El
teniente general Abdel Fattah Abdelrahman al Burhan, Jefe de Estado Mayor del
Ejército y presidente del Consejo Militar Transitorio asumió la presidencia de
Sudán desplazando a otro militar, el dictador general Omar al Bashir en el
poder desde 1989.
Las
protestas callejeras se producen en Sudán desde el 19 de diciembre de 2018, detonadas
en un comienzo por el alto nivel inflacionario, el aumento en el precio del pan
y de los combustibles.
Las
protestas pronto fueron capitalizadas por un conglomerado de organizaciones y
partidos opositores denominado “Fuerzas
de la Libertad y el Cambio” que se conformó en enero de 2019 y donde ejerce
un rol protagónico la “Asociación de
Profesionales Sudaneses”.
En la
última semana las protestas que comenzaron con concentraciones, marchas,
huelgas y otras acciones de resistencia civil derivaron en “sentadas pacíficas” en los alrededores del Cuartel General del
Ejército.
Luego
de que las protestas alcanzaron un saldo de 38 muertos, cientos de heridos y
mil detenidos sin dar muestras de decrecer, el Ejército de Sudán decidió asumir
el poder el jueves 11 de abril desplazando al anciano dictador Omar Hassan Ahmad al Bashir (76), líder
del Partido del Congreso Nacional,
que con treinta años al frente del país era uno de los jefes de Estado que más
tiempo ejerció el poder en África.
El
Ejército sudanés, para calmar los ánimos y evitar que el país cayera en un
espiral de violencia, tras derrocar al presidente Al Bashir, lo reemplazó por
un Consejo Militar Transitorio formado
por diez generales y estableció una hoja de ruta para la transición hacia la
democracia.
La
presidencia del Consejo Militar
Transitorio recayó en el hasta entonces Inspector General de las Fuerzas
Armadas teniente general Abdel Fattah Abdelrahman al Burhan quien asumió
también como Jefe de Estado Mayor del Ejército y ministro de Defensa en
reemplazo del dimitido general Ahmed Awad ibn Auf.
La
vicepresidencia del Consejo Militar Transitorio y del país fue ocupada por el
general Mohamed Hamdan Daqlo, comandante de la unidad de fuerzas de élite
denominada “Fuerzas de Apoyo Rápido”
que cuentan 30.000 hombres. Se trata de una milicia que en un tiempo respondía
a las órdenes directas del exdictador Al Bashir pero fue convertida en un
cuerpo regular del Ejército. Actualmente, la mayor parte de sus efectivos están
desplegadas en guerra del Yemen y en las fronteras de Sudán para combatir el
narcotráfico y el tráfico de personas.
La
hoja de ruta establecida por el Consejo Militar Transitorio contempla un
periodo de transición de dos años “preparar
el ambiente político para el traspaso pacífico del poder”, según declarara
el general al Burhan.
Los
militares pretenden que el futuro gobierno democrático continúe designando a un
general como ministro de Defensa y a designar ellos al futuro ministro del
Interior.
Como
primeras medidas el Consejo Militar detuvo al presidente Al Bashir y a todos
sus ministros. Destituyó al general Salah Abdalá Qush, hasta entonces jefe del Agencia
Nacional de Seguridad e Inteligencia, encargada de reprimir las protestas, quien
fue reemplazado por el hasta entonces su segundo el general Yaladín al Sheij.
También
ordenó la liberación de todos los presos políticos. Aunque prorrogó por noventa
días el estado de sitio, derogó la constitución de 2005 y proclamó “una invitación abierta al diálogo de todos
los componentes de la sociedad sudanesa, sus partidos y la sociedad civil”
para alcanzar un consenso y establecer las reglas que permitan construir una transición pacífica a la democracia.
Inmediatamente,
Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos anunciaron su apoyo al Consejo
Militar Transitorio. El rey Salman de Arabia Saudí incluso ordenó el envío de
un paquete de ayuda a Sudán que incluiría derivados del petróleo, trigo y
medicinas.
EL OCASO DEL DICTADOR
En
cuanto al destino del expresidente Omar al Bashir, quien enfrenta cargos por
crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra en la Corte Penal
Internacional, por su responsabilidad en los abusos cometidos por la fuerzas
sudanesas, en especial las Fuerzas de Apoyo Rápido, contra la población local
civil en Darfur.
La
región de Darfur, situada al oeste del país, en la zona limítrofe entre Libia,
Chad y la República Centroafricana. Darfur fue un sultanato independiente hasta
1916 en que se incorporó al Sudán Anglo – Egipcio. La región vivió una cruenta
guerra civil entre 2003 y 2008, que arrojó un saldo de 400.000 víctimas fatales
y más de dos millones de personas desplazadas.
