lunes, 13 de abril de 2020

LA DIPLOMACIA CUBANA DE LAS BATAS BLANCAS



Desde la instalación de la dictadura castrista, Cuba se ha transformado en una suerte de parásito comunista que sólo sobrevive alimentándose de los países gobernados por sus aliados ideológicos.

EL SATÉLITE CUBANO

Cuando a comienzos de 1959, los hermanos Castro se hicieron con el poder en La Habana, la guerra civil y el éxodo de empresarios y profesionales universitarios altamente calificados paralizaron a la economía cubana.

La situación se agravó con las expropiaciones de explotaciones agrícolas y de capitales extranjeros (en especial los radicados en hotelería, turismo, casinos, medios de prensa y canales de televisión de propiedad estadounidense) llevadas a cabo por el gobierno revolucionario.

La consiguiente militarización del país, el enfrentamiento con los Estados Unidos, el aislamiento internacional y las sanciones económicas que siguieron a la Crisis de los Misiles de 1962 y la colectivización forzada del total de la economía cubana terminaron de sepultar cualquier posibilidad de desarrollo industrial del país. Cuba se vio empantanada en un modelo agroexportador basado casi exclusivamente en la venta de caña de azúcar, ron, tabaco y frutas.

Cuando las tensiones de la Guerra Fría llevaron a los Estados Unidos a estrechar el cerco diplomático y económico sobre Cuba con el propósito de sofocar al régimen castrista, en el Kremlin decidieron que no podían permitirse perder a un aliado estratégico que constituía una suerte de portaviones natural situado a 150 km de la costa estadounidense y una base para sus operaciones latinoamericanas.

Fue entonces cuando los soviéticos asumieron la responsabilidad de sostener financieramente a su aliado en el Caribe.

El problema era que Cuba no presentaba las mismas características estructurales de los países de Europa Oriental. Países como la República Democrática Alemana, Checoslovaquia o Polonia tenían una importante base industrial que permitió a los soviéticos aplicar su modelo de capitalismo de Estado, con economía planificada y partido único. En Europa Oriental la economía estatal planificada funcionó lo suficientemente bien como para que, aplicando un severo racionamiento y soportando el desabastecimiento periódico, la población contase con medios de subsistencia suficiente.

Antes de la Revolución, Cuba había progresado más que otros países caribeños e incluso de América Latina. Había alcanzado una suerte de simbiosis económica con los Estados Unidos a través de la venta de servicios turísticos, las exportaciones de azúcar, tabaco de alta calidad, bebidas alcohólicas y frutas tropicales.

Si bien la renta nacional se distribuía muy desigualmente en beneficio de una oligarquía que controlaba la propiedad de la tierra, el sistema financiero y las empresas locales claves, Cuba distaba mucho de ser uno de los países más pobres de la región.

La ruptura de los vínculos económicos y tecnológicos con los Estados Unidos, la imposición de sanciones económicas, el incremento desmesurado del gasto militar y la colectivización de la actividad productiva de la Isla terminaron por destruir a la economía cubana. En ese contexto Cuba solo podía sobrevivir con la ayuda financiera y de todo tipo que recibía de sus nuevos socios en el Kremlin.

En ese entonces, tampoco la economía soviética atravesaba por su mejor momento. La Guerra Fría imponía a la URSS realizar crecientes gastos en armamentos, destinar fondos a la carrera espacial y para competir en distintos ámbitos internacionales donde se libraba la rivalidad entre las superpotencias.

Para colmo de males los soviéticos enfrentaban importantes tensiones con China y un malestar en aumento e incluso rebeliones dentro del bloque soviético.

Durante veinticinco años los ciudadanos soviéticos soportaron fuertes penurias económicas, un mayor racionamiento y desabastecimiento, porque la solidaridad socialista les imponía financiar a su aliado caribeño.

La Unión Soviética compró y forzó a sus satélites del Bloque Soviético a adquirir las exportaciones cubanas de azúcar, alcohol, tabaco y níquel, productos que, en algunos casos, no necesitaban o podían conseguir a precios inferiores de otros países.

