IV CONFERENCIA MUNDIAL DE RELACIONES INTERNACIONALES
ORGANIZADAS POR EL CENTRO DE ESTUDIOS ESTRATEGICOS DE
RELACIONES INTERNACIONALES
EL DIFERENDO DEL SÁHARA
Ponencia presentada por el Dr.
Adalberto C. Agozino
RESUMEN: El llamado “Diferendo del Sáhara” es un contencioso
internacional que ha mutado con el tiempo. Se inició como parte de un proceso
de descolonización, pronto se transformó en un conflicto ideológico y
geopolítico típico de la Guerra Fría y hoy sobrevive como un problema de
separatismo alimentado por las rivalidades y pujas por la hegemonía en el
Magreb.
1.
ANTECEDENTES
El Sáhara ha sido,
es y será siempre una parte indisoluble del Reino de Marruecos. Marruecos es un
antiquísimo reino magrebí. Más antiguo que la mayoría de las reinantes
monarquías europeas.
El primer reino
marroquí se remonta al año 740 y fue fundado por el Mouley Idrissis ibn
Addullah ben Hasan ben Alí, nieto de El Profeta. Idrisissis I creó el primer
reino unificado en la zona septentrional del actual Marruecos.
Los monarcas idrisíes
fueron reemplazados por dos grandes movimientos bereberes protagonizados por
tribus provenientes del Sáhara: los almorávides y los almohades.
A partir de 1048,
Marruecos se convirtió en el centro de un imperio expansionista capaz de reunir
en un arco de casi dos siglos todo el Islam Occidental desde España hasta las
riberas del río Congo.
El Reino de
Marruecos, en tiempos de Ahmed Al Mansur Eddahbi, El Dorado, (1549 – 1603), se
extendía por todo el actual territorio marroquí, parte de Argelia, Mauritania,
Níger y Malí donde las tropas marroquíes habían ocupado las ciudades de Djenné,
Gao y Tombuctú. La expansión militar permitió al reino marroquí controlar las
salinas saharianas, asegurar y expandir las rutas comerciales y capturar las
ricas minas de oro.
El recuerdo del “Gran
Marruecos” de tiempos de Ahmed Al Mansur aún alimenta el ideario
nacionalista de muchos marroquíes.
La actual dinastía
alauí se remonta al sultán Al Rashid (1664 – 1672), lo que la convierte en una
dinastía más antigua, por ejemplo, que la española. Los borbones recién
ocuparon el trono de una España unificada en 1701. El mismo año en que Pedro I,
el Grande, fundaba San Petersburgo, la puerta de Rusia hacia el occidente
europeo.
Pero, cuando
hablamos en África de reinos del siglo XVII a la primera mitad del siglo XX,
debemos tener presente que su concepto de “Estado Nación” y soberanía
territorial dependía de la existencia de sociedades tribales y de medios
tecnológicos precarios para viajar por grandes extensiones desérticas y
mantener comunicaciones administrativas.
En las regiones marroquíes más alejadas de
la capital y de las grandes ciudades Las tribus vivían en lo que se llamaba en aquel
entonces la “Sayba”, es decir en anarquía,
y los sultanes de Marruecos ejercían el poder a través de la designación de
algunos jefes o sus representantes personales, y el envío de dahires (decretos) a las tribus del
Sahara, hechos que justifican la lealtad, la pleitesía y el fuerte apego al
Sultán de Marruecos.
Entre estos antecedentes pueden mencionarse, los
documentos de nombramiento y destitución de los agentes de las autoridades, los
funcionarios, los militares y los líderes religiosos. La mejor prueba es la del
decreto del emir del Emirato de Trarza en el suroeste de Mauritania, que había
sido firmado por el sultán Moulay Abdelaziz. En el año 1905, el mismo sultán
encargó a su gran visir Cheikh Mohammed Hassan Ben Yaich, realizar una gira de
inspección a Saguia el Hamra, donde estaba entregando los Dahires de
nombramiento a los Caids y a los representantes de la administración que habían
jurado lealtad y pleitesía al Sultán.
Desde 1898 hasta 1905, el sultán Mulay Abdelaziz,
estaba interesado por la construcción de la ciudad de Esmara enviando el
material necesario a través del puerto de Tarfaya, e incluso en el momento del
establecimiento del Protectorado en Marruecos, el Reino marroquí no dejó de
recaudar impuestos desde esta región.
Cabe señalar que el príncipe alauí Moulay Idriss Ben
Abdul Rahman, fue el enviado a la ciudad de Esmara y al resto de las
zonas del sur, para cobrar los impuestos y mantener la resistencia contra las
tentativas de invasión venidas de los franceses en el sur de Senegal (las
batallas que dirigió en el Emirato de Tagant).
A pesar de la ocupación española, se han conservado
dos aspectos relacionados con la soberanía marroquí, a saber: la pleitesía, es
decir redacción de un documento de lealtad por los jefes de las tribus al Rey,
y el compromiso de predicar (rogar, suplicar) al Rey en los discursos y sermones
en las mezquitas.
Incluso durante la colonización francesa de Argelia en
1830, el reino de Marruecos se extendía en una superficie de dos millones de
kilómetros cuadrados. Es más en todas las épocas sus provincias del Sahara
representaban las fronteras con Argelia, Mauritania y algunos países de África.
Así, el acuerdo firmado el 27 de noviembre de 1912
entre Marruecos y España, ejerció un régimen de protectorado en los territorios
del Sultanato de Marruecos, concretamente en el norte y en el sur de la zona
del Protectorado francés que ocupaba la mayor parte de los territorios de
Marruecos. Las regiones comprendidas en la zona de influencia española
continuaron bajo la autoridad civil y religiosa del jalifa o representante
del Sultán, con residencia en Tetuán.
Los países europeos tienen sobrado conocimiento del
contexto de la ocupación de las regiones del Sahara por España; de hecho, los
argumentos y los documentos que están a su disposición, particularmente en
Madrid, París, Lisboa y Londres, confirman que Marruecos ejercía soberanía
sobre las regiones del Sur. Por lo tanto, en las conferencias de Berlín en
1884-1885 y de Algeciras en 1906, en las que se aceptaba el reparto de
Marruecos en zonas de influencia entre Francia y España, a la primera le correspondía
el centro del país y a la segunda la zona del norte y del sur del reino.
A este respecto, es de mayor importancia citar la
posición de Alemania, porque fue el último país europeo que aceptó la
imposición del Protectorado francés en Marruecos, en su acuerdo firmado con
Francia en 1911, había puesto como condición inviolable la necesidad de
proteger la soberanía del Rey de Marruecos y de preservar la integridad
territorial del reino.
2.
PERIODO COLONIAL
Marruecos era un objetivo atractivo para las potencias
occidentales, debido a su posición y su interés estratégico y a su proximidad a
los países europeos; las primeras muestras de colonización y expansión se
remontan al siglo XV y XVI, cuando los españoles fueron atraídos por el litoral
del Sahara. Su primer establecimiento sobre esta parte del litoral sahariano
data de 1476. Por su parte, los portugueses empezaron una política
expansionista en Marruecos para controlar la costa y las actividades de
piratería.
El tratado de Alcáçovas fue firmado entre España y
Portugal en 1479, un acuerdo que constituyó una plataforma para repartir los
territorios atlánticos entre ambos países, con lo cual Portugal se le reconoció
a España la soberanía sobre las Islas Canarias y el sur de Marruecos, mientras
que España reconoció el reino de Fez (actual Estado marroquí) como en el esfera
de influencia del reino de Portugal.
A partir de 1865, los españoles iniciaron numerosas
incursiones en la costa sur de Marruecos con el fin de estabilizarse, para
explotar sus riquezas pesqueras y controlar el flujo del comercio, haciendo
frente al mismo tiempo a cualquier intervención (injerencia) de otras potencias
coloniales en aquellas zonas.
