viernes, 11 de octubre de 2013

EL INVENTOR DEL PERONISMO - COMENTARIO HISTORIOGRÁFICO


EL INVENTOR DEL PERONISMO

RAÚL APOLD, EL CEREBRO OCULTO QUE CAMBIÓ LA POLÍTICA ARGENTINA – LIBRO DE SILVIA D. MERCADO

COMENTARIO HISTORIOGRÁFICO
por el Dr. Adalberto C. Agozino
 

LA AUTORA

            Silvia Mercado (1959) es una periodista especializada en prensa institucional que ha manejado la comunicación de figuras políticas tan diversas como el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, Felipe Sola, Gines González García y Eduardo Amadeo.

            En su desempeño como periodista paso por la redacción de diarios como Página 12, La Voz y Tiempo Argentino y revistas como El Porteño, Caras y Caretas, Movimiento y El Periodista, además de divulgar sus opiniones en diversos programas radiales y varios blogs.

            Antes del “Inventor del Peronismo” publicó varios libros entre los que se cuentan: “Peronismo, la mayoría perdida” (1985); “Oscar Smith y el sindicalismo peronista ante sus límites” (1987) y “Querido Gordo Cardoso, biografía coral de un periodista extraordinario” (2011).

            Lamentablemente no fue posible encontrar datos sobre su formación académica y aunque en la solapa de su libro se consigna que es “docente universitaria” no se aclara en que facultad o universidad, en que cátedra y con qué categoría docente.  

LA OBRA

            El texto  publicado en 2013 por la editorial Planeta, abarca unas doscientas páginas que con prólogo, epílogo, fuentes, bibliografía, anexo documental e índice de nombres se incrementa hasta alcanzar un total de 347 páginas.

            Aunque la bibliografía es amplia y variada el mayor número de referencias que realiza Mercado es a los trabajos de dos autores: el periodista socialista Hugo Gambini y el abogado e historiador radical Félix Luna. Ambos autores se caracterizan por escribir obras extensas y muy bien documentadas pero con una visión fuertemente crítica del peronismo. Ambos tuvieron una activa militancia política opositora durante los dos primeros gobiernos de Juan D. Perón que llevó a que fueran detenidos por las autoridades peronistas. No obstante, la principal crítica que puede hacerse a este libro no es su tinte antiperonista. Curiosamente la autora declara en la introducción: “quienes crecimos convencidos de que los mejores días fueron peronistas, jamás les preguntamos a los que nos hicieron peronistas –los héroes de la resistencia a las distintas dictaduras que asolaron al país-, acerca de las cárceles, torturas y persecuciones de los dos primeros gobiernos de Perón.” (p. 12)

            En consecuencia, no se trata de que sea un libro crítico del peronismo sino de que es un libro crítico de Juan D. Perón escrito por una autora que se declara peronista. El principal cuestionamiento que puede formularse a “El inventor del Peronismo” es a la cantidad de distorsiones y omisiones de ciertos hechos que realiza la autora.

            En la introducción, Silvia Mercado afirma que “Apold es el secreto mejor guardado del peronismo. Nadie sabía ni cuándo había llegado a Perón, ni cómo había muerto, ni siquiera la fecha exacta de su nacimiento.” (p. 11) En este sentido su libro aporta muy poco. No aclara con exactitud cómo se vincula Apold con Perón, cuál era el tipo de relación personal que mantenían o por qué no existía una buena relación entre ambos. Cuál fue su vínculo con Eva Perón. Tampoco aclara como transcurrió su vida desde que debió abandonar el país después del escándalo de la “quema de la Bandera” y los sucesos posteriores, en junio de 1955, hasta su muerte a comienzos de 1980. Nada dice sobre las actividades laborales que desarrolló y que ocurrió con su fortuna personal que según la autora  incluía –al momento de dejar la función pública- la propiedad de la productora cinematográfica Argentina Sono Film y varios inmuebles en las ciudades de Buenos Aires y Mar del Plata.

            Si usted no sabía nada de la vida y actividades de Raúl Apold como Secretario de Informaciones y Prensa de los gobiernos de Juan Domingo Perón el libro le brindará una acabada idea. Si sabía lo elemental no encontrará nada innovador en él. Tampoco podrá saber por qué Raúl Apold merece el pomposo título de “inventor” del peronismo. No espere que la autora se lo aclare.

            Pero mejor hablemos de los errores. En la página 82 habla de cómo Perón en forma innovadora empleó el ferrocarril para llevar a cabo su campaña electoral por todo el país. En realidad, la autora parece ignorar que ya en 1916, Hipólito Yrigoyen había empleado el ferrocarril para visitar algunas capitales provinciales durante su campaña electoral. Otros candidatos presidenciales, como  Agustín P. Justo, Roberto M. Ortiz y Marcelo T. de Alvear, en su oportunidad también emplearon el ferrocarril para recorrer el país durante sus campañas.

            Pero, lo más grave es que en página 83 señala: “es inimaginable que la fórmula opositora pudiera acceder a la red ferroviaria para hacer campaña”. Si Mercado hubiera consultado el libro de Félix Luna, “El 45”, hubiera encontrado en la página 369 referencias al “Tren de la Victoria” en que se trasladó la fórmula de la Unión Democrática, integrada por los dirigentes radicales Tamborini y Mosca, durante su campaña proselitista. Igual referencia hubiera encontrado en el fascículo Nº 7 de la “Historia de las elecciones argentinas: 1946 Perón: una elección polarizada” dirigido por el historiador Luis Alberto Romero y editado por el diario [i]Clarín. Aunque es poco probable que la autora lea algún material producido por “El Monopolio”.

