El sábado 27 de febrero los argentinos nuevamente
llenaron las principales plazas y calles, esta vez demandando la renuncia de
los funcionarios involucrados en las vacunaciones de privilegio.
Una
nueva masiva marcha opositora tuvo lugar en todo el territorio argentino. Se
trató de la décima protesta autoconvocada de alcance nacional en quince meses
de gobierno kirchnerista y en doce meses de pandemia.
Aunque
el detonante de la convocatoria fue el manejo discrecional que el gobierno
kirchnerista realizó de las vacunas contra el Covid 19, inmunizando a jóvenes
funcionarios, militantes de la organización juvenil La Cámpora y a
artistas e intelectuales orgánicos del oficialismo, otros factores
contribuyeron a incrementar el descontento de la población.
El
desmanejo económico del gobierno kirchnerista agudizó la crítica situación
económica recibida de la administración de Mauricio Macri y el cese de
actividades impuesto por la pandemia terminó de completar la actual crisis
económica de Argentina.
En el
último año, la recesión provocó un descenso del 10% en el PBI (cifra similar a
la de la crisis de 2001), la inflación oficial del 36.1% (que los analistas
privados elevan al 45%) en el año 2020 y del 4% en enero de 2021, la notoria
pérdida de poder adquisitivo de salarios y jubilaciones y con el 52% de la
población por debajo de la línea de la pobreza, el descontento de la población
crece día a día.
Además,
durante 2020, los argentinos soportaron una prolongada cuarentena con
aislamiento y cese de actividades. Ahora, la sociedad ve como otros países de
la región avanzan en la vacunación de la población mientras que, pese a las
reiteradas promesas del gobierno, las tan ansiadas vacunas no llegan al país.
En ese
crítico contexto la confesión del periodista Horacio Verbitzky, habitual vocero
extraoficial de Cristina Kirchner, de que se había inoculado en un “vacunatorio
VIP” donde concurrían figuras notorias del oficialismo en la sede del
ministerio de Salud, que conducía el doctor Ginés González García, despertó la
indignación de la sociedad y generó la convocatoria del 27F.
Como
en otras oportunidades la convocatoria se difundió por las redes sociales pero
en esta ocasión contó con el apoyo de los partidos políticos de oposición: el
partido PRO de Mauricio Macri, la Unión Cívica Radical, la Coalición Cívica, el
Partido Libertario de ideología liberal y el Partido Generación para un
Encuentro Nacional (GEN) corriente de izquierda que lidera la diputada
Margarita Stolbizer.
Los
partidos políticos aportaron dirigentes (que recorrieron canales de televisión
y programas de radio difundiendo la convocatoria) y militantes pero no
aportaron fondos ni medios de transporte o logísticas para apoyar a los
manifestantes. Incluso no marcharon en columnas ni portaron banderas
partidarias durante la movilización.
Los principales
puntos de concentración de los manifestantes fueron muy diversos. En la ciudad
de Buenos Aires se estableció alrededor del Obelisco y en la histórica Plaza de
Mayo frente a la Casa Rosada.
En la
provincia de Buenos Aires, bastión electoral del peronismo gobernada por uno de
los dirigentes favoritos de Cristina Kirchner, el economista Axel Kicilloff, la
protesta se hizo sentir en varias ciudades. Frente a la Quinta Presidencial,
residencia oficial del presidente Alberto Fernández, en la localidad de Olivos
en la zona norte de la provincia, en la Plaza Moreno, frente al Palacio
Municipal y la Catedral, de la ciudad de La Plata, capital de la provincia. En
la esquina formada por las calles Luro y Mire y al pie del monumento al General
San Martín en la ciudad balnearia de Mar del Plata.
En la
provincia de Córdoba, en la zona de Patio Olmos de Córdoba Capital, en la
provincia de Santa Fe en el Monumento a la Bandera en la ciudad de Rosario, en
la provincia de Corrientes, en Costanera y 3 de abril de la ciudad de
Corrientes, en la provincia de Mendoza, en la peatonal y calle San Martín en
Mendoza Capital, en Entre Ríos en la Plaza Urquiza de la ciudad de Gualeguaychú
y en la ciudad de Tucumán en la provincia homónima.
