domingo, 31 de agosto de 2025

Los aranceles que tensan el vínculo entre Washington y Brasilia



Las relaciones entre Brasil y Estados Unidos atraviesan actualmente una de sus etapas más críticas. La política comercial de Donald Trump, caracterizada por el uso agresivo de aranceles, ha generado un impacto profundo en las exportaciones brasileñas y ha reavivado el debate sobre la autonomía latinoamericana frente a la influencia de Washington. Pero detrás de la disputa por los gravámenes, emerge una dimensión política que trasciende lo meramente económico: las presiones de Trump sobre el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, en claro respaldo al expresidente Jair Bolsonaro.

El giro arancelario de Washington

La Casa Blanca decidió en 2025 ampliar el alcance de la Sección 232 —herramienta que permite restricciones comerciales por razones de seguridad nacional— para incluir el acero, el aluminio y otros sectores industriales estratégicos. Brasil, como segundo exportador mundial de mineral de hierro y proveedor clave de acero para Estados Unidos, se vio inmediatamente afectado.

Los nuevos gravámenes alcanzan hasta el 50% en algunos productos, representando un aumento drástico respecto a tasas previas. Además, se impusieron restricciones sobre bienes agrícolas y manufacturados, desde carnes procesadas hasta productos químicos, amenazando así cadenas productivas vitales para la economía brasileña.

·       Acero y aluminio: incrementos arancelarios de hasta el 50%.

·       Agroindustria: restricciones a carnes procesadas, azúcar y etanol.

·       Manufacturas: químicos y derivados plásticos con nuevos sobrecostes.

·       Excepciones: aeronáutica y algunas materias primas críticas.

La respuesta de Brasil

El presidente Lula calificó las medidas como “unilaterales e injustificadas”, pero ha optado por una postura de cautela, priorizando vías diplomáticas y multilaterales antes que una confrontación directa. Itamaraty, el Ministerio de Exteriores, explora tres rutas principales: recurrir a la Organización Mundial del Comercio (OMC), negociar exenciones sectoriales, y considerar represalias selectivas sobre productos estadounidenses. Además, busca coordinar posiciones con India y otros países igualmente afectados.

·       Negociación bilateral: exenciones para sectores clave.

·       Acción multilateral: demandas ante la OMC, en coordinación con India.

·       Represalias comerciales: gravámenes sobre exportaciones estadounidenses, especialmente en tecnología y bienes de consumo.

India y el paralelismo con Brasil

India ha sufrido el endurecimiento arancelario de Estados Unidos en sectores textiles, químicos y agroalimentarios, generando pérdidas multimillonarias. La reacción india ha sido similar: denuncia ante la OMC y consultas directas con Washington.

Adicionalmente, Trump pretende que la India lo nomine al Premio Nobel de la Paz por sus gestiones diplomáticas para alcanzar un alto al fuego entre India y Pakistán en el conflicto de Cachemira reactualizado este año. Mientras que Nueva Delhi insiste que se alcanzó el alto al fuego en negociaciones bilaterales sin injerencia de otros actores extrarregionales.

Así, dos miembros de los BRICS se ven simultáneamente afectados, lo que en Brasil se percibe como una señal de la estrategia estadounidense frente al bloque emergente.

Trump y los BRICS: un choque estratégico

La ofensiva comercial contra Brasil e India forma parte de la estrategia de Trump hacia los BRICS, grupo que promueve alternativas al dominio económico occidental y aspira a una autonomía estratégica. Para la Casa Blanca, los aranceles cumplen una doble función: disuadir el comercio fuera de los marcos controlados por Occidente y advertir que la cercanía con Pekín o Moscú tiene consecuencias económicas inmediatas.

·       Brasil: aranceles al acero, la agroindustria y manufacturas.

·       India: sanciones a textiles, químicos y alimentos.

·       China: continuidad de la guerra arancelaria iniciada en 2018.

·       Rusia y Sudáfrica: restricciones financieras y comerciales.

Presiones políticas de Trump

Más allá de la disputa comercial, las recientes acciones de Trump han adquirido un matiz explícitamente político. La ofensiva arancelaria coincide con declaraciones públicas —y gestos diplomáticos— de apoyo al expresidente Jair Bolsonaro, que mantiene una agenda internacional activa y busca recuperar protagonismo en la política brasileña.

Trump ha utilizado la presión económica como herramienta para influir en el escenario interno de Brasil, buscando debilitar la gestión de Lula y favorecer la imagen de Bolsonaro ante el electorado, en especial entre los sectores productivos afectados por los gravámenes. Las reuniones entre aliados de Bolsonaro y figuras cercanas al expresidente estadounidense, junto con campañas mediáticas en redes sociales, han reforzado el vínculo ideológico y estratégico entre ambos líderes.

Esta dinámica genera un desafío adicional para Lula: no solo debe gestionar las consecuencias económicas de los aranceles, sino también afrontar una campaña de presión política internacional que busca erosionar su liderazgo y abrir espacio para la rearticulación del bolsonarismo en Brasil. En este contexto, las negociaciones comerciales se entrelazan con la disputa por la legitimidad y la estabilidad interna, mientras las potencias extranjeras juegan un papel cada vez más explícito en los debates nacionales.

