La caótica situación de la provincia de
Buenos Aires y la creciente resistencia civil de un sector cada vez mayor de la
población pone en serio riesgo a la gobernabilidad en Argentina.
La situación
que vive Argentina en los últimos meses hacen recordar a los caóticos 49 días
del gobierno de Héctor J. Cámpora, cuando los jóvenes idealistas de la Juventud
Peronista se lanzaron a ocupar dependencias oficiales, hospitales, universidades
y colegios secundarios en una puja por espacios de poder dentro del peronismo.
O los meses finales de la presidencia de Fernando de la Rúa cuando las crisis y
los problemas se acumulaban sin que un presidente autista supiera muy bien que
hacer y que terminó con los ahorristas reclamando infructuosamente sus
depósitos frente a las puertas cerradas de los bancos.
Recordemos
que, en el año 1973, Argentina tuvo cuatro presidente Alejandro A. Lanusse,
Héctor J. Cámpora, Raúl Lastiri y Juan D. Perón, cifra solo superada en 2001
que tuvo cinco presidentes: Fernando de la Rúa, Ramón Puerta, Adolfo Rodríguez
Saa, Eduardo Caamaño y Eduardo Duhalde.
Estos
antecedentes hacen aún más preocupantes las evidencias de disgregación del
poder en Argentina frente al caos y la anarquía en Argentina sin que el
gobierno kirchnerista reaccione ante las demandas provocadas por la crisis
sanitaria y socioeconómica.
EL
AGOBIO DE LA CUARENTENA
Tras
175 días ininterrumpidos de rígido aislamiento social y restricciones a los
traslados y a la actividad comercial, se acrecienta la desobediencia civil de
la población e incluso de algunas autoridades municipales que se niegan a
implementar las regulaciones y controles dispuestos por el Poder Ejecutivo.
Así
los controles y las prohibiciones dispuestas por el gobierno se han tornado
simbólicos, sin alcance efectivo ni real vigencia.
Formalmente
rigen restricciones a los desplazamientos y al desarrollo de ciertas
actividades económicas, pero muy pocos argentinos los acatan y ninguna
autoridad fiscaliza su cumplimiento.
Mientras
tanto, en Argentina crece el número de infectados y víctimas fatales. Con 512.293
infectados y 10.658 fallecidos (12.259 infectados y 272 muertos el 9 de
septiembre) se sitúa como el décimo país más afectado por la pandemia.
El
país inició la cuarentena total el 20 de marzo con unas pocas decenas de
infectados. Pero el gobierno del presidente Alberto Fernández, que conto
inicialmente con todo el apoyo y acatamiento de la población, se mostró incapaz
de generar protocolos de actuación, proveer de insumos médicos a los hospitales
y al personal sanitario o adecuar las instalaciones para minimizar la expansión
de la pandemia.
Mientras
tanto, la cuarentena prolongada fue el golpe de gracia para la complicada
economía argentina que enfrentaba siete años de recesión, endeudamiento
externo, alta inflación y fuerte déficit fiscal entre otros muchos males.
LA
USURPACIÓN DE PROPIEDADES
En los
últimos meses, pese a la vigencia de la restricción a los desplazamientos, la
suspensión de los vuelos internos y de los micros de larga distancia entre
localidades, ciudades y provincias, se multiplicaron las usurpaciones (“tomas”)
de terrenos fiscales y propiedades privadas por parte de población empobrecida
y sin vivienda para crear asentamientos poblacionales informales (en Argentina
denominadas “villas miseria”) que formados por precarias casillas de
madera chapas o ladrillos levantados sobre la tierra, sin agua corriente,
energía eléctrica, gas o alcantarillado.
Estas
usurpaciones son impulsadas por los llamados “movimientos sociales”,
agrupaciones políticas que están alineados con el gobierno y que son los
grandes administradores de la pobreza en Argentina. Con fuerte presencia en los
barrios carenciados donde el Estado suele estar ausente. Estos movimientos
sociales administran los subsidios a la pobreza, denominados “planes
sociales” y se encargan de la distribución de alimentos en los “comedores
comunitarios”. Lógicamente los fondos para pagar “los planes” y los
alimentos son suministrados por el Estado nacional. Los cinco millones de
argentinos viven de los subsidios a la pobreza y bolsones de alimentos,
constituyen el ejército de “planeros” creados por el kirchnerismo y
sostenido con los impuestos de los esforzados sectores medios de la sociedad.