En 1884, España pudo ocupar las zonas costeras del sur
de Marruecos, pero las fuerzas coloniales españolas no eran capaces de extender
su autoridad sobre el conjunto del territorio marroquí, limitándose solamente
al control del centro comercial de la isla de Dajla, y esto se debe a la
intensa resistencia marroquí por un lado, y a las enormes dificultades
financieras a las que se enfrentaba España por otro lado.
El acercamiento político entre España y Francia dio
lugar a la celebración de acuerdos entre las dos potencias coloniales, como el
tratado firmado el 27 de junio de 1900, en el que ambos países delimitan las
fronteras de sus zonas de influencia en Marruecos. Las disposiciones de este
tratado se confirmaron en los tratados del 03 de octubre de 1904 (tratado
secreto) y del 27 de noviembre de 1912, según los cuales España ejerció un régimen
de protectorado hasta los años 1956 y 1958, pero pese a una serie de ataques en
varias regiones de Marruecos, la ocupación efectiva del Sahara no se realizó
hasta 1934, cuando se apoderó de las ciudades de Esmara y la región de Oued
Eddahab (Río de Oro).
En el tratado de Fez, del 30 de marzo de 1912, se
establece el protectorado francés sobre Marruecos; luego Francia firma un
acuerdo con España el 27 de noviembre de ese mismo año, reconociendo a Madrid
el territorio de la zona sur y norte de Marruecos, estableciéndose el
protectorado español, con capital en Tetuán, bajo la autoridad del jalifa
o representante del sultán de la zona, Muley Mohammed Mehedi Uld Ben Ismael,
sustituido por su hijo Muley El Hassan Ben El Mehdi, en 1923; salvo la ciudad
de Tánger que obtiene carácter de ciudad internacional por el estatuto de 1923
ejercido por varios países.
Sin embargo, la resistencia marroquí a la ocupación se
llevó a cabo en todas las zonas hasta la producción de la independencia formal
de Marruecos y el fin del protectorado, en virtud del acuerdo franco-marroquí
firmado el 2 de marzo de 1956, que puso fin al tratado de 1912 y Marruecos
lograría recuperar su independencia. Seguido por el acuerdo hispano-marroquí el
07 de abril de ese mismo año, a consecuencia del cual Marruecos consigue la
independencia, y comenzó a reclamar algunos territorios todavía ocupados.
3.
DESCOLONIZACIÓN
Marruecos logra su independencia política en 1956,
finalizando los protectorados ejercidos por Francia y España sobre su
territorio. Pero, la recuperación de algunos territorios controlados por España
se realizó en sucesivas etapas: el norte en 1956, las zonas de Tarfaya en 1958
y Sidi Ifni en 1969. Por lo tanto, Marruecos sigue reclamando ante las Naciones
Unidas la recuperación de las provincias de Río de Oro y la Saguia el Hamra
(las provincias del Sur).
4.
LA GUERRA DE LAS ARENAS
La presencia colonial de Francia en Argelia fue un
obstáculo para la delimitación territorial entre este Estado y Marruecos. A
partir de la década de 1930, aprovechando la existencia del Protectorado,
Francia anexo las regiones marroquíes de Tinduf
y Béchar a lo que en esa época se
denominaba como Departamento de Ultramar
de la Argelia Francesa.
Al recuperar su independencia, en 1956, el Reino de
Marruecos inmediatamente reclamó a Francia la restitución de su territorio. El
tambaleante gobierno de la IV República propuso al rey Mohamed V reintegrar el
territorio ilegalmente anexado y acordar un tratado definitivo de límites muy
favorable a Marruecos a cambio de que el gobierno marroquí cesara en su apoyo
al movimiento independentista argelino. La respuesta de Mohamed V fue
categórica. El monarca marroquí se negó terminantemente a establecer cualquier
acuerdo diplomático con la potencia colonial a espaldas de sus “hermanos de Argelia”.
Sin embargo, una vez producida la independencia, el
líder radical argelino Ahmed Ben Bella se negó a reconocer los reclamos
territoriales de Marruecos. Pronto se generaron incidentes en la desértica zona
fronteriza en disputa de Hassi Bayda. En octubre de 1963 comenzó el
enfrentamiento militar abierto. El Ejército de Liberación Nacional de Argelia
estaba formado por los antiguos combatientes que habían enfrentado a las
fuerzas coloniales franceses en una guerra de guerrillas que se prolongó por
más de ocho años. Además, contaba con armamento y entrenamiento suministrado
por la Unión Soviética –en especial, blindados T-55) y con la asistencia de
novecientos combatientes cubanos enviados por Fidel Castro[1].
No obstante, las fuerzas armadas de Hassan II,
equipadas con moderno armamento occidental y contando con la discreta
asistencia de los Estados Unidos y Francia se impusieron sobre el terreno. Los
combates más sangrientos se produjeron en los pueblos de Figuig y M. Hamid.
Finalmente, la intervención de la Organización para la Unidad Africana logró el
establecimiento de un alto al fuego,
el 4 de noviembre de 1963. El acuerdo fue firmado en Bamako por Hassan II y Ben
Bella, merced a los buenos oficios del emperador etíope Haile Selassie I.
Las tensiones entre Marruecos y Argelia se redujeron
gracias al establecimiento de una zona desmilitarizada en el tramo en disputa
de la frontera común y el conflicto territorial quedó en manos de una comisión
africana de arbitraje. Posteriormente, el 17 de julio de 1964, durante la
Conferencia de El Cairo, una reunión entre Hassan II, Ahmed Ben Bella y el
presidente tunecino Habib Boruguiba, sirvió para estabilizar la región del
Magreb.
En 1965, un golpe militar derrocó a Ben Bella, con su
sucesor el coronel Hourari Boumedián, las relaciones entre Marruecos y Argelia
mejoraron transitoriamente. La catedrática de Historia de la Universidad de
California opina al respecto de este conflicto que “fraguó una hostilidad
permanente y una amarga animosidad envenenó el ambiente entre los dos vecinos,
que desembocó directamente en la crisis del Sáhara Occidental en 1975”.[2]
5. REIVINDICACIÓN DEL
SÁHARA
El 14 de diciembre de 1960, la ONU, de acuerdo con la
Resolución 1.514 de su Asamblea General, ratificó la declaración para la
concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales, y recomendó al
Gobierno español, tras oír a Marruecos y Mauritania, que organice una votación,
que ella supervisará, para evidenciar el derecho de la población saharaui a la
autodeterminación. Francia otorgó la independencia a Mauritania y España
comienzo a pensar que se acercaba el momento de abandonar su colonia del Sáhara.
Por lo tanto, reconoció ante las Naciones Unidas que está región se encontraba
dentro de los territorios no autónomos. Pero intentó aprovechar esta
recomendación para impulsar la creación de un Estado Satélite en el Sáhara que preservara la presencia española
en la región.
A comienzos de los años setenta la juventud, en
especial los estudiantes universitarios, se sienten inclinados a romper con las
estructuras sociales tradicionales y adherir a todo tipo de ideas
radicalizadas. Son los años del movimiento hippie, el auge de las filosofías
orientales, del inicio del consumo de drogas. Es una época en que la utopía parece al alcance de la mano.
Donde la Guerra de Vietnam y el Mayo Francés del ‘68 provocan en la
juventud una necesidad de compromiso y participación en la construcción de un
mundo mejor. Aun cuando ello implique adherir a la “lucha armada”.
Desde Medio Oriente, tras la Guerra de los Seis Días,
aparecieron los campos de refugiados y las nuevas formas de lucha. Se
multiplican los “frentes populares de
liberación” que aplican técnicas de terrorismo y guerrilla urbana:
secuestros de aviones, atentados explosivos, secuestros extorsivos, asesinatos
selectivos, etc. Diversos países de la región albergaron campos de
entrenamiento militar donde se adiestraban los jóvenes guerrilleros que luego
llevaron la violencia a los más diversos rincones del mundo.
