martes, 9 de diciembre de 2025

Tailandia y Camboya: un conflicto inacabado en el Sudeste Asiático


 

El conflicto que comenzó en julio de este año como un nuevo incidente fronterizo entre soldados tailandeses y camboyanos alrededor del templo jemer de Ta Muen Thom, en la accidentada línea montañosa de los montes Dângrêk, se ha transformado en la peor escalada militar y diplomática entre ambos países en más de una década. El intercambio de disparos, los bombardeos selectivos, la degradación total de las relaciones diplomáticas y las evacuaciones masivas han devuelto a la región a una tensión que parecía desterrada desde 2011.

Lo que está en juego no es solo un tramo de selva fronteriza ni un templo de piedra milenario. Se enfrentan dos nacionalismos, dos narrativas históricas contradictorias y dos gobiernos debilitados por crisis internas. Y también dos ejércitos profundamente asimétricos que, sin embargo, están atrapados en una lógica de represalias que amenaza con desbordar la frontera.

Un estallido anunciado

El jueves 24 de julio a primera hora de la mañana, un grupo de seis soldados camboyanos armados, incluidos lanzacohetes, se aproximó a una base tailandesa en Surin, según Bangkok. Minutos después comenzaron los disparos. Nom Pen asegura exactamente lo contrario: que tropas tailandesas violaron su soberanía territorial e iniciaron el fuego. La disputa por el origen del enfrentamiento es ya una tradición en esta frontera de 817 kilómetros, y esta vez no fue la excepción.

Una hora más tarde, cazas F-16 tailandeses bombardearon posiciones camboyanas, destruyendo —según Bangkok— puestos de las divisiones 8 y 9 de fuerzas especiales camboyanas. Nom Pen calificó la acción como “brutal agresión militar” y respondió con ataques de artillería que alcanzaron zonas residenciales tailandesas

Los cohetes camboyanos impactaron en tiendas, estaciones de servicio y viviendas de las provincias tailandesas de Surin, Sisaket y Ubon Ratchathani, causando un número creciente de bajas civiles. Hacia la tarde, el Ejército tailandés confirmaba 12 civiles muertos, incluidos un niño de ocho años y un adolescente de quince, además de un soldado fallecido y más de treinta heridos. En Camboya se reportaron 5.000 evacuados solo en la provincia de Oddar Meanchey

El conflicto se extendió rápidamente a seis puntos fronterizos, un escenario inédito desde 2008–2011, cuando la disputa por el templo de Preah Vihear derivó en intercambios de artillería que desplazaron a miles y obligaron a intervenir a la Corte Internacional de Justicia.

Finalmente la intervención del presidente Donald Trump logró un precario alto al fuego tras una semana de duros combates. Sin embargo, paz no duraría mucho tiempo pronto se registraron incidentes menores hasta que los enfrentamientes fronterizos entre Tailandia Y Camboya se intensificaron el martes 9 de diciembre, con nuevos ataques de artillería, drones y bombardeos aéreos que han forzado la evacuación de cientos de miles de personas de ambos países. Al menos siete civiles camboyanos y tres soldados tailandeses han muerto en los choques desde el lunes y se calcula que unas 200.000 personas se encuentran en centros de evacuación. Bangkok y Phnom Penh se acusan mutuamente de haber iniciado los ataques y aseguran que no cederán en la defensa de su soberanía.

La escalada, la mayor desde julio, deja en entredicho el frágil alto a fuego que ayudó a negociar el presidente estadounidense. Ante el nuevo estallido, el republicano ha pedido a ambas partes que “cumplan plenamente con sus obligaciones para poner fin a este conflicto”, según un alto cargo estadounidense.

Esta vez, sin embargo, la escalada coincide con un clima político mucho más volátil.

Orígenes de una disputa centenaria

El conflicto actual no se entiende sin un repaso a la historia colonial de la región. La frontera entre ambos países fue trazada por Francia en 1907, cuando Camboya formaba parte de la Indochina francesa y Siam (hoy Tailandia) intentaba preservar su autonomía ante las potencias europeas.

Los franceses, responsables de los mapas, establecieron un límite que seguía la línea de cumbres de los montes Dângrêk, pero introdujeron una desviación en torno al templo de Preah Vihear, que quedó del lado camboyano pese a estar ubicado en una meseta a la que se accede fácilmente desde Tailandia. Para los jemeres fue la restitución simbólica de un lugar sagrado; para Siam, una humillación histórica.

Desde entonces:

  • 1953–1962: Tailandia ocupó el templo tras la retirada francesa.
  • 1962: La Corte Internacional de Justicia adjudicó Preah Vihear a Camboya, lo que desató protestas masivas en Bangkok.
  • 1979–1998: La frontera se convirtió en zona de guerra durante el conflicto camboyano-vietnamita; Tailandia fue retaguardia de guerrillas jemeres.
  • 2008–2011: Nuevos enfrentamientos surgieron cuando Camboya inscribió el complejo en la lista de Patrimonio Mundial.
  • 2013: La Corte reafirmó soberanía camboyana sobre el templo y su entorno.

La zona de Ta Muen Thom, epicentro actual, forma parte del mismo corredor histórico jemer que unía Preah Vihear con Angkor y que hoy es una franja donde la demarcación exacta nunca se completó. Es decir: ambos países reivindican el mismo espacio con documentos históricos distintos.

