El imprevisto triunfo del kirchnerismo en
las elecciones primarias de Argentina abre un panorama incierto y lleno de
disparatadas versiones sobre el rumbo del país.
La
Argentina no logra aun superar su sorpresa luego del aplastante voto castigo
que en las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias del domingo
pasado sufrió el gobierno del presidente Mauricio Macri y la clara posibilidad
de un triunfo de la fórmula populista formada por Alberto Fernández y Cristina
Fernández de Kirchner en las elecciones generales del 27 de octubre próximo.
Ninguna
de las encuestas presagiaba una victoria opositora de tal magnitud. El
kirchnerismo se impuso claramente por quince puntos porcentuales venciendo en
veintidós de los veinticuatro distritos electorales. El oficialismo solo venció
en la mediterránea provincia de Córdoba y en su feudo histórico de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires.
Al
conocerse los resultados de la votación primaria, el gobierno del presidente
Mauricio Macri entró en un shock del cual no se ha recuperado totalmente.
Pero,
la reacción más rápida e inesperada provino de los mercados internacionales. En
Argentina el valor del dólar se disparó desde los $46 del viernes hasta tocar
los $70 en algunas casas de cambio del centro porteño. Sólo la activa
intervención del Banco Central de la República Argentina vendiendo dólares
logró fijar la tasa de cambio en $63 este miércoles 13 de agosto. No obstante,
esta no es la cotización definitiva de la divisa estadounidense.
La
brusca devaluación del peso impacto sobre los países de la región. El peso
mexicano se depreció un 0,83%, el colombiano un 0,85%, el chileno 0,41% y el
real brasileño 1%.
Al
mismo tiempo, el riesgo país que mide JP Morgan, tuvo su peor desbandada en
setenta años, trepando un 88% hasta llegar a una cifra récord de 1.900 puntos,
el valor más alto de los últimos diez años. El índice Merval de Buenos Aires se
derrumbó un 37,35%.
Los centros
mayoristas de distribución de alimentos y productos de primera necesidad
reaccionaron a la devaluación del peso incrementando sus precios entre un 10 y
un 20%.
Los
argentinos que contaban con dinero en efectivo se apresuraron a concurrir a los
comercios para abastecerse de productos antes que estos incrementaran su valor
pero encontraron que los comercios no querían venderlos porque temían agotar sus
stocks y no sabían cuál sería el precio de reposición de la mercadería.
Además,
las firmas automotrices Toyota S. A., FCA (Fiat – Chrysler) y el grupo PSA
(Peugeot -Citroën) suspendieron el envío de vehículos desde sus plantas
productoras hasta la concesionarias y estas últimas dejaron sin efectos los descuentos
y planes de venta en cuotas que habían acordado con el gobierno.
El
interrogante es porque los mercados han reaccionado tan adversamente ante la
posibilidad de que el peronismo kirchnerista regrese al gobierno en Argentina.
La
explicación es clara para muchos. Los analistas descuentan que un futuro
gobierno kirchnerista volvería a la economía dirigista, estatista,
proteccionista y cerrada. Con controles cambiarios, precios máximos, tarifas
congeladas de los servicios públicos, del gas y el combustible, sumado a un
default de la deuda con los organismos financieros internacionales disimulado
como una suerte de “reestructuración” unilateral.
Estas
medidas implicarán que la Argentina nuevamente dejará de ser parte del mundo,
se aislará y reducirá sus relaciones internacionales a un conjunto de países
marginados.
Durante
los últimos cuatro años, en que Cristina Fernández de Kirchner ha vivido en una
suerte de exilio político acosada por procesamientos judiciales por corrupción
fue arropada por los gobiernos de Venezuela y Cuba.
El
bolivariano Nicolás Maduro la recibió en Carcas con honores de Jefe de Estado.
Mientras que el gobierno cubano brindó asilo a su hija Florencia, permitiéndole
burlar a la justicia argentina que la investigaba por enriquecimiento ilícito
después de que se descubrieran dos cajas de seguridad a su nombre en el Banco
de Galicia conteniendo 4.660.000 dólares no declarados al fisco.
Incluso
en España, Cristina Fernández de Kirchner encontró la solidaridad de partidos y
organizaciones populistas vinculadas con Venezuela y Cuba. El partido Podemos
se ha convertido en un activo defensor y socio del kirchnerismo. En 2014, Pablo
Iglesias visitó Buenos Aires para participar de la campaña electoral del
kirchnerismo. En 2016, el hoy candidato kirchnerista a gobernador de la
provincia de Buenos Aires, el economista Axel Kicillof devolvió el favor
viajando a Madrid para apoyar las candidaturas de Podemos. El 22 de febrero de
2017, en oportunidad de la visita del presidente Macri al parlamento español,
los legisladores de Podemos no solo se negaron a aplaudir al mandatario
argentino, sino que Iñigo Errejón pronunció un durísimo discurso contra el
mandatario argentino que concluyó con un amenazante “vamos a volver”.
Pablo Iglesias, por su parte, abandonó sus prejuicios antimonárquicos y suele llamar
a la expresidente: “Reina Cristina”.
Esto
hace prever que con el kirchnerismo en la Casa Rosada, la Argentina volverá a
darle la Espalda a los Estados Unidos, Francia y Alemania. Restará toda
importancia al Mercosur y tendrá malas relaciones con el gobierno de Jair
Bolsonaro en Brasil. También retomará la retórica antibritánica en los foros
internacionales enarbolando un discurso antiimperialista y nacionalista
reclamando por la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas.
Los
principales vínculos diplomáticos y acuerdos económicos de un futuro gobierno
kirchnerista volverán a ser con países
que no muestren especial preocupación por la falta de democracia y la situación
económica que se viva en Argentina. Esa lista la integran Venezuela, Cuba,
Bolivia, China y Rusia. Hasta es posible que llegue a acuerdos de comercio y
cooperación con Irán.
Sin
embargo, lo que posiblemente más inquieta a los analistas financieros y
políticos internacionales son la alarmantes versiones que circulan por los “mentideros
políticos” del microcentro porteño y de los cuales se alimentan muchos
corresponsales extranjeros y miembros del cuerpo diplomático.
En
ellos se habla con insistencia de que después de triunfar en las elecciones
presidenciales el candidato electo Alberto Fernández será discretamente
apartado para ser reemplazado por la vicepresidenta Cristina Fernández de
Kirchner. Para ello se apelará a una supuesta enfermedad o a un “renunciamiento
patriótico”, donde Alberto como un disciplinado soldado dejará su puesto a
la auténtica líder del movimiento.
De
esta manera el poder formal se reunirá con el poder real y Cristina Fernández
de Kirchner cumplirá su sueño de ver como un humillado Mauricio Macri le coloca
la banda presidencial.
Esas
mismas versiones señalan que luego, en 2023, Cristina Kirchner será sucedida en
el cargo por su hijo Máximo. En esta forma madre e hijo se alternarán en la
presidencia sin vulnerar la constitución conformando una auténtica dinastía en
el poder. Tal como fuera el proyecto original entre Néstor y Cristina Kirchner
que se frustró con la imprevista muerte del primero.
Con
semejante panorama a quien puede sorprender que el país se debata en medio de
convulsiones económicas.
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