En Tianjín, el pasado 1 de septiembre, concluyó la 25.ª cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), un encuentro que reunió a más de veinte jefes de Estado y consolidó al bloque como un actor central en la geopolítica y la economía global.
Contenido:
La
Organización de Cooperación de Shanghái, nació en 2001, como un foro regional
de seguridad entre China, Rusia y las repúblicas de Asia Central, dos décadas
más tarde se ha convertido en una plataforma capaz de proyectar influencia
sobre más de un tercio de la población mundial y alrededor del 25 % del PIB
global.
Hoy,
la OCS agrupa a diez miembros plenos —entre ellos China, India, Rusia e Irán—,
dos países observadores (Afganistán y Mongolia) y una larga lista de socios de
diálogo. En total, más de 3.400 millones de personas bajo un paraguas común,
con una participación en el comercio internacional que supera el 15 %.
Lejos
de ser un simple foro de seguridad, la OCS ha madurado como plataforma de
cooperación integral, con ambiciones de transformar las reglas del comercio
y la gobernanza global.
Un
contrapeso al orden económico occidental
La
OCS se presenta hoy como una alternativa a los marcos multilaterales dominados
por Occidente. En un contexto marcado por las tensiones arancelarias impulsadas
por Estados Unidos contra China, India y otros países del Sur Global, el bloque
ha hecho un llamamiento explícito en defensa del multilateralismo y contra
las sanciones unilaterales. La Declaración de Tianjín, adoptada en la
cumbre, reclama una economía abierta y rechaza las medidas coercitivas que
violan las normas de la OMC.
La
propuesta de Pekín de crear un Banco de Desarrollo de la OCS apunta
directamente a un objetivo estratégico: reducir la dependencia de los
mecanismos financieros occidentales. Para Rusia, Irán o incluso la propia
China, se trata de blindar proyectos de inversión e infraestructuras frente a
sanciones que, en los últimos años, han sido utilizadas como arma política.
El
Sur Global se organiza
Con
miembros que van de China, India y Rusia a Irán, Turquía y Pakistán, y
con socios de diálogo que incluyen a Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y
Catar, la OCS ha superado con creces sus fronteras eurasiáticas. Se configura
así un nuevo eje geoeconómico que conecta Eurasia con Oriente Medio,
sustentado en recursos energéticos, corredores de transporte y una creciente
voluntad de diversificación estratégica.
El
analista ruso Fiodor Lukiánov interpreta esta tendencia como el paso de un
orden jerárquico occidentalizado a un sistema internacional más diversificado.
La multipolaridad, defendida durante décadas como teoría, se estaría
plasmando ahora en instituciones concretas como la OCS.
América
Latina en la ecuación de la OCS
Aunque
la Organización de Cooperación de Shanghái no cuenta con miembros
latinoamericanos, su proyección como bloque comercial y geopolítico tiene
implicaciones directas para la región. América Latina es uno de los
espacios donde la competencia entre modelos de integración se vuelve más
evidente, en particular en lo que respecta al acceso a recursos naturales y
mercados emergentes.
En
primer lugar, el sector energético aparece como el área más sensible.
Países como Venezuela, Brasil, Bolivia y Argentina son proveedores estratégicos
de petróleo, gas y litio, y ya han estrechado vínculos con China y Rusia. La
creación de un banco de desarrollo de la OCS abre la posibilidad de financiación
alternativa para proyectos de infraestructura y energía, al margen de las
instituciones dominadas por Occidente, como el FMI o el Banco Mundial.
En
segundo lugar, el bloque puede convertirse en un socio comercial
complementario para las economías latinoamericanas. La búsqueda de mercados
estables para la soja, el cobre o el litio encuentra en la OCS un espacio en
expansión, donde la demanda de materias primas es sostenida por la
industrialización de India y China, así como por los planes de transición
energética de los países del bloque.
Además,
América Latina observa con interés el avance de la OCS porque ofrece un
modelo de integración no condicionado por exigencias políticas de gobernanza o
reformas estructurales, a diferencia de las instituciones financieras
tradicionales. Esto atrae especialmente a gobiernos que buscan diversificar
alianzas sin renunciar al acceso a capital para obras públicas y desarrollo
tecnológico.
No
obstante, los riesgos también son palpables. Una alineación demasiado estrecha
con la OCS podría intensificar las tensiones con Estados Unidos y la Unión
Europea, principales socios históricos de la región. De hecho, ya se
percibe en Washington una preocupación creciente por la penetración económica
china en infraestructuras portuarias y energéticas de América Latina.
En
perspectiva, la región se encuentra en una posición delicada: aprovechar las
oportunidades de diversificación comercial y financiera que ofrece la OCS, sin
comprometer su tradicional equilibrio diplomático con Occidente. El
desenlace dependerá de la capacidad de los países latinoamericanos de articular
políticas exteriores pragmáticas, que prioricen su desarrollo económico por
encima de las presiones geopolíticas cruzadas.
Repercusiones
a corto plazo
En
el plano inmediato, la OCS puede modificar dinámicas clave del comercio
internacional:
- Cooperación energética:
con Rusia, Irán y Arabia Saudí en la órbita del bloque, la OCS puede
influir en los precios del crudo y en la transición hacia fuentes
renovables, aprovechando la propuesta china de impulsar industrias verdes.
- Respuesta a las sanciones:
el banco de desarrollo y el consorcio interbancario ofrecen un mecanismo
alternativo de financiación, lo que debilita la capacidad de presión de
Washington y Bruselas.
- Atracción de nuevos
miembros: al menos diez países han solicitado
estatus de observadores o socios, lo que anticipa un crecimiento que
reforzará la densidad económica y política del bloque.
Escenarios a medio plazo
- Consolidación como bloque
económico
Si
el banco de desarrollo prospera y se consolidan corredores comerciales, la OCS
podría convertirse en un polo de atracción comparable a la UE o el T-MEC,
pero con una base geográfica y cultural mucho más heterogénea.
- Reconfiguración del
sistema financiero internacional
Una
arquitectura paralela de pagos y créditos en yuanes, rublos o rupias reduciría
el peso del dólar y el euro en los intercambios globales.
- Choque con Occidente
La
apuesta de la OCS por un comercio “sin injerencias” puede aumentar la tensión
con Estados Unidos y la UE, sobre todo si se percibe como una estrategia para erosionar
el orden económico liberal.
Claves
de la OCS como bloque comercial
- Fundación:
2001, como foro de seguridad regional.
- Miembros plenos:
China, Rusia, India, Irán, Pakistán, Kazajistán, Uzbekistán, Tayikistán,
Kirguistán y Bielorrusia.
- PIB agregado:
alrededor del 25 % del mundial.
- Población:
más de 3.400 millones de habitantes.
- Objetivos recientes:
creación de un banco de desarrollo, impulso a las industrias verdes,
coordinación frente a sanciones.
- Visión estratégica:
un sistema multipolar que desafíe la hegemonía occidental.
Cronología
de hitos económicos de la OCS
- 2001: Fundación en Shanghái.
- 2015:
Incorporación de India y Pakistán.
- 2021: Adhesión de Irán.
- 2023-2024:
Países del Golfo obtienen estatus de socios de diálogo.
- 2025:
Adopción de una estrategia a diez años y propuesta de creación del Banco
de Desarrollo de la OCS.
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