La
expresidente Cristina Fernández de Kirchner plantea para un futuro gobierno una
propuesta de economía dirigista, proteccionista y corporativa similar a la que
fracasó durante los gobiernos peronistas de la década de los setenta llevando
al país a la hiperinflación.
El
jueves 9 de mayo, la expresidente Cristina Fernández de Kirchner, flanqueada
por la presidente de la Fundación El Libro, María Teresa Carabano y el filósofo
Ricardo Forster, presentó en el salón Jorge Luis Borges, de la 45 Feria
Internacional del Libro de Buenos Aires, su libro de memorias titulado: “Sinceramente”.
Al acto de presentación asistieron mil
invitados especiales escogidos por la autora. Es decir, el elenco más
caracterizado del kirchnerismo: En primera fila se ubicó el
empresario Daniel Vila, uno
de los propietarios del grupo de medios América; a unas pocas butacas se ubicó
la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto; también Taty Almeida, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora; el
Premio Nobel de la Paz Adolfo
Pérez Esquivel; el ex juez de la Corte Suprema, Raúl Zaffaroni y unas filas más
atrás el titular del gremio de docentes bonaerenses, Roberto Baradel.
Entre los dirigentes políticos estuvieron
el senador Fernando
"Pino" Solanas, el diputado Felipe Solá; el ex gobernador de Entre Ríos, Sergio Urribarri; la intendenta de La
Matanza, Verónica Magario, así
como otros intendentes bonaerenses: Martín Insaurralde, de Lomas de Zamora; Gabriel Katopodis, de San
Martín; Gustavo Menéndez,
de Merlo; Fernando Gray, de
Esteban Echeverría y Jorge
Ferraresi, de Avellaneda.
También varios ex ministros de Cristina Kirchner durante sus dos
gestiones al frente del Poder Ejecutivo: Alberto y Aníbal Fernández, Carlos Tomada, Nilda
Garré, Agustín Rossi, Jorge
Taiana y Teresa
Parodi.
Asistieron además representantes de
la cultura y el deporte. Estuvo la futbolista de San Lorenzo, Maca Sánchez; la cantante Marilina Ross, el pianista Miguel Ángel Estrella, el músico Peteco Carabajal, el director de
cine Luis Puenzo, el
escritor Jorge Dorio, los actores Pablo Echarri y Arturo Bonín, las actrices Carolina Papaleo, Julieta Díaz, Cecilia Roth y Cristina Banegas.
No asistió ningún gobernador
peronista ni el exgobernador y candidato presidencial del Frente para la
Victoria, Daniel Scioli.
El
kirchnerismo llevó a cabo una movilización de apoyo a su líder que reunió unas
20.000 personas congregadas a las puertas del predio de la Sociedad Rural, sede
del acto, sobre la avenida Santa Fe. La prensa fue expresamente excluida del
evento por decisión de la autora.
La
presentación del libro se transformó en una suerte de “cadena nacional”, similar a las que solía imponer la exmandataria
para castigar a la población con sus monólogos. Solo que las habituales tres
horas se redujeron 35 minutos. Todo lo demás fue similar.
Un
monólogo autorreferencial interrumpido cada tanto para mencionar a alguno de
los presentes en la sala. Una técnica discursiva creada por Fidel Castro y
copiada fielmente por sus imitadores como el venezolano Hugo Chávez y ahora
Cristina Fernández. Como es habitual durante sus discursos, la expresidente se
arregló el cabello con las manos diecisiete veces durante su alocución. No mencionó
nunca al presidente Macri ni a ningún dirigente opositor.
Sin
embargo, Cristina Kirchner aprovecho la ocasión para presentar un esbozo de
plan económico para un futuro gobierno suyo al mencionar al ex ministro de
Economía de Perón en su tercer gobierno, José Ber Gelbard y proponer la
implementación de lo que denomino un “un
contrato social de ciudadanía responsable, de todos y todas para salir de
crisis” que recordó al “Pacto Social”
firmado por José Ignacio Rucci en nombre de la CGT y el empresario Julio Broner
por la Confederación General Económica, el 8 de junio de 1973, durante el
gobierno de Héctor J. Cámpora.
EL BÚRGES MALDITO
Gelbard
alcanzó el privilegio de ser ministro de Economía de cuatro presidentes
peronistas en poco más de un año y medio (entre mayo de 1973 y octubre de
1974): Cámpora, Raúl Lastiri, Juan D. Perón e María Estela Martínez Carta de
Perón.
La biógrafa
de José Ber Gelbard, María Seoane lo bautizó “El Burgués Maldito” en su libro
homónimo de 2002. Aunque Cristina Kirchner prefirió referirse a él como “el último gran empresario”.
