La frustrada operación de inteligencia
montada por el gobierno español del socialista Pedro Sánchez y el chavista
Pablo Iglesias en Bolivia es un ejemplo de que la ideología no suele ser buena
consejera en materia de política exterior.
El ex secretario de Estado
estadounidense Henry Kissinger, en su libro “Diplomacia” divide a los
gobiernos de su país, en lo que hace a política internacional entre “idealistas”
y “realistas”.
Los idealistas son aquellos gobernantes
que pusieron sus principios ideológicos y políticos por delante de los
intereses materiales del país que presidían. En este sentido sobresalen, según
Kissinger, Woodrow Wilson y Franklin Delano Roosevelt.
Los realistas, por el
contrario se rigen por la célebre sentencia de Lord Palmerston: “No tenemos
(Inglaterra) aliados eternos, y no tenemos enemigos perpetuos. Nuestros
intereses son eternos y perpetuos, y nuestra obligación es vigilarlos”.
Richard Nixon y Ronald Reagan, entre otros son ejemplos de estadistas
estadounidenses que implementaron una política exterior basada en el realismo
político.
Es sorprendente que dirigentes
como el líder socialista Pedro Sánchez y el chavista Pablo Iglesias, que tan
realistas se muestran en los asuntos de la política doméstica española para
tejer las alianzas más diversas. Muchas de ellas “contra natura” como
las que forjan con los separatistas catalanes y vascos.
Cuando se trata de política
internacional pierdan el norte y se dejen guiar por la solidaridad de las
izquierdas para generar un torpe e innecesario entuerto en Bolivia.
Es que el pasado 27 de
diciembre, en un acto de absoluto imperialismo y menosprecio por la soberanía
de un Estado amigo y miembro de comunidad hispanoamericana. Las autoridades
españolas con total desprecio de las normativas internacionales y la Convención
de La Haya, no tuvieron mejor idea que mandar a un grupo de comandos del GEO
(Grupo Espacial de Operaciones) encapuchados y armados a la ciudad de La Paz
para sacar clandestinamente a dos ex ministros del gobierno de Evo Morales que
se encontraban en asilo diplomático en la embajada de México en ese país.
Actualmente, nueve altos
funcionarios del gobierno de Evo Morales se encuentran refugiados en la
Embajada de México en La Paz. Algunos de ellos son buscados por las nuevas
autoridades bolivianas por diversos cargos de narcotráfico y terrorismo.
Los exministros Juan Ramón
Quintana y Héctor Arce, por ejemplo, han sido acusado por la Fiscalía Boliviana
por sedición, terrorismo y financiación al terrorismo.
Recordemos que el célebre
periodista peruano Jaime Bayly denunció que Evo Morales “presidía las seis
federaciones cocaleras. El sembradío de coca se ha multiplicado por diez y
luego por 15 desde que asumió en el poder en 2006. Él legalizó que se
expandiera el cultivo de coca en el Chapare”.
“El 94% de toda la coca que se
sembraba, se procesaba y convertía en cocaína ahí mismo, en laboratorios que
Evo Morales mandó construir con dinero de los bolivianos. Y vendía esa cocaína
a los mexicanos, principalmente al Cartel de Sinaloa, cuyos aviones aterrizaban
en los aeropuertos clandestinos y en otros que construyó Evo Morales. Va a
extrañar esos centenares o miles de millones de dólares que ha obtenido
vendiendo cocaína a los mexicanos principalmente, como en los 80 le vendía
cocaína a Pablo Escobar”, agregó Bayly.
Al parecer el plan de los
socialistas españoles consistía en facilitar con un automóvil con chapa
diplomática de la Embajada de España y la compañía de la encargada de Negocios
de España, Cristina Borreguero y el cónsul español, Álvaro Fernández, la fuga
de Juan Ramón Quintana, ex ministro de la Presidencia y Héctor Arce, ex
ministro de Justicia.
Los ex ministros de Evo
Morales debían huir por tierra hasta territorio argentino desde donde luego,
con la complicidad del gobierno kirchnerista de Alberto Fernández, embarcarían
para España donde se les concedería el estatus de refugiados políticos.
Todos el plan contaba con la
complicidad del gobierno de México de Andrés Manuel López Obrador que
participaba de la maniobra a través de su embajadora en La Paz, María Teresa
Mercado.
La operación se montó pese a
que el gobierno mexicano sabía que las autoridades bolivianas mantenían bajo
vigilancia activa su sede diplomática. Pero esperaban burlar el cerco merced a
la supuesta inmunidad que adjudicaban a los automóviles con chapa diplomática.
Pero la Policía Nacional de
Bolivia estaba muy atenta y cuando vio que en los vehículos había personas que
cubrían su rostro con pasamontañas y presuntamente estarían armadas les impidió
abandonar la Embajada de México.
El asunto terminó en un
verdadero escándalo internacional. El gobierno boliviano de Jeanine Áñez
expulsó del país a los dos diplomáticos españoles y a la embajadora mexicana,
junto a los miembros del GEO que pasaban por personal de seguridad de la
embajada española. Declarados “persona no grata” fueron intimados a
dejar el país en 72 horas.
“Este grupo de representantes
de los Gobierno de México y España ha lesionado gravemente la soberanía del
pueblo y del gobierno constitucional de Bolivia”,
aseguró al anunciar la medida la presidente interina de Bolivia Jeanine Áñez.
El gobierno de López Obrador,
por su parte, decidió dar sordina al asunto, pero Pedro Sánchez se hizo el
ofendido y en represalia expulsó a tres diplomáticos bolivianos.
Si la frustrada operación de
inteligencia hubiese sido montada por presidentes de derecha como Donald Trump
o Jair Bolsonaro, la repercusión en la prensa internacional habría sido muy
amplia. Pero como el acto imperialista fue realizado por un gobierno
progresista para apoyar a los socialistas del siglo XXI, el periodismo progresista
prácticamente ignoró la cuestión.
Al parecer, la operación
ordenada por el gobierno en funciones de Pedro Sánchez se gestó por la presión
llevada a cabo por el ex jefe de Gobierno socialista, José Luis Rodríguez
Zapatero, el líder de Izquierda Unida Alberto Garzón Espinoza y el líder del
partido chavista español Podemos, Pablo Iglesias, futuro vicepresidente de
España.
Recordemos que el 21 de febrero de 2018, Rodríguez
Zapatero, Iglesias, Garzón Espinoza y los secretarios generales de UCT y CCOO,
Pepe Álvarez y Unai Sordo, organizaron en el Auditorio Marcelino Camacho de Comisiones
Obreras un acto de apoyo a la candidatura presidencial del Evo Morales bajo el
lema “Por Bolivia, Por Evo”.
Es que durante sus años en el poder, el
dirigente indigenista Evo Morales invirtió mucho dinero financiando a grupos de
izquierda europeos para mejorar su imagen internacional. Por Unidos Podemos, el
encargado de los vínculos con Bolivia (en especial venta servicios de asesoría
y de imagen internacional) fue el diputado Iñigo Torrejón.
Ahora, es el momento de que los chavistas
españoles en el poder devuelvan sus muchas gentilezas a Evo Morales y los
integrantes de su Movimiento al Socialismo y al mismo tiempo cumplan con las
directivas emanadas desde el Foro de Sâo Paolo.
Parece que desde ahora, con el binomio Sánchez
– Iglesias la política exterior española atenderá más a los compromisos
ideológicos que a los intereses permanentes de España o a los principios de la
democracia.
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