Durante años, el Kremlin abasteció a La Habana con petróleo a precio subsidiado, el entregó armamento en cantidad para sus fuerzas armadas. Abrió tanto sus instalaciones militares, como universidades y centros de investigación para formar becarios cubanos. También envió a la Isla misiones con instructores de todo tipo: militares, médicos, científicos, educadores y planificadores económicos para impulsar el desarrollo del país según el modelo soviético.

Sin embargo, toda la ayuda suministrada por los soviéticos no fue suficiente para sacar a Cuba del estancamiento económico. Bajo los Castro la Isla se convirtió en un barril sin fondo que absorbía los recursos soviéticos sin que nada mejorase. Cuba continuaba siendo un país estancado en la producción de unas pocas materias primas, con toda su infraestructura edilicia y productiva deteriorada y que ni siquiera podía alcanzar el nivel de desarrollo del resto de los países socialistas.

Era evidente para el Kremlin que Cuba había resultado una mala inversión pero la Doctrina Brezhnev impedía abandonar la partida. En términos concretos, por toda la ayuda suministrada al régimen castrista los soviéticos sólo obtuvieron algunas bases militares para su flota de submarinos y bombarderos, instalaciones para monitorear las comunicaciones estadounidenses, tropas mercenarias para apoyar la expansión de su influencia en África y un socio confiable para sus actividades de inteligencia en América Latina.

PERÍODO ECONÓMICO ESPECIAL

Los soviéticos invertían anualmente más de dos mil millones de dólares para sostener la economía de Cuba cuando, en 1985, Mijaíl Gorbachov se convirtió en Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética e inició su política de “perestroika” y “glasnost”.
Gorbachov sabía que la economía de la URSS no podía seguir compitiendo a ese ritmo con los Estados Unidos y los países de la OTAN. Para distender sus relaciones con Occidente y al mismo tiempo aliviar la carga financiera que lastraba a la economía soviética el nuevo Secretario General del PCUS decidió abandonar la política aventurera implementada por Leonid Brezhnev en los países del Tercer Mundo. Así los soviéticos dejaron de suministrar armas y ayuda financiera a grupos terroristas y dictaduras africanas.

El nuevo amo del Kremlin también cambio la política soviética hacia América Latina. Gorbachov visito la región y convenció al presidente Daniel Ortega de convocar a elecciones libres que alejaron al Frente Sandinista de Liberación Nacional del poder en Nicaragua.

No obstante, ni la seducción ni las advertencias de que suspendería la ayuda económica por parte de Mijaíl Gorbachov lograron convencer a los Castro de realizar cualquier tipo de apertura o distensión con los Estados Unidos.

Cuando el petróleo, los productos y las importaciones soviéticas fueron disminuyendo y luego cesaron totalmente, Cuba inició lo que Fidel Castro definió como “periodo económico especial en tiempo de paz”. Entre 1990 y 1993, el PBI cubano se redujo un 36%.

Sin la ayuda soviética, el racionamiento de alimentos, vestimenta y medicamentos se tornó feroz al punto que a falta d combustible los cubanos debieron volver a la tracción a sangre y a las bicicletas.

Solo en 2007, Cuba recuperó el mismo PBI que tenía en 1990, y ello fue gracias a que para ese entonces La Habana recibía a la generosidad del bolivariano Hugo Chávez que desde la presidencia de Venezuela gozaba de la prosperidad que le daba un barril de petróleo a más de U$S 100. También había cambiado los vientos que llegaban desde el Kremlin gobernado por Vladimir Putin.

En el inicio del período económico especial, Fidel Castro decidió apelar a nuevas estrategias. La inteligencia cubana creó un complejo entramado de empresas fantasmas para burlar las sanciones económicas impuestas por los Estados Unidos y proveer a la Isla de aquellos equipos tecnológicos que el eran necesarios.

