El Movimiento
Saharaui por la Paz realiza un dramático llamamiento a l comunidad
internacional, y en especial al gobierno de Argelia como país receptor, sobre
la dramática situación imperante en los campamentos saharauis de Tinduf.
Contenido
El Movimiento Saharaui por la Paz, una organización
democrática y pacífica formada por disidentes del Frente Polisario, en 2020,
que conduce Hach Ahmed Bericalla como su primer secretario, ha realizado un
llamamiento urgente a la comunidad internacional y al gobierno argelino como
receptor y garante de la seguridad de la población saharaui retenida por el
Polisario, en los campamentos de Tinduf, dentro de su territorio, alertando
sobre el agravamiento de la situación política y de seguridad.
Según el comunicado emitido por Mohamed Cherif,
responsable de las Relaciones Internacionales, dos jóvenes saharauis, Ahmed
ould Cheikh ould Suïd y Lemgheivri ould Brahim ould Bombari fueron asesinados a
tiros sin que el hecho haya sido aclarado.
Recordemos, que el pasado 8 de mayo un joven de veinte
años llamado Awsard, perteneciente a la tribu “Rguibat
Lbihat”, fue ultimado de dos puñaladas, una en el corazón y otra en la
cabeza y arrojado a un basural. El hecho nunca se aclaró.
Estos hechos indican que el Frente
Polisario ha perdido el control de la situación en Tinduf y que allí impera la
ley del más fuerte y que los ajustes de cuenta entre grupos criminales están a
la orden del día.
El comunicado emitido por el Movimiento
Saharaui por la Paz menciona que “Hoy en
día, la situación es crítica: prácticamente todas las personas en los
campamentos están armadas, creando un clima de violencia y miedo. Esta
proliferación de armas está directamente relacionada con el tráfico de drogas y
armas, que se lleva a cabo de manera descontrolada y pone en peligro la
seguridad de los habitantes de los campamentos.”
La
denuncia tiene sólidos fundamentos. Desde hace más de cuarenta años un número
indeterminado de marroquíes de origen saharaui son retenidos en infames
campamentos, donde son forzados a vivir en uno de los terrenos más inhóspitos del
planeta, en condición de apátridas indocumentados dependientes de la ayuda humanitaria
internacional para su supervivencia.
Los
jóvenes, especialmente, ante la falta de expectativas de mejoras en su vida y
medios honestos para ganarse la vida se ven tentados a la radicalización
religiosa o a una vida en el crimen mediante el contrabando de combustible,
drogas y armas o en la muy riesgosa minería ilegal de oro.
Todas
estas actividades, sumado al entrenamiento militar que reciben en el Ejército
Popular Saharaui, la milicia armada del Frente Polisario, conducen a que
proliferen las armas y que con frecuencia se produzcan sangrientos ajustes de
cuentas entre grupos delictivos rivales. Tal como quizás sean los casos
denunciados.
Ni la
comunidad internacional, ni el gobierno de Argelia, pueden seguir eludiendo su
responsabilidad sobre lo que sucede en Tinduf.
Especialmente,
porque cuentan con el instrumento necesario para poner fin al conflicto
artificial en el Sáhara, la propuesta marroquí de un Estatuto de Autonomía, que
cuenta con amplio apoyo internacional y que es aceptado por el Movimiento
Saharaui por la Paz como la única solución posible, justa y realista.
Argelia
debe terminar con su intransigencia antes de que se encuentre con sangre
saharaui en sus manos.
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