El miércoles 19 de agosto los militares de
la República de Malí en el corazón del Sahel africano se rebelaron contra el
presidente Ibrahim Boubacar Keita deponiéndolo y reemplazándolo por un Comité
de Salvación Nacional del Pueblo.
RADIOGRAFÍA DE UN ESTADO FALLIDO
La
República de Mali, es un estado sin fronteras marítimas que se encuentra
situado en el África occidental. Es el séptimo país más extenso del continente
y limita al norte con Argelia, al este con Níger, al oeste con Mauritania y
Senegal y al sur con Costa de Marfil, Guinea y Burkina Fasso.
Su
superficie es de 1.240.000 km² -aproximadamente la extensión de Sudáfrica y
Angola- y lo ubica también en el puesto 24 en la lista de países por extensión
territorial. La mayor parte del país forma parte del sur del Sáhara, por lo que
el clima es caluroso, y las frecuentes sequías son propicias para que se formen
las frecuentes tormentas de arena que suelen asolar el territorio de Mali.
La
población total se ha estimado en alrededor de trece millones de personas
dividida en diversas etnias: bambara (36.5%), senufo, sarakolé, dogón, peúl
(fulah 17%)), tuareg (tamashek) y árabe (10% entre ambos). En opinión de José
E. Mosquera: “en Malí cada etnia ha ejercido el poder sobre otras
dependiendo de la época, se han entremezclado desde hace varios siglo y
enfrentado entre sí, han formado alianzas y se han esclavizado entre ellas y a
la vez se han unido en la yihad en diferentes períodos históricos.” En
verdad siempre ha existido una cierta tensión étnica entre las poblaciones del
Norte (blancos, árabes, bereberes, musulmanes y nómades) que habitan grandes
espacios por todo el Sahel; con respecto a los habitantes negros del Sur, que
constituyen la mayoría de población y que suelen ser agricultores sedentarios y musulmanes, pero con pequeñas comunidades
cristianas y animistas en su seno.
La
estructura económica del país se centra en la agricultura y la pesca. El
algodón es el principal producto de exportación y se lo envía a Senegal y Costa
de Marfil. Además del algodón, el país produce arroz, mijo, maíz, verduras,
tabaco y maderas.
Pese
a que algunos de sus recursos naturales son el oro (es el tercer productor de
África, después de Sudáfrica y Ghana y el cuarto a nivel mundial), el uranio,
el petróleo, los fosfatos, la piedra caliza y la sal. El oro que se extrae en
la región sur, como principal producto de exportación desde 1999 ayudó a
mitigar el impacto negativo de la caída de los precios del algodón desde 2003.
El
ochenta por ciento de la población se desempeña en la agricultura y un quince
por ciento lo hace en el sector servicios. Sin embargo, las variaciones
estacionales dejan sin trabajo temporal a la mayoría de los campesinos. Azotada
por frecuentes hambrunas es considerada una de las naciones más pobres del
mundo: el índice de desarrollo humano lo sitúa en el puesto 175 entre 182
estados. Con un PBI per capita de tan sólo 1.123 dólares, el 68,4% de la
población se encuentra por debajo de la línea de la pobreza.
Otros
índices de calidad de vida son igualmente alarmantes: tan sólo el 26,2% de la
población sabe leer y escribir, la esperanza de vida al nacer es una de las más
bajas del mundo: 51,4 años, de cada mil niños nacidos vivos mueren 191 antes de
cumplir el año. El 27,9% de los niños malienses padecen desnutrición crónica.
Su
gobierno, en las últimas décadas, mantuvo buenas relaciones con los Estados
Unidos –que entrenaba a su mal pertrechado ejército- y con Francia y la Unión
Europea que financiaban el 70% de su presupuesto. Los Estados Unidos han
invertido desde 2010 unos quinientos cincuenta millones de dólares en el
entrenamiento y equipamiento de los ejércitos de África Occidental.
Las
crisis alimentarias son endémicas debido a la irregularidad de las precipitaciones,
las rudimentarias técnicas agrícolas y la continua inestabilidad política que
provoca el éxodo de la población de las áreas más violentas e interrumpe el
flujo natural de los intercambios comerciales con los países vecinos.
