Desde la instalación de la dictadura
castrista, Cuba se ha transformado en una suerte de parásito comunista que sólo
sobrevive alimentándose de los países gobernados por sus aliados ideológicos.
EL
SATÉLITE CUBANO
Cuando
a comienzos de 1959, los hermanos Castro se hicieron con el poder en La Habana,
la guerra civil y el éxodo de empresarios y profesionales universitarios
altamente calificados paralizaron a la economía cubana.
La
situación se agravó con las expropiaciones de explotaciones agrícolas y de
capitales extranjeros (en especial los radicados en hotelería, turismo,
casinos, medios de prensa y canales de televisión de propiedad estadounidense)
llevadas a cabo por el gobierno revolucionario.
La
consiguiente militarización del país, el enfrentamiento con los Estados Unidos,
el aislamiento internacional y las sanciones económicas que siguieron a la
Crisis de los Misiles de 1962 y la colectivización forzada del total de la
economía cubana terminaron de sepultar cualquier posibilidad de desarrollo
industrial del país. Cuba se vio empantanada en un modelo agroexportador basado
casi exclusivamente en la venta de caña de azúcar, ron, tabaco y frutas.
Cuando
las tensiones de la Guerra Fría llevaron a los Estados Unidos a estrechar el
cerco diplomático y económico sobre Cuba con el propósito de sofocar al régimen
castrista, en el Kremlin decidieron que no podían permitirse perder a un aliado
estratégico que constituía una suerte de portaviones natural situado a 150 km
de la costa estadounidense y una base para sus operaciones latinoamericanas.
Fue
entonces cuando los soviéticos asumieron la responsabilidad de sostener
financieramente a su aliado en el Caribe.
El
problema era que Cuba no presentaba las mismas características estructurales de
los países de Europa Oriental. Países como la República Democrática Alemana, Checoslovaquia
o Polonia tenían una importante base industrial que permitió a los soviéticos
aplicar su modelo de capitalismo de Estado, con economía planificada y partido
único. En Europa Oriental la economía estatal planificada funcionó lo
suficientemente bien como para que, aplicando un severo racionamiento y
soportando el desabastecimiento periódico, la población contase con medios de
subsistencia suficiente.
Antes
de la Revolución, Cuba había progresado más que otros países caribeños e
incluso de América Latina. Había alcanzado una suerte de simbiosis económica
con los Estados Unidos a través de la venta de servicios turísticos, las
exportaciones de azúcar, tabaco de alta calidad, bebidas alcohólicas y frutas
tropicales.
Si
bien la renta nacional se distribuía muy desigualmente en beneficio de una
oligarquía que controlaba la propiedad de la tierra, el sistema financiero y
las empresas locales claves, Cuba distaba mucho de ser uno de los países más
pobres de la región.
La
ruptura de los vínculos económicos y tecnológicos con los Estados Unidos, la
imposición de sanciones económicas, el incremento desmesurado del gasto militar
y la colectivización de la actividad productiva de la Isla terminaron por
destruir a la economía cubana. En ese contexto Cuba solo podía sobrevivir con
la ayuda financiera y de todo tipo que recibía de sus nuevos socios en el
Kremlin.
En ese
entonces, tampoco la economía soviética atravesaba por su mejor momento. La
Guerra Fría imponía a la URSS realizar crecientes gastos en armamentos,
destinar fondos a la carrera espacial y para competir en distintos ámbitos
internacionales donde se libraba la rivalidad entre las superpotencias.
Para
colmo de males los soviéticos enfrentaban importantes tensiones con China y un malestar
en aumento e incluso rebeliones dentro del bloque soviético.
Durante
veinticinco años los ciudadanos soviéticos soportaron fuertes penurias
económicas, un mayor racionamiento y desabastecimiento, porque la solidaridad
socialista les imponía financiar a su aliado caribeño.
La
Unión Soviética compró y forzó a sus satélites del Bloque Soviético a adquirir las
exportaciones cubanas de azúcar, alcohol, tabaco y níquel, productos que, en
algunos casos, no necesitaban o podían conseguir a precios inferiores de otros
países.
