africano. En este rincón de África por donde se pone el sol (el-Magrib el-Aqsa, el “Extremo Occidente”, como lo llamaron los árabes que partieron a la conquista de África del Norte en el siglo VII), la variedad geográfica y humana forma un mosaico complejo que es la base del crecimiento económico del país.
Ante todo, contraste de paisajes: ambientes mediterráneos y atlánticos, imponentes montañas nevadas, llanuras desérticas, lluvias torrenciales y aridez, monótonos colores ocres y verdes intensos, frondosos bosques de coníferas y palmeras tropicales.
La posición geográfica de Marruecos lo convierte simultáneamente en una nación africana, magrebí, árabe, musulmana, mediterránea y atlántica. También ha transformado históricamente al Reino en un puente que vincula al Occidente cristiano y el Oriente islámico, entre un norte europeo y un sur africano. Marruecos es sin duda el país más bonito y con la economía más sólida del Norte de África, tanto, que el Banco Mundial no ha dudado en asignarle un papel de liderazgo en todo el continente. Así lo dijo claramente, en 2013, Simon Gray, director de operaciones para el Magreb del Banco Mundial, cuando señaló que esa entidad financiera internacional en “el marco de una nueva asociación estratégica, se compromete a acompañar a Marruecos en sus reformas institucionales y a ampliar su apoyo financiero, técnico y analítico cuanto sea necesario en los próximos años.”
LA INESTABILIDAD REGIONAL
Es en este escenario geográfico que, en 2010, se gestó una aguda crisis social que pronto adquirió la denominación periodística de “Primavera Árabe”, en una poco clara asociación con los sucesos de Praga, en 1968, cuando la población checoslovaca se alzó contra el dominio soviético.
Pronto la inestabilidad política que comenzó en Túnez se extendió a todo el Norte de África y más tarde al Medio Oriente en una oleada de protestas que derivaron en guerras civiles y provocaron incluso la intervención de potencias extra continentales.
Algunos países del Magreb se convirtieron de pronto en un polo de atracción para fanáticos y mercenarios que habiendo actuado en otros conflictos estaban a la búsqueda de una causa donde emplear sus habilidades militares. Al mismo tiempo, la apertura de los inmensos arsenales que había acumulado el régimen libio de Muammar Al Gadaffi dispersaron todo tipo de armas sofisticadas por la región.
Las mafias que tradicionalmente habían actuado en el Sahel rápidamente se vieron reforzadas por la mayor disponibilidad de hombres entrenados, vehículos modernos y armamentos de mejor calidad. Los mayores y mejores medios les permitieron expandir sus actividades tradicionales y extender el campo de sus negocios.
Al mismo tiempo, las grandes organizaciones yihadistas ampliaron la difusión de su prédica fundamentalista por la región captando a pequeños grupos radicalizados que inmediatamente se convirtieron en sus “franquicias” locales.
Proliferaron así los tráficos ilegales de todo tipo (en especial armas, alimentos y otros materiales provenientes de la ayuda humanitaria, drogas, tabaco y personas), aumentaron los secuestros de europeos que se aventuraban por la región y los atentados terroristas se hicieron más frecuentes y de mayor letalidad.
Pero, como dicen que las desgracias nunca vienen solas, en 2014, el brusco descenso de los valores del petróleo y gas afectó a las economías de la región, dependientes de sus exportaciones de hidrocarburos, aumentando el paro y disminuyendo aún más la calidad de vida de los sectores populares, tornándolas aún más inestables.
Al poco tiempo el Norte de África se transformó en una de las regiones más convulsionadas del planeta. En este escenario proliferan las guerras civiles, el terrorismo de etiología religiosa, los regímenes represivos que violan sistemáticamente los derechos humanos. Es común que los países de la región corran el riesgo de terminar convirtiéndose en estados fallidos donde prosperen milicias y grupos criminales del más diverso origen.
En esta volátil región un solo Estado exhibe estándares europeos de gobernabilidad y de desarrollo democrático e institucional, convirtiéndose en el verdadero “motor geopolítico que impulsa el desarrollo en el Magreb: Marruecos.
EL MOTOR GEOPOLÍTICO DEL MAGREB
Esto no significa que el Reino de Marruecos está libre de conflictos y problemas sino que los mismos tienen una magnitud similar a los que registran los países europeos: inconvenientes con la economía, la búsqueda de inversiones y acceso al financiamiento internacional, el aumento del paro, problemas con la inmigración clandestina, la difusión de drogas en los sectores juveniles de la población, cierta actividad endémica de grupos terroristas, etc.
Pero la situación geopolítica de Marruecos resulta totalmente distinta, no sólo de la guerra civil que destruye Libia sino también, de las dictaduras militares disfrazadas de democracias que más o menos solapadamente gobiernan en Argelia amparándose en proscripciones políticas y elecciones amañadas.
La democracia en Marruecos, tras la implementación de una reforma constitucional y la creación de un sistema de regionalización avanzada, sin precedentes en África y en el mundo árabe, se ha fortalecido y consolidado. Mientras que en Túnez la apertura democrática no logra afirmarse totalmente.
Frente a esta panorama regional no puede sorprender que Marruecos sea elegido como sede de importantes eventos internacionales, que lleguen nuevas inversiones productivas del extranjero –como las recientemente implementadas por la firma francesa PSA Peugeot Citroën- o que la diplomacia marroquí intervenga cada vez más en la solución de los conflictos regionales, tal el caso de Libia y Yemen.
Marruecos ha alcanzado un “Estatuto Avanzado” que lo vincula con la Unión Europea, acuerdos de libre comercio con los Estados Unidos y con gran número de otros países, así como avances en la profundización de intercambios comerciales y la relación estratégica tanto con Rusia como con China, además de la construcción de una asociación especial con la India.
El crecimiento económico y la estabilidad política de Marruecos, en medio de un continente amenazado por la violencia de todo signo, el hambre y el saqueo de sus recursos naturales, están creando una esfera de influencia marroquí en el África atlántica e incluso en la vecina región del Sahel.
Lógicamente, el creciente protagonismo internacional de Marruecos de la mano de Su Majestad, Mohamed VI es un factor de preocupación para su archirrival regional: Argelia.
Argelia siempre ha mirado el crecimiento de la influencia de Marruecos con acuciado temor. Sumida en un ineficaz modelo de gestión de matriz soviética y con un liderazgo gerontocrático, Argelia vive con el temor del día en que Marruecos decida reclamar los territorios que la administración colonial francesa enajenó a favor de su colonia en Argel y aún pena por la humillación de 1963.
El único recurso medianamente eficaz que Argel ha encontrado para retardar el desarrollo de Marruecos es mantener vivo el Conflicto en el Sáhara sometiendo a Rabat a una incesante guerrilla diplomática por parte de los separatistas del Frente Polisario en cuanto escenario internacional se pone a su alcance.
Es así como un verdadero ejército de separatistas polisarios muy bien remunerados recorre el mundo buscando aliados e idiotas útiles entre los intelectuales, periodistas y políticos progresistas para atacar a Marruecos en nombre de una supuesta causa humanitaria de autodeterminación.
El Polisario ha invocado insistentemente el denominado derecho a la autodeterminación como si el mismo debiera ser otorgado obligatoriamente por cualquier Estado cuando un grupo más o menos numeroso de sus ciudadanos pretende segregarse y llevarse para su exclusivo usufructo una parte del hasta entonces territorio nacional.