También
los circuitos habituales de pastoreo trashumantes se han visto alterados. Los
pastores se han desplazado en busca de zonas de pasto y agua más lejanos para
proteger a su ganado del pillaje creciente. Esta situación ha generado la interrupción de las campañas de vacunación
y ha creado el riesgo de que el ganado enferme.
Además
el retorno a la región de unas doscientas mil personas del pueblo tuaregs que
huyó de Libia para evitar la guerra civil y la crisis económica. Faltos de
recursos y de medios para ganarse la vida, los recién llegados agravaron la
situación alimentaria y rompió el equilibrio étnico
EL FIN DE LA PRESENCIA EUROPEA
El
dominio europeo sobre África fue relativamente corto, si se excluyen unas pocas
plazas o territorios ocupados precozmente. El territorio de Malí, con el nombre de Alto Senegal
Níger, se convirtió, en 1895, en una colonia francesa integrada al África
Occidental Francesa con una parte de Mauritania, Burkina Faso y Níger. Kayes
fue el centro administrativo hasta 1907, cuando Bamako pasó a ser la capital.
En 1920 cambió su nombre por el de Sudán Francés.
Hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, toda
actividad política estuvo prohibida en la colonia francesa. Al concluir la
contienda mundial, fue muy difícil para Francia aceptar los reclamos de
independencia de la población del Magreb y del Sahel. La presencia francesa
allí era no sólo un problema militar o relacionado con el dominio de los
intereses económicos metropolitanos, sino que se vinculaba especialmente con
las comunidades francesas residentes, que controlaban los sectores más
lucrativos de la economía y retenían el más elevado número de cargos en el
gobierno, con la excepción de los niveles inferiores de la administración.
En
Malí el proceso que llevó a la independencia fue pacífico y gradual. En 1946,
los nacionalistas crearon en la ciudad de Bamako, el partido independentista
para la Reunificación Democrática Africana (RDA). En 1956, el gobierno de
Francia convirtió el Sudán francés en una república autónoma dentro de la
Comunidad Francesa. El 17 de enero de 1959, Mali, Senegal, Dahomey y Alto Volga
se unieron para formar la Federación de Mali que el 20 de junio de 1960
proclama su independencia. Esta Federación estalla algunos meses más tarde;
casi inmediatamente se separaron Alto Volta y Dahomey, y en agosto se aleja
Senegal. La República de Mali se proclama el 22 de septiembre de 1960.
Inmediatamente,
Mali se convierte en miembro de la Organización de las Naciones Unidas y de la
Unión de Estados Africanos. El nacionalista africano Modiko Keita, quien fue
jefe de gobierno de la efímera Federación de Mali, se convirtió en el primer presidente malinense. Pronto
Mali comenzó a alejarse de la influencia de Francia y a aproximarse a la Unión
Soviética.
En
1968, como consecuencia del creciente declive económico del país, el presidente
Modiko Keita fue derrocado por un cruento golpe de Estado militar dirigido por
el teniente Moussa Traoré. El gobierno fue asumido por un Comité Militar para
la Liberación Nacional presidido por Traoré quien trató de reformar la economía
e impulsar el desarrollo del país. Pero sus esfuerzos fueron frustrados por la
creciente agitación política y una sequía devastadora que afectó a todo el
Sahel durante el periodo de 1968 a 1974 provocando una terrible hambruna.
En
1976, Traoré fundó el único partido político legal, la Unión Democrática del
Pueblo de Mali, pero debió enfrentar protestas estudiantiles que se iniciaron a
finales de la década de 1970, así como tres intentos de golpe de Estado. Sin
embargo, los disidentes fueron exitosamente reprimidos hasta el final de la
década de 1980.