Desde
que se inició la cuarentena en marzo, tan solo en la provincia de Buenos Aires
han sido usurpadas ilegalmente 4.300 hectáreas de tierras. En la provincia se pasó
de cuatro tomas en cuatro años a cinco tomas por semana. La ocupación ilegal de
terrenos se ha visto impulsada por la Ley 15.172, sancionada por el Senado
provincial el 21 de mayo pasado, suspendiendo hasta el 30 de septiembre de este
año “toda ejecución o lanzamiento colectivos, sea en sede civil o penal, que
afecten a una pluralidad de familias en situación de calle, se encuentren o no
en un barrio popular incluido en los registros oficiales”, así como los
desalojos por falta de pagos de viviendas alquiladas, las ejecuciones
hipotecarias y de los inmuebles comprados con créditos oficiales.
A la
ocupación de terrenos en la provincia de Buenos Aires se suma la usurpación de
viviendas recreativas desocupadas en las ciudades balnearias de la costa
bonaerense. Agravadas porque las autoridades, que no evitan las usurpaciones,
impiden a los legítimos propietarios que viven en otras ciudades trasladarse a
verificar el estado de sus inmuebles e iniciar acciones judiciales para
desalojar a los usurpadores bajo el argumento de que incrementan los contagios
del Covid 19.
En la
Patagonia las usurpaciones de campos son protagonizadas por pequeños grupos de indígenas
mapuches que dicen desconocer al Estado argentino y ocupan tierras
pertenecientes a los Parques Nacionales o a establecimientos agrícolas de la
zona. La Villa Mascardi, un bello paraje turístico de la provincia de Río
Negro, en el sur argentino, es una de las zonas de mayor conflictividad
generada por las usurpaciones de tierras y la resistencia de los propietarios a
entregar su patrimonio a los indígenas.
Mientras
tanto la ministra de Seguridad Sabina Frederic se niega a enviar fuerzas
federales a defender los derechos de los propietarios argumentando que: “Estamos
en un momento en el que la presión y la conflictividad se traduce en toma de
tierras en diferentes lugares del país, particularmente en el sur y en el Gran
Buenos Aires; ahora, ese no es un tema de seguridad, es un tema de déficit
habitacional y una presión por el mercado de tierras que evidentemente hay que
paliarlo con soluciones que se anticipen al problema.”
Traducido
al castellano, para la ministra de Seguridad el derecho a la propiedad en
Argentina se encuentra suspendido hasta nuevo aviso.
RESISTENCIA
CIVIL ANTE EL CASO BÁEZ
El
lunes 7 de septiembre, se produjo una insólita rebelión social que evidencia el
estado de anarquía en que se debate la sociedad argentina.
La
justicia ordenó que el empresario kirchnerista Lázaro Báez, detenido sin
sentencia firme por delitos de malversación de fondos públicos, lavado de
activos, asociación ilícita y otros delitos financieros desde el 6 de abril de
2016, pasara a cumplir prisión domiciliaria monitoreado por una tobillera
electrónica.
Báez
está imputado en la causa 3017-2013, conocida como la “ruta del dinero k”,
que involucra también como imputada a la vicepresidenta Cristina Fernández de
Kirchner y a distintos funcionarios de su presidencia, como el exministro de
Planeamiento Julio de Vido.
Lázaro
Báez es un empresario de 64 años que conoció a Néstor Kirchner, en 1990, cuando
este cumplía su último año como intendente de Río Gallegos y comenzaba el
lanzamiento de su campaña para gobernador de la provincia de Santa Cruz,
elección que ganaría al año siguiente. Desde ese momento Báez se convirtió en
socio del matrimonio Kirchner en diversos negocios inmobiliarios y hoteleros.
Báez
trabajó largos años como empleado bancario, tanto en el Banco de la Nación
Argentina como en el Banco de la Provincia de Santa Cruz. El 13 de mayo de
2003, doce días antes de que Néstor Kirchner asumiera como presidente de la
Nación, Lázaro Báez fundó la empresa Austral Construcciones, S. A. Durante el
gobierno de los Kirchner la empresa constructora recibió 52 contratos del
Estado Nacional por un monto de 46.000 millones de pesos, el 82% de todos los
contratos de obra pública en la provincia de Santa Cruz.