Escenarios futuros

Los analistas contemplan tres escenarios en el corto y mediano plazo:

·       Gestión negociada: Brasil logra acuerdos parciales y las tensiones se contienen.

·       Escalada arancelaria: Brasil responde con represalias, EE UU contraataca y el conflicto se amplía.

·       Multilateralización: Brasil e India llevan la disputa a la OMC, prolongando el litigio.

Sin embargo, el trasfondo político marca la diferencia: el comercio se convierte en instrumento de presión estratégica, mientras el escenario brasileño se transforma en arena de pugna entre modelos antagónicos de liderazgo.

Conclusión

La política arancelaria de Donald Trump ha convertido la relación entre Estados Unidos y Brasil en un terreno de confrontación donde lo económico y lo político se entrelazan. Para Lula, la disyuntiva es doble: negociar excepciones que amortigüen el impacto económico inmediato y, al mismo tiempo, resistir las presiones directas para no ceder terreno frente al avance del bolsonarismo incentivado desde Washington. El futuro de la soberanía brasileña depende de la capacidad del gobierno para articular respuestas que protejan su autonomía económica y política, en medio de una disputa global cada vez más marcada por intereses ideológicos y estratégicos.

 

sábado, 30 de agosto de 2025

Crecientes tensiones entre Rusia y Molavia


 

 

Las crecientes tensiones entre la exrepública soviética de Moldavia y Rusia amenazan con crear un nuevo escenario bélico en Europa.

Contenido:

En la estrecha geografía que separa a Rumanía de Ucrania, Moldavia vive desde hace tres décadas con una astilla clavada: Transnistria, franja separatista amparada por la presencia militar rusa desde 1992. La invasión a gran escala de Ucrania en 2022 convirtió aquella “conflictividad congelada” en un foco caliente de la seguridad europea.

Desde entonces, Chișinău (la capital de Moldavia) denuncia injerencias, campañas de desinformación y chantaje energético; Moscú acusa a las autoridades moldavas de “rusofobia” y se presenta como garante de las minorías. El tablero se tensó aún más en 2024 y 2025: el proceso de adhesión de Moldavia a la Unión Europea arrancó formalmente, la región autónoma de Gagauzia se convirtió en epicentro de la pugna política, y Transnistria volvió a pedir “protección” al Kremlin.

 

¿Cuál es el origen del conflicto?

 

La guerra de 1992 enfrentó al joven Estado moldavo con secesionistas prorrusos del Dniéster, apoyados entonces por la 14.ª Armada soviética. El alto el fuego dejó dos herencias: una misión de “fuerzas de paz” y el Grupo Operativo de Fuerzas Rusas (OGRF), que conserva y custodia depósitos de munición (Cobasna) y mantiene una presencia estimada en torno a entre mil y mil quinientos efectivos —una cifra que oscila según las fuentes— en territorio internacionalmente reconocido como moldavo. Chișinău jamás autorizó esa permanencia; su Constitución proclama la neutralidad permanente y prohíbe tropas extranjeras en su suelo.

La neutralidad, asumida en 1994 tras la derrota militar, marcó durante años la brújula de seguridad. Pero la guerra en Ucrania la ha puesto bajo escrutinio: la presidenta Maia Sandu ha admitido que, en la práctica, lo que ha protegido al país del ejército ruso no es tanto la neutralidad como el parapeto ucranio al este. Aun así, cambiar el estatus exige un referéndum.

 

Aspectos que incrementan las tensiones

  • Transnistria agita el árbol. En febrero de 2024, el congreso de Tiráspol solicitó a las cámaras rusas “medidas para proteger” a la región ante la “presión” de Moldavia, reactivando la retórica de auxilio.
  • Gagauzia, válvula de presión. La autonomía prorrusa en el sur se ha vuelto laboratorio de influencia: su gobernadora, Evghenia Gutsul, fue detenida e imputada por financiación ilícita de la política, y este agosto fue condenada a siete años por canalizar fondos rusos hacia estructuras políticas prohibidas. Moscú lo denuncia como persecución; Chișinău, como lucha contra el crimen organizado.
  • Energía y cuentas pendientes. El viejo contencioso de la deuda con Gazprom —centenares de millones reclamados por la gasista frente a una auditoría que apenas reconoce unos millones— sigue siendo palanca de presión y disputa regulatoria, incluso sobre el control de redes.
  • La vía europea, cuesta arriba. La Unión Europea abrió las negociaciones de adhesión en junio de 2024 y ha desplegado una misión civil (EUPM) para robustecer a Moldavia frente a amenazas híbridas; Bruselas prolongó su mandato en 2025.
  • Temor a un refuerzo ruso. El primer ministro Dorin Recean advirtió en junio que Moscú busca incrementar su contingente en Transnistria —hasta 10.000 hombres— mediante la instalación de un Gobierno afín; Ucrania cifró recientemente entre 1.000 y 1.500 los efectivos actuales.
  • Apoyo político europeo visible. El 27 de agosto de 2025, los líderes de Francia, Alemania y Polonia viajaron a Chișinău para apuntalar a Sandu y su agenda proeuropea ante unas elecciones cargadas de desinformación y dinero ilícito.

 

¿Pueden soldados moldavos combatir en Ucrania?

