La decisión del gobierno de la presidente
Jeanine Añez de terminar el vínculo diplomático con la Falsa República Árabe
Saharaui Democrática (RASD) es un nuevo golpe que acentúa el aislamiento de los
separatistas del Frente Polisario
La
decisión del gobierno del Estado Plurinacional de Bolivia en manos de la
presidente Jeanine Añez de terminar con las ficciones políticas y los
compromisos ideológicos impuestos por el renunciante presidente populista Evo
Morales (hoy buscado por la justicia) llevó al retiro del reconocimiento
diplomático a la inexistente RASD.
En su
momento de gloria, en plena Guerra Fría, cuando los alineamientos ideológicos
estaban a la orden del día y existía el Bloque Socialista y la influencia
internacional de la Unión Soviética y sus aliados era decisiva, la diplomacia
argelina realizó un gran esfuerzo para que el Frente Polisario consiguiera el
apoyo de una cincuentena de países que por ignorancia o necesidades políticas
aceptaron que existía un Estado donde no había nada.
Pero,
la situación cambio radicalmente tras la caída del Muro de Berlín y la rápida
desaparición de las llamadas “democracias populares”. El apoyo a los separatistas
del Polisario se fue gradualmente diluyendo. Lo que comenzó como un goteo
pronto se transformó en una catarata de rechazos diplomáticos.
Uno de
los últimos en abandonar el apoyo a los separatistas fueron los países de
Paraguay, Malawi y El Salvador. Precisamente el presidente de El Salvador,
Nayib Bukele al anunciar el año pasado que su país se desvinculaba del Frente
Polisario realizó una gráfica descripción de los paradójico que era mantener
relaciones diplomáticas con una entidad inexistente. “El Salvador, de alguna
manera, reconoció a una república que no existe, que no tiene territorio, ni
personas y que es una república virtual”, dijo en ese entonces el presidente
Bukele.
A
estas rupturas de los vínculos diplomáticos con la falsa RASD se suman los
reconocimientos concretos a la soberanía marroquí sobre sus provincias del Sur
como la apertura de un consulado honorario de Costa de Marfil en la ciudad de
Laayún, un consulado de Gambia en la ciudad de Dakhla y un Consulado General de
la Unión de Comoras en Laayún. Estos hechos generan precedentes internacionales
de suma importancia.
Esta
sumatoria de éxitos de la diplomacia marroquí conducida hábilmente por su
majestad el rey Mohammed VI ha sepultado la expectativas de los separatistas
del Frente Polisario de lograr algún tipo de avance en sus fantasiosas demandas.
El
cada día mayor aislamiento internacional de los separatistas se hace evidente
cuando pretenden convocar a algún evento de trascendencia, como un congreso
nacional. En esos casos solo logran la asistencia de sus aliados tradicionales
de siempre: Argelia, Cuba Venezuela, Corea del Norte y de un puñado de
grupúsculos de la izquierda radicalizada (donde no faltan los grupos terroristas)
que carecen de representación parlamentaria en sus países de origen o de algún
peso en los asuntos internacionales.
Posiblemente,
el paso siguiente sea que Bolivia restablezca sus vínculos diplomáticos con
Marruecos y comience una colaboración y un intercambio comercial entre ambos
países.
El
ejemplo de Bolivia también pude inducir a otro país sudamericano a seguir sus
pasos. El Ecuador ahora libre de la influencia del prófugo expresidente
bolivariano Rafael Correa y de la influencia de Cuba podría hacer un acto de
realismo y retomar sus relaciones con Marruecos.
El
cambio en los alineamientos diplomáticos no es producto del azar, responde a la
creciente importancia internacional de Marruecos producto de su retorno a la
Unión Africana, las importantes inversiones extranjeras que recibió y que
permitieron el desarrollo del importante polo portuario e industrial de Tánger
Med y, por sobre todas las cosas por el respeto y ascendiente que emana de la
figura de estadista del rey Mohammed VI que además de monarca marroquí es “Líder
de la Unión Africana sobre la cuestión de la Migración”, presidente del
Comité de Al Qods y decidido defensor de hogar común de todos los hombres:
nuestro planeta.
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