Durante
años, el Kremlin abasteció a La Habana con petróleo a precio subsidiado, el
entregó armamento en cantidad para sus fuerzas armadas. Abrió tanto sus
instalaciones militares, como universidades y centros de investigación para
formar becarios cubanos. También envió a la Isla misiones con instructores de
todo tipo: militares, médicos, científicos, educadores y planificadores
económicos para impulsar el desarrollo del país según el modelo soviético.
Sin
embargo, toda la ayuda suministrada por los soviéticos no fue suficiente para
sacar a Cuba del estancamiento económico. Bajo los Castro la Isla se convirtió
en un barril sin fondo que absorbía los recursos soviéticos sin que nada
mejorase. Cuba continuaba siendo un país estancado en la producción de unas
pocas materias primas, con toda su infraestructura edilicia y productiva deteriorada
y que ni siquiera podía alcanzar el nivel de desarrollo del resto de los países
socialistas.
Era
evidente para el Kremlin que Cuba había resultado una mala inversión pero la
Doctrina Brezhnev impedía abandonar la partida. En términos concretos, por toda
la ayuda suministrada al régimen castrista los soviéticos sólo obtuvieron
algunas bases militares para su flota de submarinos y bombarderos,
instalaciones para monitorear las comunicaciones estadounidenses, tropas
mercenarias para apoyar la expansión de su influencia en África y un socio
confiable para sus actividades de inteligencia en América Latina.
PERÍODO
ECONÓMICO ESPECIAL
Los
soviéticos invertían anualmente más de dos mil millones de dólares para
sostener la economía de Cuba cuando, en 1985, Mijaíl Gorbachov se convirtió en
Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética e inició su
política de “perestroika” y “glasnost”.
Gorbachov
sabía que la economía de la URSS no podía seguir compitiendo a ese ritmo con
los Estados Unidos y los países de la OTAN. Para distender sus relaciones con
Occidente y al mismo tiempo aliviar la carga financiera que lastraba a la
economía soviética el nuevo Secretario General del PCUS decidió abandonar la
política aventurera implementada por Leonid Brezhnev en los países del Tercer
Mundo. Así los soviéticos dejaron de suministrar armas y ayuda financiera a
grupos terroristas y dictaduras africanas.
El
nuevo amo del Kremlin también cambio la política soviética hacia América
Latina. Gorbachov visito la región y convenció al presidente Daniel Ortega de
convocar a elecciones libres que alejaron al Frente Sandinista de Liberación
Nacional del poder en Nicaragua.
No
obstante, ni la seducción ni las advertencias de que suspendería la ayuda
económica por parte de Mijaíl Gorbachov lograron convencer a los Castro de
realizar cualquier tipo de apertura o distensión con los Estados Unidos.
Cuando
el petróleo, los productos y las importaciones soviéticas fueron disminuyendo y
luego cesaron totalmente, Cuba inició lo que Fidel Castro definió como “periodo
económico especial en tiempo de paz”. Entre 1990 y 1993, el PBI cubano se
redujo un 36%.
Sin la
ayuda soviética, el racionamiento de alimentos, vestimenta y medicamentos se
tornó feroz al punto que a falta d combustible los cubanos debieron volver a la
tracción a sangre y a las bicicletas.
Solo
en 2007, Cuba recuperó el mismo PBI que tenía en 1990, y ello fue gracias a que
para ese entonces La Habana recibía a la generosidad del bolivariano Hugo
Chávez que desde la presidencia de Venezuela gozaba de la prosperidad que le
daba un barril de petróleo a más de U$S 100. También había cambiado los vientos
que llegaban desde el Kremlin gobernado por Vladimir Putin.
En el
inicio del período económico especial, Fidel Castro decidió apelar a nuevas
estrategias. La inteligencia cubana creó un complejo entramado de empresas
fantasmas para burlar las sanciones económicas impuestas por los Estados Unidos
y proveer a la Isla de aquellos equipos tecnológicos que el eran necesarios.