La cuestión es delicada y, por ahora, improbable como política de Estado. La Constitución impide compromisos militares y la presencia de tropas extranjeras sin una reforma refrendada en las urnas. Las autoridades han sido claras: no enviarán fuerzas a combatir; lo que sí existe —y se ha reconocido— es la presencia de voluntarios moldavos incorporados individualmente a las Fuerzas Armadas ucranias. El encaje legal ha sido objeto de controversia en Chișinău. No obstante, Moscú insiste en que se prepara un contingente de 700 soldados moldavos para ser enviados a Ucrania.

En el plano práctico, además, Moldavia dispone de un ejército pequeño —en el entorno de entre 6.000 y 8.500 efectivos activos— y un presupuesto de defensa reducido, en modernización acelerada con ayuda europea. Su contribución más plausible, si la guerra finalmente estalla tendrán predominio las operaciones de inteligencia, ciberdefensa, control del espacio aéreo y cooperación fronteriza, no un despliegue de grandes masas de tropas de combate.

 

Tres escenarios probables

  1. Contención tensa.


Moldavia sigue estrechando lazos con la Unión Europea y blindando su seguridad interna mientras Rusia mantiene un perfil militar contenido en Transnistria (1.000 a 1.500 efectivos), amplifica la propaganda y explota palancas energéticas y judiciales a través de actores prorrusos (Gagauzia, redes asociadas al fugitivo Ilan Șor). Habrá episodios de sabotaje informativo, litigios energéticos y pulsos regulatorios, pero sin salto cinético. Este es el escenario más probable para los próximo 12 a 18 meses.

 

  1. Escalada contenida en el Dniéster.

Incidentes en la zona de seguridad (ataques con drones, explosiones controladas, ciberataques) elevan el riesgo de error de cálculo. Ucrania presiona para neutralizar depósitos o infraestructura dual en Transnistria; Chișinău refuerza defensas y coopera con la EUPM y socios europeos. Se evita el combate abierto, pero se militariza la vigilancia y crecen los costes económicos y políticos. Probabilidad media si Moscú intensifica su campaña de interferencia o intenta rotar personal en el OGRF.

 

  1. Desestabilización política y giro de timón.

Una coalición prorrusa capitaliza el descontento social y frena reformas pro-UE, abre la puerta a “normalizar” la presencia rusa en Transnistria y bloquea la cooperación con Bruselas. Ello permitiría a Moscú ampliar su presencia militar (objetivo declarado por Chișinău como riesgo) y usar el territorio como palanca contra Ucrania y Rumanía. Es un escenario de menor probabilidad, pero con alto impacto.

 

La evolución más verosímil

A corto plazo, Moldavia seguirá jugando a la resiliencia: reforzará su seguridad interior, saneará el sector energético para reducir dependencia, y escalará en capítulos técnicos de la adhesión europea, con el paraguas de la misión civil de la UE y apoyos financieros.

La presión rusa continuará mediante desinformación, financiación clandestina y lawfare, con picos puntuales en Transnistria y Gagauzia. La opción de un envío oficial de tropas moldavas a Ucrania seguirá fuera de la mesa salvo un cambio constitucional o un deterioro dramático que implique amenaza directa e inmediata —escenario que hoy no es el más plausible—. Mientras, el factor disuasivo principal seguirá estando del lado ucranio: mientras Ucrania contenga al ejército ruso en su frente sur y este, Transnistria permanece aislada, y Moldavia, aunque vulnerable, no será el frente principal. 

martes, 26 de agosto de 2025

Cae Bakura, el sanguinario jefe del grupo yihadista Boko Haram


 

La caída de Bakura, el llamado Emir de las Islas, jefe de Boko Haram, y el golpe silencioso que desnuda los alcances de la cooperación antiterrorista en el Sahel

La noticia corrió como pólvora por el Sahel: Ibrahim Mahamadou, alias “Bakura” —uno de los jefes más violentos de Boko Haram en la cuenca del lago Chad— fue abatido en una operación “quirúrgica” lanzada por el Ejército de Níger en el archipiélago lacustre.

La acción, precedida por semanas de seguimiento, eliminó también a varios mandos y a “decenas de terroristas”, según el parte militar difundido en Niamey. Medios internacionales confirmaron la versión nigerina; otras fuentes, próximas a la insurgencia, intentaron sembrar dudas. Pero un dato sobresalió por su singularidad: servicios de inteligencia marroquíes habrían aportado información decisiva para localizar y cercar al caudillo yihadista.

 

Un golpe a la vieja guardia yihadista del lago Chad

La figura de Bakura emergió tras la muerte del notorio Abubakar Shekau en 2021, cuando Boko Haram se fracturó entre la facción leal a su legado (JAS) y el rival Estado Islámico en África Occidental (ISWAP). El control de las “islas” del lago —un laberinto de canales, juncos y comunidades ribereñas entre Níger, Chad, Nigeria y Camerún— quedó en disputa. Bakura, curtido en secuestros masivos, extorsión y asaltos a aldeas de pescadores, se ganó fama de señor de guerra anfibio, capaz de golpear y desvanecerse en el mosaico fronterizo. Su caída, por tanto, tiene un valor simbólico y operativo: desarticula una red con mando territorial y logística propia.

 

El hilo marroquí en la telaraña del Sahel

La mención a Rabat no es casual ni oportunista. Marruecos ha construido en la última década un ecosistema de lucha antiterrorista que combina inteligencia, policía judicial y diplomacia preventiva. Sus agencias —con el Buró Central de Investigaciones Judiciales (BCIJ) como punta de lanza— han desmantelado células, compartido alertas estratégicas y profesionalizado la cooperación con socios africanos y europeos. En febrero, el BCIJ frustró atentados de una célula fiel al IS del Sahel, subrayando que la amenaza “rebota” desde el corazón del desierto hacia el Magreb. Que Rabat haya aportado inteligencia de valor añadido en un teatro tan complejo como el lago Chad encaja con su patrón de cooperación discreta, según medios marroquíes y regionales que cubrieron la operación.

Más allá del parte de guerra, el mensaje político es nítido: el Sahel no se estabilizará con operaciones solitarias ni con vacíos de coordinación. La eliminación de Bakura requiere continuidad —presión territorial, control de rutas, justicia y reintegración— para impedir que otro caudillo ocupe su lugar.

 

Un historial de crímenes que hiela la sangre

Boko Haram —surgido en 2009 como grupo yihadista que combatía al Estado nigeriano— ha dejado una estela de matanzas, secuestros y terror sexual. El mundo conoció su barbarie con el rapto de 276 alumnas en Chibok (abril de 2014), pero ese fue solo el episodio más visible de una campaña sistemática contra la educación y la infancia: más de 1.000 menores han sido secuestrados desde 2013, y decenas de niñas y niños fueron utilizados como bombas humanas en mercados y estaciones. En la memoria negra de Nigeria figura también la masacre de Baga (enero de 2015), con centenares —tal vez miles— de civiles asesinados y localidades arrasadas. La violencia forzó el desplazamiento de más de dos millones de personas en la región del lago Chad, generando una de las peores crisis humanitarias del continente.

 

Dudas, propaganda y realidades contrastadas

Como ocurrió tras la muerte de Shekau, la niebla de la guerra se cierne sobre cada anuncio de “líder abatido”. Un cercano al aparato de Boko Haram intentó negar la baja de Bakura. No sería la primera vez que un cabecilla es dado por muerto y reaparece meses después, o que la jefatura se atomiza en comandantes locales. Con todo, varias cabeceras internacionales reportaron la operación nigerina y la muerte de un alto jefe; en paralelo, medios marroquíes subrayaron el aporte de inteligencia de Rabat. Para separar propaganda de hecho, los próximos 60–90 días serán clave: si caen las capacidades de extorsión, los peajes a pescadores y los ataques a aldeas en el archipiélago, el golpe habrá sido real y profundo.

 

Boko Hama tras la caída de Bakura

  1. Mapa del terror en las islas. La pérdida de un mando con anclaje local debilita las redes de suministro (combustible, munición, alimentos) y reduce la capacidad de ataques relámpago por canales y pantanos. Si no hay relevo inmediato, aumenta la deserción y el bandidaje sin bandera.
  2. Competencia con ISWAP. Con Boko Ham acefalo, su rival yihadista el Estado Islámico de Africa Occidental (ISWAP) puede intentar cooptar combatientes y controlar las rutas de tráfico, reconfigurando el mercado criminal (pesca, madera, ganado) y la recaudación mediante “impuestos”. La rivalidad histórica entre ambas ramas seguirá marcando el terreno.
  3. Cooperación regional. El éxito operativo refuerza a Níger y reivindica la cooperación transfronteriza —inteligencia, vigilancia aérea, interdicción fluvial— que promueven actores africanos y socios externos. Rabat aparece aquí como proveedor de inteligencia confiable y formación que complementa el músculo militar local.

Marruecos, un socio que combina teología, policía y datos

La marca registrada marroquí en contraterrorismo no se limita a la detención de células: incluye la formación de imames, la supervisión de contenidos religiosos y un intercambio de inteligencia cada vez más denso con África occidental. El BCIJ ha acreditado capacidades de investigación técnica (análisis de dispositivos, trazado de contactos, lectura de señales) que alimentan operaciones dentro y fuera de su territorio. En el caso Bakura, la pista marroquí —según fuentes periodísticas— habría contribuido a reducir la incertidumbre en un espacio geográfico extremadamente poroso, permitiendo un golpe de precisión.

 ¿Quién era “Bakura”?

  • Nombre: Ibrahim Mahamadou (apodado Bakura).
  • Zona de influencia: Islas del lago Chad (frontera Níger–Nigeria–Chad–Camerún).
  • Modus operandi: Secuestros, peajes a pescadores y comerciantes, ataques a aldeas ribereñas, uso de lanchas rápidas y guías locales.
  • Rango: Jefe de alto nivel de Boko Haram tras la muerte de Shekau.
  • Cómo cayó: Operación aérea y de precisión del Ejército de Níger, tras semanas de seguimiento; apoyo de inteligencia marroquí, según medios.

 

Por qué importa para la seguridad de la región

El magnetismo de la violencia en el Sahel no se disipa con la muerte de un líder: depende de economías criminales, vacíos estatales y fronteras líquidas. Pero cuando una operación logra correlacionar inteligencia útil, coordinación regional y precisión táctica, el resultado salva vidas: menos aldeas arrasadas, menos niñas convertidas en rehenes, menos niños forzados a detonar explosivos. Esa es la medida humana del golpe contra Bakura. Y ahí la colaboración discreta de Marruecos sí marca una diferencia.