El
gobierno continuó intentando aplicar reformas encaminadas hacia la economía de
mercado. Se impulsó la inversión extranjera en el campo del comercio y los
servicios públicos. Malí avanzó en la reforma económica firmando acuerdos en
1988 con el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Sin embargo, el
gobierno militar no pudo mejorar su relación con la población civil que
demandaba el retorno a un régimen constitucional. En respuesta a las crecientes
demandas en favor de la instauración de una democracia pluripartidista, el
presidente Traoré adoptó algunas medidas liberalizadoras pero se negó a poner
una fecha para la realización de elecciones. Entre 1985 y 1986, Mali y Burkina
Faso mantuvieron un conflicto armado por reclamos territoriales.
En
1990, comenzaron a surgir movimientos de oposición coherentes que contaban con
cierta simpatía de la opinión pública internacional. Pero, el movimiento de
apertura democrática se vio obstaculizado por los brotes de violencia étnica en
el norte del país, en la región de Azawad, debido a las revueltas organizadas
por los tuaregs. La sequía de 1990 originó el fin para gran parte de la
economía tradicional tuareg, basada en la cría de ganado con la consiguiente
marginalización de su población. El conflicto se prolongó hasta 1992.
El
malestar y las protestas terminaron por provocar otro golpe de Estado militar,
esta vez encabezado por el teniente coronel Amadou Toumani Touré, quien
presidió un gobierno de transición –el Consejo Nacional de Reconciliación- que
reformó la constitución y convocó a elecciones presidenciales. En 1992, Alpha
Oumar Konaré, un profesor universitario, se impuso en los comicios con el
partido ADEMA y pasó a presidir el país. Tras su reelección en 1997, el
presidente Konaré impulsó reformas políticas y económicas al tiempo que
intentaba reducir la creciente corrupción. En 2002, fue reemplazado por el
general Amadou Toumani Touré quien ganó las elecciones presidenciales.
El
22 marzo de 2012, un golpe de Estado encabezado por el capitán Amadou Haya
Sanogo, un oficial con tres años de formación militar en los Estados Unidos, al
frente de las unidades de élite y paracaidistas y bajo la bandera del Consejo
Nacional para la Restauración de la Democracia y el Estado (CNRDR), depuso al
presidente de Malí, Amadou Toumani Touré
y suspendió la vigencia de la constitución. El golpe de Estado originó el cese
de la ayuda internacional que tanto necesitaba el país. Pronto las
endémicamente débiles fuerzas armadas de Malí pronto se vieron divididas por
las pujas de poder.
Lejos
de estabilizarse la gobernabilidad de Malí siguió tambaleándose. Un mes después
la presión de Francia llevó a un proceso de transición con el nombramiento del
presidente de la Asamblea Nacional, Diondunda Traoré como presidente y Cheick Modibo Diarra, ex
gerente de la empresa multinacional de capital estadounidense Microsof en
África, como primer ministro de un gobierno provisional. En diciembre de 2012,
Diarra fue reemplazado por el ex funcionario del FMI, Django Sissoko. Aunque
Sanogo sigue ejerciendo el poder en la sombras.
LOS TUAREGS EN PIE DE GUERRA
Pero lo más significativo es el
estallido de una nueva revuelta de los Tuaregs en el norte de Malí, en la
región de Azawad, a comienzos de 2012. Desde la creación del Estado de Mali, en
1960, luego del retiro de Francia de la región, los tuaregs se han rebelado
contra el gobierno central en 1990 a 1996, nuevamente en 2006 y de 2007 a 2009.
Nunca antes una rebelión había alcanzado una expansión de tal magnitud
impulsada por el ideario salafista y alimentada por combatientes y armas
provenientes del escenario libio, una combinación de factores que ya hemos
visto en Afganistán.
La
denominación de “tuareg”, es una
palabra árabe, popularizada en Europa para denominar a un pueblo nómade que se
llama así mismo “kel tamasek” (gente
del tamashek) identificándose por su idioma: el tamashek que es una lengua bereber.
Los
tuaregs son por su origen una población blanca, libico – bereber, que a su
llegada al Sáhara absorbió a grupos humanos preexistentes, en especial negros y
libertos, cuyas culturas incorporó parcialmente. Hoy la sociedad tuareg, está
conformada por hombres blancos o negros en un conglomerado, culturalmente integrado,
estrictamente estratificado y jerarquizado que habla el tamashek y que cuenta
con su propio sistema de grafía, una escritura, denominada “tifinar”, y practica un modo
característico de vida.