El
conflicto estalló en 2003, cuando los “yanyauid”,
un grupo de milicianos provenientes de etnias Baggara de los Abbala
(criadores de camellos) se enfrentó a las tribus de agricultores fur, zaghawa
y masalit, de etnia negra.
El
conflicto étnico se inició tras años de rivalidad y disputas por el control de
las escasa tierras fértiles de la región que se reducían día a día por el
incremento demográfico y el deterioro medioambiental (calentamiento global, desertificación,
etc.).
El Movimiento Justicia e Igualdad y el Movimiento de Liberación de Sudán, que
agrupaban a los agricultores, responsabilizaron al gobierno de Jartum de oprimir
a la población negra para favorecer a las etnias árabes. En represalia, contando
con el apoyo de Eritrea, comenzó una guerra de guerrillas atacando oleoductos y
cuarteles del Ejército.
El
Ejército de Al Bashir, después de sufrir varias serias derrotas frente a manos
de las milicias móviles que conocían muy bien el terreno donde operaban y
contaban con el apoyo de la población local, desplegó las Fuerzas de Rápido
Apoyo y comenzó a armar a las milicias “yanyauid”.
Las
fuerzas de Jartum y sus aliados cometieron toda clase de atrocidades, solaron
las aldeas de los pueblos de raza negra aplicando técnicas de limpieza étnica y
llevando a cabo violaciones masivas. Además, la violencia destruyó la precaria
economía de subsistencia de la región provocando una hambruna generalizada que dejó
un saldo de 50.000 personas muertas en su mayoría niños.
Finalmente,
el 1° de agosto de 2007 se llegó al acuerdo de desplegar 26.000 cascos azules
de la Misión de Naciones Unidas para Darfur -UNAMID- en la región para iniciar
el proceso de pacificación de la zona.
El
genocidio de Darfur hizo de Omar al Bashid fuera conocido como “El Carnicero de Darfur”. Además, Bashir
fue repudiado por dar asilo a notorios terroristas como el venezolano Carlos
Ilich Ramírez, conocido como “El Chacal”
y el mismo Osama Bin Laden.
UNA PESADA HERENCIA
Sudán
está situado en el norte de África, a orillas del mar Rojo, entre Egipto y
Eritrea. Está atravesado por el Nilo y sus afluentes.
Su
población, estimada en algo más de cuarenta millones de personas, se distribuye
en 597 tribus que hablan cuatrocientos dialectos distintos.
Los
problemas de Sudán se remontan al momento en que dejó de ser el país más
extenso de África, tras la secesión de Sudán del Sur, el 29 de julio de 2011,
que hizo que perdiera casi todos sus campos petroleros y el 60% de sus ingresos
fiscales. No obstante, Sudán con sus más de dos millones y medio de kilómetros
cuadrados es el tercer país más extenso del continente africano después de
Argelia y la República Democrática del Congo.
Aunque
el país todavía es rico en recursos naturales como el petróleo y el algodón y
su economía está entre las de más rápido crecimiento de África. Sus principales
mercados de exportación se encuentran en Asia y son China, Japón e India. El
80% de la población sudanesa se dedica a la agricultura.
En los últimos años Sudán ha sufrido serios problemas económicos. Al
Bashir deja una inflación del 120% anual y un amplio legado de corrupción.
Sudán ocupa el puesto 172 entre 180 países, según el Índice de Percepción de la
Corrupción de 2018, elaborado por la ONG Transparencia Internacional.
La Organización
de Naciones Unidas estima que 5.700.000 sudaneses -el 13% de la población- se
enfrentan a una aguda crisis alimentaria, especialmente en las áreas afectadas
por la sequía en Oriente y Occidente del país.
UN FUTURO LLENO DE INTERROGANTES
La
situación en Sudán dista mucho de haberse estabilizado tras el derrocamiento
del anciano dictador al Bashir. Un periodo de transición de dos años con un
gobierno militar parece excesivo para una país atravesado por una profunda
crisis económica y siempre a punto de estallar en conflictos étnicos.
Falta
saber que ocurrirá con el hasta hoy mayoritario Partido del Congreso Nacional y
como se conformará el espectro político del país con la presencia de grupos
islamistas y los partidos de oposición.
No
sería extraño que, siguiendo la tradición africana, una dictadura militar disfrazada
de gobierno democrático sea sucedida por un gobierno civil también encabezado
por un militar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario