El gobierno de Mario Abdo Benítez enfrenta
el rechazo social, con tres días consecutivos de protestas sociales, intentos
de saqueos y represión policial, por su ineficaz manejo de la pandemia del
coronavirus Covid 19 y sus efectos sobre la economía. Por el momento la crisis
ha generado un apresurado cambio de gabinete pero el presidente aún no ha
superado los cuestionamientos a su gestión y enfrenta pedidos de renuncia.
Los
analista hace meses que advierten que la pandemia del Covid, por sus
consecuencias humanas, sociales y económicas, somete a los gobernantes y a la
clase política de los distintos países a una dura prueba.
Como
consecuencia lógica de las tensiones que genera la pandemia los primeros en
sentir sus efectos y recibirlos con mayor intensidad son aquellos países con
mayores problemas preexistentes en los campos sanitario y económico. Por lo
general suele tratarse de Estados con menor nivel de desarrollo donde hay
carencias de agua potable, cloacas, instalaciones sanitarias bien equipadas y
personal sanitario capacitado. En general, estos países también tienen economías
con alto grado de informalidad, desempleo estructural. Suelen ser exportadores
de materias primas con escasa diversificación que los hacen muy vulnerables a
las crisis internacionales.
Pero,
en general todos los países del planeta sufren los efectos de la crisis y de la
recesión global. Solo que algunos cuentan con mayores instrumentos para
superarla o sus dirigentes muestran mayor resiliencia ante la pandemia.
Parece
ser que este no es caso del gobierno de Mario Abdo Benítez en Paraguay y por
ello ha estallado una grave crisis de gobernabilidad, con protestas callejeras,
represión policial y cambio de gabinete el viernes pasado.
A casi
un año de que se detectara el primer caso de Covid en Paraguay, un país con
algo más de 7,3 millones de habitantes registra 165.811 casos identificados y
3.278 muertos. Pero, el incremento diario de casos es de 1.500 casos y hay 300
pacientes en tratamiento en las unidades de cuidados intensivos.
Tampoco
hay vacunas en Paraguay. El país había comprado un millón de vacunas Sputnik V
en Rusia pero únicamente recibió un embarque de cuatro mil dosis rusas que se han reservado para el personal
sanitario. El gobierno también esperaba recibir 4,3 millones de dosis por el
Mecanismo Covax, una iniciativa de la OMS para asegurar el acceso equitativo a
las vacunas contra el Covid, pero que por el momento no han llegado.
El día
6 de marzo el gobierno paraguayo anunció la recepción de un lote de 20.000
vacunas chinas Coronavac provistas en forma solidaria por el gobierno de
Sebastián Pineda desde Chile, en el marco de los acuerdos del PROSUR (Foro para
el Progreso de América del Sur), que integran Brasil, Chile, Colombia, Ecuador,
Guyana, Paraguay y Perú.
Es
evidente, que sin vacunas ni insumos médicos el gobierno de Mario Abdo Benítez
se encuentra impotente frente a la expansión de la enfermedad.
A
comienzos de la semana pasada la Asociación Paraguaya de Enfermería exigió al
Gobierno la pronta adquisición de insumos, medicamentos y vacunas, y el Círculo
Paraguayo de Médicos consideró que debía establecerse una cuarentena total frente
a la expansión de los casos y la falta de recursos para enfrentar la pandemia.
El
viernes se organizó una protesta convocada por redes sociales y motorizada inicialmente
por personal docentes que se oponían a la vuelta a clases presenciales en
momentos en que se incrementaban los contagios y personal sanitario que reclamaba
por la falta de insumos en los hospitales. Ante la convocatoria el ministro de
Salud, Julio Mazzoleni presentó la renuncia.
Esta
renuncia no desactivo la protesta. La movilización congregó a unas 8.000
personas. La mayoría de los asistentes eran jóvenes de menos de treinta años y
miembros de la clase media profesional. La marcha, en un principio pacífica,
había sido convocada junto al Congreso Nacional para exigir la dimisión del
presidente y de todo su equipo a quienes acusaban de corrupción y negligencia
en el manejo de la pandemia.
Luego
un grupo de manifestantes llevaron a cabo desbordes, saqueando comercios,
arrojando piedras contra la policía e intentado quemar el ministerio de
Hacienda. El decidido accionar del personal policial que empleó balas de goma y
gases lacrimógenos lo impidió.
Durante
los incidentes los policías detuvieron a 28 personas y otras veinte resultaron con
heridas de diversa consideración.
El sábado
7 de marzo la Unión Industrial Paraguaya exigió al Gobierno que disponga de
inmediato la atención de los reclamos ciudadanos, ante la ineficiente gestión sanitaria
de los últimos meses, la falta de disponibilidad de vacunas y la necesidad de
cambios en las instituciones.
Esa
misma noche se repitió otra manifestación multitudinaria y con las mismas
banderas, si bien una vez terminada un grupo de activistas se dirigió a la
residencia oficial de Mario Abdo Benítez y fue dispersado por la policía.
Durante los incidentes los policías detuvieron a ocho de los participantes.
El
presidente Benítez reaccionó pidiéndole la renuncia a todo el gabinete de
ministros. Los primeros que perdieron el cargo fueron el ministro de Educación,
Eduardo Petta responsabilizado por iniciar las clases en medio del incremento
de contagios, la muy resistida ministra de la Mujer, Nilda Romero y Juan
Ernesto Villamayor, jefe de Gabinete Civil involucrado en un hecho de
corrupción vinculado con Venezuela. Posiblemente, la próxima semana habrá más
cambios en el elenco de ministros para intentar descomprimir la situación.
No
obstante, la renovación de ministros, el domingo 7 de marzo se reanudaron las
protestas en Asunción que esta vez convocaron a más personas aún y fueron
pacíficas.
La
crisis podía derivar en un juicio político contra el presidente Mario Abdo
Benítez. Por el momento la oposición no cuenta con los votos necesarios. Por lo
tanto, la llave para destituir al presidente se encuentra en los diputados de
la facción Honor Colorado, del Partido Colorado, que responde a las directivas
del expresidente Horacio Cartés.
Sin
embargo, el presidente Mario Abdo Benítez cuenta con fuerte respaldo
internacional. Del presidente brasileño Jair Bolsonaro y del Departamento de
Estado de los Estados Unidos. Precisamente, Joseph Salazar, encargado de Negocios
de los Estados Unidos en Asunción se pronunció señalando que el estado de
derecho es fundamental para la gobernanza del país y el ejercicio de los
derechos y garantías de todos los ciudadanos en democracia.
Cartés,
además de político, es el mayor empresario tabacalero del Paraguay y sus
intereses económicos dependen de la buena voluntad de Brasil y los Estados
Unidos por lo cual difícilmente sea el verdugo de Mario Abdo Benítez.
Además,
muchos miembros de la clase política paraguaya se estarán preguntando si con la
pandemia asolado a su país es el momento apropiado de cambiar de caballo a
mitad del río.
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