Por primera vez por ley los candidatos
presidenciales que superaron la barrera del 1,5% en las PASO debatieron sus
propuestas de gobierno sin que ninguno se marcara como claro ganador pero con
dos candidatos que se mostraron incomodos con el desafío.
Hoy,
domingo 13 de octubre, en el ciudad de Santa Fe, capital de la provincia
argentina del mismo nombre, se llevó a cabo el primero de los dos debates entre
los candidatos que competirán por la presidencia de la Nación el próximo 27 de
este mes.
La ley
27.337, sancionada en 2016, dispuso la obligatoriedad de los debates entre los
candidatos a presidente de “dar a conocer y debatir ante el electorado”
sus plataformas electorales.
El
evento tuvo lugar en el Paraninfo de la Universidad del Litoral entre las 21.00
y 22.30 hs. y participaron los candidatos presidenciales que resultaron
habilitados al superar el 1,5% de los votos en las elecciones Primarias
Abiertas, Simultáneas y Obligatorias efectuadas el pasado 11 de agosto.
Ellos
son: Alberto Fernández del kirchnerista Frente de Todos, el actual presidente
Mauricio Macri por Juntos por el Cambio, Roberto Lavagna de Consenso Federal,
Nicolás del Caño del Frente de Izquierda – Unidad, Juan José Gómez Centurión y
José Luis Espert del Frente Amplio por la Libertad y la Dignidad.
Los
moderadores fueron los periodistas María Laura Santillán, Rodolfo Barili,
Gisela Vallone y Guillermo Andino.
Este
debate sólo tuvo algún sentido para el presidente Mauricio Macri que enfrenta
el gran desafío de acotar los 17 puntos que obtuvo Alberto Fernández en las
PASO para poder llegar a una segunda vuelta. No lo tuvo para el candidato del
Frente de Todos que tiene una sólida ventaja sobre sus competidores ni para los
otros cuatro candidatos que están marcadamente lejos de los dos postulantes más
votados.
Por
eso el presidente se preparó cuidadosamente con un equipo liderado por Marcos
Peña, con Hernán Iglesias Illia, Julieta Herrero, Iván Petrella y Alejandro
Rozitchner y por supuesto con sus asesores de campaña preferidos: los
consultores Jaime Durán Barba y Santiago Nieto.
Esto
llevó a que el presidente se centrara en hacer una cerrada defensa de su
gestión hablando de medidas aplicadas y logros alcanzados. Sin atacar a Alberto
Fernández no respondió a ninguno de los ataques de los otros candidatos.
También aprovecho la ocasión para reconocer los esfuerzos de la gente y realizó
un leve reconocimiento de errores.
Si el
presidente no ganó votos es muy posible que tampoco haya perdido ningún voto.
Se mostró siempre sólido y solvente para responder sobre todos los temas que se
trataron.
Alberto
Fernández no asignó mayor importancia al debate, pensó que la distancia que lo
separa de Macri era lo suficientemente amplia como para no tener nada que temer
sobre el resultado del debate. Quizá pensó que la brevedad del tiempo otorgado
para desarrollar cada tema era demasiado breve para decir nada importante o
incluso para cometer errores. Por lo cual fue muy claro que el candidato del
Frente de Todos se centró encontrar una síntesis o idea fuerza para cada tema.
Lo más
destacado de la intervención de Alberto Fernández fue el tono agresivo, ofuscado
y por momentos incluso amenazante con que hablaba. Parecía más un candidato
buscando erosionar a sus rivales -especialmente a Macri- para captar nuevos votantes
que un candidato ampliamente ganador que debería estar más distendido. Trataba a
Macri continuamente en forma despectiva de “presidente” y señalaba con el dedo
índice imitando la gesticulación de Raúl Alfonsín.
En un
momento, derrapó brevemente cuando dijo que los jubilados no tenían ni sabían
manejar un celular. Inmediatamente las redes sociales reflejaron la indignación
de los jubilados que se sintieron menospreciados.
La estrategia
de Nicolás del Caño fue la de un candidato testimonial y por tanto habló para
su electorado renunciando a presentarse moderado o conciliador para captar a
otros votantes. Hizo un discurso militante y confrontativo sin prestar atención
de que se trataba de un debate presidencial. Por supuesto, esto hizo que no
dijera nada nuevo, como no sea mostrar un pañuelo verde y solidarizarse con los
indígenas ecuatorianos en lucha con su gobierno.
José
Luis Espert fue sin lugar a duda el candidato más sólido, mejor preparado y más
valiente. Sus intervenciones fueron muy precisas, contundentes y ajustadas en
tiempo. Fue muy osado rompiendo con los políticamente correcto en Argentina al
atacar directamente al sindicalismo, al sistema de obras sociales en manos de
los sindicatos o incluso proponiendo el arancelamiento de la universidad
pública. Si hubo algún ganador en este debate fue Espert que obtuvo su graduación
como político.
Los
más claros derrotados fueron sin lugar a duda el economista Roberto Lavagna y
el ex militar Juan José Gómez Centurión. Lavagna dio la impresión de lo que en
realidad es. Un hombre mayor que piensa lento, por momentos parece cansado y
algo desorientado. Su tono de suficiencia no lo ayuda a parecer más humano o
simpático.
Gómez
Centurión fue sin duda el candidato que hizo el peor papel. Por momentos
pareció desorientado, con algo de pánico escénico. Parecía desarticulado,
olvidaba su libreto y, al menos en una ocasión, repitió un párrafo completo de
su alocución. Ajustó muy mal los tiempos o no le alcanzaba para completar sus
alocuciones o le sobraba. Si hubo un perdedor en este primer debate ese fue
Juan José Gómez Centurión.
Habrá
que esperar hasta el próximo domingo 20 en que se celebrará el segundo debate
presidencial para saber si hubo realmente un ganador o perdedor de estos
debates.
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