El Estado Islámico ha logrado una franquicia en
Nigeria, la primera economía de África que alberga a la cuarta parte de la
población del continente, que amenaza la estabilidad de toda la región.
Nigeria se destaca en África por diversos factores. No
sólo es la mayor economía, el principal productor de petróleo y la democracia
más grande. También es el país donde –según la consultora Maplecroft- los
atentados terroristas provocan mayor número de víctimas mortales. Si bien,
Irak, Afganistán, Pakistán y Somalia superan a Nigeria en cantidad de ataques,
la letalidad del terrorismo nigeriano es mayor.
Este hecho sitúa a Nigeria en el quinto lugar de la
lista de países con riesgo extremo, seguida de Yemen, Siria, Filipinas, Líbano,
Libia, Colombia y Kenia.
El principal responsable del terrorismo nigeriano es
el grupo yihadista Jama’atu Ahlissunnah
lidda’awati wal Jihad, más conocido por el
nombre de Boko Haram –traducido del hausa como “la educación occidental está prohibida”-, que pretende la
implantación y seguimiento riguroso de la sharía
o ley islámica bajo su gobierno.
Boko Haram controla actualmente un área del noreste de
Nigeria de alrededor de 20.000 kilómetros cuadrados, con especial presencia en
los estados de Borno, Adawama y Yobe donde se concentra la mayor parte de la
población musulmana.
Las autoridades nigerianas atribuyen a Boko Haram,
desde el inicio de sus acciones en 2009, la responsabilidad por la muerte de
más de trece mil personas. Sus actividades alcanzaron especial relevancia
internacional con el secuestro, en abril de 2014, de más de doscientas niñas,
alumnas de un colegio en Chibock, estado de Borno.
Desde comienzos de año, Boko Haram ha incrementado su
accionar en la región fronteriza provocando más de dos mil muertos, según
Amnistía Internacional. En la mayoría de los casos se trató de ataques suicidas
llevados a cabo por niñas de muy corta edad -7 a 10 años-, que detonaron
chalecos cargados de explosivos en mercados públicos y otros ámbitos muy
concurridos.
Incluso extendió sus ataques terroristas a las
poblaciones fronterizas que habitaban territorios pertenecientes a Camerún,
Chad y Níger lo que produjo cruentos combates con las tropas de estos países.
Los ataques de Boko Haram provocaron la reacción de la
Unión Africana. En una cumbre celebrada a comienzo de año, aprobó el despliegue
de 8.700 soldados pertenecientes a una coalición militar integrada por Nigeria,
Camerún, Chad, Níger y Benín creada para hacer frente a la amenaza terrorista
del grupo islamista Boko Haram.
La respuesta del grupo yihadista llegó del modo
habitual, a través de un vídeo difundido por la Fundación Al Urwah Al Wuthqa, su vocero mediático, donde el emir
Abubakar Shekau amenazó: “Su alianza no
llevará a nada, junten todas sus armas y luchen contra nosotros, son
bienvenidos” “¿Qué envían 7.000 soldados?” “¿Por qué no 70 millones?” “Por Alá
que el número es pequeño”.
Sin embargo, Shekau tomó muy seriamente la amenaza que
significaba la coalición militar que se había forjado en su contra y decidió
buscar un aliado que nivelase el tablero. Encontró ese aliado en el Estado
Islámico, el grupo salafista que pretende construir un nuevo califato en los
territorios que comprenden el noreste de Siria y el noroeste de Irak.
Así, el “emir”
Abubakar Shekau expresó su bayah
–juramento de lealtad- al “califa”
Ibrahim al Bagdadi, al que juró “escuchar
y obedecer en lo fácil y en lo difícil”, tanto en aquello “que le agrade como en lo que le desagrade”
y llamó a todos los musulmanes a hacer lo mismo.
Hasta el momento no ha trascendido la resolución del
Consejo de la Shura del Estado Islámico, máximo órgano de dirección del grupo
yihadista, al respecto.
Al expresar su adhesión al Estado Islámico, Shekau espera
recibir no sólo apoyó político y religioso, sino abastecimiento de armamento y
la asistencia de combatientes con experiencia militar para reorganizar a sus
milicias. Hasta el momento las filas de Boko Haram se nutren especialmente de
niños soldados y cuadros muy jóvenes casi sin entrenamiento militar. Por el
contrario, el Estado Islámico cuenta con cuadros muy preparados y con
experiencia de combate, muchos de ellos provenientes de países europeos,
capaces de emplear armamento más sofisticado y complejo que los fusiles
Kaláshnikov que emplean los terroristas nigerianos.
De concretarse en los hechos, la adhesión de Boko
Haram al Estado Islámico contribuirá a una mayor desestabilización para el
continente africano y una nueva preocupación para las potencias occidentales.
Por último cabe acotar que, otro fenómeno social puede
agravar aún más las cosas, el Islam está ganando adeptos en todos los países
del África subsahariana. La población cristiana se está convirtiendo
aceleradamente en musulmana. Diversos factores se conjugan para ello: el
proselitismo de los imanes radicales que recorren la región, el temor de los
cristianos ante el avance de los grupos yihadistas y especialmente por el hecho
de que la poligamia islámica es más atractiva a los hombres que la monogamia
que predica el cristianismo. El aumento de conversos sin lugar a dudas
incrementará también las adhesiones al yihadismo.
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