Joe Biden es el nuevo presidente de los
Estados Unidos y el presidente Alberto Fernández fantasea con mayores
inversiones y el apoyo estadounidense para negocias con el FMI
Con
la asunción por parte de Joe Biden de la presidencia de los Estados Unidos ha
comenzado en el mundo una nueva etapa.
El
gobierno del presidente Alberto Fernández está tratando de convencer a los
argentinos de que el cambio de gobierno en los Estados Unidos resultará
favorable para el que el país reciba nuevas inversiones americanas y el apoyo
de Washington para obtener financiamiento por parte de los organismos
financieros internacionales como el FMI y el BID.
Así
lo declaró el propio presidente Fernández el 16 de noviembre pasado, al decir: “Tengo
optimismo de que con Biden podemos estar más tranquilos, confiados y tal vez
podamos avanzar un poco más y lograr mejores resultados.”
Sin
embargo, el análisis de los antecedentes y declaraciones del nuevo presidente
presentan un panorama muy distinto.
Joe
Biden presenta un largo historial de actitudes anti argentinas.
En
1982, por ejemplo, durante el Conflicto de las Islas Malvinas, el entonces
senador Biden recomendó al presidente Ronald Reagan que abandonara la
neutralidad y enviara tropas para combatir en favor de su tradicional aliado:
el Reino Unido.
Por
otra parte, recordemos que Biden fue el vicepresidente de Barack Obama.
Precisamente durante su gobierno las relaciones bilaterales con los Estados
Unidos tocaron el punto más bajo.
Obama
evitó visitar Argentina durante su única gira por América Latina, en marzo de
2011, y se reunió una sola vez, en Colombia en 2012, con la presidenta Cristina
Fernández de Kirchner pese a que compartió con ella cinco encuentros
internacionales.
El
15 de febrero de 2011, el gobierno kirchnerista que sabía que había sido
marginado del periplo que el mandatario estadounidense realizaría por la
región, incautó un avión de la fuerza aérea americana que traía material y
armamento para instruir al personal de la Policía Federal Argentina en tácticas
antiterroristas en cumplimiento de un acuerdo bilateral entre ambos Estados.
Las
fotografías del ministro de Relaciones Exteriores, Héctor Timerman abriendo con
un alicate una valija con claves y material clasificado del gobierno americano
recorrieron todo el mundo.
Joe
Biden es posiblemente el político estadounidense que mejor conoce a América
Latina, ha recorrido dieciséis veces los países de la región, pero nunca visitó
a la Argentina.
Pero,
retornemos por un momento a Barack Obama. Durante el gobierno de Mauricio Macri
el presidente Barack Obama visitó a la Argentina en tres ocasiones. La primera visita
fue el 24 de marzo de 2016 y retornó a Buenos Aires en septiembre para la
Cumbre del G-20. Después de dejar la Casa Blanca, el expresidente demócrata
visitó nuevamente el país en 2018, está vez en viaje privado.
Por
otra parte, el entonces vicepresidente Joe Biden se reunió con el presidente
Macri en la Cumbre de Davos, el 21 de enero de 2016, y su esposa Jill Biden
visitó a la Argentina en junio de 2016 reuniéndose con la entonces primera dama
Juliana Awada en la Quinta de Olivos.
Todos
hace pensar que el expresidente Barack Obama tendrá muchos peso en la Administración
Biden así lo hace pensar las primeras designaciones de ex funcionarios de su
gobierno que ha hecho el nuevo presidente.
Estas
son malas noticias para el kirchnerismo. Muchos más son los temas que separan
de los que unen a ambos gobiernos. Mencionaremos tan solo cinco de las
cuestiones más importantes en donde chocan los intereses de Washington y Buenos
Aires: Venezuela, Rusia, China, Irán y la corrupción.
Los
vínculos del kirchnerismo con Venezuela, Rusia, China, Irán y los procesos
judiciales que enfrentan Cristina Fernández de Kirchner y sus exfuncionarios
por delitos de corrupción en los tribunales federales son bien conocidos por lo
cual resulta más interesante conocer que opina el presidente Joe Biden sobre
estos temas.