Nos
sólo las tropas cubanas en África se involucraron en el contrabando de
diamantes de sangre, marfil y petróleo, también los principios del socialismo
debieron dejarse parcialmente de lado. Castro apostó a la industria turística y
a convertir el país en una suerte de sanatorio de alta calidad para atender a
pacientes extranjeros adinerados.
Para
activar a la industria turística, que demandaba importantes inversiones que el
gobierno cubano no podía afrontar, Castro se asoció con las grandes empresas
turística y hoteleras españolas.
Mientras
que empleaba sus limitados recursos en el campo de la medicina, mejorando las
instalaciones, creando institutos de investigación y estimulado el incremento
de estudiantes de carreras médicas becas, mejores salarios y otros beneficios.
Mientras
tanto, el aparato de propaganda cubano, con sus intelectuales y artistas amigos,
se dedicaron a construir el relato de las virtudes de la medicina cubana. La
fallida internación del futbolista Diego
Maradona para tratar su problema de adicción a las drogas fue parte, en su
momento, de esa campaña de propaganda.
En
1959, Cuba contaba con apenas seis mil médicos, la mitad de los cuales
emigraron tras el triunfo de la Revolución. Actualmente, Cuba afirma que
dispone de ocho médicos por cada mil habitantes (frente a cuatro en Argentina,
tres y medio en los Países Bajos, tres con veinte en Francia, dos con ocho en
el Reino Unido y en Canadá y dos con seis en los Estados Unidos).
Sólo
que para llegar a esa cifra, el gobierno cubano computa como “médicos”
al personal auxiliar -camilleros, técnicos hemoterapistas, radiólogos,
enfermeros y otros-. Incluso muchos de los galenos cubanos poseen títulos de “médicos
generalistas” cuyos conocimientos de medicina no superan a los que
adquieren en Argentina las licenciadas en enfermería tras completar una carrera
de cuatro años de duración en la Universidad.
Pero,
Cuba nunca alcanzó a convertirse en un centro médico de prestigio
internacional. Por lo tanto, los pacientes extranjeros adinerados no concurrían
en número suficiente buscando una cura
milagrosa para enfermedades terminales, una cirugía de alta complejidad o un trasplante
de órgano en forma discreta como para que la Isla pudiera recuperar su
inversión, mucho menos obtener las divisas extranjeras que demandaba su
economía.
Fue
entonces cuando el gobierno cubano descubrió que podía sacar provecho de la
falta de profesionales (médicos, educadores e ingenieros) en otros países del
Tercer Mundo. Si la ONU implementada “misiones de paz” con tropas que
aportaban los países miembros y a los cuales pagaba el organismo internacional,
Cuba podía hacer algo similar crear “misiones médicas” o de “alfabetización”
y cobrar a los países que las contrataban. Además de proporcionar las divisas
que tanto necesitaba la economía cubana, las “misiones” eran una fuente adicional
de prestigio internacional para Cuba que las presentaba como aporte de la “solidaridad
socialista” y al mismo tiempo ganaba influencia política en los países
receptores. Por eso, Castro comenzó a denominar a las misiones médicas su “ejército
de batas blancas”.
En
realidad no se trataba de una práctica nueva. El gobierno castrista enviaba
pequeños contingentes médicos a gobiernos afines ideológicamente desde la
década de 1960, cuando envió médicos e instructores militares para apoyar al
Frente de Liberación Nacional tras la independencia de Argelia en 1963. No
obstante, las misiones médicas se hicieron masivas en América Latina a partir
del año 2003 cuando Chávez y Castro acordaron la implementación del programa
“Barrio Adentro” destinado a llevar médicos y educadores cubanos a las zonas
más carenciados y violentos de Caracas.
En los
años del auge de los gobierno populistas en Sudamérica, aumento la presencia de
médicos cubanos por toda la región: Rafael Correa contrató 382 médicos, Dilma
Rousseff, en Brasil, recibió 11.000 para el programa “Mais Médicos”, que
reportaba a Cuba 33 millones de dólares mensuales.
En
2013, el ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba reconocía tener
desempeñando misiones médicas en 67 países a 15.000 médicos, 2.300
oftalmólogos, 15.000 licenciados (bioquímicos, psicólogos, etc.), 5.000
técnicos de la salud y 800 personas de servicio que constituyen una fuente de
ingresos millonaria.
