La reciente decisión del gobierno de
Ghana de retirar el reconocimiento a la autoproclamada República Árabe Saharaui
Democrática (RASD) marca un hito en la lucha diplomática liderada por Marruecos
y expone la creciente debilidad del Frente Polisario y su principal aliado,
Argelia.
Contenido:
La
determinación adoptada por el gobierno de Ghana de retirar su reconocimiento a
la inexistente RASD, comunicada oficialmente al Reino de Marruecos, reafirma el
respaldo a la propuesta de autonomía marroquí para el Sáhara marroquí,
considerada una solución realista, creíble y viable por la comunidad
internacional.
Un
cambio de postura con raíces profundas
Ghana,
una de las más potentes democracias del África Occidental, reconoció a la RASD
en 1979, en un contexto internacional marcado por la Guerra Fría y el auge de
movimientos de liberación nacional. Sin embargo, la evolución del escenario
político y económico global, así como las estratégicas alianzas diplomáticas forjadas
por Marruecos, bajo el sabio liderazgo del rey Mohammed VI, han transformado el
panorama.
Desde
el año 2000, 46 países han dejado de reconocer a la RASD, 13 de ellos
africanos, consolidando un patrón que resalta la absoluta falta de viabilidad
política y jurídica de esta entidad y la debilidad de Argelia para sostenerla
con sus débiles maniobras políticas.
La
decisión de Ghana, coincidente con la toma de posesión del nuevo
presidente del país, John Dramani Mahama. Es un nuevo cambio diplomático
para la nación del África Occidental, que se produce en medio del
fortalecimiento de las relaciones bilaterales entre Marruecos y Ghana,
concretamente en los sectores comerciales e inversionistas, y que supondrá
un punto de inflexión entre ambos Estados.
Por
otra parte, refleja también, en el nuevo gobierno, una tendencia hacia la
sensatez y la búsqueda de alianzas pragmáticas con Estados consolidados.
Marruecos, a través de su activa diplomacia, ha logrado posicionarse como un
socio estratégico en África, destacándose por su liderazgo en materia de
preservación del medio ambiente, protección a los inmigrantes, iniciativas de
desarrollo y cooperación económica.
La
decadencia del Frente Polisario y el aislamiento de Argelia
El
Frente Polisario, que formalmente se considera en una autoproclamada guerra con
el Reino de Marruecos, enfrenta una crisis existencial sin precedentes. A nivel
interno, la conducción autocrática de sus líderes históricos ha generado
disidencias significativas, la más trascendente de ellas es el Movimiento
Saharaui por la Paz que dirige el notable saharaui Hach Ahmed Bericalla desde
su exilio en España.
Mientras
que las condiciones de vida en los campamentos de Tinduf, en Argelia, una de
las zonas más inhóspitas para el hombre del planeta, se deteriora día a día, se
hacen cada vez más frecuentes las con protestas, criminalidad y descontento
generalizado entre los jóvenes.
Protestas
que las operaciones represivas y los encarcelamientos de activistas por parte
de la gendarmería del Polisario y el personal de seguridad argelino no logran
acallar ni ocultar.
En
el ámbito internacional, la pérdida de apoyo en foros y el declive de su
financiamiento por el desinterés manifiesto de muchos de los aliados de
izquierda que ya no pueden disimular el carácter dictatorial que ha adquirido
la jerarquía del Polisario, evidencian y explican su aislamiento creciente.
Incluso aliados tradicionales como Rusia y Venezuela no han logrado
contrarrestar este declive.
Por
su parte, Argelia, que instrumentaliza el conflicto del Sáhara en su rivalidad
con Marruecos, enfrenta un dilema. Su apoyo incondicional al Polisario se ve
cada vez más cuestionado frente al ascenso de Marruecos como potencia regional.
Este desgaste pone en evidencia la incapacidad de los separatistas y sus
aliados para ofrecer una alternativa viable a los saharauis más allá de la
retórica y la dependencia de la ayuda internacional.
El
plan de autonomía marroquí, una solución consolidada
El
Plan de Autonomía presentado por Marruecos, en 2007, ante Naciones Unidas,
desde entonces ha ganado un respaldo significativo, logrando el apoyo de más de
cien países, entre ellos potencias emblemáticas como Estados Unidos, España,
Francia, Alemania, etc. y países africanos como Sierra Leona y ahora Ghana.
La
Propuesta para la Negociación de un Plan de Autonomía para la región del
Sáhara, tiene por objeto garantizar la seguridad, bienestar y prosperidad de la
población saharaui bajo la soberanía marroquí, una visión que contrasta con el
fracaso del Frente Polisario y Argelia en proporcionar condiciones dignas para
los saharauis en los campamentos.
La
ruptura de relaciones entre Ghana y la RASD refuerza la legitimidad de esta
propuesta y debilita aún más la posición del Polisario en la arena
internacional. En un mundo cada vez más conectado y pragmático, la realidad es
clara: el único camino hacia una solución duradera en el Sáhara pasa por el
reconocimiento de la soberanía de Marruecos y la implementación de su plan de
autonomía.
Conclusión:
La
decisión de Ghana es una victoria para la diplomacia marroquí, que bajo la sabia
dirección del rey Mohammed VI, ha logrado consolidar una red de apoyo
internacional que eclipsa los esfuerzos del Frente Polisario y sus aliados.
Este cambio reafirma el liderazgo de Marruecos en África y pone de manifiesto
que las soluciones reales surgen de la estabilidad, el desarrollo y la
cooperación, no de entes ficticios ni de conflictos perpetuados.