En sintonía con los cambios que se producían en el
Medio Oriente, tras poco más de una década de sangrientos enfrentamientos en el
Sidi Ifni, en 1969, las Cortes franquistas aprobaron el reintegro de este
territorio al Reino de Marruecos.
El 27 de mayo de 1970, Argelia, Marruecos y Mauritania
proclamaron su intención de “colaborar en
la liberación del Sáhara”. Marruecos, que aún no tenía resueltas sus fronteras
con Mauritania y Argelia, llegó a esta declaración para avanzar en la
recuperación de sus territorios todavía en poder de España. Más tarde, Argelia
al verse excluida del reparto territorial del Sáhara Occidental comenzó a
alimentar con dinero y propaganda el inexistente, hasta entonces, nacionalismo
saharaui.
El 17 de junio, se produjo una demostración a favor de
la independencia en el centro de la ciudad del Aaiún que terminó en una masacre
de saharauis y la ejecución extrajudicial del dirigente saharaui Mohamed Sidi
Ibrahim Basir a manos del Ejército franquista.
Un grupo de estudiantes secundarios y universitarios,
más radicalizados, aprovechan sus vínculos con a la Unión Soviética, a través
de Argelia, crean el 10 de mayo de 1973, el “Frente
Popular de Liberación de Saguía el Hamra y Río del Oro, más conocido como “Frente Polisario”. Siguiendo el modelo
soviético tradicional la jefatura es ejercida por un “Secretario General”: El Ueli uld Mustafá, un joven estudiante
proveniente de Saguia. Originariamente, la creación del Frente tenía por
intención restaurar la soberanía marroquí sobre el territorio saharaui pero la
intervención de Argelia y Libia transformaron un movimiento anticolonial en una
organización separatista de ideología marxista leninista.
La Libia del coronel Muhammad Gadafi comenzó a
difundir la ideología del socialismo árabe entre los jóvenes saharauis
refugiados en Mauritania. A partir de 1974, los libios brindaron entrenamiento
y armas sofisticadas los saharauis a través de su embajada en Nuakchot. El Frente Polisario comenzó a realizar
acciones guerrilleras atacando puestos, patrullas y convoyes españoles.[3]
La intromisión de Argelia en este asunto desempeñó un
papel crucial en cuanto a la conversión de las orientaciones del Frente. Así
pues, colocó a estos estudiantes saharauis bajo su tutela abasteciéndolos de
dinero y armas; y ello, a manera de contraparte a la derrota que Marruecos le
infligió en la “guerra de las arenas”
en 1963. Patrocinando este movimiento separatista, Argelia aspiraba a concretar
sus ambiciones geopolíticas, en particular, pretendiendo garantizar su acceso
al Océano Atlántico para exportar desde los puertos de la región su petróleo y
gas rumbo a Europa, buscando “encajonar”
a Marruecos entre estados hostiles que los aislaran de su natural proyección
territorial hacia el interior de África.
Del mismo modo, los dirigentes políticos y militares
argelinos han estado convencidos de que su supremacía sobre la región sólo se
confirmaría debilitando a Marruecos mediante la formación, en esa parte del
Sáhara de una esfera de influencia argelina, a través de la creación de un
artificial Estado satélite.
El 25 de abril de 1974, tuvo lugar la llamada “Revolución de los Claveles” que puso
fin al decadente Estado Novo,
presidido por Marcelo Gaetano. El poder recayó en el general Antonio de Spínola
y del izquierdista Movimiento das Forças
Armadas. Inmediatamente comenzó el proceso de descolonización de las
colonias portuguesas en África: Angola, Mozambique, Sao Tomé y Príncipe, etc.
La Unión Soviética aprovechó el repliegue de Portugal
y la debilidad de la presidencia estadounidense afectada por la retirada de
Vietnam y por el escándalo Watergate para extender su influencia por el
continente africano. Contó para ello con la colaboración del gobierno cubano
que envió 40.000 soldados a la región. A partir de 1969 una flota soviética se
acantonó en Conakry, en el Golfo de Guinea, y en 1976 con la toma del poder por
el Movimiento para la Liberación de Angola, la URSS dispuso de facilidades en
los puertos de Luanda, Lobito y Mocamedes. Allí se estacionaron una docena de
buques entre los cuales había tres o cuatro destructores, una nave anfibia y un
número indeterminado de submarinos nucleares y buques espías.
Las islas de Cabo verde, Guinea Bissau, Sierra Leona,
Guinea Ecuatorial, Sao Tomé e Príncipe, Congo, Zaire y Angola pasaron a tener
regímenes ligados en mayor o menor medida a la órbita soviética. Las visitas del presidente del Presidium
Podgorny y del Primer Ministro cubano Fidel Castro a la región, pusieron de
relieve la importancia que el Bloque socialista concedía al continente
africano. Por ese entonces, se estimaba que la ayuda militar soviética al
continente era de aproximadamente dos mil millones de dólares en 1976.[4]
6. LA MARCHA VERDE
El gobierno franquista de España, que estaba llegando
a sus últimos días, intentó crear un Estado títere en al Sahara marroquí que
por su propia debilidad quedaría bajo la órbita de Madrid. Con este propósito,
el 20 de agosto de 1974, el gobierno español anunció su intención de celebrar
un referéndum de autodeterminación en
el Sáhara en los primeros seis meses de 1975. La intención española es
preservar sus intereses económicos en ese territorio.
Marruecos desbarató la maniobra continuista española
recurriendo al Tribunal Internacional de Justicia para que determinara si el
territorio sahariano era res nullius,
tierra de nadie, en el momento de la llegada de los españoles, en cuyo caso
aceptaría el referéndum, o sí, por el contrario, existían títulos jurídicos de
Marruecos sobre el Sáhara, solicitando entonces de la ONU que recomendara
negociaciones directas entre Rabat y Madrid.
Saldando un diferendo de más de cuatro años, Marruecos
y Mauritania acordaron una división de sus respectivas soberanías en el Sáhara
Español a los efectos de facilitar la descolonización del territorio. Marruecos
renunció temporariamente a parte de su soberanía territorial para asegurarse al
menos una parte de sus antiguas posesiones. Posiblemente, el rey Hassan II
tuviera la certeza de que Mauritania no sería capaz de controlar el territorio
saharaui y que pronto se vería obligada a reintegrarla a la soberanía marroquí.
El 23 de mayo de 1975, al término de una reunión del
Consejo de Ministros, el ministro de Información León Herrera, da a conocer la
siguiente declaración: “El Gobierno
confirma su deseo de cumplir las resoluciones aprobadas por las Naciones Unidas
y, al mismo tiempo, declara su propósito de transferir la soberanía del
territorio del Sahara en el más breve plazo que sea posible, en la forma y modo
que mejor convenga a sus habitantes y a la satisfacción en su caso de cualquier
legítima aspiración de países interesados en aquella zona”.
El 16 de octubre de 1975, el Tribunal Internacional de
Justicia de La Haya dio a conocer un dictamen sobre el Sáhara. El alto tribunal
consideró que el Sáhara Occidental, en el momento de la llegada de España,
fijado en 1884, no constituía una res
nullius, sino que se hallaba habitado por poblaciones que, aunque nómades,
estaban social y políticamente organizadas en tribus y colocadas bajo la
autoridad de jefes competentes para representarlas que rendían tributo y
acatamiento al Sultán de Marruecos.