A este rompecabezas se suma otro factor: las minas antipersonales, un legado de décadas de guerra civil en Camboya. Sin embargo, Tailandia sostiene que las minas recientes son “de fabricación rusa y colocadas de forma reciente” en caminos acordados como seguros, una acusación negada por Camboya, que habla de artefactos antiguos que todavía infestan la región

La situación militar: una asimetría peligrosa

El conflicto enfrenta a dos ejércitos muy distintos. Tailandia posee unas fuerzas armadas tres veces mayores, con 361.000 soldados y una Fuerza Aérea considerada una de las mejor equipadas del Sudeste Asiático. Dispone de:

  • F-16 y Gripen suecos
  • Helicópteros de ataque Cobra
  • Tanques VT-4 chinos y M-60 norteamericanos
  • Más de 600 piezas de artillería, incluidos cañones de 155 mm

Camboya, en cambio:

  • carece prácticamente de aviación de combate
  • dispone de unos doscientos tanques antiguos
  • cuenta con artillería más limitada
  • se apoya en unidades terrestres móviles y en el conocimiento del terreno

Pese a esta asimetría, su liderazgo político —Hun Manet y Hun Sen— mantiene una narrativa de resistencia histórica frente a un vecino más rico y poderoso, lo que alimenta la cohesión nacional.

Costos humanos y sociales

El conflicto ha dejado en pocos días:

  • Al menos 12 civiles tailandeses muertos
  • Más de 30 heridos
  • Heridas graves de soldados en ambos bandos por explosiones de minas
  • Miles de evacuados en Camboya
  • Cierre total de la frontera, afectando comercio, trabajo transfronterizo y turismo
  • Hospitales parcialmente evacuados en Surin ante el riesgo de bombardeos

Las imágenes de aldeanos corriendo hacia búnkeres, niños heridos y tiendas destruidas han reactivado sentimientos nacionalistas en ambos países y presionan a los gobiernos a evitar cualquier señal de debilidad.

Costos políticos

En Tailandia

La primera ministra Paetongtarn Shinawatra fue suspendida tras filtrarse una conversación con Hun Sen donde criticaba a su propio Ejército. La oposición la acusó de “poner en riesgo la soberanía nacional”, y la crisis desembocó en protestas masivas en Bangkok. Hoy, un primer ministro interino, Phumtham Wechayachai, dirige un país altamente polarizado y bajo presión militar.

En Camboya

Hun Manet enfrenta su primera crisis internacional desde que heredó el poder en 2023. Su padre, Hun Sen —hombre fuerte durante cuatro décadas— ha reaparecido públicamente con mensajes nacionalistas. El gobierno ha retirado a su embajador en Bangkok, suspendido importaciones tailandesas y aprobado medidas de emergencia.

Intereses geopolíticos y posibles aliados

Tailandia

  • Estados Unidos: aliado histórico y socio en ejercicios Cobra Gold. Washington pidió “moderación” pero observa con preocupación una posible desestabilización regional.
  • China: gran inversor en infraestructura tailandesa; mantiene relación estrecha con el Ejército de Bangkok.
  • Vietnam: aunque neutral, ve con recelo cualquier fortalecimiento excesivo de Camboya.

Camboya

  • China: principal aliado político y militar; financia proyectos estratégicos como la base naval de Ream.
  • Vietnam: relación compleja pero pragmática; observa que una Tailandia demasiado agresiva puede alterar equilibrios históricos.
  • ASEAN: sin capacidad real de arbitraje por el principio de no injerencia, pero preocupada por la estabilidad regional.

Ninguno de los actores quiere una guerra abierta, pero todos vigilan la situación porque la frontera tailandesa-camboyana es un punto crítico en la arquitectura de seguridad del Sudeste Asiático.

Tres escenarios posibles

1. Desescalada negociada (probabilidad media-alta)

La presión internacional (China, EE. UU., ASEAN) podría forzar un alto el fuego, seguido de una retirada simbólica de tropas y la reapertura parcial de los pasos fronterizos. Se establecería un mecanismo conjunto de verificación y una promesa —una vez más— de retomar la demarcación.

Es el escenario más deseado, pero exige que ambos gobiernos puedan presentar concesiones como “victorias”.

2. Escalada militar contenida (probabilidad media)

El conflicto puede expandirse a más puntos de la frontera, con nuevos bombardeos selectivos, más bajas civiles y una movilización mayor de tropas. Tailandia podría intensificar el uso de su fuerza aérea; Camboya responder con artillería. Pero sin llegar a una guerra abierta, porque ninguno tiene interés real en una confrontación prolongada.
Sería un conflicto intermitente, similar al de 2008–2011, pero más letal debido al armamento actual.

3. Crisis política interna que derive en un viraje inesperado (probabilidad baja-media)

En Tailandia, un agravamiento del conflicto podría desembocar en:

  • una intervención más visible del Ejército
  • la caída del gobierno interino
  • un endurecimiento nacionalista sin precedentes

En Camboya, una espiral de violencia podría fortalecer a los sectores más duros vinculados al viejo aparato del Partido Popular Camboyano.
Cualquier desestabilización interna en uno de los dos países puede alterar el equilibrio militar en la frontera.

¿Un conflicto sin final?

La disputa entre Tailandia y Camboya es una herida colonial nunca cerrada, atravesada por mapas contradictorios, memorias históricas enfrentadas y templos convertidos en símbolos nacionales. El estallido actual es solo el capítulo más reciente de una narrativa que se repite cada década: un incidente local, un intercambio de culpas, la movilización del fervor nacionalista y la tentación de usar la fuerza para enviar un mensaje político interno.

Pero esta vez, la combinación de crisis política en Bangkok, nacionalismo camboyano revitalizado, y la presencia de actores externos con intereses estratégicos hace que la línea entre incidente y conflicto serio sea más delgada que nunca.

El tiempo dirá si ambos gobiernos consiguen dar un paso atrás. O si, por el contrario, esta frontera de templos milenarios volverá a ser escenario de un conflicto que nadie quiere pero que todos parecen alimentar.

 

 

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