Después de diez
meses de protestas callejeras y ocho de un régimen de facto sostenido por las
fuerzas armadas, Argelia celebrará unas condicionadas elecciones presidenciales
el próximo 12 de diciembre.
Buenos Aires, 1° de diciembre de 2019
UNA CRISIS EN SORDINA
Desde el 22 de febrero de este año,
todos los martes y viernes las calles de Argel y otras ciudades argelinas se
llenan manifestantes que demandan a gritos “yatnahaw ga” (que
se vayan todos). Los martes salen los estudiantes y los viernes se agregan a
ellos otros ciudadanos descontentos. Los manifestantes demandan un cambio
político y social que saque al país del estancamiento. Los jóvenes no pretenden
mucho tan sólo tener un trabajo con el cual prosperar, poder mantener a una
familia y mayores oportunidades de participar en la vida pública de su país.
El régimen argelino logró mantenerse
en el poder durante décadas con las ganancias resultantes de las exportaciones
de hidrocarburos gastando en los últimos años 750.000 millones de dólares para
calmar las demandas sociales sin ser capaz de sacar a la economía del país
adelante.
Es por lo que los jóvenes demandan
una auténtica renovación de los elencos gubernamentales aún en mano de los
septuagenarios dirigentes que protagonizaron la guerra de liberación nacional
entre 1954 y 1962.
En tanto la gerontocracia se resiste
a resignar sus posiciones de privilegio. A regañadientes aceptó “jubilar” al
enfermo presidente Abdelaziz Bouteflika (82), el pasado 2 de abril. Después de
veinte años en el poder, los últimos seis postrado en una silla de ruedas y
casi sin poder hablar.
Los militares, el verdadero poder
detrás del clan Bouteflika, se vieron obligados a asumir el protagonismo en las
decisiones. El jefe de Estado Mayor y viceministro de Defensa, Ahmed Gaïd Salah
(74) se convirtió públicamente en el nuevo hombre fuerte de país consumando lo
que en la práctica era un golpe de Estado militar con cobertura civil.
Mientras estos graves hechos
institucionales se produjeron frente a las costas europeas, los mismos
estadistas y organizaciones de derechos humanos que siempre están dispuestas a
censurar las crisis de gobernabilidad en otros países (en especial en América
Latina) se hicieron los distraídos guardando un silencio tolerante y cómplice.
Es que en Argelia se juegan para la Europa Comunitaria muchos intereses
geopolíticos.
Los principales países europeos
afectados por la inestabilidad política de Argelia son España, Francia, Italia
y en menor medida Alemania.
Argelia es el tercer proveedor de gas
de Europa y el octavo mayor productor del mundo. Es el principal socio energético
de España, país al que vende el 54% del gas que consume a través del
proyecto “Medgaz”, gestionado por las empresas españolas Cepsa y
Gas Natural Fenosa y la compañía estatal de hidrocarburos argelina Sonatrach
que opera el oleoducto que parte del corazón de Argelia, cruza el Mediterráneo
y desemboca en Almería.
Argelia es, además, segundo cliente
comercial de España, sólo por detrás de Marruecos, con una balanza favorable al
país árabe de 1.900 millones de euros anuales.
En 2017, España fue el quinto
proveedor de Argelia y su tercer cliente: las exportaciones ese año superaron
los 2.670 millones de euros, mientras que las importaciones alcanzaron los
4.580 millones de euros.
Italia es el principal socio
comercial de Argelia, y principal destino de sus exportaciones, con cerca de
6.000 millones de euros, con Francia en tercera posición seguida a gran
distancia de Estados Unidos y Turquía.
Argelia mantiene con estos países -y
con la Unión Europea en su conjunto- diversos acuerdos en cuestiones de seguridad,
lucha contra el terrorismo yihadista, el crimen organizado y la inmigración
irregular.
En Francia reside una gran
colectividad argelina. Muchos de sus miembros cuentan incluso con doble
nacionalidad. En tanto que los argelinos, con el 17,9%, constituyen la segunda
nacionalidad de migrantes irregulares que llegan cada año a España.
Argelia, es además, una de las
puertas de acceso a las costas del Norte África para los inmigrantes
irregulares provenientes del Sahel.
