El Gobierno de Alberto Fernández enfrenta
una combinación de situaciones adversas que preanuncian una posible debacle
electoral en octubre de 2021.
Para
Alberto Fernández se aproxima la “tormenta perfecta”, una situación
explosiva producto de la combinación de factores adversos imposibles de
contener, que amenaza el futuro electoral del Frente de Todos.
Por un
lado la pandemia del coronavirus Covid 19 se acerca al pico máximo. Pese a los
escasos testeos y otros intentos oficiales por ocultar la gravedad de la
situación epidemiológica el número de afectados por el virus crece día a día.
Actualmente, el número nuevos infectados en de 500 por día.
Por
otro lado, la economía argentina que viene de un largo período de recesión
desde la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner sin poder superar la estanflación
(recesión económica combinada con inflación), debe solucionar la creciente
deuda externa y enfrentar al mismo tiempo la recesión mundial provocada por la
paralización de las economías y el resurgimiento de tendencias proteccionistas
en países que son receptores de las exportaciones argentina.
Recordemos
que el Frente de Todos constituye una coalición electoral compuesta por sectores
diversos que expresan intereses por momentos muy contrapuestos. Tan
contrapuestos como pueden ser los nostálgicos del setentismo de “liberación
o dependencia”, los sindicalistas peronistas ortodoxos y burocratizados y
los restos de la burguesía nacional que en muchos casos expresa a la “Argentina
contratista”.
En
consecuencia, el Frente de Todos triunfo en las elecciones de octubre de 2019
sin un claro plan de gobierno y sin funcionarios preparados para administrar el
Estado. Hoy, es evidente para todos los observadores que el kirchnerismo carece
de plan de gobierno y tan solo tiene algunos objetivos claros: aliviar la
situación la situación judicial de Cristina Kirchner y su familia, liberar a
los ex funcionarios kirchneristas presos por actos de corrupción, controlar la
justicia (nombrando jueces amigos y ampliando en número de miembros de la Corte
Suprema de Justicia) para evitar cualquier futura “persecución judicial”,
renegociar la deuda externa para lograr un cierto alivió en la economía, borrar
a los dirigentes de Junto por el Cambio que aún gobiernan en algunos distritos
desprestigiando lo que denominan como sus “políticas neoliberales”, cumplir
con los compromisos contraídos con aquellos aliados internacionales que los
habían apoyado durante los años en que estuvieron marginados del poder: Cuba,
Venezuela, Evo Morales, Inacio Lula da Silva, Rafael Correa y los amigos del
Grupo de Puebla, retomar las políticas distributivas para fidelizar a sus
electores y no mucho más.
Eso sí
los funcionarios del Frente de Todos volvieron con ganas, muchas ganas de hacer
buenos negocios. Después de todo hay que devolverle los favores a los muchachos
que pusieron dinero para la campaña. El problema es que el tarro esta vacío.
Aunque los peronistas son muy creativos y hábiles para rascar el fondo y
encontrar “algo con que salvarse”.
El
tercer frente de la tormenta es el humor social que deja la pandemia, no sólo
por las consecuencias económicas de la cuarentena sino, especialmente, por los
efectos del encierro en la población.
Los kirchneristas
son conscientes que en octubre 2021 se deberá votar nuevamente. En las
elecciones de mitad de término se definirá no solo que partido tendrá la mayoría
de la Cámara de Diputados sino que de allí surgirán las expectativas sobre
quien será el candidato con mayores posibilidades de ser presidente a partir de
diciembre de 2023.
Para
fines del año próximo, seguramente la pandemia se habrá moderado, existirá una
vacuna y medicamentos eficaces para tratar a los afectados y el mundo volverá a
algún tipo de normalidad y reactivación de la actividad económica a nivel
mundial.
En ese
entonces, el electorado evaluará el desempeño de todos sus dirigentes durante
la pandemia. En ese momento, los muertos e infectados serán tan evidentes que
no habrá propaganda oficial suficiente para ocultarlos. También los efectos económicos
del cese de actividades impuesto actualmente dejará unos pocos sobrevivientes y
un volumen cuantioso de desocupados, empresas quebradas y deudas impagas
reclamadas judicialmente.
En
octubre de 2021, la gente probablemente votará para premiar o castigar a todos
aquellos que hoy tienen alguna responsabilidad de gobierno, nacional,
provincial o municipal, sin distinciones partidarias.
PARAR
A LARRETA
En el
kirchnerismo hoy ven como el candidato opositor con mejor imagen y más activo,
de aquellos que tienen responsabilidad de gobierno, al dirigente del PRO,
Horacio Rodríguez Larreta, jefe de gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires. No sólo es un dirigente con gran conocimiento a nivel nacional, sino que
en la Casa Rosada tienen encuestas que lo sitúan como el opositor con mayor
imagen positiva similar a la del presidente Alberto Fernández y muy superior a
la Cristina Fernández de Kirchner o del gobernador bonaerense Axel Kicillof.
Por
eso la consigna del momento es “hay que parar a Larreta” y todos los
cañones mediáticos apuntan sobre él. Nos sólo para culparlo de ser un “neoliberal”
insensible a los sufrimientos de la gente. Sino que prácticamente lo tratan de
genocida.
De eso
trata la ridícula campaña que trata de responsabilizar a la Ciudad de Buenos
Aires, el único distrito provincial gobernado por el PRO, de ser responsable de
todos los contagios de coronavirus ocurridos en el país. Insólitamente, los
kirchneristas han comenzado a denominar al coronavirus Covid 19, originado en
provincia china de Wuhan, como “gripe porteña”.
Las fake
news lanzadas por el kirchnerismo llegan al absurdo de que sí muere una
dirigente kirchnerista en el Barrio 31, la culpa es de Larreta que la dejó
morir y no de la empresa Aysa, dirigida por la massista Malena Galmarini, que
interrumpió durante quince días el suministro de agua corriente en ese
asentamiento.
El
intendente peronista de la localidad bonaerense de Ensenada, Mario Secco,
afirmó “Acá no vivimos en un country todos separados, acá vive uno arriba de
otros”, reconoció sobre la situación social en su propio municipio. “Vos
me tiras un par de contaminados en un barrio y me matas 500 en un abrir y
cerrar de ojos e hiciste colapsar todo el esfuerzo que hicimos”, exageró el
jefe comunal, como si Rodríguez Larreta fuera un genocida que bombardea con infectados
al gran Buenos Aires.
Insólitamente
el ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, el médico militar
Sergio Berni, copiando al presidente Donald Trump y su muro en la frontera
mexicano – estadounidense, planteó que no descarta el “aislar” al
territorio bonaerense de la Ciudad de Buenos Aires.
En su
desesperación, los kirchneristas no comprenden que el electorado ya no se deja
engañar por sus burdas campañas de desinformación. Por el contrario, al atacar
tanto a Rodríguez Larreta lo están convirtiendo en el jefe indiscutido de la
oposición y los hacen aún más conocido para la gente. No olvidemos, que el
peronista Carlos S. Menem, durante la campaña presidencial de 1988 / 1989, cuando
sus asesores le recriminaban por sacarse fotos junto a vedettes y en autos de
carrera, advirtió: “Que hablen mal de mí, pero que hablen…” La Historia demostró
que tenía razón.
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