Inmediatamente el rey Hassan II se dirigió a la nación
por radio y televisión para declarar que la Corte Internacional de La Haya
había afirmado la existencia de vínculos jurídicos y de sumisión entre la
población del Sáhara y el reino de Marruecos. Una vez reconocido este derecho,
decía Hassan II “no nos queda más que
recuperar nuestro Sahara, cuyas puertas se nos han abierto”.
Según el Rey, “La
recuperación” se haría de una manera pacífica, mediante una marcha civil en
la que participarían 350.000 voluntarios quienes solamente irían armados con el
Corán: era “La Marcha Verde”.
La posición de Marruecos de recuperar sus territorios
en el Sáhara era bien vista por los Estados Unidos de América y Francia que
temían que la aparición de un Estado títere en esa región favorecería la
expansión de la Unión Soviética en el frente atlántico del África a través de
Estados “procuradores” como lo eran
en ese entonces Argelia, Libia e incluso Cuba. Es por ello, que el secretario
de Estado Henry Kissinger expresó su apoyo a la soberanía marroquí sobre el
Sáhara. Incluso el Alto Estado Mayor español veía en el control marroquí un
freno a las actividades subversivas del Movimiento
para la Autodeterminación e Independencia de Canarias –MPAIAC-, otro grupo
liberación apoyado por Argelia y Libia que buscaban proyectar su influencia
desde el Mediterráneo hasta la costa del Atlántico.
El 17 de octubre de 1975 se reunió el Consejo de
Ministro de España presidido por el agonizante Generalísimo Francisco Franco
Bahamonde y decidió el abandono del Sáhara Español. El 18 de octubre, el
general jefe del Alto Estado Mayor y presidente de la Junta de Jefes de Estado
Mayor, Carlos Fernández Vallespín, envía al teniente general jefe del Estado
Mayor Central la orden de iniciar la “Operación
Golondrina”, el 10 de noviembre de 1975 a las 09.00 horas.
El 21 de octubre de 1975, el primer ministro marroquí,
Ahmed Osman, da salida a una vanguardia de 20.000 voluntarios. El 3 de
noviembre se concentran en Tarfaya 350.000 ciudadanos y dirigentes marroquíes
que apoyaban los reclamos de su rey.
A partir del 30 de octubre, mientras que la Marcha Verde todavía estaba en Tarfaya,
las Fuerzas Armadas Reales de Marruecos recuperaron el Sahara Occidental sin
resistencia o protesta de España y se dirigieron hacia Hausa, Echdeiría y
Farsía.
El 8 de noviembre de 1975, el ministro Carro, con el
embajador Martín Gamero, se entrevistan con Hassan II en Agadir y le ofrece las
suficientes garantías sobre la entrega del Sáhara. El día siguiente, el rey
Hassan II pronuncia un emotivo discurso afirmando que el pueblo marroquí ha
alcanzado sus objetivos políticos y que, por lo tanto, los voluntarios debían
retornar al punto de partida. El día 10 de noviembre los voluntarios marroquíes
comienzan su regreso a Tarfaya.
La entrega del Sáhara se formalizó, en Madrid, entre
el 12 y el 14 de noviembre de 1975, por medio de los llamados Acuerdo Tripartitos. España entregaba la
administración del territorio a Marruecos y Mauritania y se retiraría
definitivamente el 28 de febrero de 1976. Inmediatamente el rey Hassan II se
dirigió a los saharauis manifestando que “respetaría
la opinión de la población saharaui expresada a través de la Yemáa” el
órgano de consulta creado por los españoles.
En 1976, el Frente
Polisario proclamó unilateralmente el nacimiento de la “República Árabe Saharaui Democrática” durante una conferencia de
prensa realizada en los campos de “refugiados”
cerca de Tinduf, dentro del territorio de Argelia. Se trataba de otra “democracia popular” donde las
estructuras estatales y las del partido único se mezclan en una sola entidad.
La RASD nunca alcanzó los atributos
mínimos para ser considerado un Estados. No obtuvo reconocimiento internacional
por un número suficiente de Estados ni dispuso de un territorio propio donde
ejercer la soberanía, solo “controlaba”, con
el apoyo del Ejército argelino, los
campos de refugiados situados a unos pocos kilómetros cuadrados de alrededor de
Tinduf, dentro del territorio y la soberanía de Argelia.
Inmediatamente, la Unión Soviética, Cuba y Argelia
comienzan a ejercer su influencia sobre las naciones del Tercer Mundo para que
algunas de ellas reconozcan a esa suerte de Estado virtual que era la RASD.
Después del retiro de las tropas españolas, el Frente
Polisario contando con el apoyo de Argelia y otros países socialistas
desarrolló una guerra de guerrillas contra las fuerzas marroquíes y mauritanas
que ocupaban el territorio recientemente descolonizado. Los guerrilleros del
Ejército de Liberación Popular Saharaui entrenados y armados por Argelia
contaban con armamento ligero, eran profundos conocedores del terreno y sus
rutas, del que sacaban gran provecho. Se desplazaban en pequeñas unidades o
columnas de vehículos todoterreno, atacan de manera rápida y contundente para
luego replegarse a territorio argelino.
El Ejército de
Liberación Popular Saharaui era conducido por el comandante Lahbib Ayub, un
miembro de la influyente tribu Erguibat
Lebuihat, nacido en 1951, en Tifariti, al sureste de Smara. Hijo de un
criador de camellos, Ayub se unió a la lucha contra la dominación española
antes de cumplir los veinte años y fue uno de los fundadores del Frente Polisario en 1973.
El 6 de junio de 1976, Ayub realizó una incursión en
el desierto de más de cuatrocientos kilómetros, bajo de Nuadhibu y ocupó por
breve tiempo los suburbios de Nuakchot, la capital mauritana. Empleando cañones
sin retroceso para bombardear la residencia presidencial. En 1977, multiplicó
sus ataques contra el tren que transportaba el mineral de hierro extraído por
SNIM –la empresa nacional de la industria minera- hacia la costa atlántica,
principal fuente de recursos del país. Unos meses más tarde, atacó directamente
la ciudad minera de Zuerate, donde habitaban centenares de cooperantes
franceses con sus familias. Aprovechando las escasas fuerzas de defensa de la
ciudad, Ayub atravesó las trincheras y fosos antitanques, ocupó el aeropuerto y
el centro de la ciudad provocando el desbande de las fuerzas mauritanas. Dos
franceses murieron en el ataque y otros seis fueron secuestrados como “prisioneros de guerra”.
La incursión de Ayub fue directamente organizada por
el coronel Liamín Zerual –quien el 31 de enero de 1994 se convirtió en
presidente de Argelia-. En el ataque las fuerzas del Polisario emplearon
armamento sofisticado proporcionado por Corea del Norte.
Durante más de una década el Frente Polisario combinó
la guerra de guerrillas con acciones terroristas contra intereses y ciudadanos
españoles y de terceros países, aún después del retiro de España del Sáhara.
Entre estas acciones criminales se pueden mencionar las siguientes:
-
Marzo de 1975:
Secuestro durante siete meses del comerciante canario Antonio Martín.
-
Atentado contra el
pesquero “Puerto de Naos”.
-
Abril de 1977:
Atentado contra los pesqueros canarios “Pinzales”
y “Saa”.
-
Noviembre de 1977:
atentado contra el pesquero “Lugo”.
-
20 de abril de
1978: atentado contra el barco “Las
Palomas” y secuestro de su tripulación hasta el 14 de octubre de ese año.
-
Mayo de 1978:
Atentado contra el pesquero “Lérez”.
-
Agosto de 1978:
Atentado contra el pesquero “Tela”.
-
Septiembre de
1978: atentado contra los pesqueros “María
Luisa”, “Alada”, “Dorotea”, “Mar Caribe” y “El Batán”.
-
5 de octubre de
1978: captura del pesquero español “Génesis”,
tres pescadores heridos son trasladados a campamentos del Polisario y liberados
el 12 de octubre.