Al mismo tiempo, Argelia mantiene
sólidos vínculos históricos y actuales con otro tipo de gobiernos. En especial
con Rusia, China, Cuba e Irán, sin dejar de lado a la impredecible Corea del
Norte.
Estos vínculos diplomáticos e
intereses geopolíticos ha permitido a Argel mantener su grave y prolongada
crisis institucional en una suerte de sordina mediática. En esta forma ha
podido reprimir las protestas en forma solapada y ajustar los mecanismos de
fraude electoral sin recibir demasiados cuestionamientos en la prensa
internacional.
EL RÉGIMEN DE FACTO
Cuando la remoción de Bouteflika y el anuncio de elecciones generales
para el 4 de julio no fueron suficientes para aplacar las protestas.
Para
ganar tiempo y buscar un candidato potable, el general Salah decidió entonces
avanzar con la purga de las figuras más impopulares del régimen.
Así terminaron en la cárcel el
hermano menor del depuesto presidente, Said Bouteflika (61), el ex ministro de
Defensa Khalde Nazer, el antecesor de Bouteflika y fundador del partido
oficialista Reagrupamiento Nacional para la Democracia, Liamine Zeroual, los
antaño todo poderosos jefes de los servicios de inteligencia generales Athman
Tartag, alias “Bachir”, y Mohamed Medienne, alias “Tawfik”,
director del DRS, el ex primer ministro Ahmed Ouyahia, el ex gobernador del
Banco Central y ministro de Finanzas, Mohamed Loukal y el empresario Ali
Haddad, director ejecutivo de la empresa constructora ETRHB, principal concesionaria
de obra pública del país, y director de la central patronal argelina.
Pero, estas medidas anticorrupción y
supuestamente democratizadoras no fueron suficientes para los descontentos que
desconfiaron de un proceso electoral controlado por el presidente interino y
presidente del Senado, Abdelkader Bensalah; y el primer ministro, Nouredin
Bedaui a quienes consideran parte del entorno del expresidente Bouteflika al
igual que el general Salah.
Tampoco los partidos de oposición han
demostrado capacidad para atraer a los descontentos. Los jóvenes argelinos
descreen de los políticos opositores que han hecho un acompañamiento
complaciente al régimen autocrático de Bouteflika como el Frente de
Fuerzas Socialistas, que forma parte de la Internacional Socialista, los
islamistas moderados del Movimiento de la Sociedad por la Paz,
el Movimiento Popular Argelino, El Adala (islamistas
reformadores) y el singular Reagrupamiento por la Esperanza de Argelia,
fundado por Amar Ghould, reiteradamente ministro de Bouteflika, los troztkistas
del Partido de los Trabajadores, dirigido por Louisa Hanoune,
los bereberes del Reagrupamiento por la Cultura y la Democracia.
Al aproximarse la fecha del 4 de
julio, el gobierno de facto, dirigido en la práctica por el ministro del
interior Mohamad Bedaui, alegó que no estaban dadas las condiciones de
seguridad y el clima de gobernabilidad adecuado para la realización de los
comicios y los suspendió. Después de un largo suspenso, el 15 de septiembre el
gobierno anunció que el pueblo votaría el próximo 12 de diciembre para elegir a
un nuevo presidente.
Al mismo tiempo, el Frente de
Liberación Nacional, el partido hegemónico desde la independencia en 1962,
anunció que no presentaría ningún candidato propio para competir en las
elecciones presidenciales.
Mientras tanto, el régimen argelino
fue desarrollando una discreta política de represión basada en una serie de
detenciones selectivas del líderes del movimiento hirak y de periodistas
opositores. También organizaron “contramanifestaciones”. Es decir, que
en lugar de desplazar fuerzas policiales de represión el gobierno apeló al envió
de grupos de choque civiles conformados por personal de seguridad sin uniformes
y elementos marginales a sueldo para que se enfrenten violentamente en las
calles con los manifestantes.
En esta forma las autoridades
argelinas evitan las acusaciones internacionales por violaciones a los derechos
humanos y la represión violenta de manifestantes pacíficos. La táctica es conocida,
la empleó el gobierno de Frente Sandinista de Liberación Nacional en Nicaragua
apelando a las llamadas “Turbas Divinas”, el régimen castrista a través
de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) y los paramilitares de
los “colectivos chavistas” que el gobierno bolivariano de Nicolás Maduro
en Venezuela, envía contra las manifestaciones opositoras.