 

Cronología mínima de horror atribuida a Boko Haram

  • 2014 – Chibok (Nigeria): Secuestro de 276 escolares; más de un centenar siguen desaparecidas.
  • 2015 – Baga (Nigeria): Masacre masiva de civiles; localidades arrasadas.
  • 2017–2018: Incremento de niños usados como bombas; ONU habla de una tendencia “devastadora”.
  • 2013–hoy: dos millones de desplazados en la cuenca del lago Chad.

El día después: tres tareas impostergables

  1. Explotar la operación: capturar dispositivos, interrogar a detenidos, mapear redes financieras y saturar el terreno para impedir reagrupamientos.
  2. Blindar a la población: reforzar puestos fluviales, escoltar a comunidades de pescadores y asegurar mercados y rutas de abastecimiento.
  3. Diplomacia y desarrollo: combinar la presión militar con servicios públicos, escuelas y justicia en las islas, y mantener viva la cooperación de inteligencia —incluida la marroquí— que ha demostrado ser palanca de eficacia.

Conclusiones:  

La caída de Bakura no es el epílogo de Boko Haram, pero sí un capítulo que ilustra cómo debe combatirse: con precisión, alianzas reales y foco en las víctimas. Marruecos, desde su doble anclaje magrebí y africano, ha demostrado que su contribución puede inclinar la balanza cuando la información correcta llega al lugar correcto en el momento exacto. El desafío, ahora, es convertir un éxito táctico en un avance estratégico y humanitario en el corazón del Sahel.

 


 Marruecos, el puente solidario hacia Palestina

Mohammed VI, cumpliendo cons sus obligaciones como Emir de los Creyentes y presidente del Comité Al-Quds, intensifica sus envíos de ayuda humanitaria a Gaza.

Por Adalberto Agozino

En un escenario de devastación humanitaria sin precedentes en la Franja de Gaza, Marruecos se ha reafirmado como uno de los actores árabes más comprometidos con la causa palestina. Bajo instrucciones directas de Su Majestad el Rey Mohammed VI, Emir de los Creyentes y presidente del Comité Al-Quds, el Reino ha enviado en los últimos meses cargamentos masivos de ayuda humanitaria que superan las 180 toneladas de alimentos, medicinas, material quirúrgico y productos destinados especialmente a la infancia.

El compromiso marroquí es concreto y no se limita a gestos coyunturales. En marzo de 2024, Rabat protagonizó una primicia logística internacional al lograr que un convoy de 40 toneladas de ayuda llegara a Gaza por vía terrestre a través de Israel, tras un puente aéreo a Tel Aviv. Fue la primera vez que un país consiguió abrir un corredor de ese tipo, lo que reforzó la imagen de Mohammed VI como líder capaz de tender puentes en medio de un conflicto enquistado.

Un liderazgo religioso y político

La doble condición del monarca —Emir de los Creyentes y presidente del Comité Al-Quds— otorga un peso particular a su actuación. El comité, creado en el seno de la Organización de la Cooperación Islámica, tiene como misión preservar el carácter árabe e islámico de Jerusalén Este y apoyar los derechos legítimos de los palestinos. Desde esta plataforma, Mohammed VI ha insistido en foros árabes e internacionales en la necesidad de avanzar hacia una solución de dos Estados, con Jerusalén Oriental como capital palestina.

“Reafirmamos nuestro apoyo constante al pueblo palestino para recuperar sus derechos legítimos y establecer su Estado independiente y soberano”, subrayó el monarca en la última cumbre de la Liga Árabe. Una declaración que situó la cuestión palestina en el centro de la política exterior marroquí, incluso tras la normalización de relaciones con Israel en 2020 en el marco de los Acuerdos de Abraham.

Humanitarismo y diplomacia equilibrada

La ayuda marroquí en la actualidad comprende dos envíos por casi trescientas toneladas, canalizada a través de rutas aéreas y terrestres coordinadas con Egipto y Palestina, ha permitido atender a miles de familias atrapadas por el bloqueo y los bombardeos. Según el Ministerio de Asuntos Exteriores de Rabat, estas operaciones humanitarias buscan “eliminar el fantasma de la hambruna que amenaza a la población civil” y constituyen una expresión de “solidaridad constante e inquebrantable” con Palestina.

Este activismo no se limita al plano humanitario. Marruecos ha mediado discretamente en cuestiones sensibles, como la liberación de fondos palestinos congelados por Israel, reconocida públicamente por el Comité Ejecutivo de la OLP en febrero de 2025. Al mismo tiempo, el Gobierno marroquí ha exigido a Tel Aviv el respeto al Derecho Internacional y ha condenado ataques contra infraestructuras civiles en Gaza.

Un gesto con valor simbólico

En un contexto en el que la guerra ha dejado más de 65.000 muertos en Gaza, según fuentes palestinas, y con la infraestructura civil al borde del colapso, los cargamentos marroquíes tienen un valor que trasciende lo material. Representan la continuidad de una política de Estado que combina diplomacia, religión y solidaridad.