-
Octubre de 1978:
ataque contra el barco sudafricano “Zuiderster
8”, arrojando un saldo de seis víctimas mortales.
-
30 de noviembre de
1978: Hombres del Frente Polisario, en trajes de buceo, suben a bordo del
pesquero “Cruz del Mar”, desde una
lancha “zodiac” y, tras cenar
amigablemente, reúnen en cubierta a la tripulación y los ametrallan. Siete de
los tripulantes fallecen y tres, aunque son heridos, sobreviven.
-
Julio de 1979:
Ataque contra el barco panameño “Dong
Bang 53”.
-
Abril de 1980:
ataque al pesquero “Juancho”.
-
Marzo de 1985:
ataque contra el pesquero “Carmen de las
Nieves”.
-
Junio de 1985:
ataque contra el pesquero “Peixe do Mar”.
-
22 de septiembre
de 1985: ataque contra el pesquero “Junquito” y contra la patrullera militar
española “Tagomago”, incluido el
asesinato y secuestro de tripulantes. En represalia por estos ataques el
entonces Jefe de Gobierno español Felipe González dispuso, el 30 de octubre, la
expulsión del territorio español de los “representantes”
del Frente Polisario. Sin que la medida fuera revocada y sin que los líderes
del Polisario pidieran perdón o se juzgara a los responsables, años más tarde,
los representantes polisarios retornaron a España.
-
Julio de 1986:
Ataque contra el pesquero “Andes”.
-
Septiembre de
1986: ataque contra el carguero de la Naviera Armas “Puente Canario”, con el salto de dos tripulantes muertos.[5]
-
Según la ONG
española “Asociación Canaria de Víctimas
del Terrorismo del Frente Polisario”, un total de sesenta navíos españoles
sufrieron ataques por parte de fuerzas del Frente Polisario que provocaron la
muerte de 289 marineros.
Los ataques del Ejército de Liberación Popular
Saharaui, gracias al apoyo de Argelia y otros países del Bloque Socialista,
obtuvieron un éxito parcial. En agosto de 1979, Mauritania se retiró del Sáhara,
evacuando Dajla y Ued Eddahab. Pero, a partir del 11 de agosto, las Fuerzas
Armadas Reales de Marruecos ocuparon la zona evacuada por Mauritania. En un
primer momento las tropas marroquíes solo controlaban los centros urbanos:
Bujdur, Dajla, El Aaiún, Bucraa y Smara. Los polisarios controlaban el
desierto. En enero de 1979, Lahbib Ayub repite su estrategia atacando
territorio marroquí en una región fuera del Sáhara Occidental. Su blanco fueron
Lemseid y la ciudad de Tan. En 1980 atacó directamente Ras el Janfra y Yebel Uarkziz.
Fue entonces cuando las autoridades marroquíes
decidieron cambiar de estrategia. Limitando la capacidad de los terroristas
polisarios de realizar incursiones guerrilleras eligiendo la oportunidad y el
lugar. Para ello apelaron a la construcción de un muro fronterizo de defensa. A
decir verdad, se trata de un muro de arena y piedra de tres metros de alto
uniendo las posiciones fortificadas con puestos de observación dotados de
timbres de alarma. Estos puestos están separados por una distancia de dos a
tres kilómetros. El perímetro fue reforzado con la instalación de alambre de
espino, campos minados, censores y patrullas móviles.[6]
La construcción del muro se inició en enero de 1980,
se ejecutó en seis etapas repartidas en el periodo de 1980 a 1987. Una vez
terminado, en 1987, el “muro” se
extendió desde Mahamid El Guizlán –a 90 kilómetros al Sur de Zagora, dentro del
territorio de Marruecos de 1975- hasta Guergarat, en la costa atlántica.
El muro de 2.200 kilómetros se extiende a lo largo de
la frontera con Argelia y de la frontera con Mauritania a una distancia que
varía entre varios centenares y varias decenas de kilómetros, delimitando así
dos zonas: un Sáhara Occidental del interior, protegido por el muro, y una
banda territorial estrecha de miles de kilómetros cuadrados que constituyen una
“tierra de nadie” de hecho por donde
las fuerzas del Polisario pueden desplazarse libremente. Cabe señalar, no
obstante, que, para transitar de norte a sur, dichas fuerzas se ven obligadas a
violar la soberanía de Mauritania.
Durante los años que demando la construcción del muro
las fuerzas del Frente Polisario intensificaron sus ataques empleando armamento
sofisticado. Pese a las bajas y daños materiales que provocaron esos ataques
del Ejército de Liberación Popular
Saharaui no fueron suficientes para impedir la terminación del muro.
La última gran incursión del comandante Ayub, la
realizó en octubre de 1989, empleando oficiales y cuadros formados en la
escuela militar de Cherchell, en Argelia, las fuerzas del Frente Polisario
intentaron adaptarse a la guerra convencional atacando el muro en Guelta Zemmur
con varias decenas de blindados. Aunque inicialmente logró franquear el muro,
Ayub debió retirarse rápidamente ante la contraofensiva lanzada por las Fuerzas
Armadas Reales de Marruecos empleando aviación y blindados. El comandante
guerrillero saharaui aprendió la lección. Sus fuerzas no eran capaces de
enfrentar a las marroquíes en una guerra de tipo convencional donde deben
ocuparse y mantenerse las posiciones. No volvería a intentar desafiar la
eficacia del muro de contención. Años más tarde, el comandante Ayub, en
conflicto con el personalismo y autoritarismo que reinaba en el Frente
Polisario abandonó la República Árabe Saharaui Democrática para radicarse
dentro de Marruecos.
Después de la terminación del muro, el Ejército de
Liberación Popular Saharaui quedó convertido en una fantasmal milicia de unos
pocos miles de combatientes.
Finalmente, el 6 de septiembre de 1991, el Reino de
Marruecos y el Frente Polisario alcanzaron un cese de hostilidades con el
auspicio de las Naciones Unidas. El alto el fuego es supervisado por la Misión
de Naciones Unidas para la Organización de un Referendo en el Sáhara Occidental
– MINURSO-, establecida por Resolución Nº 690 del Consejo de Seguridad
del 29 de abril de 1991. Nacida con el mandato original de: “Supervisar la cesación del fuego; Verificar
la reducción de tropas de Marruecos en el Territorio; Supervisar la restricción
de las tropas de Marruecos y el Frente Polisario a los lugares señalados; Tomar
medidas con las partes para asegurar la liberación de todos los prisioneros
políticos o detenidos del Sáhara Occidental; Supervisar el intercambio de
prisioneros de guerra (Comité Internacional de la Cruz Roja); hacer efectivo el
programa de repatriación (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los
Refugiados); Identificar y registrar a las personas con derecho a voto” y
lo más importante: “Organizar y asegurar
la realización de un referéndum libre y justo, y dar a conocer los resultados”.
Un referéndum propuesto por el Rey Hassan II y que nunca pudo celebrarse
dado que era la primera vez en la historia de Naciones Unidas en que una
consulta de este tipo iba organizarse sobre la base de la identificación de los
votantes. Esta operación de identificación resultó irrealizable ya que por una
parte la población no corresponde al territorio por el carácter históricamente
nómada de la población y por otra parte la falta de voluntad política de las
partes para llegar a establecer un padrón electoral que hiciera posible la
realización de dicho referéndum. Ello llevó la ONU a encaminar el proceso hacia
una solución política y negociada.
En la actualidad la MINURSO cuenta con un personal de 229 efectivos uniformados
pertenecientes a las FF. AA. de una veintena de países –incluida la Argentina-
y 279 funcionarios y empleados civiles de origen internacional. Su mandato es
anual.