Lo
cierto es que sobre este empresario devenido en ministro existen muchos
aspectos cuestionables. Recordemos brevemente algunos de ellos. José Ber Gelbard
nació en la ciudad polaca de Radomosko, Lodz, el 14 de abril de 1917. Salió de
Polonia a los once años escapando del antisemitismo y los primeros anuncios de lo
que sería la tragedia del Holocausto. Arribó a la Argentina donde a muy corta
edad se dedicó al comercio ambulante de camisas y corbatas en la provincias de Tucumán
y Catamarca.
Nunca
fue peronista sino un militante del Partido Comunista, más específicamente un
miembro del llamado “Directorio”
encargado de administrar los fondos y empresas pertenecientes al Partido.
También era un elemento de contacto del KGB, como atestigua el propio exdiputado
y exdirigente montonero Miguel Bonasso: “A
mi la organización (Montoneros) me mandó a tomar contacto con Gelbard y yo me
hice amigo de él. Fuimos a Moscú en el famoso viaje del 74, y me contó muchas
cosas en el avión y yo dije bueno, no hay duda” (de que era un hombre de
los soviéticos).
Precisamente,
Gelbard se convirtió en un poderoso empresario a partir del apoyo y los fondos
del Partido Comunista Argentino y sus relaciones con importantes empresarios de
la comunidad israelita en Argentina.
Su
primer actividad gremial fue formar parte de la Asociación Israelita de
Vendedores Ambulantes dando así inició a una larga carrera como representante
empresario. En 1948, ya era presidente de la Federación Económica Tucumana,
luego creó la Federación Económica del Norte y, en 1953, la Confederación
General Económica que en 1973 reunía tres Confederaciones, veinte federaciones,
1.200 cámaras empresarias y alrededor de medio millón de afiliados.
Organización que defendía al “empresariado
nacional” se oponía a la Sociedad Rural, la Bolsa de Comercio y la Unión Industrial
Argentina.
En 1965,
Gelbard se convierte en dueño del 19% de la empresa FATE hasta entonces en
manos de la familia Madanes.
Gelbard
realizó importantes negocios con los mayores empresarios industriales de su tiempo,
Manuel Madanes (de FATE), Julio Broner (de Wobron), el financista David Graiver
y el periodista Jacobo Timerman (La Opinión). También logró importantes
concesiones y negocios con el Estado, durante los gobiernos de facto de los
generales Juan Carlos Onganía y
Alejandro Agustín Lanusse, como Aluar S. A. y Papel Prensa.
EL PACTO SOCIAL
Durante
el gobierno de Héctor J. Cámpora, Gelbard implementó el “Programa de Reconstrucción y Liberación Nacional”, que pretendía
ser un “proyecto de crecimiento autónomo,
desarrollo económico con control nacional, alianza del Estado, burguesía local
y dirigentes sindicales y la profundización de las reformas sociales”.
El
plan se proponía sostener el crecimiento de la economía -apoyándose tanto en
una expansión del mercado interno cuanto en el crecimiento de las exportaciones
a través de convenios especiales, como el suscripto con Cuba.
El
gobierno peronista publicitó la “Argentina
Potencial” y alardeó de la “inflación
cero”, pero lo cierto es que en el segundo trimestre de 1974, el Programa
de Reconstrucción y Liberación Nacional comenzó a ser agua. El 12 de junio Perón
debió amenazar con renunciar para darle un poco de aire a su ministro de
Economía, pero su muerte dieciocho días después y el arribó al gobierno de la
inepta María Estela Martínez Carta de Perón significaron el rápido derrumbe de
la economía. Los empresarios y comerciantes comenzaron a incumplir los precios
máximos, se produjo el desabastecimiento de los precios máximos (ocultando
productos básicos como el aceite, azúcar, harina de trigo y hasta papel higiénico,
que eran vendidos en el “mercado negro”).
La inflación volvió a tomar impulso y los sindicatos comenzaron a reclamar
aumento de salarios.
Los
puntos principales del Pacto Social fueron el congelamiento de precios de
tarifas públicas y de 300 productos a los que se impuso un precio máximo; alza
general de sueldos ($ 200 mensuales), para que cesaran los conflictos y
reclamos laborales, suspensión de la negociación colectiva sobre el salario
durante dos años, reducir la inflación, consolidar el crecimiento económico y
la participación de los asalariados en el ingreso nacional.
Veamos
la evaluación que el conocido economista Juan Carlos de Pablo realizó para el
programa radial “Cada Mañana” conducido
por el periodista Marcelo Longobardi: “El pacto social era un acuerdo corporativo que firmaron la CGT, la CGE
y el Ministerio de Economía. Era un típico programa donde congelabas todo y no
le dabas mucha bolilla a la parte monetaria y la parte fiscal con los
resultados tal como era de esperar”.
