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La caída del gobierno de Alberto Fernández
en las encuestas indica que los tiempos del relato kirchnerista se acortan por
los desvaríos y desaciertos de algunos importantes funcionarios.
Curioso
gobierno tienen hoy los argentinos. El ministro de Defensa Agustín Rossi que se
ha pasado gran parte de su vida cantando: “Mi general cuanto valés” y
que es parte de un partido político creado por un militar para consolidar el
golpe de Estado del 6 de junio de 1943, parece desconfiar de todos aquellos que
visten uniforme.
Así, por
un lado pretende volver a la gesta sanmartiniana introduciendo el uso de llamas
para transportar ametralladoras en un intento de reinsertado la tracción a
sangre en el Ejército del siglo XXI.
El ministro
militó toda su vida en un partido que se formó con la participación de muchos exmilitares
(coronel Domingo Mercante, general Juan Filomeno Velazco, teniente primero
Benito Llambí, mayor Carlos Aloé, Almirante Alberto Teiseire, etc.) sobre la base de la subordinación, perdón el “verticalismo”
de sus militantes al “conductor”. Hoy pretende terminar con casi un
siglo de integración entre el Ejército Argentino y la ciudadanía cerrando los Liceos
Militares.
En un
país con serías carencias educativas, que año a año retrocede en las pruebas
PISA y en cuanta evaluación educativa internacional se realiza, el gobierno
kirchnerista no duda en cerrar establecimientos educativos de alta calidad y de
paso en dejar a país sin reservas militares instruidas ante la eventualidad de
un conflicto bélico.
El
ingeniero Rossi parece ignorar que el padre de la actual democracia el doctor
Raúl Alfonsín se educó en el glorioso Liceo Militar General San Martín y que de
dos de los ocho presidentes y un vicepresidente de la actual democracia
estudiaron en los Liceos Militares y no fueron nunca acusados de
enriquecimiento ilícito ni procesados después de dejar su cargo.
Pero
Rossi no es el único insólito funcionario. La ministra de Seguridad la antropóloga
Sabina Frederick sospecha que los policías y gendarmes son dados al “gatillo
fácil” y se niega a proveerlos de pistolas Taser porque teme que las
empleen para torturar a los militantes sociales y promueve acciones penales
contra vecinos que reclaman por la usurpación de sus tierras y no toma ninguna
medida para desalojar a los ocupantes ilegales.
La
viceministra de Salud Pública Carla Vizzotti no tiene mejor idea que trasmitir el
parte de infectados y muertos por el Covid 19 con el acompañamiento de la
payasa Filomena. Su jefe, el ministro Ginés González García estaba seguro de
que la pandemia no llegaría a la Argentina porque China estaba demasiado lejos.
Hoy, Argentina es el octavo país más afectado por el Covid 19 en el mundo.
El
ministro de Relaciones Exteriores Felipe Sola no sabe lo que va a declarar el
embajador argentino ante la OEA sobre las violaciones a los derechos humanos en
Venezuela y luego tiene salir a desautorizarlo públicamente.
El
ministro de Economía Martín Guzmán reconoce públicamente que dice “sarasa”
cuando informa al Parlamento sobre el presupuesto nacional.
El
presidente Alberto Fernández, para no ser menos, intento consolar a consoló a Cristina Castro, la madre del joven muerto
en circunstancias extrañas, Facundo Astudillo Castro, por su pérdida regalándole un perrito.
Y, la
vicepresidente y “jefa” absoluta del movimiento kirchnerista sólo se
preocupa de solucionar sus problemas judiciales y en cobrar doble jubilación,
eso sí, sin pagar impuestos a las ganancias.
El
kirchnerismo no puede responsabilizar al macrismo, a la pandemia del Covid 19, al neoliberalismo,
a los productores agrícolas o al perverso “imperialismo yanqui”, por el
callejón sin salida en que se encuentra el país.
La responsabilidad
por la crisis que actualmente afecta a la Argentina es del gobierno nacional por
su incapacidad para encontrar las soluciones que el país demanda con urgencia.
El
país no podrá vivir mucho tiempo más en base “al relato” kirchnerista, medio
del caos y la parálisis económica.
Recordemos
que el presidente Abraham Lincoln advirtió: “Puedes engañar a todo el mundo
algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no pueden engañar a
todos todo el tiempo”.
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