Desde el establecimiento del alto al fuego y la
instalación de la MINURSO, una serie de representantes especiales de alto nivel
del Secretario General y los enviados especiales han estado trabajando en el
tema (entre ellos el ex Secretario de Estado de los Estados Unidos, James Baker
III, quien se desempeñó entre 1997 y 2004) sin lograr sacar al proceso
diplomático de su estancamiento. Marruecos y el Frente Polisario no han podido
acordar quién debe votar, cuando se debe votar y que se debe votar. Por el
contrario, desde entonces libran una suerte de batalla diplomática a favor de
sus respectivos intereses.
Después de intensas y prolongadas negociaciones las
partes acordaron cinco categorías de personas que debían ser consultadas en el
referéndum:
1.- Las personas que figuraban en el censo español de
1974 –que incluía a 74.000 nombres, aumentadas a 80.000 gracias al trabajo
meticuloso de la MINURSO-.
2.- Las personas que no figuraban en el censo de 1974,
pero que poseían documentos de identidad expedidos por las autoridades
coloniales.
3.- Los padres e hijos de las dos primeras categorías.
4.- Toda persona que pudiese acreditar que su padre
había nacido en el territorio.
5.- Las personas que pudiesen acreditar haber residido
en el territorio antes de 1974 durante seis años ininterrumpidos o 12 años de
manera intermitente.
A simple vista resulta irrisorio en 2018 efectuar una
consulta a la población basando el padrón electoral a un censo efectuado muy
apresurada y precariamente más de cuarenta años atrás, en 1974, por autoridades
coloniales que tenían sus propios intereses en la cuestión. Cabe destacar,
además, que en el antiguo Sáhara Español no existía registro civil para
inscribir los nacimientos y defunciones de los habitantes, que el grueso de la
población era nómada en continua trashumancia por una amplia región en la cual
no existían ni fronteras fehacientemente delimitadas, ni controles aduaneros o
migratorios de ninguna naturaleza. En consecuencia, cualquier padrón electoral
carecía de real legitimidad.
Tratándose del futuro de un territorio en el que vive
no solamente población saharaui, sino también población no saharaui y en donde
el gobierno de Marruecos ha llevado a cabo importantes mejoras edilicias y
desarrollos empresariales invirtiendo millones de dólares que podrían haberse
destinado a las necesidades de otras áreas del territorio marroquí.
Cabe preguntarse cuál es la legitimidad de decidir
sobre su futuro sin consultar a aquellos que han nacido y han construido sus
vidas en las últimas cuatro décadas en ese territorio. No es aceptable
desarraigar a varios millones de actuales pobladores saharianos para asentar a
los descendientes de algunos pocos miles de antiguos saharauis. Frente a esta
realidad, es inconcebible la fría aplicación del ius sanguinis sin contemplar también el principio de ius soldi a favor de los actuales
habitantes.
Por otra parte, la consulta popular que pretende
aplicarse en Sahara Occidental es parte de la denominada “revolución liberal”. Un sistema político que se estableció en
Europa a fines del siglo XVIII, cuando la Revolución
Industrial puso fin al sistema de lealtades feudales. Ahora bien, en el
Sahara Occidental nunca vivió un proceso similar al de la revolución industrial, allí todavía imperan las reglas de lealtad
propias de una sociedad tribal. En este contexto la regla de “un hombre un voto” carece de validez.
La población no vota en base a criterios personales de decisión sino tribales.
Cada tribu acatará lo que su jeque decida.
Algo similar ocurre con la población saharaui sometida
a la autoridad del Frente Polisario. Su voto no es independiente, está
condicionado por décadas de exilio “forzado”
y de guerra donde fue sometida a un fuerte adoctrinamiento y al control
político de un “estado policial” por
parte de los líderes polisarios. Bajo tal régimen de intimidación y control
político. ¿Qué otras cosas van a decidir que la autonomía?
Ahora bien, las poblaciones de los campos de refugiados
constituyen tan sólo el diez por ciento de la población actual del Sahara
Occidental, pero está sobre representada si se emplea un padrón basado en el
censo de 1974.
Es por ello por lo que algunos expertos comienzan a
reflexionar no sólo sobre los “derechos”
del pueblo saharaui y como incidiría sobre la región la creación de un “Estado saharaui independiente” pero
bajo el control del Frente Polisario.
En tales condiciones la supervivencia de ese Estado
estará en manos de Argelia. La alimentación, educación y salud de la población
dependerá de la ayuda de organismos humanitarios. El sistema político será una “democracia popular”; es decir un Estado
policíaco sujeto a la hegemonía de un partido único. La población saharaui
quedará automáticamente dividida entre quienes permanecieron fieles a Rabat y
quienes regresaron de los campos de refugiados. Además, los recién llegados
comenzaran a disputar las actividades y territorios que las tribus de las “provincias del sur” consideran
propios.
Entregar el control del Sáhara Marroquí al control del
Frente Polisario provocará inmediatamente una tragedia humanitaria con miles de
desplazados convirtiéndose en refugiados dentro de campos que se levantaran
apresuradamente en Marruecos y Mauritania. ¿Qué tipo de solución aportaría esta
medida? Ninguna. Los saharauis controlados hoy por el Frente Polisario
retornarían al Sáhara Occidental y la población de las provincias del Sur,
mucho más numerosa se convertiría en refugiados o en rehenes de los líderes
polisarios. Y, es conocido que el Frente Polisario no se caracteriza
precisamente por su respeto a los derechos humanos.
Adoptar una medida de tales características podría
repetir la tragedia humanitaria, vivida, en la década de 1990 en la región de
los Balcanes.
En este escenario, el Sáhara se convertiría en poco
tiempo en otro “Estado Fallido”
incapaz de controlar su territorio. Tal estado sería una gigantesca “área sin ley” donde prosperarían las
actividades del crimen organizado transnacional y del terrorismo internacional.
¿A quién beneficia una solución de este tipo?
6. POLÍTICA MARROQUÍ EN
DEFENSA DE SU SOBERANÍA EN LA REGIÓN DEL SÁHARA
Desde
los tiempos de la dominación colonial franco – española la monarquía alauí hizo
de la recuperación de la independencia y la liberación de la totalidad del
territorio marroquí la base moderna de su legitimidad política.
Este
programa de gobierno concebido por Mohammed V fue completado por su hijo Hassan
II por medio de
una hábil diplomacia y por la movilización nacional en tiempos de la “Marcha Verde”. Actualmente, los
mismos ideales alientan el accionar de su nieto, el rey Mohammed VI, quien ha
convertido a la defensa de la integridad territorial marroquí en el Sur el eje
central de su reinado.
Al llevar a cabo
este programa, la monarquía alauí no ha hecho más que expresar el sentir del
pueblo marroquí, más allá de cualquier diferencia ideológica o política. Todo
marroquí, todo partido político marroquí (más allá de que se inspire en ideales
nacionalistas, demoliberales, socialistas o confesionales) e incluso toda
asociación marroquí cierra filas entorno de su Rey en defensa de la marroquidad
del Sáhara.
El rey Mohammed VI ha manifestado en forma
terminante que la preservación de su soberanía en el Sáhara es un objetivo
nacional. Al conmemorar el 40°
aniversario de la Marcha Verde
-en El Aaiún en noviembre de 2015-, el
rey reafirmó que la Iniciativa para la Negociación de un Estatuto para la Autonomía de la
Región del Sáhara,
“constituye
lo máximo que Marruecos puede ofrecer”, expresando así esa conciencia
territorial.
Podría
interpretarse que con estas palabras el Rey ha trazado una suerte de línea
sobre la arena, diciendo claramente que todo es conversable, que todo se puede
negociar y acordar menos la soberanía. En 2016, Mohamed VI fue igualmente
terminante al señalar que “Marruecos va a permanecer en el Sáhara y el Sáhara en Marruecos hasta
el fin de la existencia.”