Los
tuaregs nunca se sintieron integrados a un estado donde los cargos
gubernamentales, la administración pública y las fuerzas armadas quedaban en
manos de la etnias Songhai y Fulani, que constituyen el 95% de la población
malinense y donde ellos eran claramente minoritarios.
LA REBELIÓN DE LOS TUAREGS EN 2012
La
nueva rebelión en el norte de Malí, estuvo protagonizada por una alianza de
distintos grupos separatistas y terroristas yihadistas a ambos grupos se
integraron milicianos tuaregs que retornaban de la guerra de Libia con grandes
cantidades de armamento pesado y sin otra profesión u ocupación posible que la
de combatiente. La coalición rebelde puso en jaque al gobierno del presidente
Amadu Toumani Touré en tan sólo un par de meses.
En
esas condiciones las autoridades de Bamako y sus poco profesionales fuerzas
armadas no estaban en condiciones de hacer frente a las milicias yihadistas.
Rápidamente
los rebeldes lograron arrebatar al gobierno central el control de las más
importantes ciudades del Norte: Kidal, Gao y Tombuctú. En esta forma los
rebeldes pasaron a controlar un territorio de más de 820.000 km², el 65% de la
superficie de Mali pero habitada solamente por 1,3 millones de personas.
A
grandes rasgos los rebeldes se agrupaban en cuatro organizaciones: El
Movimiento Nacional por la Liberación de Azawad (MNZLA), Ansar al Din, Al Qaeda
para el Magreb Islámico (AQMI) y el Movimiento por la Unidad y la Yihad en
África Occidental (MUYAO)
El
6 de abril de 2012, estos grupos acordaron declarar la independencia de los
territorios bajo su control con el nombre de “Estado Islámico de Azawad”. Aunque no lograron el reconocimiento
de otros países africanos. La Unión Africana, por ejemplo, rechazó la
declaración de independencia considerándola “nula
y de ningún valor” e hizo un llamamiento al resto del mundo para que la
ignore.
El
27 de junio de 2012, los islamistas del Movimiento para la Unicidad y la Yihad
en África Occidental se enfrentaron en un cruento combate con las milicias
tuareg del MNLA en la denominada “batalla
de Gao”. Los tuareg llevaron la peor parte en el enfrentamiento que provocó
35 víctimas fatales, en esa ocasión su secretario general Bidal Ag Acherif
resultó herido. Los islamistas se hicieron con el control de la ciudad y los
enfrentamientos entre ambos grupos se tornaron algo frecuente.
Para
el 17 de julio de 2012, los rebeldes tuaregs del MNLA habían sido expulsados
por sus aliados originales de los distintos grupos salafistas. Entonces las
ciudades se distribuyeron entre los tres grupos salafistas principales: Ansar
Dine en Kidal, AQMI en Tombuctú y el MUYAO en Gao. Así, inesperadamente el
levantamiento tuareg y la crisis del estado fallido de Mali terminó en la
creación de otro estado fallido, este de carácter fundamentalista salafista
regido por la ley islámica, en la región de Azawad
La
aplicación de la sharia con penas de
azotes públicos, mutilaciones y lapidaciones, prohibición a la educación de las
niñas, así como la destrucción del patrimonio cultural islámico en los
territorios bajo control de los insurgentes yihadistas y las luchas violentas
entre las distintas facciones insurgentes provocaron el éxodo de más de
doscientos sesenta mil personas del norte de Mali hacia la ciudad capital:
Bamako y hacia los otros países de la región.
Los
milicianos salafistas destruyeron gran parte del patrimonio cultural de
Tombuctú, en el marco de su concepción
radical del Islam. Comenzaron por demoler siete mausoleos o “morabitos”
de ancestrales santones musulmanes que vivieron en la zona y luego destruyeron
la puerta de manera labrada de la mezquita de Sidi Yahia (del siglo XV, declara
patrimonio de la humanidad por la UNESCO. A los ojos de los salafistas esos
monumentos eran haram (pecado).
