La diplomacia del Reino de Marruecos,
encadena apoyos en África y Europa, guiada por las altas directrices
estratégicas de Mohammed VI
La diplomacia marroquí vive semanas de actividad febril. Desde que el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la Resolución 2797, que consolida el plan de autonomía propuesto por Rabat como la base “más seria y creíble” para resolver el diferendo del Sáhara Occidental, el Ministerio de Asuntos Exteriores del Reino ha desplegado una ofensiva diplomática para fijar estos logros en el tablero internacional y evitar retrocesos.
La
estrategia, según fuentes diplomáticas consultadas en Rabat, sigue “las
directrices estratégicas impartidas por Su Majestad el Rey Mohammed VI”,
cuyo discurso marcó una agenda inequívoca: aislar las posiciones contrarias al
reconocimiento internacional del plan de autonomía, ampliar la red de apoyos en
África, Europa y el mundo árabe, y traducir ese respaldo político en alianzas
económicas, de seguridad y cooperación.
En
apenas una semana, Marruecos selló avances de enorme relevancia en Burkina
Faso y Países Bajos, dos países con peso en la Unión Africana y la
Unión Europea respectivamente. Ambos han adoptado posiciones mucho más
explícitas a favor de la propuesta marroquí para el Sáhara, subrayando —en
términos diplomáticos poco habituales— la legitimidad del plan de autonomía y
la centralidad de Rabat en la arquitectura de seguridad regional.
Burkina
Faso: un apoyo “firme y constante” a la marroquidad del Sáhara
La
primera señal de la nueva etapa llegó desde Uagadugú. Allí, el ministro
marroquí de Asuntos Exteriores, Nasser Bourita, y su homólogo burkinés, Karamoko
Jean Marie Traoré, copresidieron la 5ª Sesión de la Comisión Mixta de
Cooperación, que concluyó con un comunicado conjunto de inusual claridad
política.
Burkina
Faso, país clave en la Alianza de Estados del Sahel, reiteró su “apoyo firme
y constante a la integridad territorial y a la soberanía de Marruecos sobre la
totalidad de su territorio, incluida la región del Sáhara”
El
Gobierno burkinés celebró además la Resolución 2797, a la que calificó
de “histórica” porque “consagra el plan de autonomía marroquí”.
En
declaraciones posteriores, Traoré insistió en que el plan de autonomía del
Reino constituye “la única base seria, creíble y duradera” para resolver el
conflicto, destacando el “creciente consenso internacional impulsado por Su
Majestad el Rey Mohammed VI” en torno a esta propuesta.
Bourita
agradeció públicamente el respaldo “incondicional” de Burkina Faso en foros
regionales e internacionales, recordando que este país abrió ya en 2020 un Consulado
General en Dajla, gesto diplomático de primera magnitud que solo los
aliados más firmes han adoptado.
La
visita culminó con la firma de 12 acuerdos de cooperación, que abarcan
desde seguridad y protección civil hasta agricultura, comercio, vivienda,
planificación urbana y formación profesional. Entre ellos destaca un tratado
de colaboración en materia de seguridad, central para un país —Burkina
Faso— sumido en una lucha intensa contra el terrorismo yihadista.
“El
encuentro subraya la solidez y profundidad de los lazos entre nuestros países,
basados en la fraternidad, el respeto mutuo y la cooperación fructífera”,
declaró Bourita, quien recalcó la solidaridad de Marruecos con las autoridades
del Sahel en su lucha contra el extremismo violento.
Para
Uagadugú, según expresó Traoré, la implicación de Marruecos “refuerza la
convicción de que nuestras consultas deben continuar en los foros
internacionales” y consolida a Rabat como uno de los socios más fiables de la
región.
Países
Bajos: un giro europeo hacia la autonomía bajo soberanía marroquí
Cinco
días después de la cita africana, la diplomacia marroquí sumó otro apoyo de
peso, esta vez en Europa. En La Haya, Nasser Bourita se reunió con el ministro
neerlandés de Asuntos Exteriores y de Asilo y Migración, David Van Weel,
con quien adoptó una declaración conjunta que supone una inflexión notable en
la posición histórica de Países Bajos.
El
documento afirma que “una verdadera autonomía bajo soberanía marroquí es
la solución más viable para poner fin definitivamente al diferendo regional del
Sáhara”
La
frase, de una contundencia poco común en la diplomacia europea, refleja un
alineamiento creciente de la UE con la postura defendida por Rabat desde 2007.
La
declaración subraya que esta posición se inscribe en la “dinámica
internacional impulsada por Su Majestad el Rey Mohammed VI”, que en la
última década ha convertido la cuestión del Sáhara en el eje central de la
política exterior marroquí.
Países
Bajos también acogió favorablemente la Resolución 2797 y expresó su
pleno apoyo a los esfuerzos del secretario general de la ONU y de su enviado
personal para facilitar negociaciones “basadas en la Iniciativa de Autonomía de
Marruecos”, con el objetivo de lograr una solución “justa, duradera y
mutuamente aceptable”.
Este
respaldo, según diplomáticos europeos consultados, se produce en un contexto de
reconfiguración geopolítica en el que la estabilidad del Magreb y el Sahel se
ha convertido en prioridad estratégica para la UE. El interés neerlandés por
reforzar la cooperación en migración, seguridad y energía con el Reino
explicaría en parte este giro.
La
estrategia del Reino: diplomacia activa, alianzas múltiples y un mensaje
unificado
La
actividad diplomática actual no es improvisada. Forma parte de un plan
delineado desde el Palacio Real tras la aprobación de la Resolución 2797, cuyo
texto consolidó internacionalmente el marco político defendido por Rabat.
El
Ministerio de Asuntos Exteriores ha intensificado:
- las visitas bilaterales en África
occidental,
- los contactos con países europeos
reticentes o ambiguos,
- la coordinación con aliados del
Golfo,
- y la movilización de misiones
diplomáticas en organismos multilaterales.
El
objetivo, según un funcionario marroquí que pide anonimato, es “traducir
cada apoyo político en un hecho consumado diplomático”: nuevos consulados
en las provincias del sur, declaraciones conjuntas explícitas, acuerdos
económicos vinculados a la estabilidad del territorio y la expansión del
reconocimiento al plan de autonomía.
Un
momento clave para Rabat
Para
Marruecos, la combinación del apoyo explícito de Burkina Faso y Países Bajos
tiene un valor simbólico y estratégico: uno procede del corazón del Sahel,
región donde Rabat quiere consolidarse como actor de seguridad, y el otro de
Europa occidental, donde busca afianzar una red de socios alineados con su
visión del Sáhara.
La
ofensiva diplomática continuará en las próximas semanas. Fuentes marroquíes
confirman que se preparan nuevas visitas de alto nivel en África y Oriente
Próximo, así como una intensificación de contactos con países latinoamericanos
que han mostrado apertura a revisar su postura.
La
brújula está clara y ha sido fijada desde lo más alto del Estado: defender
la soberanía nacional, consolidar el consenso internacional sobre la autonomía
y convertir la Resolución 2797 en un punto de no retorno.
En
palabras de un diplomático del Reino: “La estrategia de Marruecos es
paciente, constante y guiada por una visión a largo plazo del Rey Mohammed VI.
El Sáhara no es un dossier más: es la prioridad absoluta de nuestra política
exterior.”

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