Precisamente, en
esta firma determinación de defender el Sáhara a cualquier costo, incluso por
medios militares si esta fuera la única opción, es donde reside la conciencia
territorial de una Nación. Porque para Marruecos resignar sus justos derechos
sobre el Sáhara implicaría cortar su integración con el resto de África y
cometer una suerte de suicido geopolítico.
Frente
al problema de la soberanía marroquí en sus provincias del Sur, el rey Mohammed
VI parece haber aplicado una política tendiente a solucionar el Diferendo del
Sáhara basándose en la implementación de tres estrategias diferentes pero que
convergen en un mismo propósito. Esas estrategias son:
1)
La
búsqueda de una propuesta equitativa, realista y posible para solucionar el
Diferendo respetando la mayoría de los intereses de las partes involucradas.
2)
Una
maniobra diplomática destinada a lograr el mayor reconocimiento internacional
de los justos derechos del Reino de Marruecos sobre el Sáhara y al mismo tiempo
erosionar los apoyos que los separatistas del Frente Polisario recibían de
aquellos gobierno, organizaciones y personas que por diversos motivos
(ignorancia de la realidad, afinidad ideológica, intereses geopolíticos, etc.)
simpatizaban con su causa.
3)
Impulsar
el desarrollo sustentable y una mejor calidad de vida de la población de una
región marroquí especialmente afectada por la persistencia de un régimen
colonial que expoliaba sus recursos naturales sin preocuparse por las
necesidades y el bienestar de sus habitantes.
Para cumplir con
la primera de estas estrategias, el rey Mohammed VI apeló a la presentación de la anteriormente
mencionada la
Negociación de un Estatuto para la Autonomía de la Región del Sáhara, en 2007, que
constituye la única alternativa realista y posible de encontrar una solución al
diferendo en la región del Sáhara.
En este último
sentido, el discurso real de noviembre de 2015, al tiempo que se ajusta a la
letra y espíritu de la Constitución de 2011, menciona que las Regiones del Sur
disponen ahora, desde el punto de vista jurídico, de los medios para poner en
práctica la llamada “Regionalización Avanzada”.
Comencemos por
recordar que la Constitución de 2011 establece en todas las regiones del Reino
la regionalización descentralizada. Esto implica la transferencia de
competencias y recursos a lo largo del tiempo, ya que las regiones y el Estado
central acuerdan gradualmente todas las competencias que se deben transferir y
los recursos necesarios para implementar dichas competencias.
En cuanto a las
Provincias del Sur, forman parte de una perspectiva a largo plazo de mayor
autonomía, en el marco de un nuevo modelo de desarrollo. Pero en el discurso de
noviembre de 2015 en El Aaiún, el Rey recordó que no habrá acuerdo sobre el
estatus internacional de estos territorios bajo los auspicios de las Naciones
Unidas.
Por otra lado, no
se trata de retrasar el proceso de regionalización que se inició en 2015, con
la elección de los doce nuevos Consejos Regionales del Reino. Por el contrario,
el discurso de El Aaiun lo convierte en una prioridad, y pide que se acelere la
transferencia de recursos y conocimientos. En la práctica, las Provincias del
Sur deben aplicar inmediatamente la descentralización regional, la regionalización
avanzada, en la medida en que las demás regiones del Reino dispondrán de más
tiempo para lograr esta descentralización. La regionalización avanzada se ha
acelerado desde 2015 en las Provincias del Sur, concretando un compromiso que
tardará más tiempo en alcanzarse, con igual descentralización, en las otras
nueve Regiones del Reino.
La hábil gestión
diplomática desarrollada por Rey también ha logrado aislar diplomáticamente al
Frente Polisario, recortando sus apoyos de todo tipo.
Si en algún
momento la inexistente República Árabe Saharaui Democrática, que ha inventado
el Frente Polisario con la ayuda diplomática de Argelia, logro engañar a medio
centenar de pequeños e irrelevantes estados para que le otorgaran su
reconocimiento diplomático, hoy ese número se ha reducido considerablemente.
En 2019, después
de que Paraguay, Malaui y El Salvador revisaran su decisión y rompieran todo
vínculo con la inexistente RASD. En 2020 se sumó a este grupo el Estado
Plurinacional de Bolivia. Tan solo 27 países se prestan a esta ridícula farsa.
Entre ellos varias dictaduras como Venezuela, Corea del Norte y Cuba y Argelia.
Al
respecto merecen recordarse las palabras del presidente de El Salvador, Nayib
Bukele al anunciar la ruptura de relaciones con el Frente Polisario. En su
anuncio el presidente Bukele reconoció claramente que: “El Salvador, de alguna
manera, reconoció a una república que no existe, que no tiene territorio, ni
personas y que es una república virtual”.
Por último, el rey
Mohammed VI decidió acelerar el desarrollo económico de las provincias del Sur,
sin esperar a una solución política o diplomática del Diferendo del Sáhara, y
lo hizo destinando más de ocho mil millones de dólares a la construcción de
carreteras, rediseñando ciudades y puertos o creando enlaces aéreos más
frecuentes y eficientes. Tal como constató el enviado personal del Secretario
General de la ONU para el Sáhara, Horst Köhler durante su visita, en julio de
2018, a las ciudades de El Aaiún, Dakhla y Esmara.
Recordemos
también, que en noviembre de 2015, cuando se conmemoró el 40° Aniversario de la
Marcha Verde, el rey de Marruecos anunció inversiones millonarias en
infraestructura para las provincias del Sur por un monto de 7.170 millones de
euros.
Las inversiones
anunciadas por el monarca marroquí comprendían proyectos relacionados con la
reestructuración de la industria de fosfatos, la promoción del sector agrícola
y de pesca, así como el desarrollo del turismo de aventura y ecológico.
Además, el plan
preveía también la construcción de un centro hospitalario universitario en El
Aaiún, un polo tecnológico en Foum el Oued, la promoción de la cultura hasaní,
el desarrollo de energías renovables, así como la consolidación de la conexión
de la región del Sáhara con las otras provincias de Marruecos y con el resto
del mundo, como la rehabilitación de los 1.055 kilómetros de una ruta que
vincula las localidades de Tiznit, en el sur de Marruecos y Dakhla que
demandará seis años de obras viales.
En estos proyectos
de inversiones y planes para el desarrollo regional intervinieron diversos
actores públicos y privados como la Confederación General de Empresas de
Marruecos que anunció la implementación de cincuenta y nueve proyectos en
diferentes ámbitos que implican una inversión adicional de otros quinientos
millones de dólares y de los que se espera que contribuyan a crear más de
10.300 nuevos empleos.
Quien escribe
estas páginas tuvo la oportunidad de visitar la bella ciudad de Dakhla, en
2016, para participar de las deliberaciones del Foro Crans Montana y la
localidad de El Aaiún, en 2018, como parte de un viaje de intercambio cultural
organizado por la Asociación de Amigos del Reino de Marruecos en Argentina.
En
ambas oportunidades pudo observar en forma directa la realidad local y
conversar sobre la situación de la región del Sáhara marroquí con las
autoridades locales, comenzando por el alcalde de El Aaiún, Hamdi Uld Rachid,
el diputado Rachid El Abdi, vicepresidente de la Casa de Representantes del
Parlamento de Marruecos, y diversos representantes de la sociedad civil entre
los que se destacan Sidiahmed Hormatallah presidente The Sahara Association for
Sustainable Development and the Promotion of Investment Region of Dakhla Oued
Eddahab y Habate Michan, Director de Producción en Dakhla de la empresa
pesquera Frigo Adnane cuyas instalaciones visitó.
Los que sigue
resume algunas de las muchas impresiones recogidas en esos imborrables viajes.