Estas tácticas dictatoriales han
comenzado gradualmente a repercutir en el ánimo de la población, reduciendo el
número de los manifestantes en las calles para oponerse al gobierno militar e
incluso a la realización de elecciones amañadas.
Según la nueva ley electoral, quienes
deseen competir por la presidencia deben tener la nacionalidad argelina por
nacimiento, contar con un título universitario o su equivalente y reunir un
aval de 50.000 firmas de electores provenientes de al menos 25 de las 48 wilayas
(provincias) en que se encuentra dividido administrativamente el país.
LOS CANDIDATOS DEL RÉGIMEN
El 2 de noviembre último, la Autoridad
Nacional Independiente de las Elecciones (ANIE), a través de su presidente
Mohamed Charfi, anunció en rueda de prensa que había seleccionado cinco candidatos
en condiciones de competir por la presidencia, entre los 23 aspirantes que se
inscribieron para participar en los comicios.
Los cinco candidatos aprobados son todos
políticos profesionales, que ocuparon diversos altos cargos durante los veinte
años de gobierno de Abdelaziz Bouteflika o han sido miembros de agrupaciones
políticas que lo respaldaron. Se trata de un conjunto ex funcionarios de una
franja etaria de entre 56 y 75 años, que aceptaron firmar una “Declaración
de Ética” en las prácticas electorales, elaborada por la ANIE. Las
restantes dieciocho candidaturas fueron rechazadas por no cumplir con alguno de
los requisitos establecidos por el gobierno interino.
Los candidatos autorizados son Alí
Benflis, Abdelmaldjid Tebboune, Azzedine Mihoubi, Abdelkader Bengrina y
Abdelaziz Belaïd. Veamos el perfil biográfico y político de cada uno de estos postulantes.
Alí Benflis, es el candidato de mayor
edad y uno de los últimos exponentes de la generación que llevó a cabo la
Independencia de Argelia. Nació en Batna, la quinta ciudad más grande del país,
el 8 de septiembre de 1944. En un veterano miembro del oficialista Frente de
Liberación Nacional (FLN) del cual fue su Secretario General.
Se graduó de abogado, en 1968, en la
Facultad de Derecho y Ciencias Económicas de la Universidad de Argelia y casi
inmediatamente ingresó al Poder Judicial argelino. Fue ascendiendo gradualmente
en ese ámbito hasta convertirse en ministro de Justicia entre 1988 y 1991.
Benflis es un antiguo activista de
los derechos humanos. Fundador de la oficialista Liga de los Derechos
Humanos de Argelia, en noviembre de 1987, para oponerse a la Liga
Argelina por la Defensa de los Derechos del Hombre más independiente y
opositora al FLN.
Se desempeño como Primer Ministro
entre 2000 y 2003, bajo la presidencia de Bouteflika. Durante su gestión como
Primer Ministro tuvo lugar la “Primavera Negra” que dejó un saldo de 126
manifestantes bereberes muertos por la policía en la región de Cabilia.
Alí Benflis compitió infructuosamente
por la presidencia contra el presidente Abdelaziz Bouteflika en 2004 y 2014.
Esta casado y tiene cuatro hijos.
Abdelmadjid Tebboune, es el candidato
del Ejército por ser de la misma tribu que el Jefe de Estado Mayor, Ahmed Gaïd Salah.
Tebboune nació el 17 noviembre de 1945 en Mechria y también pertenece a la
generación de la Independencia.
Ha desarrollado una
carrera como “apparátchitk” -burócrata profesional- del régimen argelino.
Se graduó en la segunda promoción “Larbi Ben M’Hidi” de la
Escuela Nacional de Administración, en 1969, en estudios de economía y
finanzas. Inmediatamente comenzó su carrera de funcionario público como aprendiz
de administrador y luego como director de la wilaya de Saoura. Pasó a ocupar
cargos político – administrativos, en 1975, al ascender como secretario general
(subprefecto) de la wilaya de Batna.
Ejerció diversos cargos ministeriales
entre 1999 y 2017. Finalmente, el 25 de
mayo de 2017 fue designado Primer Ministro. Será el funcionario que menos
tiempo permanezca en ese cargo. El 15 de agosto de 2017 es forzado a renunciar.