Mohammed VI, al conjugar su papel como jefe de Estado con su condición de Amir al-mu'minin (Emir de los Creyentes), se ha convertido en un referente para el mundo árabe: un líder que implementa una política independiente y audaz, que consiste en mantener vínculos diplomáticas con Israel, pero sin renunciar a la defensa del pueblo palestino. Marruecos, así, se proyecta no solo como un puente entre Occidente y Oriente Medio, sino también como una voz que reclama justicia y dignidad para Palestina.

 

domingo, 17 de agosto de 2025

El conflicto en Ucrania tras la reunión Trump-Putin


La esperada cumbre de Alaska entre Donald Trump y Vladímir Putin concluyó como tantas veces ocurre en la diplomacia internacional: con gestos, declaraciones altisonantes y una ausencia total de resultados concretos.

Contenido:

Tras casi tres horas de conversaciones, en Alaska, ambos líderes se marcharon sin anunciar un alto el fuego en Ucrania ni un acuerdo de paz, aunque repitieron hasta la saciedad que hubo “avances significativos” y que “no hay acuerdo hasta que haya un acuerdo”.

El presidente ucraniano Volodímir Zelenski, excluido del encuentro, observó desde la distancia cómo el futuro de su país se debatía en Anchorage entre Washington y Moscú. Para Europa, la cumbre supuso un alivio parcial: Trump no ofreció concesiones inmediatas a Rusia. Pero también dejó una sensación inquietante, ya que las demandas rusas permanecen intactas y, de lograrse, transformarían radicalmente el mapa de seguridad europeo.

Las exigencias rusas: una paz a precio de Ucrania

Putin llegó a Alaska con un pliego de condiciones conocido y reiterado desde 2022:

  • Cesión de territorios: Rusia exige el reconocimiento de su control sobre Crimea y la anexión definitiva de las provincias de Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón, de las cuales solo domina parcialmente.
  • Neutralidad ucraniana: Kiev debería renunciar a entrar en la OTAN y aceptar severas restricciones en su cooperación militar con Occidente.
  • Fin de la ayuda occidental: Moscú reclama que cesen los suministros de armamento a Ucrania, lo que dejaría al país indefenso frente a futuras ofensivas.

Para Zelenski y los europeos, estas condiciones son inaceptables. No solo significan una amputación territorial dolorosa, sino que equivaldrían a desmantelar la soberanía ucraniana. En palabras de analistas de la BBC, aceptar esas demandas supondría validar la premisa de que una gran potencia puede modificar fronteras por la fuerza, retrotrayendo a Europa al clima geopolítico previo a 1945.

Europa: entre la alarma y el alivio

Los líderes europeos siguieron la cumbre con una mezcla de expectación y temor. Emmanuel Macron, Friedrich Merz, Giorgia Meloni y Keir Starmer actuaron como contrapeso diplomático en los días previos, advirtiendo a Trump de no aceptar intercambios territoriales. De momento, respiraron aliviados: no hubo acuerdo a espaldas de Kiev. Pero el simple hecho de que el presidente estadounidense haya repetido la idea de que “Rusia es una gran potencia, y Ucrania no lo es” deja a Europa en una posición de vulnerabilidad.

Si Putin lograra todos sus objetivos, el continente enfrentaría un cambio estratégico de proporciones históricas:

  • OTAN debilitada: aceptar la neutralidad ucraniana cuestionaría la capacidad de la Alianza para proteger a sus socios del este.
  • Precedente peligroso: se abriría la puerta a futuras revisiones territoriales forzadas en otras zonas sensibles, como Moldavia o el Báltico.
  • División interna: países más expuestos, como Polonia o los bálticos, exigirían reforzar la disuasión militar, mientras que los Estados con intereses económicos en Rusia podrían optar por acomodarse a la nueva realidad.

Tres escenarios posibles para el conflicto

  1. Estancamiento prolongado

La opción más probable a corto plazo. Las negociaciones se suceden sin resultados y la guerra continúa como conflicto de desgaste. Rusia gana tiempo para consolidar posiciones en el Donbás, mientras Ucrania mantiene la resistencia con ayuda occidental. Europa seguiría apostando por sanciones y apoyo militar a Kiev.

  1. Acuerdo parcial con cesiones territoriales

Trump podría presionar a Zelenski para aceptar un pacto de congelación de líneas del frente a cambio de garantías de seguridad de Estados Unidos. Sería el escenario más favorable a Moscú, ya que consolidaría sus conquistas y dejaría a Ucrania mutilada. Para Europa, significaría una derrota estratégica y moral.

  1. Rechazo firme y escalada controlada

Si Ucrania y Europa se mantienen firmes en exigir un alto el fuego sin condiciones, Putin podría intensificar la presión militar para negociar desde una posición de fuerza. Este escenario incrementa el riesgo de una escalada, pero mantiene la coherencia de la política occidental de no legitimar la anexión rusa.

Conclusión:

La cumbre de Alaska fue, en esencia, un triunfo propagandístico para Putin: volvió a la escena internacional recibido con honores en suelo estadounidense, sin ceder un ápice en sus demandas. Trump, que soñaba con presentarse como pacificador, regresó a Washington con un futuro incierto: o presiona a Zelenski para aceptar concesiones o endurece su postura hacia Moscú, arriesgando su propia imagen de negociador.

Europa, por su parte, queda atrapada en una paradoja: depende de Washington para garantizar la seguridad de Ucrania, pero observa con creciente inquietud cómo el presidente estadounidense parece receptivo a las tesis del Kremlin.

La paz aún no está a la vista, pero sí el riesgo de que, en el intento de alcanzarla, se redefina el orden de seguridad europeo en los términos que desea Putin.

 

Las cartas de sobre la mesa

Demandas de Moscú

  • Reconocimiento de la anexión de Crimea (2014).
  • Cesión definitiva de Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón.
  • Neutralidad de Ucrania: renunciar a la OTAN.
  • Fin del suministro de armas occidentales.
  • Garantías de que Kiev no será plataforma militar contra Rusia.

Posición de Ucrania

  • Alto el fuego inmediato e incondicional.
  • Recuperación de todos los territorios ocupados, incluida Crimea.
  • Garantías de seguridad sólidas con respaldo de Occidente.
  • Continuidad de la ayuda militar y financiera internacional.

Líneas rojas de Europa

  • Rechazo a un cambio de fronteras por la fuerza.
  • Defensa de la integridad territorial de Ucrania.
  • Apoyo militar y económico continuado a Kiev.
  • Mantener el aislamiento de Moscú mientras persista la invasión.

Tres posibles escenarios para Ucrania

1. Estancamiento prolongado

  • Negociaciones sin avances concretos.
  • La guerra continúa como conflicto de desgaste.
  • Rusia consolida posiciones en el Donbás.
  • Occidente mantiene sanciones y ayuda militar a Kiev.

2. Acuerdo parcial con cesiones territoriales

  • Kiev presionado para aceptar un congelamiento del frente.
  • Rusia conservaría sus conquistas en el este y el sur.
  • EE UU ofrecería garantías de seguridad a Ucrania.
  • Europa sufriría una derrota estratégica y moral.

3. Rechazo firme y escalada controlada

  • Ucrania y Europa exigen alto el fuego sin condiciones.
  • Moscú intensifica la ofensiva para negociar desde la fuerza.
  • Riesgo de escalada militar, pero preservando la coherencia occidental.

 

viernes, 15 de agosto de 2025

Marita Lorenz, la “Mata Hari de la Guerra Fría”



Hija de un marino alemán y de una madre estadounidense con vínculos con la inteligencia aliada, superviviente de Bergen-Belsen, amante de Fidel Castro y pareja del dictador venezolano Marcos Pérez Jiménez, informante ocasional para la CIA y el FBI, testigo incómoda del ecosistema anticastrista y figurante habitual en teorías sobre el magnicidio de Kennedy. La vida de Marita Lorenz —entre el fulgor romántico y la hipérbole— sigue desafiando las fronteras entre memoria y leyenda.

Una biografía en clave de novela de espías

Ilona Marita Lorenz nació en Bremen el 18 de agosto de 1939, tan solo trece días antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Su infancia, marcada por la guerra —ella y su madre pasaron dos años en el campo de concentración de Bergen-Belsen— y por una familia con la vista puesta en el Atlántico (su padre fue capitán de grandes trasatlánticos), anticipó una vida errante. Tras la guerra, emigraron a Estados Unidos. A finales de los cincuenta, un encuentro fortuito la empujó al corazón del torbellino caribeño.

En febrero de 1959, con 19 años, llegó a La Habana a bordo del MS Berlin. Fidel Castro, recién encaramado al poder, subió al barco; hubo cena, conversación y, según su propio relato, un flechazo. Días después la llamó por teléfono a Nueva York y la hizo volar de regreso a Cuba. Lorenz aseguró que vivió meses con él en el Habana Hilton, entre pasillos convertidos en cuartel y el magnetismo del líder triunfante.

La relación se quebró en 1960. Ya integrada en el hervidero anticastrista de Florida, Marita aceptó —según su versión— una misión para envenenar a Castro con píldoras suministradas por intermediarios de la CIA. Cuando lo tuvo delante, dijo, no pudo hacerlo y le confesó el complot. La escena —los frascos de veneno, el reencuentro, la renuncia— se convirtió en el núcleo de su mito personal. Obituarios y crónicas han repetido la historia, con matices y escepticismo: fascinante, sí; del todo verificable, no.

El espejo de Mata Hari

Las comparaciones con Mata Hari —Margaretha Zelle, ejecutada por espionaje en 1917— son inevitables: seducción, guerra, fronteras borrosas entre vida íntima y razón de Estado. Pero ahí empiezan también las diferencias. Mata Hari fue fusilada y su culpa sigue discutida un siglo después; su fama se forjó tanto en los escenarios como en los sumarios militares. Lorenz, en cambio, transitó por el ecosistema de la Guerra Fría sin condena judicial por espionaje: fue informante ocasional, protagonista de operaciones grises y testigo de tertulia conspirativa. Una encarnó el arquetipo trágico; la otra, el melodrama geopolítico de la segunda mitad del XX.

