Las elecciones son una buena oportunidad
para que algunas empresas y personas ganen un dinero extra.
Las
elecciones Primarias Abiertas Simultáneas Obligatorias (PASO) de este
domingo son los comicios que deberán definir a los candidatos habilitados para
competir en los comicios reales que recién tendrán lugar el 27 de octubre.
Es
decir, son elecciones donde no se elegirá a nadie, porque los diez partidos que
presentaron candidatos presidenciales lo han hecho con una única lista de
candidatos, y sin embargo costarán unos cien millones de dólares.
Creadas
en 2009, por la Ley 26.571/09, con el propósito manifiesto de democratizar y
trasparentar el proceso de selección de candidatos por parte de los partidos
políticos nunca cumplieron la finalidad para la cual habían sido concebidas.
Los
partidos políticos, controlados por los caudillos territoriales y los
financistas que aportan para las campañas electorales, burlaron la opinión de
sus cuadros de base y sus simpatizantes llegando a acuerdos secretos entre ellos
para crear candidaturas únicas y evitar la competencia electoral.
De
forma tal que cada partido sólo presenta una lista de candidatos que no compite
con ninguna otra lista del mismo partido sino con los candidatos de otros
partidos.
En
esta forma las PASO dejaron de ser una elección primaria para designar
candidatos y se transformaron en una suerte de gran encuesta preelectoral
obligatoria que anticipa la tendencia de la real elección.
Es por
lo que muchos argentinos, cansados de tener que concurrir tres o cuatro veces
al “cuarto oscuro” para emitir su voto en un año de elecciones
presidenciales y debido al alto costo que implica su implementación, son
partidarios de su eliminación e incluso algunos no piensan participar de la
votación, pese a que la misma reviste carácter obligatorio.
El
problema se incrementa cuando los gobiernos provinciales separan los comicios
locales de la elección nacional para evitar el “efecto arrastre” de las
candidaturas presidenciales sobre las correspondientes a gobernadores,
intendentes y legisladores provinciales al reunir en una larga “lista sábana”
a los candidatos de diversos cargos. Al separarse las elecciones el votante
debe concurrir más de una vez a los comicios.
El
votante puede cortar las boleta que encuentra en el “cuarto oscuro” por
secciones correspondientes a diversos cargos. Combinando, por ejemplo, el
candidato a presidente de un partido con el postulante a gobernador de otro e
incluso con los candidatos a legisladores o intendente de un tercero.
Sin
embargo, “cortar la boleta” requiere de un alto grado de reflexión
política y hasta de cierto nivel intelectual. El electorado menos instruido y
los votantes de mayor edad suelen temer confundirse y perder el voto por lo
cual son refractarios a cortar la boleta para combinar a los candidatos de diversos
partidos con forme a sus preferencias. Este tipo de votantes incluso suelen
llevar su propia boleta al “cuarto oscuro” por temor a que los fiscales partidarios
puedan identificar por quien votaron.
Aunque
la identificación del voto no es posible, los votantes intelectualmente menos
sofisticados, especialmente en las zonas suburbanas o rurales menos pobladas
donde todos los vecinos y los “punteros políticos” o candidatos suelen
conocerse personalmente, defienden el mito urbano de que el voto no es
realmente secreto. Allí, el reparto de boletas electorales “puerta a puerta”
en los días previos a los comicios y el tamaño del “aparato político”
partidario tiene influencia sobre el voto de la gente.
Los
políticos mantienen las PASO frente a los cuestionamientos de la población
porque actúan como un filtro para los pequeños partidos y los nuevos candidatos
que deben afrontar los costos financieros y humanos de llevar a cabo dos y tres
campañas consecutivas.
Además,
los candidatos y partidos que no compitan o no alcancen el 1,5% de los votos
del padrón electoral no podrán presentarse a los comicios efectivos de octubre.