Dentro
de las obras más cuestionadas de Austral Construcciones S. A. se destaca la
construcción de un edificio en un terreno cedido por Kirchner a Báez en Río
Gallegos, del cual Néstor Kirchner habría recibido como pago diez departamentos
nuevos y el Mausoleo de Néstor Kirchner construido tras su muerte por su amigo
Lázaro a su propio costo.
La
fortuna acumulada por Lázaro Báez en doce años de gobierno kirchnerista comprende
bienes por aproximadamente cuatro mil millones de dólares y tan solo en
Argentina tiene registrados 1.355 bienes, entre ellos 418 propiedades
inmuebles: estancias, departamentos, terrenos baldíos, talleres, casonas,
lujosas residencias en countries, galpones, 150 cocheras en barrios de
categoría de la ciudad de Buenos Aires, un club deportivo, locales comerciales,
un hotel, etc.; además de 937 vehículos -varios de alta gama y de colección-,
maquinaria vial, armas, antigüedades, libros antiguos de colección, obras de
arte, etc. Más depósitos bancarios en Suiza y en el principado del
Liechtenstein.
El
lunes 7 por la noche, el Servicio Penitenciario Federal pretendió trasladar a
Báez a su casa en el lujoso barrio privado “Ayres de Pilar”, en la
localidad bonaerense de Pilar, a 43,5 km de la ciudad de Buenos Aires, para que
continuara allí en prisión domiciliaria.
La
decidida acción de los vecinos del country, reforzada por la presencia de
varias decenas de ciudadanos que se trasladaron hasta las puertas del country
para expresar su repudio a la liberación del empresario K, impidieron el
ingreso del vehículo penitenciario que trasladaba a Báez.
Después
de varios intentos y algunos choques con los vecinos, ni la justicia ni las
autoridades federales pudieron imponer su voluntad frente a una población
decidida a hacer valer sus principios con tácticas de “resistencia civil
pacífica”. Nuevamente la ciudadanía ponía un límite a las decisiones de las
autoridades.
LA
HUELGA POLICIAL
Mientras
el Servicio Penitenciario Federal enfrentaba la ira de los residentes en el
country Ayres de Pilar, en varias localidades del Gran Buenos Aires, la policía
de la provincia de Buenos Aires, que con sus 90.000 efectivos es el mayor
cuerpo de seguridad del país, iniciaba
la más importante huelga de su historia en reclamo de una importante mejora
salarial y otra docena de reivindicaciones laborales.
Un
agente de la Policía Bonaerense percibe un salario aproximado a doscientos
euros (al euro clandestino o “blue” que es el único que se puede
adquirir en Argentina). Un salario que lo sitúa por debajo de la línea de la
pobreza reconocida por el gobierno. Además, debe adquirir con su salario el
uniforme, calzado, el chaleco antibala, las municiones para su arma
reglamentaria, los insumos sanitarios para protegerse del Covid 19 y hasta el
papel higiénico que emplea en las comisarías y otras dependencias policiales.
Esta
situación no es nueva, se ha prolongado por décadas pero ante la debilidad e
inoperancia tanto del gobierno nacional de Alberto Fernández como del
gobernador Axel Kicillof, los policías bonaerenses han decidido rebelarse y
terminar con los salarios de hambre y la explotación laboral llevada a cabo por
las autoridades provinciales.
Los
policías en huelga demandan una equiparación salarial con la Policía de la
ciudad de Buenos Aires, la mejor paga y equipada del país, que percibe salarios
un 60% superiores y no debe afrontar pagos de uniformes ni de otros insumos.
El
martes 8 por la noche se ha sumado al reclamo salarial de los policías el
personal del Servicio Penitenciario de la Provincia de Buenos Aires con
similares demandas.
El
principal problema para el gobierno provincial encabezado por Kicillof es que
los salarios guardan relación con los que perciben los trabajadores del Poder
Judicial local, los trabajadores de la salud pública, los empleados de la
administración pública provincial y los docentes.
La
mejora salarial para uno de estos sectores laborales tendría un efecto domino
desatando similares reclamos en los restantes y el presupuesto de la provincia
no está en condiciones de hacer frente a un incremento salarial generalizado.