En
octubre de 2020, el entonces candidato demócrata a la presidencia publicó en la
revista Americas Quarterly un artículo titulado: “El hemisferio occidental
necesita el liderazgo de los Estados Unidos”, del cual hemos tomado los
párrafos más significativos sobre estas cuestiones.
China
y Rusia
“China es
ahora el socio comercial más grande o segundo más grande de prácticamente todos
los países en el Cono Sur, y los chinos han logrado convencer a la
República Dominicana, El Salvador y Panamá que no reconozcan diplomáticamente a
Taiwán. Rusia también está expandiendo su alcance en Latinoamérica y el
Caribe. Nuestros rivales geopolíticos están llenando con entusiasmo el
vacío de liderazgo mientras que los Estados Unidos se echa para atrás.
Es vital
que mantengamos nuestro papel como líder en la región – no porque tememos
competencia, sino porque el liderazgo de EE.UU. es indispensable para
superar los persistentes desafíos impidiendo el máximo potencial de nuestra
región. China y Rusia buscan beneficios económicos y diplomáticos, pero no
invierten en instituciones democráticas o buena gobernanza. Nosotros sí, porque
el éxito de nuestros vecinos nos beneficia y sus pugnas nos impactan.”
Recordemos que, el régimen chino aparece para el Gobierno de Alberto Fernández
como un aliado estratégico a nivel geopolítico mundial. Además de los tratados
bilaterales, Argentina recibió en los últimos años varios riesgosos créditos
blandos -aquellos que suelen emplearse para controlar las economías de los
países pobres- para ayuda financiera y acuerdos comerciales con los chinos. El
jefe de Estado Xi Jinping otorga gran importancia a los recursos naturales de
América Latina y Argentina no escapa a esa lógica. Es por eso que facilita
exportaciones hacia sus gigantescos mercados (cerdos, limones y soja, entre
otros). A cambio, consiguió el compromiso oficial para construir dos centrales
nucleares en la provincia de Buenos Aires, que ya estaban aprobadas durante la
administración de Mauricio Macri, además de otras concesiones.
Actualmente, Argentina y China analizan nuevos acuerdos en el ámbito de
la defensa. Estos incluyen la colaboración en materia de ciberdefensa y el
interés de Argentina para comprar de aviones de combate JF-17, que son
desarrollados por Chengdu Aircraft Industry Corporation y por Pakistan
Aeronautical Complex desde 2007. Estos aparatos se destinarían a la Fuerza Aérea Argentina
para remplazar a los antiguos caza Mirage III/Mirage V.
Argentina también esta interesada en adquirir doscientos vehículos
blindados de transporte de personal (VCTP) a rueda 8x8 del modelo ZBL09, fabricados
por la empresa Norinco (North Industries Corporation) del país asiático para la infantería del Ejército Argentino.
China y Argentina también evalúan compartir experiencias en misiones de
paz, el intercambio de oficiales de las fuerzas armadas de ambos países para
cursar estudios en sus institutos militares, el desarrollo de la
infraestructura del muelle y de los servicios logísticos para la base naval de
Ushuaia y la ampliación del Polo Químico Río Tercero de Fabricaciones Militares.
Difícilmente la Administración Biden vea con simpatía los acercamientos
y acuerdos de todo tipo entre China y el gobierno de Alberto Fernández.
Corrupción
“El
problema de la corrupción es un cáncer que erosiona la capacidad de las
naciones para gobernar, disuade inversiones extranjeras cruciales y puede
metastatizarse en una crisis de legitimidad en las democracias
frágiles. Desde los Papeles de Panamá al escándalo de la Operación “Lava
Jato” en Brasil, hasta el rampante nepotismo en Venezuela y
Nicaragua, tenemos amplia evidencia de cómo la corrupción socava el
progreso en la región. Los latinoamericanos están hartos de tanta corrupción
sistémica.”