Tal
limitación, al eliminar a los candidatos meramente testimoniales, reduce el
número de candidatos haciendo el escrutinio de la votación real más exacto y
dinámico. También facilita la campaña electoral siguiente permitiendo a la
prensa, encuestadores y analistas concentrar su atención en un número menor de
postulantes con reales posibilidades de triunfo.
Incluso
permite a los votantes aprovechar mejor su voto orientándolo hacia los candidatos
más votados, también puede influir sobre quienes votaron “en blanco” o
directamente no participaron de las PASO impulsándolos a intervenir para
cambiar los resultados.
Por
último, estas rondas sucesivas de comicios movilizan cientos de millones de
dólares en lo que bien podría denominarse la “industria electoral”.
Miles
de empresas y personas a lo largo del país ganan dinero durante los años
electorales vendiendo los bienes y servicios más diversos, espacios
publicitarios o simplemente información.
Un
ejército de encuestadores, estrategas de campaña, analistas de datos, expertos
en relaciones públicas e institucionales, lobistas de todo tipo, redactores de
prensa, blogueros, trolls, community managers, expertos en computación,
diseñadores gráficos, asesores de imagen, profesores de oratoria, estilistas y
maquilladores, etc. encuentran trabajo asistiendo a los diversos candidatos
durante la campaña.
También
obtienen importantes beneficios los canales de televisión, las emisoras
radiales y empresas de publicidad en la vía pública que venden sus espacios
publicitarios.
Los
periodistas tienen oportunidades extras con el mayor flujo de interesante material
con que alimentar sus programas, organizar debates e informes especiales o,
simplemente, dar más relevancia a sus análisis y columnas, etc.
Las
imprentas también hacen un buen negocio imprimiendo publicidad, merchandising y
boletas electorales. Los clubes deportivos alquilan sus estadios lo mismo hacen
los centros de convenciones y salones de eventos, hasta los restaurantes se benefician
con la realización de actos políticos, presentaciones de candidatos y hasta
libros o cenas de recaudación de fondos.
La
editoriales se benefician cuando los candidatos publican libros con sus
autobiografías o propuestas de gobierno. Con frecuencia el “candidato –
autor” paga la totalidad de la edición y la venta de ejemplares, por escasa
que esta sea, significa una ganancia neta para la empresa. El mejor ejemplo de
esta práctica ha sido en esta campaña, la explotación electoral que ha
realizado la expresidente Cristina Fernández de Kirchner de su libro “Sinceramente”,
para generar actos de campaña.
“Sinceramente” ha
sido el mayor negocio editorial de la Sudamericana en toda su historia.
Los
negocios generados por la “industria electoral” se derraman por toda la
sociedad llegando a todos los sectores. Humildes militantes políticos son generosamente
financiados para que dediquen mayor tiempo a las tareas de campaña: reparto de
boletas, atender puestos de propaganda callejera, movilizar gente para los
actos, realizar pintadas callejeras, concurrir a centros y comandos de campaña,
etc.
Simples
ciudadanos son contratados con importantes sumas para trabajar como “fiscales
de partido” en las mesas y locales de votación.
Los partidos
políticos con mayores recursos organizan para el día de la votación auténticas
flotas de colectivos, combis, taxis y coches de alquiler contratados para
trabajar doce horas trasladando votantes, boletas electorales de repuesto y
viandas para los fiscales u otras
actividades logísticas entre los locales
partidarios y los centros de votación.
Todo
ello sin hablar de los incentivos económicos o “en especias” (desde un
simple “choripán” hasta zapatillas y electrodomésticos) que pueden recibir los
votantes en la puerta de los locales de votación para decidir su voto a favor
de un candidato en cuestión. Es decir, que con las elecciones hasta los
humildes tienen oportunidades de “ganar una moneda” extra.
Como
puede apreciarse, más allá del costo nominal de las PASO y las
elecciones efectivas, la verdad es que un año de elecciones presidenciales ofrece
en Argentina una buena oportunidad de negocios que incluso reactiva a la
economía.
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