miércoles, 4 de diciembre de 2024

Recrudece el conflicto en Siria



El conflicto en Siria ha marcado más de una década de guerra devastadora, dejando huellas profundas en su población y estructura social. Desde su inicio en 2011, ha evolucionado desde protestas locales hasta convertirse en un conflicto internacional multifacético. Este artículo analiza los últimos acontecimientos ocurridos en la ciudad de Alepo.

Origen del Conflicto

El conflicto sirio tuvo sus raíces en la denominada Primavera Árabe, una serie de protestas prodemocráticas que surgieron en Medio Oriente y el norte de África, en 2011, que en muchos casos fueron rápidamente capitalizados por los grupos islamistas. En Siria, estas protestas comenzaron como manifestaciones pacíficas en contra del régimen autoritario de Bashar al-Assad, exigiendo reformas políticas y sociales. La brutal represión del gobierno, particularmente en la ciudad de Daraa, donde manifestantes fueron asesinados, generó una escalada que culminó en enfrentamientos armados.

A medida que el gobierno intensificaba la represión, las protestas se transformaron en un levantamiento armado. Diferentes grupos opositores formaron milicias para enfrentarse al gobierno, lo que marcó el inicio de una guerra civil. Con el tiempo, la guerra se complicó aún más con la entrada de actores internacionales y regionales, incluyendo Rusia, Irán, Turquía, Estados Unidos, y grupos extremistas como ISIS. Es así como el conflicto en Siria terminó por convertirse en una guerra por procuración.

Las causas del conflicto son diversas y muy complejas

-       Autoritarismo y represión:  La dinastía al- Assad mantiene una dictadura corrupta e inoperante en Siria desde 1971. El actual presidente Bashar al-Assad heredó el poder a la muerte de su padre en el año 2000 y continuó gobernando bajo un régimen altamente autoritario. Las libertades civiles estaban severamente restringidas y la corrupción corroe todos los estamentos del Estado.

 

-       Crisis económica y desigualdad: Años de guerra han arruinado la economía de Siria, que ha visto destruidas gran parte de sus infraestructuras, y han dejado a millones de personas viviendo en terribles condiciones.

El conflicto ha creado una crisis humanitaria para la que no se ve una vía de salida.

La sequía de 2006 - 2011 devastó las áreas rurales, desplazando a miles hacia las ciudades, muchas de ellas en ruinas debido a las secuelas del y exacerbando las tensiones sociales en un país con altas tasas de pobreza.

Más de la mitad de la población de 22 millones de personas que vivían en Siria antes del estallido de la guerra se han visto desplazadas, de acuerdo con las cifras de Naciones Unidas.

De los 6,8 millones de desplazados internos, más de dos millones en el norte de Siria viven en atestados campamentos con acceso muy limitado a servicios básicos.

Otros seis millones de personas han abandonado el país, con destino sobre todo al Líbano, Jordania y Turquía, que entre los tres albergan a 5,3 millones de refugiados.

 

Más de 15,3 millones de sirios necesitaban ayuda humanitaria en 2023, una cifra récord, y 12 millones vivían en una inseguridad alimentaria severa.

El terremoto de febrero de 2023 en la zona de Gaziantep, Turquía, dejó 5.900 muertos y 8,8 millones de damnificados en Siria, empeorando las condiciones de vida en general.

Los intereses económicos, a veces enfrentados por el control de campos petroleros y rutas comerciales, han seguido alimentando la tensión, lo que se suma a la crisis humanitaria para contribuir al descontento y las luchas internas en el país.

-       La diversidad religiosa: Siria es una sociedad diversa con musulmanes suníes, alauitas, cristianos y otras minorías. El régimen, dominado por la minoría alauita, generó resentimiento entre la mayoría suní.

 

-       Intervención extranjera: Los intereses de potencias extranjeras y regionales transformaron el conflicto en una guerra por poderes. Rusia e Irán apoyaron al régimen, mientras que Turquía, Estados Unidos y países del Golfo respaldaron a los rebeldes y kurdos.

En el año 2020, un acuerdo entre Rusia y Turquía permitió establecer un alto al fuego, en la provincia siria de Idlib, al noroeste de Siria, limítrofe con Turquía y con una población de cuatro millones de personas. Idlib se convirtió en el último refugio de las fuerzas rebeldes.

Desde entonces, el conflicto bajó en intensidad permaneciendo en latencia. Durante los siguientes cuatro años la guerra civil pareció estancarse sin perspectivas de cambio, el gobierno de al-Assad controlaba el setenta por ciento del territorio sirio y mantenía el diálogo con los grupos rebeldes continuaron a través del Comité Constitucional Sirio que actuaba bajo los auspicios de Naciones Unidas. No obstante, fue imposible lograr avances significativos en las negociaciones porque el régimen de al-Assad no está dispuesto a ceder el poder ni alcanzar compromisos para una transición ordenada hacia la democracia.