No
obstante, sus diferencias y las luchas de facciones los insurgentes pronto se
encontraron a las puertas de Bamako con la intención de unificar a Mali en un
estado yihadista – un Yihadistán, como señalaron alarmados los medios de prensa
occidentales- en el centro de África y a las puertas de la Unión Europea.
Fue
entonces, que, para impedir que los yihadistas se hicieran con el control total
de Mali, los gobiernos europeos se decidieron a intervenir en el país africano.
La iniciativa recayó en Francia, como antigua potencia colonial y por ser el
país con mayores intereses en la región, se hizo precisa la intervención
militar de Francia, en su antigua colonia.
LA OPERACIÓN SERVAL
A
principios de enero de 2013, los grupos salafistas que controlaban el norte de
Mali desde junio, reagruparon sus fuerzas y lanzaron una exitosa ofensiva
contra la localidad de Kona –situada al centro oeste de la provincia de Mopti,
que sobrepasó a las tropas malienses.
Tras
la caída de esta ciudad, el 10 de enero, en manos de los rebeldes, el
presidente Dioncunda Traoré, al verse acorralado por la rebelión, solicitó al
presidente de Francia, Franҫois Hollande, asistencia militar para enfrentar a
los grupos armados compuestos por tuaregs y fundamentalistas islámicos.
Hollande aceptó ayudar al gobierno de Mali pero con el consentimiento del Consejo
de Seguridad de las Naciones Unidas.
El
13 de enero comenzaron las operaciones de combate francesas cuyo objetivo
primordial era asegurar la vida de los seis mil ciudadanos franceses residentes
en Mali y para proteger los intereses estratégicos galos en la región, en
especial sus inversiones en el campo petrolero y el abastecimiento de uranio.
Francia
inicialmente brindó apoyo aéreo y más tarde de tropas terrestres para apoyar al
Ejército de Mali. Sobre el terreno, los 1.700 soldados de la fuerza de intervención
francesa, apoyados por fuerzas del maltrecho ejército maliense y efectivos de
la CEDEAO, especialmente ochocientos soldados de Chad, repelieron con aparente
facilidad el avance de los grupos rebeldes y recuperaron el control de las
principales ciudades del norte de Malí: Tombuctú y Gao.
Otro
trágico saldo del conflicto fue la pérdida del legado histórico de los pueblos
de la región que constituye un auténtico patrimonio de la humanidad. Mientras
las fuerzas francesas y malienses recuperaban el control de la ciudad de
Tombuctú, los rebeldes salafistas en retirada incendiaron el Instituto Ahmed
Baba, destruyendo entre dos y tres mil manuscritos, aunque afortunadamente
otros trescientos mil documentos pudieron ser salvados y ocultados por la población.
Muchos de estos textos datan del siglo XII al XVI y fueron elaborados por
renombrados eruditos de la zona. Los documentos estaban por ser digitalizados,
pero los rebeldes destrozaron las computadoras y otros equipos enviados por la
UNESCO y otras ONGs para ese propósito.
ELVIETNAM DEL SAHEL
Desde
2012, Mali es un país en guerra con el yihadismo, ocupado por fuertes
contingentes armados de diversos países.
La
presencia francesa que comenzó en 2013 como la mencionada “Operación Serval”,
cambio de denominación en 2014 por “Operación Barkhane” y comprende a un
total de cinco mil efectivos de las fuerzas galas que suelen operar con las
fuerzas del G-5 en especial en la zona denominada de las “tres fronteras”,
entre Malí, Níger y Burkina Faso.
Paris
ha reivindicado la “neutralización” (muerte) de varias decenas de
yihadistas pertenecientes a las dos principales redes yihadistas que operan en
la región Al Qaeda en el Magreb Islámico y su rival el Estado Islámico en el
Gran Sáhara, pero pese a la intervención de fuerzas militares extranjeras la
violencia terrorista se ha extendido al centro de Malí y a los país vecinos,
Burkina Faso y Níger.
El
19 de mayo, por ejemplo, las fuerzas
francesas capturaron a Mohamed el Mrabat, veterano terrorista del Estado
Islámico en el Gran Sáhara (ISGS).