“Se hace un acta cuya duración prevista
era de dos años. Producto de las circunstancias hubo que redactar el acta tres
o cuatro veces. A mediados del 75 termina en el Rodrigazo”, analizó el
economista. En la misma línea aseguró que existen dos versiones respecto al
final del programa: “El Rodrigazo es un subproducto del plan Gelbard. Es una
versión. Otra versión es que el programa tenía sus problemas pero en el medio
tuviste el primer shock petrolero, el cierre de mercados de carnes argentinas
para Inglaterra y encima se murió Perón”.
“Junto al programa inflacionario
hubo una serie de medidas. Una de ellas fue la reestatización de los depósitos.
El Banco Central fue creado en 1935 como banco mixto, Perón en el 46 estatiza
los depósitos, la Revolución Libertadora los vuelve a reprivatizar en 1957, en
el 73 otra vez se reestatizaron y después viene la reforma en el año 77. Por la
CGE firmó Broner y por la CGT Rucci, que fue asesinado”, analizó De Pablo.
Gelbard
gozó de la total confianza de Juan D. Perón que incluso le encargó la
administración y depósito en el extranjero de los casi catorce millones de
dólares que el Congreso Nacional, con el apoyo de casi todas las bancadas,
decidió abonarle como compensación por los bienes que le fueron incautados tras
su derrocamiento en 1955.
Dentro
del peronismo confrontó con “el brujo”
José López Rega y la derecha peronista. Fue un firme aliado de la Tendencia Revolucionaria, sector donde
militaron en su juventud Néstor y Cristina Kirchner. A través de su socio David
“Dudi” Graiver intervino en la
inversión de catorce millones de dólares que constituían la última parte del
pago del rescate de U$S 60 millones que se pagó por los empresarios Juan y
Jorge Born secuestrados por Montoneros en el Operativo Mellizas. También a
través de Graiver también accedió a parte del paquete accionario del diario La
Opinión y de Papel Prensa.
El 6
de agosto de 1976, en un accidente de avión (real o fingido) muere David
Graiver y el dinero de los Montoneros se esfuma. Al poco tiempo, la familia de
Graiver, sus padres su esposa Lidia Papaleo y Jacobo Timerman son encarcelados
por el gobierno militar.
José Ver
Gelbard falleció en Washington, D. C. el 4 de octubre de 1977 de un accidente
cerebrovascular.
EL PRESTAMO A CUBA
El 4
de agosto de 1973, el gobierno de Raúl Lastiri, a propuesta del entonces
ministro de Economía, José B. Gelbard, decidió otorgarle a Cuba, a través del
Banco Central de la República Argentina, un préstamo de U$S 1.273 millones a
seis años de plazo al 6% de interés anual, para financiar la venta de mil
tractores, maquinaria agrícola diversa, 5.515 camiones pesados Fiat y 6.000
automóviles Fiat 125, además de otros miles de Renault 12, Ford Falcón, Citroën
Ami 8, Peugeot 404 y 9.000 unidades Dodge 1500 para taxis turísticos en La
Habana, aún hoy circulan algunos de ellos por las calles de La Habana.
Cuba declaró
el default de su deuda externa en 1989, cuando colapsó la URSS y dejó de
otorgarle a Cuba U$S 3.000 millones de subsidio para que siguiera funcionando
como país. Desde entonces la Argentina ha intentado infructuosamente cobrar una
deuda que hoy alcanza a U$S 4.805 millones de dólares por el capital más los
intereses moratorios y punitorios acumulados durante 46 años. Esta deuda convierte
a la Argentina en el mayor acreedor de Cuba.
EL PLAN DE CRISTINA
Es
indudable que la política económica propuesta por Cristina Fernández de Kirchner
se ajusta a las ideas de su principal asesor económico Axel Kiciloff partidario
de una economía dirigida por el Estado, privilegiar al capital nacional y no
las inversiones extranjeras, basada en dinamizar el mercado interno, fijar
precios máximos y limitar la adquisición de dólares por los particulares y las
empresas.
No
obstante, quienes deberían preocuparse especialmente de la imposición de un
plan económico de estás características son los sindicalistas peronistas.
Porque Cristina Fernández se propone anular las paritarias por sector y fijar
por decreto una paritaria nacional única. En este esquema los sindicalistas que
han acumulado prestigio y poder con las importantes ventajas que obtenían para los
trabajadores de sus gremios verán su ascendiente recortado cuando todos los
trabajadores dependan de Cristina Kirchner para obtener los aumentos
salariales.
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