Ni el
secretario de Seguridad Sergio Berni ni el gobernador Axel Kicillof aceptaron
dialogar con los efectivos policiales en conflicto que presentaron un petitorio
de catorce puntos para deponer su actitud.
La
huelga policial incrementó las tensiones en todo el país especialmente cuando
un numeroso grupo de policías bonaerenses, portando sus armas reglamentarias,
trasladándose en móviles policiales y haciendo sonar bombos y redoblantes, se
congregó en tono amenazante, frente a la residencia presidencial de Olivos, el
miércoles 9 de septiembre.
Inmediatamente,
los gobernadores de las provincias de Córdoba y Santa Fe anunciaron mejoras
salariales para descomprimir cualquier situación similar con sus respectivas
fuerzas policiales.
Hacia
las 19.00 hs. los efectivos policiales en conflicto que estaban en Olivos se
retiraron a sus dependencias y a otros puntos de concentración policial luego
de que se anunciara de que el presidente de la Nación hablaría al país por la
cadena nacional.
Finalmente,
a las 21.00 habló a la Nación el presidente Fernández que tras una breve
referencia al conflicto policial sorpresivamente, en forma autoritaria e
inconsulta, anunció que quitaría parte de los fondos que recibe la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, distrito gobernado por el opositor Frente por el
Cambio, en concepto de coparticipación federal para atender las necesidades financieras
de la provincia de Buenos Aires.
El
presidente Alberto Fernández, que es abogado y docente interino de la Facultad
de Derecho de la UBA, al mejor estilo chavista, con una suerte de “¡Exprópiese!”,
se cargó de un plumazo y sin pestañar los 158 años de constitucionalismo
federalista del país.
A
partir de ese momento, la ciudad de Buenos Aires recibirá del gobierno nacional
treinta y cinco mil millones de pesos menos que pasarían a ser destinados a la
creación de un Fondo de Fortalecimiento Financiero Fiscal para la provincia de
Buenos Aires.
El
presidente, que condenó la forma y no la justicia del reclamo de los policías
bonaerenses, no realizó ningún anunció concreto sobre mujeres salariales a la
Policía Bonaerense y delegó en el gobernador Kicillof decidir como emplear los
nuevos recursos con que contará para resolver el conflicto con la policía.
La
sorpresiva medida presidencial paralizó a la oposición que se enteró de la
misma en el momento de su anuncio. Pero la reacción popular fue inmediata en
las redes sociales que estallaron en críticas contra el presidente Fernández y
los principales barrios porteños comenzó un intenso cacerolazo que se prolongó
por unos treinta minutos contra la medida.
En
general el recorte de fondos fue muy mal recibido por los políticos opositores
y por la prensa independiente que juzgó el anuncio de Fernández como una forma
autoritaria de nivelar hacia abajo y como una velado intento de restarle
recursos y desestabilizar al principal distrito opositor gobernado por la
oposición y donde precisamente se encuentra el político con mejor imagen
pública del país y con más posibilidades de competir como candidato en las
elecciones presidenciales de 2023: el Jefe de Gobierno Horacio Rodríguez
Larreta.
Sin
capacidad para aportar soluciones de fondo ni un plan de gobierno realista.
Frente a la sábana corta, el presidente decidió restarle recursos a un distrito
bien administrado por la oposición para apagar un incendio en el principal
distrito gobernado históricamente por el peronismo que lo convirtió en una ruina
empobrecida con escuelas, hospitales y comisarías deterioradas y sin medios y
más de ochenta asentamientos poblacionales precarios sin agua corriente ni
cloacas.
La
provincia de Buenos Aires es el tradicional bastión electoral del peronismo que
la ha gobernado durante 29 de los 37 años de democracia desde la restauración
del orden constitucional en diciembre de 1983. Tiene una población de más de
diecisiete millones de habitantes (de los cuales nueve millones son votantes)
distribuida en un territorio ligeramente superior al de Italia. Alberga el
enclave del Partido de La Matanza, que el peronismo administra desde 1983 y
donde está el núcleo más duro de pobreza, marginalidad y delito del país.
Por lo
tanto, los conflictos en la provincia más grande, poblada e importante del país
impactarán directamente en las perspectivas electorales del peronismo en los
comicios legislativos previstos para octubre de 2021.
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