El
6 de junio pasado, los franceses en otra exitosa operación antiterrorista abatieron
al emir de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), el terrorista argelino
Abdelmark Droukdal, una pieza clave en el entramado del yihadismo en el Sahel
desde hace más de veinte años responsable de varios secuestros y asesinatos.
No
obstante, la aparición de un grupo yihadista afiliado a Al Qaeda, liderado por
el predicador de la etnia peul Amadou Koufa, que a reclutado sobre todo en su
comunidad, ha propiciado ataques y represalias entre los peuls,
mayoritariamente ganaderos y las etnias bambara y dogon, que viven
principalmente la agricultura.
Grupos
armados siguen aterrorizando a la población civil en las zonas rurales y la
violencia ha hecho metástasis al otro lado de las fronteras en los países
vecinos de Burkina Faso y Níger.
Desde
2012, más de diez mil africanos occidentales han muerto y más de un millón han
huido de sus hogares convirtiéndose en refugiados y las fuerzas armadas de
África Occidental y Francia han sufrido importantes bajas.
Hace
apenas diez días (10.08.2020) fueron asesinados en la región seis cooperantes
franceses y dos ciudadanos nigerianos en la región de Kouré (suroeste de
Níger). Las fuerzas francesas, por su parte, son víctimas de acoso y emboscadas
relativamente frecuentes, cuando los grupúsculos yihadistas, enfrentados entre
ellos, confirman su implantación en los pueblos víctimas de una pobreza
secular.
Naciones
Unidas está presente con la “MINUSMA”, una de las misiones de paz más
importantes y numerosa del organismo internacional.
Europa
participa a través de la European Unión Training Missión (EUTM-Mali), con sede
en Bamako, en la formación y capacitación de cuatro batallones del ejército de
Malí (integrado por unos 3.000 soldados) para que estén en capacidad de hacerse
cargo de la seguridad del país cuando se retiren las fuerzas extranjeras.
República Checa y España suministraron instructores y personal de apoyo
(actualmente hay 200 españoles, pertenecientes a la VII Bandera “Valenzuela” de
la Legión Extranjera Española, en Malí. Hay 15 en Bamako y 185 en la ciudad de
Koulikoro, que pronto se incrementaran con otros 97 efectivos), Francia tropas
de protección, Alemania un hospital de campaña y Bélgica dos helicópteros de
evacuación médica. En total la Unión Europea ha desplazado unos quinientos
militares a Malí e invertido cientos de millones de euros para contribuir a
estabilizar el país.
Los
Estados Unidos participan también suministrando “Predators”, “drones” de
gran utilidad para la vigilancia de grandes espacios abiertos y que operan
desde el territorio de Níger.
Cinco
países africanos: Mali, Mauritania, Níger, Burkina Faso y Chad han constituido
la “Fuerza G-5” para contribuir en la lucha contra el islamismo.
Precisamente,
el conflicto en Mali se mantiene como el mayor desafío a la seguridad en el
Sahel. En opinión del profesor Alaya Allani, de la Universidad de Manouba en
Túnez, “los yihadistas van a desarrollar
una guerra de desgaste desde las zonas de difícil acceso en las que se han
refugiado”.
EL GOLPE DE ESTADO DE 2020
En las elecciones presidenciales de 2013 se impuso
Ibrahim Boubakar Keïta, quien obtuvo el 78% de los votos emitidos. Su mandato
se desarrolló entre la crisis económica que afecta al país, los ataques de los
grupos yihadistas y la cada vez mayor presencia de tropas extranjeras en el
país
En 2018, Keïta se postuló para un segundo mandato y
triunfó en la elección, pero sólo después de haberse visto forzado a pasar por
una segunda vuelta electoral debido al debilitamiento de su imagen popular.