La
ciudad de El Aaiún es el mayor asentamiento poblacional del Sáhara marroquí,
situada a tan sólo catorce kilómetros de las Islas Canarias cuyo clima
comparte. No es muy diferente de otras ciudades marroquíes, tan solo la
esporádica presencia de algunos vehículos de la ONU y personal de los “cascos azules” recuerdan la
existencia de la Misión de Naciones Unidas para la realización del Referéndum
en la región del Sáhara Occidental (MINURSO).
La población local
es de aproximadamente cinto cincuenta mil personas y los visitantes extranjeros
circulan por toda la ciudad, entran y salen de allí con la misma libertad que
en otras partes de Marruecos o como en cualquier otra ciudad del mundo sin que
nadie les pregunte que están haciendo. Nunca son interrogados, vigilados o
controlados por las autoridades marroquíes.
La región aunque
esta situada en el Sáhara es muy rica, con mucho potencial para el desarrollo
industrial, en especial para la industria conservera, la agricultura, el
turismo de aventura, los deportes náuticos y la instalación de empresas debido
a que el gobierno no cobra impuestos de ningún tipo.
Con su inmensa y
moderna biblioteca, su piscina olímpica, su teatro, y hasta un local de la
firma estadounidense de comidas rápidas McDonald’s situado frente a la
emblemática Plaza Dcheira, todo ello en el marco de anchas avenidas y
explanadas decoradas con fuentes y palmeras, El Aaiún es un claro ejemplo de
los esfuerzos del rey Mohammed VI por desarrollar a sus provincias del Sur.
Pero, afortunadamente no es el único ejemplo.
La Región Autónoma
de Dakhla-Oued Eddahab asomada al Atlántico es la perla turística del Sáhara.
El presidente electo, Yanja Khattat, es un ex integrante del Frente Polisario
desilusionado de las mentiras de los separatistas. Hoy trabaja en Marruecos
para impulsar el desarrollo de su bella ciudad.
En Dakhla surgen
complejos hoteleros ecológicos, cerca de la paradisíaca Duna Blanca (cima
natural que corona la Bahía del Río Oro), que dan empleo a la población local.
Turistas nórdicos,
franceses y españoles disfrutan de la variada oferta gastronómica local en
locales que brindan un país privilegiado que combina una interminable bahía de
aguas trasparentes con cientos de kilómetros de dunas como cinturón protector.
La
oferta gastronómica combina los platos tradicionales de la cocina marroquí con
el pescado de fresco recién llegado desde el puerto más productivo del
Atlántico. No faltan las propuestas típicas como la “pastila” marroquí rellena de mariscos, los “tayínes” de pescado o
cordero con ciruelas o aceitunas, o el exquisito pulpo preparado “a feira”
al mejor estilo de Galicia. Todo ello sazonado con las especies marroquíes, las
más exquisitas del mundo.
Pero, Dakhla es
mucho más que un destino emergente en el turismo de aventura y ecológico. Su
importante flota pesquera de gran calado la convierten asimismo en un potente
polo para la comercialización de variedades de alta calidad de la sardina o el
pulpo. Marruecos ha hecho inversiones millonarias para que la pesca que se
envasa en este territorio empiece a conquistar el lugar que merece por su
calidad en los más exigentes mercados del mundo.
La empresa pública
fosfatos marroquíes OCP tiene proyectos de inversión por más de doscientos
millones de euros para desarrollar la infraestructura de un nuevo puerto
situado a unos sesenta kilómetros al norte de la Bahía del Río Oro.
El volumen de la
exportación de fosfatos y fertilizantes desde el puerto de Dakhla alcanzan a
tres millones y medio de toneladas anuales. No obstante, Marruecos pretende
incrementarlas, hacia el 2025, hasta alcanzar los doce millones de toneladas.
La industria de
los fosfatos dan trabajo a mil
doscientas personas en explotaciones mineras y otros seiscientos trabajadores
que desempeñan tareas en los servicios de transporte y administración.
Los fosfatos y
fertilizantes marroquíes se exportan a los Estados Unidos, Canadá, Australia,
Nueva Zelanda y México.
Además, esta
región del Sáhara marroquí, pese al déficit hídrico, produce diferentes
variedades hortofrutícolas entre las que se destacan los tomates cherry en rama
que se exportan con mucho éxito a la Unión Europea.
La ciudad de
Dakhla para las necesidades de agua potable para el consumo diario de su
población, las actividades empresariales y los desarrollos turísticos se
abastece de agua procedente del mar que es tratada en una estación
desalinizadora por ósmosis inversa con capacidad de potabilizar cuatro mil tres
cientos metros cúbicos diarios. El proceso rebaja la sal desde los treinta
gramos por litro a los apenas diez miligramos. Dakhla, no obstante, recoge
precipitaciones medias, durante los meses de diciembre y enero, de casi ochenta
litros por metro cuadrado.
Todo estos desarrollos
son el fruto del intenso trabajo llevado a cabo desde hace cuarenta años por el
pueblo marroquí y al impulso que en los últimos veinte años imprimió a las
inversiones en el Sáhara el rey Mohammed VI.
Mientras el Sahara
Marroquí es una región pujante donde su población vive y trabaja con dignidad y
una muy buena calidad de vida, similar al resto de Marruecos. Del otro lado de
la frontera con Argelia, en los campamentos de la hamada argelina donde esta
forzada a vivir la población retenida en Tinduf, la gente languidece en la
pobreza más absoluta, sin los servicios más elementales de agua, cloacas, luz
eléctrica o asistencia sanitaria.
La población de
Tinduf vive de las limosnas que llegan desde la Unión Europea y otros
organismos internacionales públicos y privados en la forma de “ayuda humanitaria”.
Para agravar aún
más esta patética situación. Los funcionarios argelinos y los jerarcas del
Frente Polisario, además de no hacer nada por ayudar a la población a
desarrollar algún tipo de actividad productiva o mejorar las precarias
viviendas locales, solo se dedican a “desviar”,
o sea robar, la ayuda humanitaria que llega a los puertos argelinos para luego
venderla clandestinamente en los mercados informales de Mauritania, Malí y
otras regiones del Sahel.
7.
CONCLUSIONES:
El llamado
“Conflicto del Sáhara” es parte de un imperfecto proceso de descolonización por
parte de España que ha sido explotado por Argelia en pos de sus intereses
geopolíticos de hegemonía en el Magreb. El Frente Polisario es un
autoproclamado representante del pueblo saharaui, pero tan sólo ejerce la
representación de la población que retiene ilegalmente en los campamentos
argelinos de Tinduf. La autoproclamada República Árabe Saharaui Democrática en
una entidad ficticia e inexistente sin territorio ni reconocimiento
internacional. El Conflicto del Sahara es hoy un remanente de los tiempos de la
Guerra Fría que solo se puede superar aceptando la incorporación de esos
territorios al Reino de Marruecos bajo un régimen de autonomía que permita a la
población de origen saharaui darse sus propias autoridades y vivir conforme a
sus tradiciones bajo la soberanía marroquí.
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geopolítica del siglo XXI. Bs. As. Ed. Dosyuna. Ediciones Argentinas.
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[4]
DELLA ROVERE, J. (otoño 1981): “África
Subecuatorial: una zona clave en la geoestrategia de la URSS”, artículo
publicado en la revista “Armas y
Geoestrategia”, N°1, 8-17.
[5]
MARTINEZ INGLÉS, A. (16/12/2009):
“El Rey Juan Carlos I traicionó al pueblo
sahar”. Carta enviada al diario “La República” de Madrid. El autor es
coronel del Ejército Español y autor del libro “España Indefensa”.
[6] VALDEZATE,
J. (21/10/2009): “Los peligros del
Sáhara”. Madrid Artículo publicado en http://www.lemigrant.net. Consultado
el 01/11/2017.
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