Nos sólo las tropas cubanas en África se involucraron en el contrabando de diamantes de sangre, marfil y petróleo, también los principios del socialismo debieron dejarse parcialmente de lado. Castro apostó a la industria turística y a convertir el país en una suerte de sanatorio de alta calidad para atender a pacientes extranjeros adinerados.

Para activar a la industria turística, que demandaba importantes inversiones que el gobierno cubano no podía afrontar, Castro se asoció con las grandes empresas turística y hoteleras españolas.

Mientras que empleaba sus limitados recursos en el campo de la medicina, mejorando las instalaciones, creando institutos de investigación y estimulado el incremento de estudiantes de carreras médicas becas, mejores salarios y otros beneficios.

Mientras tanto, el aparato de propaganda cubano, con sus intelectuales y artistas amigos, se dedicaron a construir el relato de las virtudes de la medicina cubana. La fallida  internación del futbolista Diego Maradona para tratar su problema de adicción a las drogas fue parte, en su momento, de esa campaña de propaganda.

En 1959, Cuba contaba con apenas seis mil médicos, la mitad de los cuales emigraron tras el triunfo de la Revolución. Actualmente, Cuba afirma que dispone de ocho médicos por cada mil habitantes (frente a cuatro en Argentina, tres y medio en los Países Bajos, tres con veinte en Francia, dos con ocho en el Reino Unido y en Canadá y dos con seis en los Estados Unidos).

Sólo que para llegar a esa cifra, el gobierno cubano computa como “médicos” al personal auxiliar -camilleros, técnicos hemoterapistas, radiólogos, enfermeros y otros-. Incluso muchos de los galenos cubanos poseen títulos de “médicos generalistas” cuyos conocimientos de medicina no superan a los que adquieren en Argentina las licenciadas en enfermería tras completar una carrera de cuatro años de duración en la Universidad.

Pero, Cuba nunca alcanzó a convertirse en un centro médico de prestigio internacional. Por lo tanto, los pacientes extranjeros adinerados no concurrían en número suficiente  buscando una cura milagrosa para enfermedades terminales, una cirugía de alta complejidad o un trasplante de órgano en forma discreta como para que la Isla pudiera recuperar su inversión, mucho menos obtener las divisas extranjeras que demandaba su economía.

Fue entonces cuando el gobierno cubano descubrió que podía sacar provecho de la falta de profesionales (médicos, educadores e ingenieros) en otros países del Tercer Mundo. Si la ONU implementada “misiones de paz” con tropas que aportaban los países miembros y a los cuales pagaba el organismo internacional, Cuba podía hacer algo similar crear “misiones médicas” o de “alfabetización” y cobrar a los países que las contrataban. Además de proporcionar las divisas que tanto necesitaba la economía cubana, las “misiones” eran una fuente adicional de prestigio internacional para Cuba que las presentaba como aporte de la “solidaridad socialista” y al mismo tiempo ganaba influencia política en los países receptores. Por eso, Castro comenzó a denominar a las misiones médicas su “ejército de batas blancas”.

En realidad no se trataba de una práctica nueva. El gobierno castrista enviaba pequeños contingentes médicos a gobiernos afines ideológicamente desde la década de 1960, cuando envió médicos e instructores militares para apoyar al Frente de Liberación Nacional tras la independencia de Argelia en 1963. No obstante, las misiones médicas se hicieron masivas en América Latina a partir del año 2003 cuando Chávez y Castro acordaron la implementación del programa “Barrio Adentro” destinado a llevar médicos y educadores cubanos a las zonas más carenciados y violentos de Caracas.

En los años del auge de los gobierno populistas en Sudamérica, aumento la presencia de médicos cubanos por toda la región: Rafael Correa contrató 382 médicos, Dilma Rousseff, en Brasil, recibió 11.000 para el programa “Mais Médicos”, que reportaba a Cuba 33 millones de dólares mensuales.

