Por
Adalberto Agozino
Los dirigentes de izquierda que más
proponen políticas feministas y de género, más dicen luchar con la violencia
hacia las mujeres, de Alberto Fernández a Iñigo Errejón, pasando por Evo
Morales, enfrentan serias denuncias por golpeadores, abusadores y estupradores
que llenan de estupor y desprecio a la sociedad.
En
Argentina, la fuerza política que más se ha destacado en la defensa del
feminismo, impulsado políticas de género, respeto e integración de la
diversidad sexual y que más ha combatido a todas las expresiones de violencia
de género, especialmente la violencia doméstica ha sido el peronismo en su
versión del siglo XXI, el “Kirchnerismo”.
Uno
de los adalides de la lucha contra la violencia de género, fue precisamente el
expresidente Alberto Fernández (2019 – 2023) quien, a esos efectos, al comienzo
de su gestión creó el ministerio de la Mujer.
El
mandatario incluso inauguró ese ministerio con un encendido discurso contra la
violencia de género.
Pero,
tan solo seis meses después de concluido su mandato, la opinión pública mundial
se vio sacudida por las imágenes de la pareja presidencial, Fabiola Yáñez,
presentando graves golpes en su rostro y moretones en otras partes de su cuerpo.
Fotografía halladas accidentalmente por la justicia argentina en el celular de la
histórica secretaria del expresidente, durante una investigación por hechos de
corrupción en la contratación de seguros.
Aún
cuando el caso de violencia de género en contra de Alberto Fernández, aún se
encuentra en etapa procesal ante la justicia, la opinión pública ya lo condenó.
Si
el caso de Alberto Fernández fuera el único, podría decirse que se trata de
excepción que confirma la regla, pero no es así.
El
18 de junio de 2024, la justicia argentina condenó a 16 años de prisión e
inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos al senador y exgobernador kirchnerista
de la provincia de Tucumán, José Alperovich.
Alperovich
fue condenado por entre nueve y diez delitos de tentativa de abuso, abuso simple,
abuso agravado con acceso carnal efectuado contra un sobrina a quien contrató
como secretaría.
Otro
caso importante afecta al intendente kirchnerista del populoso partido bonaerense
de La Matanza (cuenta con 325,71 km² de territorio, donde viven 1,8 millones de
personas) Tomás Fernando Espinoza. El intendente enfrenta una seria acusación
por abuso sexual presentada ante la justicia, en 2021, por quien fuera su secretaria
privada, la modelo Melody Rakauskas.
Pese
a esta acusación y otras denuncias por fraude contra la administración pública,
abuso de autoridad, violación de los deberes de los funcionarios públicos y/o
malversación de caudales, el intendente Espinoza se negó a pedir licencia y
sigue ejerciendo su cargo.
Mientras
que el Partido Peronista, no solo guardó silencio sobre el tema sino que lo
sube a la tribuna partidaria en todos los actos de campaña organizados por el
gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, como una suerte de
respaldo tácito. Mientras que otros
funcionarias kirchneristas de menor rango que sufrieron este tipo de
acusaciones en su contra fueron discretamente forzados a dejar sus cargos.
Pero,
esta conducta escandalo y repudiable no es patrimonio exclusivo del
kirchnerismo de la Argentina.
En
Bolivia, el expresidente y dirigente cocalero Evo Morales (2006 – 2019)
enfrenta acusaciones de estupro y trata de menores por haber tenido un hijo, en
2017, con una niña que en ese entonces tenía quince años, según afirmó el
Fiscal General del Estado, Juan Lanchipa.
Al
momento de escribir este artículo, Bolivia se encuentra semiparalizada con las
carreteras bloqueadas por las protestas del campesinado, que desde hace nueve
días pide “el cese de la persecución judicial” contra el líder del Movimiento
al Socialismo, un partido integrante de la esfera ideológica del “socialismo
del siglo XXI”.
Para
no ser menos, este doble discurso de algunos personajes de izquierda que dicen
una cosa y hacen todo lo contrario, cumpliendo con el viejo refrán castellano
de “en casa de herrero cuchillo de palo”, también se ha hecho presente
en la izquierda española.
El
diputado y portavoz de Sumar, Iñigo Errejón, quien en 2014 fue uno de los
fundadores de Podemos y estrecho colaborador de Pablo Iglesias se ha visto
obligado a anunciar su retiro de la vida pública a los 40 años, derribado por
las acusaciones de “violencia machista”, maltratos psicológicos y
abusador sexual, incompatibles con su condición de legislador y líder de un
espacio político que hace del feminismo una de sus banderas más importantes.
El
caso de Errejón demuestra que el machismo y los abusadores no son patrimonio
exclusivo de la izquierda sudamericana, sino un problema más extendido.
Es
evidente que algunos movimientos de izquierda que dicen luchas por un lugar más
justo en la sociedad para las mujeres primero deben limpiar, sin temor a las
consecuencias sus “establos de Augías”, suprimiendo a los abusadores y
corruptos encaramados a sus estructuras de conducción se sienten impunes y dan
rienda suelta a sus instintos más oscuros.
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