En
Bolivia, el indigenista Evo Morales recibió una brigada de 712 médicos cubanos
por los cuales pagó 147 millones de dólares a Cuba.
Luego
de la renuncia de Morales en 2019, el gobierno de Jeanine Áñez Chávez denunció
que tan solo 250 de esos supuestos profesionales realmente contaban con título
de médico y que el resto cumplía misiones de seguridad e inteligencia para el
gobierno del Movimiento al Socialismo. Un número menor de médicos cubanos
fueron contratados por Guatemala, Surinam y Granada, Uruguay contrato un
pequeña brigada de nueve médicos, .
La
presencia de los médicos cubanos usualmente despertaba fuertes críticas. Los
primeros en rechazar su presencia eran los colegios médicos locales, luego los
políticos opositores que criticaban las actividades políticas y de proselitismo
desarrollada por los profesionales cubanos. En Venezuela, por ejemplo, los
médicos cubanos fueron acusados de delatar a opositores y de negarles
asistencia médica.
En el
caso de Bolivia, el gobierno de Jeanine Áñez detuvo a cuatro supuestos miembros
de la brigada médica cubana por instigar e incluso financiar protestas
violentas en los días posteriores a la renuncia de Evo Morales.
En
Brasil, Jair Bolsonaro los expulso al asumir la presidencia, otro tanto hizo en
Ecuador Lenin Moreno y Jeanine Áñez en Bolivia. En 2018, Kenia contrató
cincuenta médicos cubanos que la justicia keniana expulso ni bien arribaron al
país. En México, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador debió dar marcha
atrás ante las críticas de médicos y opositores.
En
Argentina, en 2014, durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner se
pretendió contratar médicos cubanos para las provincias de La Pampa y Chaco. En
esa ocasión se mencionó que se pagaría sus servicios con granos y otros
productos agrícolas. Pero, en ese entonces el gobierno kirchnerista en retirada
carecía del capital político necesario para llevar adelante la iniciativa.
En
2020, el gobernador kirchnerista de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof
recientemente pretendió contratar 500 médicos cubanos con la excusa de contener
la pandemia del Codiv-19, la iniciativa pronto despertó la protesta del Colegió
Médico de la provincia de Buenos Aires y de políticos opositores.
UNA
INDUSTRIA MUY LUCRATIVA
Para
Cuba la exportación de servicios profesionales se ha convertido en una
industria muy lucrativa cuyos beneficios superan los proporcionados por la
exportación de materias primas como el azúcar, tabaco, ron, o níquel. El envío
de profesionales de la salud al exterior suministra U$S 11.000 millones de
dólares de los U$S 14.000 millones que La Habana percibe al año por ventas al
extranjero de bienes y servicios, según datos suministrados por la Organización
Mundial de Comercio.
Esa
cifra supera ampliamente las exportaciones de tabacos (estimados en 259
millones de dólares al año) y los U$S 2.800 millones proporcionados por la
actividad turística.
UN
MECANISMO DE TRABAJO FORZADO
Veamos
como funciona para Cuba esta lucrativa industria de exportación forzada de
profesionales.
La empresa
estatal “Sociedad Mercantil Comercializadora de Servicios Médicos Cubanos”
acuerda el salario de los médicos que envía a determinado gobierno extranjero
tomando como indicador el índice de referencia elaborado por Naciones Unidas
para determinar el salario de los diplomáticos que cumplen funciones en ese país.
Es
decir que, por ejemplo, Brasil le pagaba a Cuba por cada médico o educador que
el enviaba el salario mensual en dólares fijado por Naciones Unidas para un
secretario de embajada destinado en Brasilia.