La reactivación del conflicto

Los reveses sufridos por Hezbollah en El Líbano por la ofensiva desatada por las Fuerzas de Defensa de Israel en el último año ha forzado a la milicia proiraní a retirar la mayor parte de sus fuerzas en Siria.

Simultáneamente, Rusia que había desempeñado un papel clave en el apuntalamiento del Gobierno de Bashar al-Assad enviando tropas y aviones a Siria a partir de septiembre de 2015 está destinando la mayor parte de sus recursos militares a la guerra en Ucrania.

Ante la pérdida de sus principales apoyos, al-Assad trató de compensarla con un acercamiento a los Estados árabes del Golfo abandonando en parte al “Eje de Resistencia”, un grupo heterogéneo de milicias aliadas de Irán en la región.

El cambio en la situación estratégica abrió una ventana de oportunidad que la oposición supo aprovechar deponiendo antiguas rivalidades para formar una coalición. Probablemente la influencia de Ankara haya jugado algún rol en la formación de la alianza opositora. Así surgió el “Comando de Operaciones Militares” integrado por Hayat Tahrir al-Sham -Organización de Liberación del Levante-, nombre que adoptó el Frente Al Nusra, en 2016, cuando su líder, Abu Mohamed al Jolani, decidió romper con Al Qaeda y acercarse a Turquía, y otras milicias más pequeñas como Sultan Murad y Yeish al Izza también apoyadas por Ankara.

Los Estados Unidos y otros países occidentales designaron a Hayat Tahir al-Sham como una organización terrorista internacional, en 2018, y establecieron una recompensa de diez millones de dólares por la captura de Abu Mohamed al Jolani.

El Comando de Operaciones Militares, comandado por el coronel Hassan Abdeghani, lanzó el 29 de noviembre la operación “Disuasión de la Agresión” en la provincia de Idlib.

Las fuerzas del Comando de Operaciones Militares avanzaron rápidamente hasta Alepo, la segunda ciudad más grande de Siria, que se convirtió en el epicentro del conflicto. Tras años de guerra, el gobierno sirio recapturó la ciudad en 2016, marcando un hito en el conflicto. Sin embargo, los recientes acontecimientos indican un cambio significativo en la situación:

El gobierno de al-Assad, respaldado incondicionalmente por los presidentes Vladimir Putin y Masud Pezeshkian de Irán, apeló a los bombardeos de la fuerza aérea rusa sobre las posiciones de los rebeldes en las provincias de Idlib, Hama y Alepo. y anunció refuerzos para lanzar una contraofensiva. Sin embargo, el avance rebelde expuso la debilidad actual del régimen.

Los Estados Unidos, por su parte, han pedido a Rusia e Irán que pongan fin a sus actividades desestabilizadoras en Siria.

Las fuerzas del Comando de Operaciones Militares, que cuentan con el apoyo de Turquía, los Estados Unidos y Arabia Saudí, arrebataron al gobierno sirio el control de al menos diecinueve ciudades, pueblos importantes, e instalaciones militares. La situación en Alepo es crítica. Más de 600 personas han muerto desde el inicio de la ofensiva, y miles de civiles están atrapados en sus hogares, sin acceso a alimentos ni agua potable. La ONU y organizaciones locales intentan brindar asistencia, aunque los recursos son insuficientes.

Mientras que en la provincia de Deir el Zur, en el este de Siria, también se ha abierto otro frente de combate. Las Fuerzas Democráticas Sirias, encabezadas por la milicia kurda “Unidades de Protección Popular” (YPG, por sus siglas en kurdo), tomaron el control de otras siete localidades (entre ellas Salhiya, Tabia, Hatia, Mazlum y Heseniya, en la parte oriental de Deir Ezzor).

Estos siete poblados estaban controlados por la fuerzas del régimen de al-Assad, en especial por milicias iraníes apostadas en el lugar.

Los kurdos sirios, son enemigos de Ankara que los considera terroristas, dominan gran parte del norte y noreste de Siria, en donde han establecido una administración, y donde comparten en dos ciudades el control con las fuerzas del gobierno.

Irán, por el momento se limitó a movilizar a sus milicias aliadas desde Irak para reforzar las posiciones del régimen en Alepo, destacando la continua intervención de actores internacionales. Unos doscientos milicianos iraquíes en camionetas cruzaron a Siria durante la noche del 02 de diciembre a través del cruce estratégico de Bou Kamal.

Impacto y Perspectivas

La guerra en Siria ha dejado más de 300,000 muertos, la destrucción de infraestructuras críticas del país y millones de desplazados. Aunque la intensidad del conflicto había disminuido en los últimos años, la situación reciente en Alepo refleja la fragilidad del país y la falta de una solución política duradera.

El futuro de Siria sigue siendo incierto, y los nuevos enfrentamientos en Alepo subrayan que, mientras persistan las rivalidades internacionales y regionales, es improbable que la paz se restablezca en el corto plazo. La comunidad internacional enfrenta el desafío de abordar no solo las causas inmediatas, sino también las profundas divisiones estructurales que alimentan el conflicto.