Desde julio se llevaban a cabo fuertes
manifestaciones opositoras en las calles de Bamako, la capital maliense, que
demandaban la renuncia del presidente debido a graves hechos de corrupción que
involucraban a ciertos funcionarios y a miembros de su propia familia (en
especial por la vida licenciosa de Karim Keïta, uno de los hijos del
presidente) y la prolongada violencia que llena de sangre al país . La
oposición también acusaba al presidente Keïta de haber hecho fraude en la
elección parlamentaria el marzo pasado e instalar en el Parlamento a sus
candidatos. Las movilizaciones opositoras fueron impulsadas especialmente por
el imán popular Mahmoud Dicko y la coalición de agrupaciones políticas denominada
Movimiento 5 de Junio – Agrupación de Fuerzas Patrióticas (M5-RFP).
La gobernabilidad del país se vio aún más afectada
después de que las fuerzas de seguridad asesinaran a once manifestantes durante
la represión de las protestas.
Finalmente, el miércoles 18 de agosto de 2020 los
militares de la base de Kati (situada a unos 15 kilómetros de Bamako), la 3ª
División Militar al mando del Coronel Mayor Malick Diaw se rebelaron contra las
autoridades militares y detuvieron al presidente Ibrahim Boubacar Keïta, al
jefe de gobierno Bubu Cissé y a otros altos funcionarios del gobierno y tomaron
el poder.
Entre los políticos y exfuncionarios detenidos por
los militares figuran el presidente de la Asamblea Nacional de Malí, Mouss
Timbiné, el ministro de Economía y Finanzas, Abdoylaye Daffé y el asesor
presidencial Sabane Mahalmoudou.
Los militares golpistas constituyeron un “Comité
Nacional para la Salvación del Pueblo”, presidido por el coronel mayor
Assimi Goita del Ejército de Tierra y responsable de las Fuerzas Especiales en
el centro del país, la región más golpeada por el terrorismo y la violencia
intercomunitaria en los últimos años.
El Comité Nacional para la Salvación del Pueblo esta
integrado por cinco militares: coronel mayor Goita, el coronel mayor Malick
Diaw, el coronel Sadiou Cámara, a quién los observadores consideran el “cerebro”
del golpe y que acaba de regresar a Mali después de un período de instrucción
militar en Rusia, el coronel mayor Ismael Wagué, Jefe Adjunto del Estado Mayor
del Ejército del Aire.
REPERCUSIONES INTERNACIONALES
Los militares sublevados han prometido respetar la
vida y la seguridad de los funcionarios detenidos y que Malí seguirá cumpliendo
todos los tratados internacionales.
El vocero del Comité de Salvación del Pueblo,
coronel mayor Ismaël Wague anunció, el jueves 20 agosto, que s formará un
“gobierno de transición que contará con un presidente civil o militar. Esta
transición será lo más breve posible y convocará a elecciones para normalizar
institucionalmente al país lo antes posible.
No obstante, el golpe de Estado fue inmediatamente rechazado
por diversos organismos internacionales: el Consejo de Seguridad de Naciones
Unidas, la Unión Europea, la Unión Africana y la Comunidad Económica de Estados
de África Occidental (CEDEAO) que demandaron la inmediata restitución del
presidente Ibrahim Bubacar Keita en su cargo y enviaron una delegación conjunta
para verificar el estado de salud y condiciones d detención de los
exfuncionarios capturados por los militares rebeldes. La Unión Africana y la
CEDEAO incluso suspendieron la membresía de Mali a sus respectivas
organizaciones hasta tanto se restablezca el orden constitucional en el país.
En el mismo sentido se pronunció el Departamento de Estado de los Estados
Unidos.
CONCLUSIONES
La República de Malí constituye una pieza clave en
la situación de seguridad de la región sáharo – saheliana, un amplio espacio
sin ley que abarca una superficie mayor que la de Europa.
Un espacio sin ley cuyos habitantes viven bajo la
continua amenaza de hambrunas y los grupos criminales organizados y las
organizaciones armadas yihadistas aprovechan para realizar sus negocios
ilícitos.
Por tanto, la existencia de un
gobierno de facto ilícito en Mali constituye un importante factor de
inestabilidad y de promoción de la violencia que hará más difícil la
cooperación internacional en la lucha contra el terrorismo y el crimen
organizado transnacional.
De allí la urgente necesidad de
los países europeos de restaurar la democracia constitucional en Malí.
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