lunes, 29 de septiembre de 2014

FIRME ADVERTENCIA DEL REY DE MARRECOS: LA INJUSTICIA Y LA EXCLUSIÓN ALIMENTAN AL EXTREMISMO, LA VIOLENCIA Y EL TERRORISMO


En su mensaje a la 69º Sesión de la Asamblea General de ONU, el rey de Marruecos, dio una clara muestra de su liderazgo regional al asumir la defensa del derecho de los países del Sur –en especial los africanos- a encontrar un camino propio hacia el desarrollo que contemple el respeto por sus tradiciones y particularidades.

El monarca pidió a la comunidad internacional tratar a los países del Sur “con mayor realismo y prudencia, comprendiendo sus condiciones con respecto a los procesos democráticos y de desarrollo”.

Categóricamente, Mohamed VI advirtió que “los países occidentales y las instituciones que de los mismos dependen, sólo saben dar muchas lecciones y, en el mejor de los casos, unos cuantos consejos.” Sin embargo, el apoyo material que brindan es siempre muy escaso y llega totalmente condicionado.

Con firmeza y realismo el monarca marroquí responsabilizó a la pesada herencia dejada por el colonialismo europeo y a las políticas implementadas por los países occidentales por la situación que hoy vive el continente africano. El colonialismo ha dejado detrás de sí enormes perjuicios en los países que estaban bajo su gobierno. De este modo, obstaculizó el proceso de su desarrollo durante muchos años, a la vez que explotó sus riquezas y energías de sus hijos, produciendo profundos cambios en las costumbres y culturas de sus pueblos. Por otra parte, arraigó los motivos de la segregación entre los hijos de un mismo pueblo así como sembró las causas del conflicto y la discordia entre los países vecinos. Así pues, a pesar del largo tiempo transcurrido, los países colonizadores asumen una responsabilidad histórica en las difíciles condiciones, y a veces dramáticas, que viven algunos países del Sur, sobre todo en África. Ahora, tras conocer todos estos efectos negativos, no corresponde a estos países pedir a los del Sur un cambio radical y acelerado, en aplicación de un sistema ajeno a sus culturas, principios y condiciones, es como si el desarrollo sólo fuera posible según un modelo único, a saber, el occidental.”

Refiriéndose al problema del desarrollo en África, dijo Mohamed VI: El problema no se debe a la naturaleza o capacidades del ser africano, dado que éste ha dado prueba de su rendimiento y creatividad, cuando dispone de las condiciones adecuadas y consigue liberarse del pesado legado que le dejó el colonialismo. Asimismo, el problema del desarrollo en África no se relaciona con la naturaleza de la tierra y del clima, por muy inclemente que sea en algunas zonas, sino que es debido más bien a la dependencia económica, a las escasas ayudas y parcas fuentes de financiación, así como a la inexistencia de un modelo de desarrollo sostenible. De este modo, la aportación de ayudas a estos países no constituye una opción o un gesto de generosidad, sino más bien es una necesidad y una obligación, aunque en realidad lo que los pueblos necesitan residen en una fructífera cooperación erigida sobre el respeto mutuo.”

Agregando en forma categórica: “más que ayudas humanitarias, lo que África necesita son socios confiables.”

La alocución del monarca alauí concluyó con una clara advertencia dirigida a los mandatarios de los países occidentales. Tras pedir el apoyo para que los países del Sur puedan alcanzar el desarrollo, la seguridad y la estabilidad en sus respetivas regiones concluyó: “De lo contrario, habremos de asumir todos, las consecuencias del avance del extremismo, la violencia y el terrorismo, alimentados por el sentimiento de injusticia y exclusión, de los que no se salvará ninguna parte del mundo”.

Los argumentos del rey de Marruecos en su mensaje a la Asamblea reflejan el sentir de los pueblos africanos frecuentemente sometidos a calamidades climáticas, hambrunas y pandemias ante la indiferencia del mundo desarrollado.

Los países prósperos de Occidente suelen olvidar que han construido mucha de esa prosperidad sobre la base de la explotación salvaje de los países del Sur. Son los mismos países que demandan al Sur llevar a cabo, en tan sólo unas pocas generaciones, el mismo tránsito hacia el desarrollo que en Occidente demando varios siglos vividos en medio de fuertes convulsiones sociales e inestabilidad política, además de dos catastróficas guerras mundiales.

Son precisamente los países desarrollados quienes, a través del control que ejercen sobre los organismos internacionales de crédito, de la irresponsable explotación de los recursos naturales y las prácticas corporativas corruptas, constituyen el mayor obstáculo para el desarrollo armónico del Sur.

Al mismo tiempo se empeñan en obviar que en un mundo global todos los problemas se tornan globales. Por lo tanto, las amenazas a la seguridad que asolan a los países de Sur, potenciadas por cuestiones climáticas, pobreza, exclusión social y otros males, terminan por proyectar de un modo u otro, sus efectos sobre el mundo desarrollado del Norte.

En este sentido las palabras de Mohamed VI constituyen una oportuna advertencia que no deberían pasar por alto los líderes de Occidente.

El sexagésimo noveno período de sesiones de la Asamblea General cuenta con la participación de más de ciento veinte jefes de Estado y de Gobierno y albergó importantes foros entre ellos el Debate General -donde pronuncian sus alocuciones los jefes de Estado y que se realiza entre el 24 de septiembre y el 1 de octubre-, la Cumbre Climática –el 23 de septiembre- y la Conferencia Mundial de los Pueblos indígenas –el 22 y 23 de septiembre.

El mensaje del rey de Marruecos, fue leído en su nombre, el 26 de septiembre por el Jefe de Gobierno Abdelilah Benkirán.

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