En octubre 2019 cuando ya era
candidato presidencial debió enfrentar un escándalo generado por el inicio del
juicio a su hijo Khaled -en prisión desde el 20 de junio de 2018- acusado de
traficar con 701 kg. de cocaína desde el puerto de Orán. Esto llevó a la
renuncia de su jefe de campaña. Poco después, el periódico Ennahar lo
acusó de mantener vínculos con el empresario Omar Oliat, preso por evasión de
impuestos.
Azzedine Mihoubi, nació el 1 de enero
de 1959, en la ciudad de Aïn Khadra. Es el candidato de mayor perfil
intelectual donde sobresale como escritor, periodista, poeta y novelista. En
1979, interrumpió los estudios de Licenciatura en Literatura y Artes Visuales.
En 1984, se graduó de la Escuela Nacional de Administración en la sección de
administración general.
Mihoubi inició su carrera profesional
como periodista en 1986. Diez años más tarde, en 1996, se convirtió en jefe de
noticias de la televisión argelina. Una posición que ocupará por dos años. En
el periodo entre 2006 y 2008, se
desempeñó en director general de Radio Argelia. De 2008 a 2010, fue nombrado
Secretario de Estado de Comunicación. Entre 2010 y 2013 fue Director de la
Biblioteca Nacional de Argelia. Paralelamente, ocupó el cargo de presidente de
la Unión de Escritores Argelinos entre 1998 y 2005 y presidente de la Unión
General de Hombres de Letras Árabes entre 2003 y 2006.
En 2015, se convirtió en ministro de
Cultura de Argelia cargo que ocupó hasta 2019. En julio de 2019 se transformó en
Secretario General interino del partido Agrupamiento Nacional por la Democracia
y en su candidato presidencial.
Ha publicado numerosos libros y
recibido diversas distinciones literarias, tanto argelinas como
internacionales. En 2004, la enciclopedia estadounidense “Quién es quién”
lo citó entre las 500 personalidades mundiales más relevantes.
Abdelkader Bengrina, es uno de los candidatos
más jóvenes y con posiciones más cercanas al islamismo. Nació el 1° de enero de
1962 en Ouargla.
Inició su militancia política en el
partido Sociedad del Movimiento por la Paz, de Mahfoud Nahnah. Entre 1994 y
1997 fue miembro del Consejo Nacional de Transición. Ministro de Turismo y
Artesanías de 1997 a 1999. Luego fue elegido diputado por la wilaya de Argel
entre 2002 y 2007.
En 2014, fundó con otros disidentes
de la Sociedad del Movimiento por la Paz, el partido Al Bina al Watani (La
Construcción Nacional).
Abdelaziz Belaïd nació el 16 de junio
de 1963, en Merouana. Médico y abogado. Fue presidente de los scouts musulmanes
argelinos en su adolescencia. Más tarde dirigió la Unión Nacional de
Estudiantes de Argelia entre 1986 y 2007.
En 1999, asumió como Secretario
General de la Unión Nacional de la Juventud Argelina, una formación juvenil
vinculada al FLN de la cual formaba parte desde los 23 años. La carrera de
Belaïd se vio impulsada por el apoyo que recibió de Alí Benflis hasta que se
distanció de su mentor.
Después de haber sido miembro del
Frente de Liberación Nacional y diputado por diez años (1997 a 2007), abandonó
el FLN para crear su propio partido el Frente Al Mustaqbal, del cual es
Secretario General y con el cual se postuló sin éxito a las elecciones
presidenciales de 2014.
Como puede apreciarse, por los
antecedentes de los postulantes autorizados a competir en los comicios, no
importa mucho quién de estos candidatos oficialistas triunfe en las elecciones
presidenciales del próximo jueves 12 de diciembre. Nada cambiará en Argelia. El
régimen tutelado por las fuerzas armadas y el entramado de grupos tribales que
ostenta el poder seguirá vigente tal cual está, controlando todos los resortes
del poder.
Posiblemente, el próximo presidente tampoco
introducirá mejoras en la situación general de la población, democratizará las
instituciones argelinas o modificará las alianzas internacionales de la
república socialista del Magreb. Así planteados los comicios presidenciales
argelinos son un cambio para que nada cambie.
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