Desde
Buenos Aires, 5 de julio de 2019
El elegido es el catalán Joseph Borrell
hasta octubre ministro de Relaciones Exteriores en funciones de España,
reemplazará en el cargo a la italiana Federica Mongherini.
El
jefe de Gobierno en funciones de España, Pedro Sánchez, se anota un importante
éxito en el escenario internacional al conseguir para su país y para el bloque
socialdemócrata europeo uno de los cinco principales cargos de la Unión
Europea.
Se
trata del cargo de Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y
Política de Seguridad (ARUPES), que es al mismo tiempo, Vicepresidente de la
Comisión Europea, Presidente del Consejo en formación de Asuntos Exteriores y
máxima autoridad del Servicio Europeo de Acción Exterior, popularmente
denominado como “Alto Representante”.
El
elegido es el hasta hoy ministro de Relaciones Exteriores de España, el catalán
Joseph Borrell quien tendrá entre sus funciones el coordinar las políticas exteriores
y de seguridad comunitarias. Con competencias directas en temas muy sensibles
como comercio, inmigración, asignación de ayuda humanitaria, cambio climático
y, especialmente, el diseño de la política africana hasta hoy dispersa en
diversas carteras de la Unión Europea.
El
puesto de Alto Representante significa pasar a manejar un presupuesto anual de
14.000 millones de euros, coordinará a 140 delegaciones y una plantilla de empleados de cinco mil
seiscientas personas repartidas entre Afganistán y Zambia.
En la
conformación del nuevo ejecutivo comunitario ha primado la alianza entre el
francés Emanuel Macron, la alemana Ángela Merkel y el español Pedro Sánchez.
Esto permitió que la política alemana Úrsula Von der Leyen se transformara en
la próxima presidente de la Comisión Europea y en la primera mujer en alcanzar
esa posición. En tanto que la francesa Christine Lagarde, hasta ahora directora
del FMI, pasará a presidir el Banco Central Europeo desde octubre y el italiano
David Sassoli presidirá la Eurocámara.
El
flamante Alto Representante de las Relaciones Exteriores, Joseph Borrell, nació
el 24 de abril de 1947, en Puebla del Segur, provincia de Lérida. Su abuelo
paterno fue emigrante en Argentina donde poseía una panadería en Mendoza. Su
padre nació en Argentina donde vivió hasta los ocho años momento en que su
familia retornó a la Península.
Joseph
Borrell es ingeniero aeronáutico por la Universidad Politécnica de Madrid y
Doctor en Ciencias Económicas por la Universidad Complutense de Madrid.
Tras
recibirse de ingeniero, en 1969, viajó a Israel para trabajar como voluntario
en el kibutz de Gal On. En Israel conoció a Carolina Mayeur, una francesa de
origen judío con quien contrajo matrimonio. La relación se disolvió en la
década de 1990 pero perduran dos hijos. En 2018, Borrell contrajo nuevamente
matrimonio con Cristina Narbona, con quien vivió en pareja durante los últimos
veinte años.
Borrell
se incorporó, en 1975, al Partido Socialista Obrero Español ocupando diversos
cargos partidarios y públicos.
Con la
llegada a La Moncloa de Felipe González, después de las elecciones generalizadas
de 1982, Borrell fue designado Secretario de Estado de Presupuesto y Gasto
Público del Ministerio de Economía y Hacienda.
Fue
secretario de Hacienda entre 1984 y 1991 y ministro de Obras Públicas,
Transportes y Medio Ambiente entre 1991 y 2002.
En
2002, fue uno de los representantes del Parlamento español en la Convención
Europea encargada de la redacción del borrador de la Constitución europea.
Elegido
diputado del Parlamento Europeo, en 2004, fue más tarde designado presidente
del Parlamento Europeo, cargo que ejerció hasta 2007.
Entre
enero de 2010 y junio de 2012 se desempeñó como presidente del Instituto
Universitario Europeo, con sede en Florencia.
En
junio de 2018, Pedro Sánchez lo designó ministro de Relaciones Exteriores cargo
que ocupa hasta el momento.
Joseph
Borrell tiene una carrera conocida en Bruselas, buen conocimiento del
continente y habla fluidamente inglés y francés, además de otros idiomas. Pero
tiene 72 años, un inconveniente para un hombre que deberá vivir con un pie en
el avión constantemente dirigiéndose a participar en cumbres bilaterales o
multilaterales, cuando no haciendo de bombero en alguna de las múltiples crisis
que le tocará vivir.
Aunque
representará la política internacional de quinientos millones de españoles
ricos carece de un avión propio por lo cual deberá peregrinar por aeropuerto y
aviones de línea como cualquier mortal.
El
catalán es una persona “curtida y leída”, con una cierta idea de España
y de Europa, y con un carácter particularmente difícil y una lengua filosa que
suele meterlo en problemas.
Particularmente
crítico del independentismo catalán, comparó a Oriol Junqueras, ex presidente
del gobierno de Cataluña en prisión preventiva por la declaración unilateral de
independencia de 2017, con el párroco de su pueblo. “Era de la misma
arquitectura física y mental”, señaló en un mitin político. Su designación
como Alto Representante, despertó una catarata de críticas en las redes
sociales.
Es
resistido también por Israel que lo considera un dirigente proclive al
reconocimiento unilateral de Palestina como Estado independiente -en el caso de
que no se alcance un consenso en el seno de la Unión Europea- y al
mantenimiento del acuerdo nuclear con Irán, pese al retiro de los Estados
Unidos.
Tampoco
goza de buenas relaciones con el gobierno de Vladimir Putin. El 23 de mayo de
2019, en declaraciones a “El Periódico” dijo: “Tenemos un nuevo mundo
que no habríamos podido imaginar hace cinco años. Trump no era presidente, no
había Brexit […] Han cambiado muchas cosas. Nuestro viejo enemigo, Rusia,
vuelve a decir aquí estoy yo, y vuelve a ser una amenaza, y China aparece como
un rival.” Estas declaraciones provocaron que el embajador español en la
Federación de Rusia, Fernando Valderrama, fuera citado al ministerio de Asuntos
Exteriores para dar explicaciones por esa “inamistosa” afirmación.
Donde
si ha caído muy bien la designación de Borrell al frente de las Relaciones
Exteriores europeas es en el Reino de Marruecos. Rabat considera al político
catalán como un amigo, un hombre equilibrado, de buena voluntad y con
conocimientos profundos sobre la realidad política que se vive en el Magreb.
Argentina
debería aprovechar las “raíces argentinas” del nuevo Alto Representante
para buscar una acercamiento que facilite fluidas relaciones con Bruselas.
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