Supongamos
que esa cifra fuera de unos U$S 5.000.- mensuales. El gobierno cubano
entregaría en Brasil U$S 300 o 500 al médico para cubrir sus gastos locales. A
la familia del profesional residente en Cuba otros U$S 150 que le permitiría aliviar
considerablemente la “austeridad forzada” con que vive la población en
la Isla. Otra cifra, supongamos de unos
U$S 150 el gobierno los deposita como un ahorro forzado en el Banco de Cuba en
Pesos Cubanos Convertibles (paridad 1PCC = 1U$S). Pero el profesional solo
accede a esa cuenta de ahorro al termino de su misión en el extranjero y luego
de que las autoridades certifican que ha desempeñado correcta y completamente
sus tareas internacionales. Si su desempeño fue óptimo, incluso puede recibir
una tarjeta para comprar con un descuento del 30% en las exclusivas tiendas
donde se debe pagar con divisas o pesos cubanos convertibles.
La
suma restante que suele superar el 70% de lo percibido por médico queda en
dólares para el Estado cubano. Un negocio excelente.
No
cualquier médico cubano puede formar parte de una “misión revolucionaria en el
extranjero”, el postulante debe reunir ciertos requisitos especiales.
1.-
Nadie puede presentarse como voluntario para una “misión” sino que es designado
por las autoridades y negarse a tomar parte en la misma es considerado como un
acto de deslealtad con consecuencias para el profesional seleccionado y su
familia.
2.- El
candidato debe tener sólidos vínculos en la Isla que hagan difícil que deserte
quedándose en el país o viajando a otro. Son requisitos excluyentes ser casado,
padre de familia o estando divorciado tener hijos. La familia del médico nunca
viaja con él, sino que permanece en la Isla como garantía de que retornará. Recordemos
que las leyes de Cuba establecen que si un cubano deja la Isla sin permiso o no
retornar de una misión en el extranjero durante los siguientes diez años no
podrá retornar a la misma.
3.- El
candidato y su familia deben contar con inobjetables antecedentes políticos.
Haber militado en las juventudes del Partido Comunista, en las uniones de
estudiantes o profesionales, etc.
4.- El
medico o profesional no puede elegir a que país viajar. Con frecuencia ignora a
que país se dirige hasta llegar a él. En el caso de los médicos y educadores su
trabajo suele realizarse en áreas marginales, alejadas de las ciudades,
asentamientos pobres y violentos. Es decir, en todos aquellos lugares donde los
profesionales locales se niegan a prestar servicios por razones de seguridad o
por la falta de una infraestructura y medios materiales para realizar una
adecuada prestación médica o educativa.
5.-
Los miembros de una “Misión Revolucionaria en el Extranjero” son coaccionados
con represalias contra sus familias para que brinden informaciones sobre sus
colegas de contingente. En especial, sobre el estado de su “moral
revolucionaria”, contactos con extranjeros sospechosos y posibles planes para
desertar. En otras palabras los miembros de una misión cubana se espían unos a
otros y viven en medio de la desconfianza.
Estas
particulares imposiciones que el gobierno cubano establece para los
profesionales que integran sus “misiones revolucionarias” han originado que las
Naciones Unidas califiquen como “trabajo forzado” estás exportaciones de
servicios profesionales que lleva a cabo Cuba.
CONCLUSIONES
La exportación
de profesionales cubanos hacia países del Tercer Mundo es una lucrativa
actividad económica que además brinda la régimen comunista distintos
beneficios.
En
primer término grandes ingresos de divisas. Cada año Cuba obtiene de los
profesionales que envía a diversos países un total de 11.000 millones de
dólares que permiten apuntalar la ineficiente economía del país permitiéndole
al régimen castrista sobrevivir.
En
segundo término permite a la inteligencia cubana encubrir sus operaciones en
ciertos países enviando agentes con cobertura de médicos u otras profesiones. Esos
agentes suelen reclutar activos locales para expandir su influencia en los
países acogida.
En
tercer término, estas misiones constituyen un excelente argumento para la
propaganda cubana que ha sabido presentar un lucrativo comercio forzado de
personas como una actividad humanitaria propia de la “solidaridad socialista”.
Por
último, las misiones revolucionarias en el extranjeros que cumplen los médicos
y otros profesionales cubanos constituyen una forma moderna de esclavitud o “trabajo
forzado” que viola todas las normativas del Derecho Humanitario Internacional.
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