En 2013, el ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba reconocía tener desempeñando misiones médicas en 67 países a 15.000 médicos, 2.300 oftalmólogos, 15.000 licenciados (bioquímicos, psicólogos, etc.), 5.000 técnicos de la salud y 800 personas de servicio que constituyen una fuente de ingresos millonaria.

En Bolivia, el indigenista Evo Morales recibió una brigada de 712 médicos cubanos por los cuales pagó 147 millones de dólares a Cuba.

Luego de la renuncia de Morales en 2019, el gobierno de Jeanine Áñez Chávez denunció que tan solo 250 de esos supuestos profesionales realmente contaban con título de médico y que el resto cumplía misiones de seguridad e inteligencia para el gobierno del Movimiento al Socialismo. Un número menor de médicos cubanos fueron contratados por Guatemala, Surinam y Granada, Uruguay contrato un pequeña brigada de nueve médicos, .

La presencia de los médicos cubanos usualmente despertaba fuertes críticas. Los primeros en rechazar su presencia eran los colegios médicos locales, luego los políticos opositores que criticaban las actividades políticas y de proselitismo desarrollada por los profesionales cubanos. En Venezuela, por ejemplo, los médicos cubanos fueron acusados de delatar a opositores y de negarles asistencia médica.

En el caso de Bolivia, el gobierno de Jeanine Áñez detuvo a cuatro supuestos miembros de la brigada médica cubana por instigar e incluso financiar protestas violentas en los días posteriores a la renuncia de Evo Morales.

En Brasil, Jair Bolsonaro los expulso al asumir la presidencia, otro tanto hizo en Ecuador Lenin Moreno y Jeanine Áñez en Bolivia. En 2018, Kenia contrató cincuenta médicos cubanos que la justicia keniana expulso ni bien arribaron al país. En México, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador debió dar marcha atrás ante las críticas de médicos y opositores.

En Argentina, en 2014, durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner se pretendió contratar médicos cubanos para las provincias de La Pampa y Chaco. En esa ocasión se mencionó que se pagaría sus servicios con granos y otros productos agrícolas. Pero, en ese entonces el gobierno kirchnerista en retirada carecía del capital político necesario para llevar adelante la iniciativa.

En 2020, el gobernador kirchnerista de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof recientemente pretendió contratar 500 médicos cubanos con la excusa de contener la pandemia del Codiv-19, la iniciativa pronto despertó la protesta del Colegió Médico de la provincia de Buenos Aires y de políticos opositores.

UNA INDUSTRIA MUY LUCRATIVA

Para Cuba la exportación de servicios profesionales se ha convertido en una industria muy lucrativa cuyos beneficios superan los proporcionados por la exportación de materias primas como el azúcar, tabaco, ron, o níquel. El envío de profesionales de la salud al exterior suministra U$S 11.000 millones de dólares de los U$S 14.000 millones que La Habana percibe al año por ventas al extranjero de bienes y servicios, según datos suministrados por la Organización Mundial de Comercio.

Esa cifra supera ampliamente las exportaciones de tabacos (estimados en 259 millones de dólares al año) y los U$S 2.800 millones proporcionados por la actividad turística.

UN MECANISMO DE TRABAJO FORZADO

Veamos como funciona para Cuba esta lucrativa industria de exportación forzada de profesionales.

La empresa estatal “Sociedad Mercantil Comercializadora de Servicios Médicos Cubanos” acuerda el salario de los médicos que envía a determinado gobierno extranjero tomando como indicador el índice de referencia elaborado por Naciones Unidas para determinar el salario de los diplomáticos que cumplen funciones en ese país.

Es decir que, por ejemplo, Brasil le pagaba a Cuba por cada médico o educador que el enviaba el salario mensual en dólares fijado por Naciones Unidas para un secretario de embajada destinado en Brasilia.

