UNA DE SORIANO
En 1973, un año muy particular en que la Argentina tuvo
a cuatro presidentes y Perón fue poder y gobierno después de un largo exilio,
el genial Osvaldo Soriano publicó en Bruguera su primera novela: “Triste, solitario y final”.
La obra de Soriano está dedicada a la decadencia
considerada como una parte esencial de la existencia humana. Todos sus
personajes, el detective Philip Marlowe, el actor Stan Laurel e incluso el
propio Soriano devenido en personaje, son figuras en decadencia.
Es difícil saber si la presidente Cristina Fernández
ha leído a Osvaldo Soriano, a decir verdad es difícil conocer qué ha leído
Cristina, incluso saber si la lectura es uno de sus pasatiempos preferidos
–además de las tardes dominicales de cine, claro está-. Si no lo ha leído
siempre está a tiempo de hacerlo.
No sólo porque Osvaldo Soriano fue uno de nuestros más
lúcidos escritores, que debió exilarse por aquellos mismos años en que ella y
Néstor hacían buenos negocios con la 1.050 en Santa Cruz, sino porque tenía dos
grandes virtudes: era fanático de San Lorenzo y un gran amante de los gatos.
Como todos saben nadie que quiera a los gatos puede ser una mala persona…
En especial debería leer la segunda novela de Soriano:
“No habrá más penas ni olvidos”
(1978). Y como prefiere el cine a la lectura, a lo mejor podría ver la versión
cinematográfica que hizo Héctor Olivera de esta novela.
Quizá podría aprovechar la ocasión y compartir la
película con Máximo, Axel y algunos de “los
pibes para la liberación”. Posiblemente, entre todos, a modo de “cine debate”, encuentran algunas ideas para enriquecer la
fábula del “relato”.
LA INEXORABLE DECADENCIA
Mientras organiza la reunión, debería reflexionar un
poco sobre la decadencia. Digo, porque su gobierno y aún su vida personal
parecen haber entrado en un proceso irreversible de franca decadencia. No sólo
debido a la proximidad de la conclusión de su mandato presidencial, sino porque
al parecer este final será más triste que feliz.
Al mismo tiempo, en los últimos años su salud no deja
de darle sobresaltos. Una extraña mezcla de diagnósticos errados, insólitos
accidentes, mala praxis médica, síndrome de Hubris y los frecuentes altibajos
de su bipolaridad crónica han obligado a la presidente a frecuentes
internaciones, ocultamientos y largas e inexplicables ausencias. Cualquier
estudiante de psicología pensaría que Cristina Fernández está somatizando.
Claro que en este caso de trataría de un estudiante “facho y desestabilizador”.
En realidad, Cristina Fernández tiene muchos motivos
para la depresión. Axel Kicillof es un genio de las finanzas solo que el mundo
financiero, internacional y nacional, no lo quiere. Debe ser porque no usa
corbata y aparece en las fotos con los dedos en “V”. Por eso la inflación es imparable, el PBI baja constantemente,
la recesión no cede y para colmo los “burócratas
sindicales” insisten con sus desestabilizadores reclamos de aumentos
salariales.
Algo similar ocurre con Máximo. El pibe ha heredado la
capacidad política de Néstor, sólo que los fachos del PJ lo ningunean y lo
mandan a jugar con “la Play”. Para
colmo está ese ambicioso de Daniel Scioli y otros gobernadores, ministros y
senadores que también se prueban la banda presidencial, todo esto contando con
sus votos. Pero se olvidan que los pocos votos que le quedan son de ella y de
nadie más.
Cristina, como Perón, no regala ni presta sus votos
porque no piensa tener otro heredero que el pueblo mismo. Después de ella
vendrá el Diluvio o Macri que para el kirchnerismo es lo mismo.
Mientras tanto los “fondos
buitres” asechan, el imperialista hegemónico de Obama no sólo se niega a
ponerle orden a Griesa, como Cristina hace con el bueno de Oyarbide, sino que
se saca los auriculares cuando ella habla. ¡Qué insolente!
Además, los periodistas golpistas de Longobardi,
Lanatta y Leuco, se niegan a aceptar el “relato”
e insisten en inventar malas noticias todos los días. Menos mal que Víctor Hugo
y “6,7 y 8” le dicen al pueblo la verdad…
Acosada por el clima de desánimo y derrota, la
presidente se ha visto obligada a gastar la mayor parte de su capital político
en defender al impresentable de Amado Boudou que no lo agradece y hasta anda
siempre mascullando amenazas, el muy ingrato.
Para colmo de males, los desestabilizadores de la
justicia ahora se la han creído y la “acosan
permanentemente” con “denuncias falsas”
y hasta están husmeando en las cuentas de Hotesur y molestando a amigos como Lázaro
y Cristóbal, siempre ocupados en hacer buenos negocios. Puro “golpismo activo”.
FINAL SIN REPECHAJE
En síntesis, a todas y a todos nos llega la decadencia
como algo natural e inevitable. Nada es para siempre, ni siquiera el
kirchnerismo. En algún momento se realiza el balance final y debemos afrontar
las consecuencias de nuestros actos.
Cuanto más pronto acepte este hecho, Cristina
Fernández podrá ser más feliz y recuperar su salud. Tan sólo es necesario que
realice un acto de realismo, que abandone las fantasías de volver en el 2019 o
de seguir manteniendo algún poder después del 10 de diciembre de 2015, para no
sufrir amargar decepciones después.
Usted qué piensa…???
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