Venezuela
“En vez
de respetar la voluntad de sus pueblos, los gobiernos de Nicolás Maduro en
Venezuela y de Daniel Ortega en Nicaragua han confrontado a manifestantes
pacíficos con fuerza, hasta con matones armados. Han encarcelado a sus
adversarios políticos y han limitado las libertades de expresión y asociación
necesarias para el diálogo político. En Venezuela, funcionarios del gobierno
han malversado miles de millones de dólares del Estado, siempre mientras el
pueblo venezolano lucha por encontrar alimentos y medicinas. Es una
afrenta en contra de los valores democráticos.” […]
“Los
gobiernos tienen la responsabilidad fundamental de respetar los derechos
universales de sus ciudadanos. Nuestra región acoge ese precepto en la Carta Democrática
Interamericana, lo que significa que todos los países de este hemisferio,
incluidos los Estados Unidos y nuestros amigos y adversarios, tienen el deber
de apoyar a los pueblos de las Américas. Todos nuestros ciudadanos quieren las
mismas cosas básicas: un trabajo que pague un salario justo y ponga comida en
la mesa, educación para nuestros hijos, seguridad para nuestras familias,
respeto por los derechos humanos y las libertades fundamentales, un sentido de
oportunidad y la esperanza en un mañana mejor. La región solía mirar hacia
los Estados Unidos para avanzar en estos temas. Pero si empañamos nuestro
ejemplo, debemos esperar que busquen otras opciones.”
En
sintonía con estas declaraciones del entonces candidato Biden, el nuevo
secretario de Estado, Antony Blinken, en su comparecencia ante la Comisión de
Relaciones Exteriores del Senado americano declaró: “Coincido con los pasos que hemos tomado hacia
Venezuela en los años recientes, incluyendo el reconocimiento al señor Guaidó,
el reconocimiento a la Asamblea Nacional como la única institución
democráticamente elegida en Venezuela, buscando aumentar la presión sobre el
régimen dirigido por el brutal dictador Maduro, así como trabajar con algunos
aliados”. Y luego agregó el nominado secretario de Estado: “necesitamos una
política efectiva que pueda restaurar la democracia en Venezuela, empezando por
elecciones libres y justas”.
Antes de la comparecencia de Blinken en el Senado,
el equipo de Biden ya había hecho un guiño a Guaidó al invitar a la toma de
posesión en el Capitolio a Carlos Vecchio, el embajador en Washington del
autoproclamado “presidente encargado”.
Por el contrario, el 6 de enero de 2020, antes de cumplir
un mes en el cargo, el presidente Alberto Fernández ordenó retirar las credenciales
a Elisa Trotta, la delegada de Guaidó a quien el expresidente Mauricio Macri
había reconocido un año antes como representante diplomática legal de Venezuela
en Argentina. Con esa esa decisión, Alberto Fernández reconoció al dictador
Nicolás Maduro como único presidente legítimo de Venezuela y le devolvió la
legación diplomática en Buenos Aires.
Además, Fernández se alejó del Grupo de Lima, una
reunión de países que apoyan a la democracia en Venezuela y reconocen a Juan
Guaido como “presidente encargado” del país caribeño. Al mismo tiempo,
Fernández es activo participante del Grupo de Puebla que apoya al gobierno de
Maduro.
Irán
Tanto Joe
Biden como su vicepresidenta Kamala Harris, cuyo esposo es un prestigioso
abogado judío practicante, han sido durante años defensores de los intereses
israelíes en el Senado estadounidense. Por lo cual difícilmente vean con
simpatía las maniobras de ocultamiento del Caso Amia, el memorándum de entendimiento
con Irán y la sospechosa muerte del fiscal Alberto Nisman, hechos ocurridos
durante la última presidencia de Cristina Kirchner.
Cabe
entonces preguntarse ¿Sobre la base de que intereses comunes piensan el
presidente Alberto Fernández y el canciller Felipe Sola mejorar las relaciones
bilaterales con los Estados Unidos en la era Biden?
¿Acaso confían
en que el Papa Francisco interceda ante el presidente Biden, segundo presidente
estadounidense de religión católica, para ayudar a la Argentina?
Pareciera
que el kirchnerismo ha comenzado a creerse su propio relato.
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