En su mensaje a la 69º
Sesión de la Asamblea General de ONU, el rey de Marruecos, dio una clara
muestra de su liderazgo regional al asumir la defensa del derecho de los países
del Sur –en especial los africanos- a encontrar un camino propio hacia el
desarrollo que contemple el respeto por sus tradiciones y particularidades.
El monarca pidió a la
comunidad internacional tratar a los países del Sur “con mayor realismo y prudencia, comprendiendo sus condiciones con
respecto a los procesos democráticos y de desarrollo”.
Categóricamente, Mohamed VI
advirtió que “los países occidentales y
las instituciones que de los mismos dependen, sólo saben dar muchas lecciones
y, en el mejor de los casos, unos cuantos consejos.” Sin embargo, el apoyo
material que brindan es siempre muy escaso y llega totalmente condicionado.
Con firmeza y realismo el
monarca marroquí responsabilizó a la pesada herencia dejada por el colonialismo
europeo y a las políticas implementadas por los países occidentales por la
situación que hoy vive el continente africano. “El colonialismo ha dejado detrás de sí enormes
perjuicios en los países que estaban bajo su gobierno. De este modo,
obstaculizó el proceso de su desarrollo durante muchos años, a la vez que
explotó sus riquezas y energías de sus hijos, produciendo profundos cambios en
las costumbres y culturas de sus pueblos. Por otra parte, arraigó los motivos
de la segregación entre los hijos de un mismo pueblo así como sembró las causas
del conflicto y la discordia entre los países vecinos. Así pues, a pesar del
largo tiempo transcurrido, los países colonizadores asumen una responsabilidad
histórica en las difíciles condiciones, y a veces dramáticas, que viven algunos
países del Sur, sobre todo en África. Ahora, tras conocer todos estos efectos
negativos, no corresponde a estos países pedir a los del Sur un cambio radical
y acelerado, en aplicación de un sistema ajeno a sus culturas, principios y
condiciones, es como si el desarrollo sólo fuera posible según un modelo único,
a saber, el occidental.”
Refiriéndose al problema del
desarrollo en África, dijo Mohamed VI: “El
problema no se debe a la naturaleza o capacidades del ser africano, dado que
éste ha dado prueba de su rendimiento y creatividad, cuando dispone de las
condiciones adecuadas y consigue liberarse del pesado legado que le dejó el
colonialismo. Asimismo, el problema del desarrollo en África no se relaciona
con la naturaleza de la tierra y del clima, por muy inclemente que sea en
algunas zonas, sino que es debido más bien a la dependencia económica, a las
escasas ayudas y parcas fuentes de financiación, así como a la inexistencia de
un modelo de desarrollo sostenible. De este modo, la aportación de ayudas a
estos países no constituye una opción o un gesto de generosidad, sino más bien
es una necesidad y una obligación, aunque en realidad lo que los pueblos
necesitan residen en una fructífera cooperación erigida sobre el respeto
mutuo.”
Agregando en forma categórica: “más que ayudas humanitarias, lo que África necesita son socios
confiables.”
La alocución del monarca alauí concluyó con una
clara advertencia dirigida a los mandatarios de los países occidentales. Tras
pedir el apoyo para que los países del Sur puedan alcanzar el desarrollo, la
seguridad y la estabilidad en sus respetivas regiones concluyó: “De lo contrario, habremos de asumir todos,
las consecuencias del avance del extremismo, la violencia y el terrorismo,
alimentados por el sentimiento de injusticia y exclusión, de los que no se
salvará ninguna parte del mundo”.
Los argumentos del rey de Marruecos en su mensaje a
la Asamblea reflejan el sentir de los pueblos africanos frecuentemente
sometidos a calamidades climáticas, hambrunas y pandemias ante la indiferencia
del mundo desarrollado.
Los países prósperos de Occidente suelen olvidar que
han construido mucha de esa prosperidad sobre la base de la explotación salvaje
de los países del Sur. Son los mismos países que demandan al Sur llevar a cabo,
en tan sólo unas pocas generaciones, el mismo tránsito hacia el desarrollo que
en Occidente demando varios siglos vividos en medio de fuertes convulsiones
sociales e inestabilidad política, además de dos catastróficas guerras
mundiales.
Son precisamente los países desarrollados quienes, a
través del control que ejercen sobre los organismos internacionales de crédito,
de la irresponsable explotación de los recursos naturales y las prácticas
corporativas corruptas, constituyen el mayor obstáculo para el desarrollo
armónico del Sur.
Al mismo tiempo se empeñan en obviar que en un mundo
global todos los problemas se tornan globales. Por lo tanto, las amenazas a la
seguridad que asolan a los países de Sur, potenciadas por cuestiones
climáticas, pobreza, exclusión social y otros males, terminan por proyectar de
un modo u otro, sus efectos sobre el mundo desarrollado del Norte.
En este sentido las palabras de Mohamed VI
constituyen una oportuna advertencia que no deberían pasar por alto los líderes
de Occidente.
El sexagésimo noveno período de sesiones de la
Asamblea General cuenta con la participación de más de ciento veinte jefes de
Estado y de Gobierno y albergó importantes foros entre ellos el Debate General
-donde pronuncian sus alocuciones los jefes de Estado y que se realiza entre el
24 de septiembre y el 1 de octubre-, la Cumbre Climática –el 23 de septiembre-
y la Conferencia Mundial de los Pueblos indígenas –el 22 y 23 de septiembre.
El mensaje del rey de Marruecos, fue leído en su
nombre, el 26 de septiembre por el Jefe de Gobierno Abdelilah Benkirán.
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