Ningún Estado acepta pasivamente este argumento, es suficiente con ver lo que ocurre en España con el separatismo catalán, en Serbia con las pretensiones de los kosovares o en Rusia con las demandas separatistas de los chechenos y muchos otros ejemplos.

El Polisario insiste también en presentarse como una minoría oprimida pero oculta cuidadosamente que Rabat ha reconocido a la población saharaui los mismos derechos -o más- que al resto de los marroquíes. Los saharauis han encontrado mayores facilidades para a acceder a empleos en la administración pública y hasta gozan de seguro contra el desempleo.

En este sentido, la Iniciativa para la negociación de un Estatuto de Autonomía de la Región del Sáhara, presentada por Marruecos en 2007, constituye una propuesta realista y equilibrada para poner fin a este conflicto porque otorga a la población saharaui la posibilidad de gobernarse a sí misma , en tanto que preserva la soberanía y la integridad territorial del Reino. Es por ello que esta Iniciativa ha recibido el apoyo de diversas personalidades internacionales entre las que se destaca el entonces presidente de Francia Nicolás Sarkozy. Esta Iniciativa para la Autonomía reconoce al mismo tiempo los derechos de Marruecos sobre la ese territorio y respeta la cultura e idiosincrasia del pueblo saharaui en su integración al Reino.

Por último, cabe destacar que el gobierno de Marruecos ha reconocido y promovido la cultura saharaui como parte de la diversidad cultural de Reino, desde la colorida "melhfa" de las mujeres hasta la poesía en lengua hassanía.

El desconocimiento sobre la realidad de este conflicto, la mal entendida solidaridad política o el idealismo infantil hace que personas bien intencionadas terminen haciendo el juego al Frente Polisario responsabilizando a Marruecos por un conflicto creado y sostenido financiera, diplomática y militarmente por Argelia.

No obstante, esto no ha sido suficiente para frenar el crecimiento económico y el aumento del liderazgo que justificadamente ejerce Marruecos en África. Pero es necesario poner fin de una vez por todas a este conflicto artificial para posibilitar a los secuestrados que habitan en los campos de Tinduf retornar a su patria en Marruecos. También para concretar, de una vez por todas, la realización de la Unión del Magreb Árabe, sobre la base de unas relaciones bilaterales sólidas y consolidadas en base a proyectos económicos integradores, la tan necesaria integración económica el único instrumento con que cuenta la región para impulsar definitivamente su desarrollo económico sostenido.

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