Además
de decenas de otros puntos de movilización en ciudades pequeñas de todo el país
donde se congregaron grupos de diversas dimensiones.
Entre
los principales dirigentes políticos que fueron identificados concurriendo a la
protesta figuraban la exministra se Seguridad y exdiputada Patricia Bullrich,
presidente del partido PRO, el diputado y exgobernador Alfredo Cornejo,
presidente de la UCR, los senadores Martín Lousteau y Alfredo De Angelis; los
diputados Mario Negri, Cristian Ritondo, Luis Petri, Fernando Iglesias, Waldo
Wolff, Álvaro Lamadrid y decenas de legisladores provinciales.
La
dirigente evangelista Cynthia Hotton y Alejandro Fargosi, ambos del espacio
Valores para mi país, el exdiputado y actor Luis Brandoni, el conducto
periodístico Ángel “Baby” Etchecopar, Juan José Gómez Centurión líder
del partido NOS. Los dirigentes del partido Libertario, espacio donde abundan
los economistas liberales, José Luis Espert,
Javier Milei, el periodista Luis Rosales y Álvaro Zicarelli, Maximiliano Ferraro de la Coalición Cívica, el
exfiscal federal Pablo Lanusse, el exministro de Agricultura Luis Miguel
Etchevehere y otros dirigentes de la Sociedad Rural Argentina y muchas otras personalidades
más.
Como
en todas las otras convocatorias los manifestantes concurrieron
individualmente, muchos en sus vehículos particulares, portando cubrebocas y
manteniendo cierta distancia social. El clima de la manifestación fue pacífico,
hasta familiar y festivo. Los manifestantes portaban banderas nacionales y
pancartas artesanales con las más diversas consignas, entonaban el himno
nacional y algunos batían cacerolas.
Sin un
reclamo uniforme, los manifestantes demandaban la renuncia del gobierno, la
renovación de la clase política bajo el lema de “Que se vayan todos”. Otros
pedían la renuncia de todos los funcionarios públicos que recibieron
clandestinamente la vacuna contra el Covid 19 y algunos pedían el
encarcelamiento de Cristina Fernández de Kirchner por sus múltiples cargos por
corrupción. En la Plaza de Mayo estaba el infaltable inflable con la imagen de
Cristina Kirchner vistiendo ropa de presidiaria.
Sin
embargo, en esta ocasión los manifestantes colgaron de las rejas que protegen
la Casa Rosada diez bolsas de residuos negras rellenas con papel de diario,
simulando cuerpos humanos en bolsas mortuorias. Cada bolsa tenía escrito el
nombre de un político peronista “vacunado” ilegalmente.
Este
hecho molestó especialmente al presidente Alberto Fernández que lo condenó
duramente por Twitter: “La forma de manifestarse en democracia no puede ser
exhibir frente a la Casa Rosada bolsas mortuorias con nombres de dirigentes
políticos. Esta acción lamentablemente solo demuestra cómo muchos opositores
conciben la República. No callaremos ante semejante acto de barbarie”,
escribió el primer mandatario.
Otro
incidente violento tuvo lugar frente a la Quinta de Olivos cuando el
oficialismo envió a barras bravas y matones de los sindicatos peronistas para
intentar dispersar a los manifestantes allí reunidos. Se produjeron empujones,
insultos y algún intercambio de golpes entre ambos grupos, pero los
manifestantes opositores se mantuvieron frente a la entrada de la residencia
presidencial.
La
gran movilización opositora seguramente no producirá ningún cambio ni reacción
por parte del gobierno kirchnerista, pero es una clara advertencia del
descontento de una parte importante de la sociedad argentina y que el humor
social tendrá su efecto en las elecciones legislativas de octubre próximo.
Todo
parece indicar que el “Vacunagate” fue el disparo de largada para la
campaña electoral de las elecciones legislativas de octubre de 2021, claves
para definir las candidaturas presidenciales de 2023 y el futuro del gobierno
kirchnerista.
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