            Más grave es la omisión a la quema de las iglesias después del bombardeo de la Plaza de Mayo el 16 de junio de 1955. La autora describe lo ocurrido en las páginas 268 a 270 de su obra, donde menciona la labor de Apold para documentar en detalle las imágenes sobre la destrucción, los cadáveres y heridos provocados por el ataque de los aviones de la Armada y la Fuerza Aérea. Pero no existe una sola línea sobre la quema de la Curia Metropolitana y las iglesias más antiguas de Buenos Aires por vándalos peronistas ante la indiferencia de las autoridades nacionales.

            En ese sentido Silvia Mercado hace lo mismo que el ex dirigente montonero Roberto Perdía que en su reciente libro “Montoneros. El peronismo combatiente en primera persona”[ii], cuenta en páginas 29 y 30 como se desarrolló el bombardeo de Plaza de Mayo sin mencionar en ningún momento la quema de las iglesias.

            Al relatar la muerte de Juan Duarte, hermano de Eva Perón, cuñado y secretario privado del Presidente de la Nación no duda en afirmar: “El arma encontrada a un costado del cadáver era de calibre 38 y también la bala que se puso en el suelo para obtener la fotografía de prueba judicial. Pero la bala que atravesó el cráneo de Duarte era de calibre 45 y fue disparada a una distancia superior a 20 centímetros de la sien derecha, una distancia por demás incómoda para quien busca suicidarse.” (p. 216).

            No es nuestra intención polemizar sobre si Juan Duarte se suicidó o fue asesinado y cuál fue la participación de Juan D. Perón. Muchos indicios parecen indicar que el hecho fue un asesinato y de ser así difícilmente podría haberse llevado a cabo sin la autorización del Presidente. No obstante, la investigación oficial llevada a cabo por el juez Pizarro Miguens dictaminó “suicidio” y nunca –pese a las muchas sospechas- se pudo probar algo en contrario. Lo que decimos es que nunca se comprobó que el disparo mortal provino de un arma de distinto calibre (especialmente de una pistola sistema Colt calibre 11.25 mm, arma de dotación en ese entonces para el personal del Ejército) como afirma Mercado por qué nunca se encontró el proyectil. Tampoco se realizó una adecuada pericia para determinar la distancia del disparo. Todas las versiones consignadas por Mercado coinciden con los rumores que sobre el hecho hicieron circular siempre los sectores antiperonistas.

                        Tampoco resulta muy creíble la versión de que el disparo fatal lo efectuó Raúl Apold y por qué motivo este personaje habría tenido interés en la muerte de Duarte. Sus afirmaciones provienen de una fuente “confidencial” que habría consultado a miembros de la familia Duarte. Pero como no la menciona y la mantiene al nivel de una suerte de “of the record” no podemos contrastar su veracidad.

            En este punto Mercado reconoce haberse guiado por el libro de Hugo Gambini del cual parece tan solo resumir y reinterpretar sus investigaciones, por lo tanto comete el mismo error que el citado autor: no vincular la muerte de Duarte con la sesión de los derechos sucesorios de Juana Ibarguren sobre la herencia de su hija Eva Duarte a su yerno Juan D. Perón.  

            Es curioso que tanto Silvia Mercado como Hugo Gambini hayan omitido en sus libros que el edificio sito en Callao 1944, en cuyo cuarto piso residía Juan Duarte, pertenecía al empresario naviero uruguayo Alberto A.  Dodero, fallecido en 1951, sus herederos cedieron a la sucesión de Eva Perón ese inmueble que luego pasó en herencia a Juan D. Perón hasta que le fue expropiado en 1955.[iii]

            La metodología empleada por la autora es muy curiosa. Las citas bibliográficas son escasas y están formuladas al margen de las convenciones empleadas en los textos académicos. Al mismo tiempo abundan los encomillados sin ningún tipo de referencia con respecto de donde fueron extraídos y quien es su autor original.

            Por último, en varios pasajes del libro parecería como si la autora solo se hubiera dedicado a resumir y transcribe con sus propias palabras las obras de Gambini y Luna. En general la sintaxis es buena y la lectura amena. Lo más interesante del libro es el Anexo Documental donde se destaca un memorial elaborado por Raúl Apold, en abril de 1953. Un Plan para la Coordinación de la Difusión, Propaganda y Contrapropaganda sobre la Acción Política. El apoyo de los planes de gobierno en el orden nacional y provincial”

            En síntesis, mi opinión es que el libro constituye una “lectura de playa”, un texto superficial que no aporta al lector demasiado como no sea desinformarlo a través de la construcción de “El relato”: una versión distorsionada e interesada de la historia argentina. Léalo sólo en el caso de que no disponga de algo mejor.   

 



[i] LUNA, Felix: “El 45. Crónica de un año decisivo.” Ed. Sudamericana. Bs. As. 1975. P. 369
[ii] PERDÍA, Roberto: “Montoneros. El peronismo combatiente en primera persona”. Ed. Planeta. Bs. As. 2013. P. 29 y 30.
[iii] GAMBINI, Hugo: “Historia del peronismo. El poder total (1943 – 1951).” Ed. Javier Vergara Editor. 1º Edición. P. 169 y 170.

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