Castro: romance, intriga y una escena fundacional

La “Marita que amó demasiado a Fidel como para matarlo”, como tituló un perfil británico, sedimentó su leyenda en entrevistas y memorias. El relato incluye un embarazo en 1959, una misteriosa droga en un vaso de leche y un abrupto final con vuelo de salida. La prensa y los investigadores han documentado la relación y el contacto con el ambiente anticastrista; el resto —detalles clínicos, órdenes, nombres en clave— oscila entre lo plausible y lo inverificable. Ann Louise Bardach, de Vanity Fair, dedicó una investigación de fondo a separar dato de aderezo y describió a Lorenz como “centro de teorías en remolino”.

Lo indiscutible: Lorenz estuvo muy cerca del poder cubano en el momento más febril de la Revolución y, poco después, muy cerca de quienes querían destruirlo. Ese vaivén, más que cualquier pistola humeante, explica su perdurable aura.

Marcos Pérez Jiménez: pasión, dinero y tribunales

Tras su deriva anticastrista, Lorenz conoció en Miami al exdictador venezolano Marcos Pérez Jiménez, derrocado por una revolución en 1958 y en plena batalla para evitar la extradición. La relación —apuntalada por recursos, chóferes y abogados— la convirtió por un tiempo en primera dama oficiosa de un autócrata en tránsito. En 1962 nació en Nueva York Mónica Mercedes Pérez Jiménez, la hija de ambos. Un año después, una demanda de paternidad presentada por Lorenz llegó a entorpecer temporalmente la extradición del exgeneral. La prensa de la época y reportajes posteriores recogen ese episodio, así como los enconados pleitos por fideicomisos y manutención. Pérez Jiménez terminaría extraditado en agosto de 1963 y, tras cumplir condena en Caracas, se refugió en la España del “caudillo” Francisco Franco Bahamonde.

Décadas más tarde, Mónica —radicada en Costa Rica— contaría su propia versión familiar: madre espía enviada a matar a Castro; padre, un expresidente latinoamericano. La hipérbole, de nuevo, parecía perseguir a la saga.

La pista Kennedy y el escepticismo oficial

En los años setenta, Lorenz declaró ante investigadores y periodistas que había viajado a Dallas poco antes del asesinato de John F. Kennedy con un grupo de anticastristas que incluía a Frank Sturgis y E. Howard Hunt. Su testimonio, cambiante en detalles, fue escuchado por la HSCA (la comisión del Congreso que reexaminó el caso en 1978). El veredicto no despejó dudas: se admitió la probabilidad de alguna conspiración en el magnicidio, pero la fiabilidad de ciertos testigos —entre ellos Lorenz— quedó sin corroborar. Aun así, su nombre quedó para siempre pegado al rosario de caminos secundarios que llevan a Dallas.

Vida después del huracán: del FBI a la cultura popular

En los setenta, ya casada con el encargado de un edificio en Nueva York, trabajó como informante del FBI espiando a diplomáticos del bloque del Este que residían en su inmueble. Su figura inspiró la tv movie My Little Assassin (1999) y dos memorias —Marita (1993) y Lieber Fidel (2001)—, además de un proyecto cinematográfico anunciado con Jennifer Lawrence que nunca terminó de materializarse. Murió el 31 de agosto de 2019, a los 80 años, en Alemania.

¿Mito o verdad? La batalla por el relato

El magnetismo de Lorenz descansa en un triple anzuelo: el amor con un líder revolucionario; la proximidad a un dictador latinoamericano; y el papel —real o supuesto— en el bajo mundo de la Guerra Fría: operaciones encubiertas, armas, exiliados, cafés de Miami, agentes con alias. Parte de su historia está documentada; otra parte carece de pruebas independientes o contradice expedientes y cronologías. La prensa seria —de The New York Times a The Telegraph— repasó su vida con mezcla de fascinación y cautela; la investigación de Bardach en Vanity Fair estableció un estándar crítico: atender sus datos útiles y desconfiar de sus adornos. Esa tensión —entre lo que fue y lo que quizá no— es, al cabo, su gran legado narrativo.

Epílogo

La espía que amó a Castro” ha sido un titular irresistible durante décadas. También un recordatorio: en la historia del espionaje, la frontera entre hechos, propaganda y auto-mito es porosa. Marita Lorenz vivió en esa frontera y aprendió a habitarla. Entre La Habana y Miami, entre los pasillos del Hilton y las celdas de Dade County, entre la pasión y la conspiración, bordó una vida que aún hoy reclama ser leída con el pulso del reportaje… y la prudencia del archivo.

Cronología esencial

1939 Nace en Bremen, Alemania.


1944 Es enviada con su madre al campo de concentración de Bergen-Belsen.


1947-48 La familia se traslada a Nueva York; sus padres colaboran con la CIA.


Febrero 1959 Conoce a Fidel Castro en La Habana; inicia romance de ocho meses.


Mayo 1959 Queda embarazada; poco después, sufre un supuesto parto inducido.


1960 Reclutada por la CIA para asesinar a Castro; aborta la misión.


1961 Conoce en Miami al exdictador venezolano Marcos Pérez Jiménez; nace su hija Mónica.
Década de 1970 Actúa como informante del FBI y declara sobre el asesinato de Kennedy.


1993 Publica Lieber Fidel – Mi vida, mi amor, mi traición.


2002 Estreno de la película Querido Fidel.


31 agosto 2019 Fallece en Oberhausen, Alemania, a los 80 años.