Supongamos que esa cifra fuera de unos U$S 5.000.- mensuales. El gobierno cubano entregaría en Brasil U$S 300 o 500 al médico para cubrir sus gastos locales. A la familia del profesional residente en Cuba otros U$S 150 que le permitiría aliviar considerablemente la “austeridad forzada” con que vive la población en la Isla.  Otra cifra, supongamos de unos U$S 150 el gobierno los deposita como un ahorro forzado en el Banco de Cuba en Pesos Cubanos Convertibles (paridad 1PCC = 1U$S). Pero el profesional solo accede a esa cuenta de ahorro al termino de su misión en el extranjero y luego de que las autoridades certifican que ha desempeñado correcta y completamente sus tareas internacionales. Si su desempeño fue óptimo, incluso puede recibir una tarjeta para comprar con un descuento del 30% en las exclusivas tiendas donde se debe pagar con divisas o pesos cubanos convertibles.

La suma restante que suele superar el 70% de lo percibido por médico queda en dólares para el Estado cubano. Un negocio excelente.

No cualquier médico cubano puede formar parte de una “misión revolucionaria en el extranjero”, el postulante debe reunir ciertos requisitos especiales.

1.- Nadie puede presentarse como voluntario para una “misión” sino que es designado por las autoridades y negarse a tomar parte en la misma es considerado como un acto de deslealtad con consecuencias para el profesional seleccionado y su familia.

2.- El candidato debe tener sólidos vínculos en la Isla que hagan difícil que deserte quedándose en el país o viajando a otro. Son requisitos excluyentes ser casado, padre de familia o estando divorciado tener hijos. La familia del médico nunca viaja con él, sino que permanece en la Isla como garantía de que retornará. Recordemos que las leyes de Cuba establecen que si un cubano deja la Isla sin permiso o no retornar de una misión en el extranjero durante los siguientes diez años no podrá retornar a la misma.

3.- El candidato y su familia deben contar con inobjetables antecedentes políticos. Haber militado en las juventudes del Partido Comunista, en las uniones de estudiantes o profesionales, etc.

4.- El medico o profesional no puede elegir a que país viajar. Con frecuencia ignora a que país se dirige hasta llegar a él. En el caso de los médicos y educadores su trabajo suele realizarse en áreas marginales, alejadas de las ciudades, asentamientos pobres y violentos. Es decir, en todos aquellos lugares donde los profesionales locales se niegan a prestar servicios por razones de seguridad o por la falta de una infraestructura y medios materiales para realizar una adecuada prestación médica o educativa.

5.- Los miembros de una “Misión Revolucionaria en el Extranjero” son coaccionados con represalias contra sus familias para que brinden informaciones sobre sus colegas de contingente. En especial, sobre el estado de su “moral revolucionaria”, contactos con extranjeros sospechosos y posibles planes para desertar. En otras palabras los miembros de una misión cubana se espían unos a otros y viven en medio de la desconfianza.

Estas particulares imposiciones que el gobierno cubano establece para los profesionales que integran sus “misiones revolucionarias” han originado que las Naciones Unidas califiquen como “trabajo forzado” estás exportaciones de servicios profesionales que lleva a cabo Cuba.

CONCLUSIONES

La exportación de profesionales cubanos hacia países del Tercer Mundo es una lucrativa actividad económica que además brinda la régimen comunista distintos beneficios.

En primer término grandes ingresos de divisas. Cada año Cuba obtiene de los profesionales que envía a diversos países un total de 11.000 millones de dólares que permiten apuntalar la ineficiente economía del país permitiéndole al régimen castrista sobrevivir.

En segundo término permite a la inteligencia cubana encubrir sus operaciones en ciertos países enviando agentes con cobertura de médicos u otras profesiones. Esos agentes suelen reclutar activos locales para expandir su influencia en los países acogida.

En tercer término, estas misiones constituyen un excelente argumento para la propaganda cubana que ha sabido presentar un lucrativo comercio forzado de personas como una actividad humanitaria propia de la “solidaridad socialista”.

Por último, las misiones revolucionarias en el extranjeros que cumplen los médicos y otros profesionales cubanos constituyen una forma moderna de esclavitud o “trabajo forzado” que viola todas las normativas del Derecho Humanitario Internacional.


 


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